Ya lo he mencionado otras veces en este blog y, seguramente, lo mencionaré muchas más veces; siempre que me han preguntado cual es, a mi parecer, el patrimonio más destacable de la Sierra de las Nieves, he contestado y contestaré siempre lo mismo: el agua. El Agua que nace en manantiales y es conducido por acequias, azudes, atarjeas, albercas... alimentando huertas y tableros de riego, perfilando unos bellísimos y característicos paisajes agroculturales: las huertas; el agua que hacía funcionar molinos hidráulicos harineros y de aceite, batanes... ayudado por la fuerza de la gravedad; el agua que alimentaba y alimenta fuentes donde la gente saciaba la sed y los lavaderos, esos espacios urbanos netamente femeninos en los que las mujeres hacían duramente la colada...; el agua , que atravesaba en multitud de ocasiones nuestros pueblos a través de acequias y conducciones que hoy día quedan ocultas a la vista, pero que antaño estaban al aire libre, insertándose en el callejero y su toponimia al bautizar calles y viarios (calle Río, calle Agua...). El agua, cuyo aprovechamiento a lo largo del tiempo nos ha legado también un patrimonio cultural inmaterial hoy en gran parte fósil y relacionado con antiguos oficios: alcaldes del agua, hortelanos, molineros, bataneros...
El agua que en
la Sierra de las Nieves se manifiesta gracias al afloramiento de grandes
macizos calizos que, como si de colosales esponjas que absorben el agua de
lluvia se tratara, luego la hace brotar a través de miles de surgencias y manantiales donde
nacen ríos de la importancia del Turón, Grande, Genal, Guadalevín, Verde... En
Ojén, en nuestro caso, hablamos del macizo de Sierra Blanca, del que surgen numerosos manantiales
y nacimientos.
El museo “El Molino de Aceite” de Ojén es uno de esos patrimonios culturales vinculados al
agua y en no pocas ocasiones he discutido con algunos conocidos de Ojén (discutido
en el buen sentido de la expresión, en la de exponer ideas contrapuestas y establecer
una conversación en la que se exponen diferentes puntos de vista, diferentes
pareceres, respetando los de cada cual) sobre la naturaleza del
famoso “Molino de Aceite”. Siempre he mantenido, y mantendré, que su origen fue
el de un molino hidráulico harinero (así se señala también en el PGOU de Ojén,
Libro VII, en el que, por cierto, no se incluyen otros molinos hidráulicos
harineros existentes dentro del casco urbano y fuera de él), posiblemente
edificado en la segunda mitad del siglo XVIII o, incluso, en los primeros
decenios del XIX.
En la actualidad
el conjunto, muy remodelado por el aditamento de diversas estructuras, es un espacio museístico e interpretativo que además
de dar cabida al museo "El Molino de Aceite", también incluye al “Museo del Aguardiente de
Ojén”, pues no en vano el último uso industrial que tuvo este espacio fue
precisamente el de funcionar como destilería de aguardiente a manos del vecino
Juan Espada entre 1961 y 1974 y todos conocemos el trascendental vínculo histórico que este pueblo tiene con el aguardiente.
Al edificio, que está bastante restaurado y que conserva su maquinaria de forma extraordinaria y que todavía funciona correctamente, se accede a través de calle Charcas. Quedémonos con ese significativo nombre, por favor, porque luego lo vamos a tratar explicar, de desentrañar. El conjunto, decía, se compone por una construcción con planta en forma de L y un patio empedrado a cielo abierto, donde se ubican las trojas y al que se entra desde calle Charcas por un portón de metal.
Exteriormente y con sumo desacierto surgido, creemos, de la
ignorancia y el desconocimiento de la esencia de este monumento más que de la
indolencia, se ha instalado una noria decorativa sobre una estructura
escalonada de nueva creación. Digo desacertadamente primero, porque la antigua
alberca que había en este lugar y que formaba parte integrante de este molino y
del circuito de acequias por la que transitaba el agua para las huertas y el
resto de molinos, ha sido invisibilizada o destruida con nuevas estructuras, en lugar de ser
restaurada e integrada como un elemento más del molino y del circuito de aprovechamiento del agua; y, en segundo lugar, porque tanto la construcción de esa estructura
escalonada de cuestionable gusto estético y de dudable funcionalidad junto con la
colocación de la noria decorativa, en nada ayuda a entender la verdadera
idiosincrasia de este singular conjunto, uno de los pocos ejemplos de molino
hidráulico harinero que luego se transformaría en molino de aceite, mejor preservados
de la comarca de la Sierra de las Nieves. Una singularidad que creo pocos hemos
podido apreciar. La noria decorativa puede llevar al visitante a la confusión de que el molino pudo ser de aceña y no de rodezno, como es el caso. Esta es una opinión personal con la que no pretendo ofender a nadie.
