La iglesia de Santiago Apóstol de Monda a mediados del siglo XX
(Colección Biblioteca Pública Municipal de Monda)
La Iglesia Parroquial de Santiago
Apóstol de Monda tiene una historia... mejor dicho, tiene muchas historias,
como cabría esperar de un edificio de más de quinientos años de antigüedad.
Pocos saben que se edificó sobre una antigua mezquita del arrabal de la Monda
islámica, cuyo núcleo de población principal se encontraba en la falda norte
del castillo de Monda protegido por una importante muralla que hoy día se cae
peligrosamente a trozos.
Su aspecto actual no es el que ha
tenido siempre pues a lo largo del tiempo ha recibido numerosas obras de
rehabilitación, reestructuración, reconstrucción, ampliación... que la ha ido
modificando sustancialmente a la par de ir sumando diferentes estilos
arquitectónicos. Para el mondeño de hace tres o cuatro siglos, “la iglesia de
ahora” no sería la misma.
A lo largo de su más de medio milenio
de historia no ha sido el uso sacro y religioso el que ha tenido siempre;
recordemos que durante los años de la Guerra Civil funcionó como economato,
almacén y lugar de refugio de las familias que huían del frente de guerra, como
ya veremos en su momento.
Desde ser el edificio más alto y
señero, junto con los restos de lo que fuera el antiguo castillo de la Villeta,
ha pasado a casi un segundo plano debido al crecimiento urbanístico,
especialmente a la altura y envergadura de determinados edificios; si en las
viejas panorámica que se conservan del pueblo ha destacado siempre,
especialmente por su torre campanario, en la actualidad no podemos decir lo
mismo, quedando su inconfundible perfil enmarañada en un enjambre de
edificaciones de diferentes volumetrías y colores...
En esta entrada vamos a hablar sobre
sus elementos compositivos y sobre su historia a lo largo del tiempo, pero si
alguien quiere profundizar más en su conocimiento le recomendaría el capítulo
dedicado a ella que hay en el libro MONDA EN EL RECUERDO, escrito por los
mondeños Francisco Vera, Asunción Villanueva y Pepe Villanueva.
El libro Monda en el Recuerdo
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Nuestra Iglesia Parroquial se
encuentra bajo la advocación de Santiago Apóstol y fue mandada construir hacia
el año 1.505 sobre el lugar que ocupaba la mezquita del arrabal islámico. Lo que
no sabemos es si esta primera iglesia aprovechaba total o parcialmente la
estructura ya construida de la mezquita, al igual que ocurriría con otras
poblaciones vecinas. La autorización para su construcción vino de la mano de
Fray Diego de Deza y Talavera, el riguroso arzobispo de Sevilla que había
pertenecido a la Inquisición. Un tipo con el que era mejor no enemistarse.
Sabemos que las obras comenzaron realmente
hacia 1.510-1.512, quizás cuando ya se dispuso de dinero para efectuarla, y que
inicialmente nuestra iglesia estaba bajo la advocación de Santa María. Sólo
pasado el tiempo, posiblemente a lo largo del siglo XVI y tras la revuelta
morisca, quizás antes, se pondría bajo la advocación de Santiago, pero no
tenemos total certeza... Las iglesias de Ojén (de la Encarnación), de Istán (de
San Miguel), la de Casarabonela (de Santiago) de Tolox (de San Miguel), de El
Burgo (de la Encarnación) inicialmente también se encontraban bajo la
advocación de Santa María y con el tiempo cambiarían sus advocaciones. Las de
Guaro y Yunquera, en estas tempranas fechas, eran anejas a las de Monda y
Tolox, respectivamente. En la provincia de Málaga muchas fueron las iglesias
que inicialmente quedaron bajo la advocación de Santa María y se ha querido ver
la influencia de Isabel I de Castilla, Isabel la Católica, que era muy devota
de ella.