Al edificio, que está bastante restaurado y que conserva su maquinaria de forma extraordinaria y que todavía funciona correctamente, se accede a través de calle Charcas. Quedémonos con ese significativo nombre, por favor, porque luego lo vamos a tratar explicar, de desentrañar. El conjunto, decía, se compone por una construcción con planta en forma de L y un patio empedrado a cielo abierto, donde se ubican las trojas y al que se entra desde calle Charcas por un portón de metal.
Imagen del conjunto del molino. A la izquierda, abajo, se encontraba
la albera, delatada por la frondosidad de la vegetación
El espacio de
transformación posee una habitación, actual sala de recepción donde se recibe a los
turistas y en la que se venden souvenirs, recuerdos, libros... Antaño, en ella y según me han referido, se
encontraba los depósitos para almacenar el aceite que se iba extrayendo de la
aceituna. En los bajos de esta sala, a los que se accede a través de una
escalera en el patio, se encuentran las bóvedas, las cárcavas del molino, el lugar donde se
alojaban los rodeznos que, empujados, por el agua, movían las piedras de
molturación. Esta habitación es un aditamento construido, seguramente, a
finales del XIX o en los primeros años del XX, cuando la construcción comenzó a tener un uso como molino de aceite dado que las bóvedas de los molinos harineros normalmente daban al exterior, vertiendo las aguas sobrantes en acequias, albercas u cauces fluviales desde los que más tarde se recogería nuevamente a través de azudes y acequias para ser empleado en la irrigación de otras parcelas o para mover otros molinos.
Sala de recepción y escalera que conduce al sótano
A continuación
de la sala de recepción, se encuentra la sala de molienda, un espacio estrecho
y alargado reformado en diferentes ocasiones, como puede apreciarse observando
con detenimiento sus muros. En esta sala se ubica la maquinaria de molturación,
compuesta por dos grandes piedras cónicas que descansan en un alfanje pétreo,
donde se machacaba la aceituna que llegaba a través de un cangilón superior; la
batidora, donde se bate y calienta la masa; y la prensa, en la que se
distribuía la masa batida y caliente en rondeles de esparto superpuestos, para
ser prensada y extraído el aceite, que se iba decantando hasta llegar por unos
conductos a unos depósitos, unas tinajas, ubicados en el subsuelo del molino. En estos depósitos el
aceite reposaba hasta que las impurezas iban al fondo, tras lo cual se podía
recoger el aceite limpio para ser llevados a los depósitos antes citados,
previa entrega a sus propietarios o destinado a la venta. Al fondo de la sala,
en el otro extremo, se encuentra la caldera, indispensable artefacto para
calentar el agua que ayudaba a extraer el aceite de oliva de las aceitunas
molturadas.
Detalle de la maquinaria de molturación en el interior
La caldera
Tras esta sala
alargada existe otro habitáculo en el que, según me han contado, se almacenaba
el detritus de la molienda, la masa de la aceituna ya prensada, el orujo, que
era llevado a otras instalaciones en otros lugares donde, con otras técnicas,
se le sacaba más aceite. Este espacio suele usarse para instalar exposiciones artísticas. Sobre esta sala se encuentra el "Museo del Aguardiente
de Ojén: historia y leyenda", donde podemos contemplar un gran alambique y otros elementos
relacionados con la producción del mundialmente famoso aguardiente en Ojén como botellas, viejos documentos, antiguas etiquetas, carteles y algunos paneles informativos. Recientemente se ha editado un libro sobre el aguardiente de Ojén, "El aguardiente de Ojén", de José Bernal Gutiérrez.
Todo el conjunto edificado se encuentra techado por una cubierta realizada a base de vigas de madera con tablas machihembradas recubierta de teja mora y a dos aguas,
como es tradicional en la arquitectura popular y tradicional de esta zona. La disposición a dos aguas probablemente se realizara cuando su transformación en molino de aceite, junto, creemos, con la ampliación a lo largo de la nave para que tuviera mejor cabida la maquinaria de molturación, la caldera...o durante las obras de restauración. En una vieja foto hemos podido apreciar como esta nave no tenía la misma altura; en la zona bajo los cubos, donde se ubicarían las piedras de molturar cereal, era más baja que en el resto, pero también era a dos aguas, lo que coincide con algunas de las tipologías de molinos harineros en la Sierra de las Nieves. Puede que esa pequeña cubierta, a dos aguas y más baja, fuese la original del molino harinero.
Antigua foto del molino, obsérvese como lo devoraba la vegetación
En el espacio exterior
se encuentra patio de trojes cuya superficie recibe una pavimentación
empedrada, como venía siendo común en este tipo de construcciones. El patio de
trojes tiene dos alturas y es lugar donde se distribuyen los diferentes
espacios, que en su día se encontraban numerados, en los que los aceituneros
depositaban su aceituna a la espera de ser molturada. La última vez que lo visité en una de las trojes todavía había botellas de la destilería que hubo en este lugar entre los años sesenta y setenta de la pasada centuria.
Patio de trojes. Obsérvese el empedrado característico
La maquinaria
del molino se movía y se mueve, porque está en unas condiciones excelentes,
gracias a la fuerza del agua procedente del río Almadán, que quizás deba su
nombre (no lo sabemos con certeza), al bilbilitano Miguel Pérez de Almazán,
Secretario de los Reyes Católicos y primer señor de la Villa de Ojén, al que
seguiría Lorenzo Gómez de Solís, que, entre otras cosas, sería el promotor de
la construcción del castillo de Ojén a partir de 1514. La
historiadora Catalina Urbaneja Ortiz, especialista en la transición del mundo
medieval al moderno en el Municipio de Marbella y su entorno, recoge de este río que
inicialmente se llamaba Almanza y posteriormente pasó a denominarse Almazán. Almanza podría derivar de Almansa, de los vocablos árabes
“al-mansaf” que vendría a significar “la mitad del camino” o de “almansah”, que
podría traducirse por “mirador”. Hoy día, como se ha señalado, se conoce
como río o arroyo Almadán, topónimo que pueda haber evolucionado de los
anteriores. En árabe este nombre de lugar significa “la mina”
(al-maʿdin), refiriéndose a la mina de agua y no de mineral, naturalmente,
donde nace el agua a los pies del bello paraje de El Cerezal. Dejo la cuestión
toponímica abierta para que personas más doctas y entendidas, con mejor
criterio científico, la aclaren mejor que un humilde servidor.
Este
incombustible manantial, surgido de las calizas de Sierra Blanca, ha dado vida
a Ojén desde su fundación allá por época islámica. No ha sido el único, pues ahí está también el río Real y otras surgencias (el agua y su cultura han
sido denominadores comunes de todos los pueblos de la Sierra de las Nieves,
compartiendo similares naturalezas geológicas y similares aprovechamientos del
agua). Desde entonces, las aguas del Almadán han abastecido a la población de Ojén, a sus fuentes, a
sus molinos y a sus primorosas huertas. Desde su nacimiento sus aguas eran
avenadas por una red de acequias que la transportaban a los diferentes tableros
de riego de la zona del Chifle, a los distintos molinos harineros y a otras muchas huertas aguas abajo. La fuente de los Chorros, al
parecer, se abastecía y se abastece de un manantial que brota poco más arriba
de su ubicación, el Charcón, cuyas aguas también serían aprovechadas por el molino
hidráulico integrado en el “Museo el Molino de Aceite” de Ojén. Las aguas del
Almadán han permito la creación de amplias plataformas de travertino, donde se asienta gran parte del caserío ojeneto y en las que se ha instalado gran parte de las huertas e,
incluso, el castillo de Solís, sustentado en una amplia muela de travertino en cuyas entrañas se encuentran las Cuevas Altas. El castillo de Ojén o castillo de Solís, como se le conoce, ha sido estudiado por el vecino ojenete Alfonso Sánchez
Mairena, como muchos otros aspectos de Ojén y, llegados a este punto, no alcanzo a entender cómo los
restos arqueológicos del castillo no se encuentran restaurados y puestos en valor,
porque sería un extraordinario proyecto de fomento de empleo y puesta en valor
del patrimonio histórico-cultural local en línea con la idiosincrasia de la
Reserva de la Biosfera, la potencialización de los recursos autóctonos y la
transición hacia un turismo sostenido y sostenible.