La construcción de la primitiva
iglesia de Monda corrió a cargo de los moriscos mondeños, pues la repoblación
cristiana que acometieron los castellanos tras la toma del pueblo a finales del
siglo XV conllevó el asentamiento de unas cuantas familias cristianas, que
suponían una abrumadora minoría. ¡Menuda historia! Los moriscos, cristianos nuevos
convertidos reciente y fingidamente, hubieron de destruir o transformar su
mezquita, su templo sagrado y fuente de su cultura, en centro de culto
cristiano, en iglesia, una de las instituciones desde donde, a la postre, se
trazarían las líneas maestras de su etnocidio cultural, primero, y expulsión,
más adelante. Hasta entonces y desde 1.501, fecha en la que se obligó a los
mudéjares del antiguo Reino de Granada a abrazar el cristianismo, es de suponer
que la vieja mezquita funcionase como templo cristiano.
No sabemos a ciencia cierta cómo era
la primitiva iglesia de Monda. Sabemos que las primeras que se construyeron
sólo contaban con una nave a la que se adosaba una torre a la entrada,
siguiendo la tradición arquitectónica de las primeras mezquitas musulmanas,
pero no podemos afirmar que en el caso de Monda fuera así. Recordemos que esa disposición
se conserva aún en la bella iglesia de Ojén, mientras que algunas fuentes
escritas refieren que la primitiva iglesia de Istán guardaba también esta
distribución arquitectónica. Más adelante, a principios del siglo XVII, sabemos
que constaba de tres naves; la central y dos naves laterales, la del Evangelio,
a la izquierda, y la del Epístola, a la derecha, aunque se pensaba que a
finales de esa centuria o durante el siglo XVIII estas naves fueron demolidas y
vueltas a edificar. Lo que está claro es que a lo largo de los siglos ha
sufrido muchas reformas, de las cuales la más importantes fueron las realizadas
hacia 1.605 por el arquitecto Pedro Díaz de Palacios al final de esa centuria;
sobre 1.680, por Bernardo de Godoy, maestros mayores del obispado de Málaga; y
finalmente, a mediados de los años noventa al objeto de su restauración.
A continuación, vamos a proceder a
describir cómo es el templo hoy día, teniendo presente que a lo largo de su
historia, más de 500 años, no siempre ha sido tal y como la conocemos.
Descripción del templo
La fachada de nuestra iglesia está
compuesta de una entrada con arco de medio punto, que es el acceso principal
que da a la plaza de la Constitución, flanqueada por pilastras con molduras
cuadrangulares que asemejan a los triglifos de los templos griegos. Esta
entrada está protegida por dos puertas de reja metálica con apliques emplomados,
algunos con forma de cruz, y un gran cerrojo de hierro, que posiblemente sea
del siglo XIX a juzgar por las antiguas fotografías que se conservan en la que
se ven cómo los chiquillos trepaban por ellas. Las pilastras soportan una
cornisa con decoración taqueada sobre la cual se ubican tres cuerpos, de mayor
envergadura el central, unidos por un lienzo curvado de aires barrocos. El
cuerpo central se remata con un frontón en cuya cima posee una cruz de hierro
que data de mediados del siglo XX. En el centro de este frontón se encuentra un
medallón que alberga una imagen de Santiago Matamoros y no Apóstol,
realizado en azulejos.
Santiago a caballo en la iglesia de Monda
Esta imagen de Santiago, que salió del
importante taller cerámico de Ruiz de Luna en Talavera de la Reina y que fue
donado al pueblo por el Doctor Cristóbal Jiménez Encina, ya fue tratada en este mismo blog con anterioridad, y representa, realmente, en lugar de un Santiago Matamoros, a
un Santiago Mata rojos o Mata marxistas. Su estado de conservación es
malo, pues lleva a la intemperie casi 75 años, por lo que animaría a los
responsables del mantenimiento del templo que esta pequeña joya fuese
restaurada y consolidada, para que no acabe degradándose hasta no poder ser
recuperable, tal y como le ocurrió al Jesús del Gran Poder que ocupaba una
ajada fachada en calle Horquilleros y del que también tratamos en el pasado en este blog
La escena del apóstol se fija sobre una superficie
circular, realizada en azulejos donde Santiago se representa armado, blandiendo
una espada con su mano derecha y portando un escudo con su brazo izquierdo,
sobre un gran caballo blanco rampante que bate sus patas delanteras sobre una
masa de guerreros andalusíes que portan armas y tocan su cabeza con turbantes,
a los que el santo está masacrando. Es el denominado Santiago Matamoros.
Los cuartos traseros del caballo levantan una nube de polvo, tras el santo se
muestran los estandartes cristianos junto con pendones, cruces y lanzas. Él es
el primero, el abanderado de la cristiandad. Del otro lado de la escena se
reflejan lanzas, banderas y una media luna, representando al Islam. Obsérvese
que la banderola islámica es roja y no por casualidad, ya que se trata de un
color muy afín a las ideologías de izquierdas y en el verdadero contexto de la
imagen se relaciona con los rojos, comunistas, ateos... la anti-España enemiga
y vencida en la guerra, suerte de Cruzada Nacional contra la España roja.
El santo está ataviado con una túnica amarilla y una capa roja sujeta decorada
por dos conchas (otro de los símbolos del santo en versión peregrina). Calza
unas sandalias y porta un sombrero azul. Su cabeza está cubierta por un aro
celestial, símbolo de la dignificación como santo. A pesar de la violencia de
la escena de la batalla campal, el rostro del santo se nos presenta de perfil,
con una poblada barba, mostrándose tranquilo e impávido, como conocedor de la
próxima victoria ante los agarenos. Su sereno rostro contrasta violentamente
con el fulgor de su blanco corcel, que muestra un semblante iracundo que se
trasluce en todo su agitado cuerpo, y también con la faz de los sorprendidos
musulmanes que, aterrados y horrorizados, se saben vencidos ante el arrollador
envite del santo.
Los guerreros musulamanes antes de sucumbir
Incluso en el cielo podemos ver como a la llegada del
santo se van abriendo las nubes. La escena se sitúa en una llanura verdeante en
la que se aprecian algunas montañas al fondo, rematadas por un castillo.
También el artista ha pintado aves revoleteando alrededor de la escena y
también ha representado una chumbera, planta que es muy típica de nuestra
tierra. Toda la escena se bordea con decoración floral azul sobre fondo
amarillo. Los colores de la escena son variados, rojos, azules, amarillos,
ocres, grises,… y la obra está muy bien ejecutada.
Santiago Matamoros representa el triunfo del mundo
cristiano sobre el mundo islámico, del bien sobre el mal, de la luz sobre la
oscuridad... No es la mano del santo la que porta la espada, sino la de toda
cristiandad. Sobre los orígenes de la iconografía del Santiago Matamoros
se han realizado multitud de trabajos y cuenta la leyenda que tuvo su primera
aparición en la mítica batalla de Clavijo (La Rioja), en el 884, que enfrentó a
las tropas cristianas del rey Ramiro I de Asturias contra un ejército musulmán.
El resultado se saldó a favor de los primeros, a pesar de estar en minoría,
gracias a la ayuda del santo, que acudió armado y con su corcel blanco ante la
estupefacción de todos los beligerantes.
Pero seamos consecuentes. Esta imagen es del siglo XX, no
del siglo XVI, y es una donación que data de 1.945 del propio Doctor Cristóbal
Jiménez Encina, tal y como reza en la inscripción que está en el borde superior
del círculo y que bordea al santo: “CON
LA DEVOCIÓN DEL Dr. D. CRISTÓBAL JIMÉNEZ ENCINA - AÑO DE 1.945”.