Los molinos hidráulicos harineros
de Ojén en el siglo XVI
de Ojén en el siglo XVI
Sabemos,
por la historiadora y presidenta de la Asociación Cilniana, Catalina Urbaneja
Ortiz, que en Ojén se conservan varios molinos hidráulicos harineros de
distintas épocas asociados al cauce del río Almadán. Por debajo de la
carretera, siguiendo el curso de este río y alimentado directamente por sus
aguas, había un primer molino que estaría debajo de la antigua fábrica de luz,
que funcionaba también con un salto de agua, un segundo molino algo más abajo,
lindando con el casco urbano y junto a las cuevas bajas, llamado el molino de
Plácido Cuevas Recio, conservado en parte; y un tercer molino, el conocido como
el de Juan Espada (por su último dueño) y actual “Museo el Molino de Aceite” de
Ojén; un cuarto molino, del que sólo se conserva su alberca, estaría debajo de
este último descrito. Aguas abajo, ya en el paraje de “La Jaula”, se encontraba
el molino de la Almadraba, propiedad de los hermanos Barranco. Este molino
captaba las aguas del Almadán a través de una acequia de alrededor de
doscientos metros, que vertía el agua en una gran alberca. Poseía dos juegos de
empiedros, por lo tanto, dos cubos y dos rodeznos. El topónimo almadraba proviene del hispanomusulmán "almadrába", que significa "lugar donde se golpea" y hace referencia a un tejar o fábrica de ladrillos porque la arcilla, previa a su modelado y cocción, debía ser golpeada en reiteradas ocasiones para poderse trabajar mejor (de ahí la coincidencia toponímica con las almadrabas atuneras de Cádiz, donde apiolan los atunes a base de golpes). En la quinta acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua se recoge "tejar", pero la palabra almadraba con ese sentido hace ya mucho que cayó en desuso. Por tanto, en la zona de la Jaula de Ojén debió existir, más arriba o más abajo, más acá o más allá, una tejería en época islámica que se encontraría no muy lejos del cauce fluvial, dada la necesidad de agua para el trabajo del modelado del barro.
Molino de la Almadraba
foto: Antonio Serrano
Ubicación de algunos de los molinos hidráulicos harineros de Ojén
Más
abajo, ya en el río Real, nos encontramos con las ruinas del viejo molino de
Frasquito, que tenía una estructura similar al anterior con alberca avenada por
una acequia, sólo que tenía una sola unidad de molturación. Aguas abajo se
encontraba el antiguo molino de Chache, hoy transformado en vivienda y más
abajo, en el límite con el término municipal de Marbella, había dos molinos;
uno junto a la Fuente Santa y otro, denominado el Grande, más abajo, del que
sólo se mantienen las ruinas de la acequia, la alberca y el edificio. El resto
de molinos hidráulicos de Ojén se encontraban en el río Ojén, muy cerca del
término de Mijas.
Gracias
a las investigaciones de la citada Catalina Urbaneja Ortiz, que participó en la
publicación de "Acua Nostra. El agua de todos. El agua en la costa occidental malagueña"
(Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol) y que, entre otros muchos
documentos y trabajos, ha estudiado el libro de apeo y repartimiento de Ojén
(1572), en el que se recoge y enumera las propiedades de los moriscos para su
posterior reparto entre los cristianos de repoblación, sabemos que en el siglo
XVI había en Ojén cuatro o cinco molinos harineros. La cosa, al tenor de las
fuentes, no parece estar clara del todo:
En
la citada publicación señala el Molino de Fernando de Solís, que se
encontraba explotado por el morisco Rodrigo de León. Este molino funcionaba
solamente en invierno con las aguas de la fuente Aila Lagama, dado que en verano ésta se agotaba. Las fuentes
documentales hablan también del Molino
Alto, situado en algún lugar debajo del camino real que llevaba a Marbella
y movido por las aguas que un arroyo nacido en las sierras de Juanar. Otro, el Molino de Hernando de Rueda, morisco
ojeneto, estaba compuesto de dos empiedros o paradas, tal y como recoge el apeo
de Ojén:
El cual dicho molino era de cubo y está
destechado. Tiene dos piedras. Molía con el agua de la fuente de la plaza y con
el agua del arroyo de la Alcorra y con los remanientes de las demás aguas.