No se trata realmente de un Matamoros,
como se ha señalado, sino de un Mata rojos. Me explico; durante la
Guerra Civil el bando sublevado, apoyado por la Iglesia, empleó a fondo la
iconografía católica al servicio de su causa y Santiago, posteriormente elevado
a patrón de España, fue uno de los elementos iconográficos más recurrente en
esa maldita guerra fratricida. En este sentido representa el triunfo de los vencedores sobre los
vencidos, del franquismo hermanado con la Iglesia Católica sobre los vencidos
republicanos, obreros, comunistas, marxistas, ateos... “rojos” en general. De
todos es conocido el ostracismo al que fue sometida la Iglesia en España
durante el período de la II República; pero la Iglesia, aliada a los sublevados,
a la postre vencedores, retornaría a su estatus durante el franquismo y aún se
engrandecería más. Desde su posición elevada, Santiago Matamoros/Mata rojos sería
ahora el símbolo de una Iglesia triunfante, pero el triunfo del santo en la llamada
“reconquista” se transustancia en el tiempo, definiéndose como victoria de la
Iglesia sobre cualquier adversario, religioso o político y, más concretamente,
contra el lacerante republicanismo de izquierdas.
Antigua foto de Monda, quizás de primeros del siglo XX, donde se aprecia como el
medallón central estaba vacío
(Colección Biblioteca Pública Municipal de Monda)
Sobre el medallón que alberga a la
figura de Santiago se ubica un escudo obispal. Se trata de una pieza labrada en
mármol rematada por un capelo de seis borlas bajo el cual se despliegan dos
volutas y que alberga una cruz griega flordelisada (emblema de la Orden de
Calatrava, pero empleada también por la Orden de Montesa y la Orden de
Predicadores u Orden Dominicana) inscrita en un círculo, a cada lado del cual
se encuentran dos animales, dos cánidos, que sostienen con sus hocicos unos
elementos alargados. Ese círculo contiene la siguiente inscripción: AS
NOSTRAS ARMAS MILISI (algo así como: nuestras armas militares). Bajo la
cruz aparecen dos castillos y, entre ellos, a una cota menor, aparece la figura
de un león. Toda esta composición descansa sobre un querubín de amplia papada. Este
escudo pertenece al obispo Fray Alonso de Santo Tomás, nacido en Vélez-Málaga
en 1.631 y obispo de Málaga entre los años 1.664-1.692. Ese obispo, según leemos
en la web del Obispado de Málaga, perteneció a la Orden de los Dominicos (de
ahí la introducción de la cruz flordelisada en el citado escudo) y, al parecer,
fue un hombre generoso y de buena voluntad. Es muy posible que se instalara con
la reforma de 1.680 acometida por Bernardo de Godoy.
Un primer plano del escudo obispal de Fray Alonso de Santo Tomás
Continuando con nuestra descripción de
la fachada, los cuerpos que se yerguen a los lados del medallón son de volumen
cúbico, de menor tamaño y se rematan por unas jarras vidriadas en verde decorativas,
hoy pintadas en blanco, que posiblemente se añadieran en el siglo XVIII o en el
XIX. A los pies y junto a la entrada principal tiene su torre-campanario, de
varios cuerpos, que alberga un reloj y unas campanas cuya voz ya no se arranca
a base de tirar del bajado con una cuerda, como se hacía desde hace siglos,
sino con un impersonal mecanismo de percusión. Todavía recuerdo las crujientes
y peligrosas escaleras de madera que ascendían hacia el campanario, aderezadas
con excrementos y plumas de palomas. El antiguo mecanismo del reloj, que se
desmontó para instalar uno nuevo, se conserva en instalaciones municipales. La
torre se remata con un tejado a cuatro aguas, con tejas moras, vidriándose las
de los nervios en blanco y verde (fruto de la última reforma) y coronándose
todo el conjunto con una veleta sobre la que se eleva una cruz.