Otro
molino que recoge Catalina Urbaneja Ortiz del apeo de Ojén es el del morisco Hernando
Alpaje, el Molino Vaxo, ubicado en
el pago de Alxabla y colindante a la acequia del Almadraba.
No
olvida esta prolífica autora referenciar los molinos asociados a la alquería de Montenegral,
que el abajo firmante desconocía, que se despobló a finales del siglo XV tras
la conquista de Marbella.
Los molinos hidráulicos harineros en el
Catastro de Ensenada de Ojén, 1752
Catastro de Ensenada de Ojén, 1752
Tras
el libro del apeo y repartimiento de Ojén del siglo XVI, la siguiente fuente
documental más completa, digamos, la tenemos en las respuestas generales del Catastro
de Ensenada de Ojén, documento realizado en 1752, en el que se recogía una
diversa información de carácter económico, productivo… del municipio de Ojén.
Sabemos, tras consultar la respuesta número 17, que este níveo pueblo contaba
en aquellas fechas con cinco molinos harineros. Veamos lo que nos dice:
A la decima séptima, pregunta dixeron, que
en esta desmeria ay solo de lo que se pregunta cinco Molinos, arineros, cada
uno, de una muela, o parada, que el uno
pertheneze su propiedad, a la capellania que fundaron Bartholome Sanchez
Vallesteros y su muxer, de que es su actual capellan, el dicho Don Lucas
Sanchez Ballesteros Beneficiado, y se halla dicho molino inmediato, a este
lugar y a salida, de la calle, de Los Molinos; y al citado le concideran, podrá
ganar anualmente, veinte y dos fanegas de trigo= otro que posee el dicho Bartholome Sanchez Ballesteros, y se allá,
a distancia, de doscientos pasos de esta Poblacion y lo Beneficia por medio de
sus oficiales y le consideran, podrá ganar Doce fanegas de trigo otro que posee, Dona Beatriz Martin,
viuda de Miguel fernandez, que se halla a distancia, de medio quarto de legua,
de esta Poblazion y Benefizia por medio de otro
oficial, le rregulan, por su annual rrenta Diez fanegas de trigo otro que se halla decierto, y a
distancia de esta Poblacion, doscientos y quarentta pasos y pertenece su
propiedad, a Bartholome Sanchez Ternero vecino con los demas citados de este
lugar el qual, esta sin moler a pedimento, del dicho Bartholome Sanchez
Ballesteros, y en fuerza de Real Provicion, que gano en su Rl Magestad, y señores
Presite, y oidores de la Real chanc., de la ziudad, de Granada cuio litis se
halla pendiente y el otro que posee Don Thomas Domínguez, vecino de la ciudad,
de Marvella y su Alferez maior y se halla, a distancia, media legua de esta
Poblacion, el que tiene dado en arrendamientto a Francisco de Mendoza vecino de
dicha ziud por la molienda que de los granos del dicho Don Thomas, le hace, y
muele; y sin embargo por esta rrazon y la de concurrir, en dicho molino mucha
molienda, de los granos de los vecinos, de esta ciud y esta Poblacion, le
rregulan podrá ganar anualmente treinta y seis fanegas de trigo y unos y otros
Molinos a ecepcion, de el zerrado; en el verano, muelen, de noche seis horas, y
a Albercadas, por estar el agua divertida, en estte tiempo, en el Beneficio y
cultura de los Bancales y sus maizes, y en el ybierno muelen con el agua
corriente, y sin rregulacion de oras bien que consideran, molerán, en dicho
tiempo, como que es, quando se muele mas y veinte y quatro horas y
Responden..............
La
información del Catastro es extraordinaria; además de la cantidad de molinos
hidráulicos que había en aquellas fechas, no menciona ningún molino de aceite,
pero, es más, nos señala que los harineros eran de una parada y una muela, o
sea que sólo tenían un cubo y un empiedro para moler. Indican también los
nombres de los propietarios y sus ubicaciones, haciéndonos difícil situar la
denominada calle de Los Molinos, que habla por sí sola. Lo cierto y verdad es
que, con esta información, es muy difícil identificar los pocos molinos
hidráulicos harineros que se conservan en Ojén. De cualquier forma, nos indica
que cuatro de los cinco molinos harineros se encontraban fuera del casco
urbano, aguas abajo, y algunos muy distantes. Hoy día conocemos la existencia de
varios molinos hidráulicos harineros en el curso bajo del río Almadán y el Real
(Molino de Pérez, Molino del Rico...) hasta llegar al imponente molino de río
Real, ya en término municipal de Marbella. Como vemos por el documento, la mayoría de los molinos tenían un propietario y eran arrendados a otras personas.