La veleta que remata el campanario
Uno de los jarrones
Tras cruzar el primer escalón el
templo, al cual antecede la ya descrita reja de hierro, accedemos a un pequeño atrio
donde nos recibe un robusto y poderoso arco de medio punto ceñido por pilastras
y rematado con cornisa adintelada, realizado en ladrillo de barro cocido. Este
arco acoge una mezcla de estilos renacentista y mudéjar, prueba de nuestro
diverso pasado cultural. Anteriormente se encontraba enlucido y con decoración
pictórica, como puede apreciarse en antiguas imágenes; la capa pictórica
pretendía darle al arco un aspecto marmóreo, “más noble”, así que las pilastras
se enfoscaron y pintaron con un color y una técnica que pretendía darle un
aspecto de mármol oscuro y al arco, de mármol blanco. Sobre este último se
dibujaba una cruz en un óvalo y se remataba el conjunto con una inscripción que
no es posible leer, dada la mala calidad de las viejas fotos. Este tratamiento
pictórico decorativo lo observamos, según las fotos conservadas, a partir de
los años cuarenta del siglo XX. En las fotos anteriores el arco aparece
enlucido y encalado, sin decoración pictórica, por lo que hemos de suponer que
esa decoración se introdujo tras las reformas y arreglos de la iglesia que
acontecieron tras los años de guerra civil. En el suelo del atrio, en línea con
las paredes, puede observarse una serie de agujeros dispuestos de forma
equidistante que debieron tener una función que para mí es desconocida, hasta
el momento. Bien pudiera ser que sirvieran para introducir pequeñas varas
metálicas para soportar algún tipo de elemento decorativo de carácter religioso
en determinados momentos.
Arco de entrada a la iglesia
Imagen de mediados del siglo XX donde puede apreciarse el
tratamiento pictórico del arco de entrada
(Colección Biblioteca Pública Municipal de Monda)
En esta imagen, a diferencia de la anterior, aparece la cruz sobre el arco
y la inscripción de la que hablamos anteriormente
(Colección Biblioteca Pública Municipal de Monda)
Sobre esta entrada hay un vano ovalado
que se descubrió con motivo de las obras de restauración realizadas en los años
noventa de la pasada centuria y que ilumina directamente el coro alto, el único
que se conserva, porque anteriormente había un coro bajo que con el tiempo fue
desmontado. Tras este arco nos encontramos con una gran puerta de madera de
duelas de varios siglos de antigüedad y de gran singularidad; sus enormes
llamadores tienen forma fálica, con decoración geométrica casi imperceptible
por la aplicación de capas y capas de pintura, y el claveteado de la puerta se
decora con elementos metálicos semiesféricos con una burda decoración
geométrica, que pretenden asemejar pechos y que poseen, ambos elementos, tanto
los llamadores como los apliques metálicos descritos, una clara finalidad
apotropaica. Esta puerta, dado su descomunal tamaño, no posee bisagras al
estilo convencional que conocemos, pues por el peso se habrían acabado
desprendiendo del marco. En su lugar posee en los extremos de cada hoja una
gran pieza de madera que la recorre de abajo arriba embutiéndose en un agujero
en el suelo y en otra pieza de piedra con un agujero circular, situada en la
parte elevada de la puerta e inserta en la fábrica del templo. Se trata de
piedras gorroneras o quicialeras, que también aparecen en grandes construcciones
palaciales, de castillos, fortalezas...
Una de las aldabas
No hemos terminado con esta puerta
pues a lo largo de los siglos las entradas de las iglesias y sus puertas eran
usadas por los creyentes para tallar cruces, elementos religiosos... y a veces
otros elementos profanos. En nuestro caso, en la puerta de la izquierda, lo
único que puede identificarse es un vago esgrafiado con forma almendrada y que
podía estar representando la mandorla o almendra mística o el ichthys,
el pez. Lo que está claro es que no se trata de una gamberrada, sino de un
elemento cuya fecha de realización es imprecisa y que forma parte de ese
patrimonio material e inmaterial vinculado a la religión católica y que habría
que preservar.
El posible ichthys
Esta gran puerta da paso a un pequeño
zaguán que ocupa el espacio bajo el coro, acotado con unas enormes puertas de
madera a base de cuarterones que posee dos puertas de madera laterales más
pequeñas, para facilitar el acceso al templo. El techo del zaguán es de madera
y lleva incrustada una cruz griega del mismo material. Es muy posible que esta
pieza se realizara tras la Guerra Civil, pues absolutamente nada tiene que ver
con el estilo de las puertas antiguas del edificio.