Gracias a lo que se nos dice de estos molinos en lo relativo al número de empiedros, uno por cada uno de ellos, podemos afirmar que el molino hidráulico harinero que subyace bajo el molino de aceite del museo, es de la segunda mitad del siglo XVIII o primeros decenios del XIX, dado que consta de dos empiedros o juegos de piedras molturadoras. Cabría la posibilidad, eso sí, de que en este lugar hubiera anteriormente un molino de una sola parada o empiedro, y con el tiempo se demoliera para edificar uno de dos paradas, que es el que se conserva hoy día. No podemos saberlo, aunque sería muy posible.
(Dibujo: Diego Sánchez)
Gracias a lo que se nos dice de estos molinos en lo relativo al número de empiedros, uno por cada uno de ellos, podemos afirmar que el molino hidráulico harinero que subyace bajo el molino de aceite del museo, es de la segunda mitad del siglo XVIII o primeros decenios del XIX, dado que consta de dos empiedros o juegos de piedras molturadoras. Cabría la posibilidad, eso sí, de que en este lugar hubiera anteriormente un molino de una sola parada o empiedro, y con el tiempo se demoliera para edificar uno de dos paradas, que es el que se conserva hoy día. No podemos saberlo, aunque sería muy posible.
Junto a las Cuevas Bajas, un tímido molino harinero se oculta entre la vegetación
¿Se trata del molino de Plácido Cuevas Recio?
Interesante
es la información que nos hace llegar sobre los turnos de riego y molienda en
las distintas partes del año, donde apreciamos como el riego de los tableros agrícolas
tenía preferencia sobre la actividad de los molinos en verano, cuando el agua
era más necesaria. En esta época debían moler de noche y a “albercadas”, o sea,
con el agua que podían almacenar en unas albercas que posteriormente iba a
parar a los molinos.
Los molinos hidráulicos harineros
en el Diccionario Geográfico Estadístico
de Pascual Madoz, en 1847
en el Diccionario Geográfico Estadístico
de Pascual Madoz, en 1847
Un
siglo después, en 1847, sabemos que sólo había tres molinos harineros gracias
al Diccionario Geográfico Estadístico de Pascual Madoz:
IND.: la agrícola y 3 molinos harineros
La información que nos ofrece esta fuente es muy parca. De
ellos no se indica ni su ubicación, ni su nombre ni las paradas que tenían. Es
posible que en esta época parte de la harina que se consumía en el pueblo
pudiera venir del exterior o que los otros dos molinos ya no funcionaran por un
descenso de la demanda, porque estuvieran arruinados, porque hubieran perdido
rentabilidad o por cualquier otra causa. No nos señala, sin embargo, la existencia de ningún molino de aceite, así que seguimos manejando la hipótesis de la creación del molino de aceite de Ojén a partir de la segunda mitad del siglo XIX o principios del XX.
El molino hidráulico harinero en
el Museo del Molino de Aceite de Ojén
el Museo del Molino de Aceite de Ojén
Centrándonos en el molino hidráulico harinero
que fue el molino de aceite de Ojén, es una lástima que no podamos identificar
su nombre o, mejor dicho, sus nombres, porque a lo largo del tiempo y con los cambios de propietarios, a veces los molinos cambiaban de nombre. Se trata de un molino de alberca y dos cubos, esto es dos paradas, que con el agua movían dos juegos de
piedras a través de dos rodeznos, dos ruedas de madera que contenían una serie
de álabes o cucharas, que eran albergadas en la parte inferior del edificio,
dentro de dos cárcavos, dos bóvedas de medio cañón realizadas en ladrillo de
barro cocido de gran módulo. Los rodeznos, a través de un eje metálico, transmitían el
movimiento a las piedras molturadoras ubicadas en la sala de molienda, arriba. Los cárcavos, esto es,
las bóvedas que alojaban los rodeznos, pueden verse en el subsuelo del molino.