Detalle de la cruz del zaguán
El templo posee una entrada secundaria
lateral, que se realiza mediante una doble escalera desde el paseo de la Villa
y a través de la cual se accede directamente a la nave de la Epístola. La
portada de este acceso, al igual que la del principal, es de ladrillo de barro
cocido, sólo que no presenta arco y se resuelve con un dintel. El aspecto es
igualmente robusto. Esta entrada ha sido presa de algún que otro acto
vandálico, por lo que la antigua puerta hubo de ser sustituida por otra nueva
que ni de lejos tiene el encanto de la anterior.
Entrada lateral a la iglesia
Una vez dentro, dejados atrás el atrio
y el zaguán, accedemos al interior del templo y podemos apreciar como interiormente
el espacio se articula en tres naves separadas por arcos de medio punto
apoyados sobre pilares rectangulares. La nave central, más elevada que las
laterales, se remataba originalmente con una bóveda de artesa parecida a las
conservadas en las iglesias de Ojén, Tolox o El Burgo. La original no se
conserva, pues hubo de desmontarse en las últimas obras de restauración debido
a su mal estado de conservación. Las naves laterales poseen bóvedas de arista y
el presbiterio, de medio cañón.
Interior de la iglesia
Bóvedas de arista en una de las naves
En la nave del Evangelio, a los pies, se encuentra una
habitación que contiene una pila bautismal realizada en mármol. En el centro de
esta nave se ubica una puerta de ladrillo de barro que describe un arco de
medio punto que da paso a una zona exterior de la iglesia que se encuentra
ajardinada y donde existe un almacén para elementos litúrgicos. Al lado
izquierdo de esta puerta se abren dos capillas construidas en el siglo XIX y
que albergan las imágenes del Resucitado y de San Roque, patrón de Monda.
Creemos que en esta nave existían dos ventanas que fueron cegadas por la
edificación de estas capillas. Finalmente, la nave del Evangelio se remata con
una capilla que posee una bóveda de gajos con ocho nervios quebrados sobre
ménsulas y con estrella central, decorada con un rico cromatismo de colores
vivos y que algunos sitúan cronológicamente a primeros del siglo XVIII. Esta
capilla acoge la muy venerada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, a la cual va ligada algunas leyendas.
En la nave de la Epístola, a cada lado de la puerta
lateral de acceso, se ubican dos capillas que alberga las imágenes del Atado a
la Columna y del Crucificado. Se construyeron durante el siglo XIX a costa de
cerrar dos ventanas. Se remata esta nave con una capilla que se cubre por una
bóveda de gajos sobre un anillo lobulado con ocho nervios cubiertos de yeserías
que penden de un rosetón central; angelillos y pájaros sobre abundante macolla
de hojas y flores campean alternadamente en los segmentos. La decoración se
extiende a las pechinas, ocupándolas totalmente, y sobre la hojarasca con
incipientes rocallas emergen querubines, presidiendo óvalos con símbolos
marianos (torre, fuente, azucena…). Sin embargo, hay quien apunta a que la
bóveda del Evangelio es más antigua y recibe influencias mudéjares. Acoge a la
imagen de la Virgen María.
Atado a la columna en una capilla del siglo XIX
La nave de la Epístola
Bóveda decorativa en la capilla de la Virgen
Al final de la nave central nos
encontramos con el presbiterio, que posee un gran arco toral cuyo perfil se
encuentra dorado. En la pared se abren cuatro hornacinas; tres en la mediación, siendo la central de
mayor tamaño y albergando una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. A los lados
se encuentran las imágenes de la Inmaculada Concepción y de San José. En una posición más elevada nos encontramos con la imagen de Santiago Apóstol. Antiguamente
hubo un retablo de madera, que fue destruido en los turbulentos años de la
Guerra Civil.