Se accede a ellos a través de una escalera. El agua que salía tras mover los
rodeznos iba a parar a una alberca, hoy tapada por estructuras modernas, y de
ahí a la acequia, que bajaba buscando tableros de riego, albercas y otros
molinos harineros. Ya hemos tratado sobre el funcionamiento de este tipo de
molinos y su adaptación a nuestra áspera orografía y nuestro indigente régimen hídrico en otros lugares de la Sierra de las Nieves en este mismo blog, lectura que se recomienda para entender la idisincrasia de este tipo de construcciones: http://airesdemonda.blogspot.com/2010/08/los-molinos-moriscos-de-alpujata.html
Los rodeznos, que originalmente eran de madera, no se conservan. Hoy día lo que
existe es una turbina tipo Pelton, inventada por Lester Allan Pelton hacia
mediados del siglo XIX. El molino de aceite, además de con la fuerza motriz del
agua, implementó en una fecha imprecisa el uso de la energía eléctrica
(seguramente en las primeras décadas del siglo XX o hacia mediados de esa
centuria) para, de esta manera, cuando no pudiera contar con la fuerza motriz
del agua para moler porque ésta se destinara a los riegos o hubiera poco
caudal, poder mover la maquinaria con energía eléctrica e independencia de la
fuerza del agua. La aplicación de este sistema mixto en los molinos hidráulicos
no era extraño ya avanzado el siglo XX y existe otros ejemplos en la Sierra de las Nieves; por ejemplo, en Casarabonela, cerca de la plaza, había un molino que combinaba el uso de la fuerza del agua con un motor de vapor que empleaba cuando no disponía de suficiente líquido elemento.
Turbina hidráulica alojada en el interior de uno de los cárcavos
El molino de aceite de Ojén en su entorno de huertas,
hacia mediados del siglo XX
Este molino recibía el agua del nacimiento del
Charcón
a través de una acequia que primeramente llevaba el agua a la fuente de los
Chorros y de ahí, bajaba por la calle Río -obsérvese
la significativa denominación- y continuaba por la ahora denominada calle San
Dionisio, hasta el molino. Junto a esta calle hay otra cuyo nombre nos da una
pista trascendental: calle Charcas o Charca, como aparece en un callejero de
finales del siglo XIX, en el que también ser recogen los tres puentes que existían para cruzar esta acequia, que debía de ser ancha, en distintos puntos del viario: la plaza, junto a la fuente de los Chorros y al inicio de calle Charcas.
Se da la circunstancia de que este molino poseía en su cabecera dos albercas, una grande que no ha llegado a nuestros días dadas la remodelaciones y urbanizaciones operadas en la zona desde hace muchas décadas, y otra pequeña, que es la que se conserva hoy antecediendo a los cubos del molino. Es muy posible que la existencia de estos dos embalses de agua determinara el nombre de la calle. Efectivamente, en un plano de finales del siglo XIX de Ojén podemos observar el nacimiento del Charcón en la actual plaza, poco más arriba de la fuente de los Chorros, conduciéndose el agua por una larga acequia paralela al paraje de los Llanos hasta el final de calle Charcas, donde se observa un gran espacio para remansar agua.
Lámina del callejero de Ojén a finales del siglo XIX
Se da la circunstancia de que este molino poseía en su cabecera dos albercas, una grande que no ha llegado a nuestros días dadas la remodelaciones y urbanizaciones operadas en la zona desde hace muchas décadas, y otra pequeña, que es la que se conserva hoy antecediendo a los cubos del molino. Es muy posible que la existencia de estos dos embalses de agua determinara el nombre de la calle. Efectivamente, en un plano de finales del siglo XIX de Ojén podemos observar el nacimiento del Charcón en la actual plaza, poco más arriba de la fuente de los Chorros, conduciéndose el agua por una larga acequia paralela al paraje de los Llanos hasta el final de calle Charcas, donde se observa un gran espacio para remansar agua.
La presencia del molino hidráulico harinero no
sólo la certificamos analizando la estructura del viejo molino de harina
embebido en la nueva obra, también vemos sus huellas desparramadas por el patio
de trojes puesto que en él se han integrado algunas de las viejas y
características piedras de molturar cereal, que nos ha ayudado a identificar el
tipo de molino original.
Lo cierto y verdad es que el edificio que alberga los museos de "El Molino de Aceite" y del "Aguardiente" tiene un incontestable carácter polisémico: ha sido molino harinero, molino de aceite, fábrica de aguardiente y hoy día funciona como museo, centro de interpretación y oficina de turismo a la que arriban miles de turistas cada año y desde donde se presta información para la visita a otros puntos de interés del pueblo, como la iglesia, las eras, las cuevas, el casco urbano... estimulando el sector servicios local y fomentando importantes dinámicas económicas locales. Es todo un ejemplo de recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural rural, asignatura pendiente en muchos pueblos de la Sierra de las Nieves, y ha sido un enorme acierto tomar un edificio tradicional y de carácter tan sigular, restaurarlo y darle un nuevo uso que ha permitido no sólo su superviviencia, sino también la dinamización del sector turístico-cultural local.
Una de las viejas piedras del molino harinero en el patio de trojes
Lo cierto y verdad es que el edificio que alberga los museos de "El Molino de Aceite" y del "Aguardiente" tiene un incontestable carácter polisémico: ha sido molino harinero, molino de aceite, fábrica de aguardiente y hoy día funciona como museo, centro de interpretación y oficina de turismo a la que arriban miles de turistas cada año y desde donde se presta información para la visita a otros puntos de interés del pueblo, como la iglesia, las eras, las cuevas, el casco urbano... estimulando el sector servicios local y fomentando importantes dinámicas económicas locales. Es todo un ejemplo de recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural rural, asignatura pendiente en muchos pueblos de la Sierra de las Nieves, y ha sido un enorme acierto tomar un edificio tradicional y de carácter tan sigular, restaurarlo y darle un nuevo uso que ha permitido no sólo su superviviencia, sino también la dinamización del sector turístico-cultural local.
Epílogo
El patrimonio cultural de los pueblos de la
Sierra de las Nieves asociado al agua, es ingente, es fabuloso, es
extraordinario... En materia de molinos hidráulicos, en cuyo estudio he
profundizado menos de lo que me hubiera gustado, la Sierra de las Nieves
alberga un inmenso legado patrimonial en el que puede contarse con alrededor
del medio centenar de ejemplares de distintos tipos, algunos de ellos
antiquísimos, como el Molino de Santisteban de Guaro en río Grande, documentado
a finales del siglo XV y de tres paradas. El único de estas características en
la Sierra de las Nieves.
Especial relevancia poseen los paisajes agrícolas donde se integran y forman parte estos indisolubles estos elementos: las huertas. Existen varios conjuntos de molinos harineros dignos de traer a colación por su mediana conservación y porque los paisajes irrigados a los que pertenecen no están completamente alterados; hablamos de los conjuntos del río Molinos, en Istán; de los molinos del río de los Horcajos, en Tolox (muy antiguamente llamado Moagil, o sea, de los Molinos); los de la bella pedanía pechera de Tolox y los de Casarabonela. En el resto de los pueblos también los hay, pero se encuentran más dispersos y son menos numerosos (lo cual tampoco les resta importancia).
Especial relevancia poseen los paisajes agrícolas donde se integran y forman parte estos indisolubles estos elementos: las huertas. Existen varios conjuntos de molinos harineros dignos de traer a colación por su mediana conservación y porque los paisajes irrigados a los que pertenecen no están completamente alterados; hablamos de los conjuntos del río Molinos, en Istán; de los molinos del río de los Horcajos, en Tolox (muy antiguamente llamado Moagil, o sea, de los Molinos); los de la bella pedanía pechera de Tolox y los de Casarabonela. En el resto de los pueblos también los hay, pero se encuentran más dispersos y son menos numerosos (lo cual tampoco les resta importancia).
Finalmente, junto a los molinos, las fuentes, los
lavaderos, la red de acequias y albercas, algunos acueductos, los batanes, los
agrosistemas irrigados... se encuentra el patrimonio inmaterial, no lo
olvidemos: molineros, bataneros, hortelanos, lavanderas... Recuperar y poner en
valor todo este esencial patrimonio cultural que nos pone en común a todos los
habitantes de los pueblos de la Sierra de las Nieves, debería ser un objeto
prioritario ante la pronta declaración del Parque Nacional Sierra de las
Nieves.
(c) Diego Javier Sánchez Guerra