Vista de la nave central desde el Presbiterio
Detalle del presbiterio
Tras el presbiterio está la sacristía y, tras ella, se
ubicaba el antiguo cementerio. A este cementerio se accedía también desde la
calle, estando cegado hoy día ese acceso, donde se encuentra la popularmente
conocida como Cruz del Carnero. A decir verdad, todo el subsuelo de la iglesia
y sus zonas aledañas conformaban el antiguo cementerio de Monda. A la sazón han
aparecido restos humanos en todas las reformas de las zonas colindantes, tanto
calles como viviendas, ya que antaño era tradicional enterrarse alrededor de la
iglesia o bajo ésta. Las obras de reforma de nuestra parroquia, que se
acometieron en los años noventa de la pasada centuria, sacaron a la luz restos
óseos dentro de la misma iglesia, correspondientes a los enterramientos de los
feligreses de mayor poder adquisitivo. Este tema también lo hemos tratado en
una entrada anterior, a la que me remito.
En el otro extremo, a los pies del templo hay una tribuna
elevada donde se colocaba el coro y donde, tras la última restauración, se ha
colocado una viga con una inscripción que apareció en las obras de remodelación
que reza de la siguiente manera: “Siendo Bernardo de Godoy Maestro Mayor
deste Obispado de Málaga. Me fecit A principio Ubsque Ad fin. Año de 1680”.
Se trata de la firma del arquitecto o maestro mayor de obras que por encargo
del Obispado de Málaga, realizó una reforma a finales del siglo XVII.
El coro alto y la viga de Bernardo de Godoy
Una cubierta a dos aguas con teja mora cubre el conjunto
de las tres naves.
REFORMAS, REMODELACIONES Y DIVERSOS AVATARES
Como hemos señalado, la
Iglesia Parroquial de Monda ha sufrido varias reformas a lo largo de su
existencia que ha cambiado su aspecto en numerosas ocasiones a lo largo de los
siglos. Dos importantes reformas tuvieron lugar en el siglo XVII y otra más a
finales del siglo XX, entre otras quizás menos conocidas y/o de menor calado.
La reforma de Pedro
Díaz de Palacios
La primera de ellas fue
dirigida por Pedro Díaz de Palacios, arquitecto del obispado de Málaga nacido
en Cantabria pero que había desarrollado su vida laboral ligado a la catedral
de Sevilla, la de Granada y la de Málaga, además de haber efectuado obras y
reformas en otras iglesias, de algunas de estas poblaciones.
En 1.599 fue designado
maestro mayor de la catedral de Málaga, donde levantó el coro e interviene en
otras parroquias, como la de San Juan y la de San Pedro del Perchel. En la
primera mitad del siglo XVII actúa también sobre las iglesias de Álora y de San
Pedro de Antequera. A sus labores como arquitecto hay que añadirle las de
retablista, donde alcanzó un gran éxito en iglesias como Aznalcóllar, Écija y
Sanlúcar la Mayor.
Firma de Pedro Díaz de Palacios
En 1.605 actuó en la
iglesia de Monda, de cuya intervención se conserva un plano y algunos
documentos muy importantes como las Escrituras de condiciones y
adjudicación de las obras en la Iglesia de Monda en 1605, gracias a las
cuales conocemos el alcance de las obras realizadas en estas fechas, obras
centradas primordialmente en la eliminación de las humedades y las goteras del
tejado ya que, al parecer, este se calaba dañando las estructuras de soporte de
la cubierta. Por este documento sabemos que el portal de la iglesia ya estaba
construido, pero no era igual que el que hoy conocemos:
Y ansi mismo se
adereçara el enmaderado y el tejado del portal que está delante de la dicha
yglesia.
Además de las humedades,
el arquitecto Pedro Díaz detecta como el testero de la capilla mayor se
encuentra en tan mal estado que ordena derribarlo y reconstruirlo desde los
cimientos. En el documento establece la composición de la argamasa de cal y
arena, el ancho de los muros, la profundidad de los cimientos, la calidad de
los materiales, la técnica a emplear... Es un documento que no tiene
desperdicio y que se puede consultar en el libro de los mondeños MONDA EN EL
RECUERDO, de donde se ha tomado esta información.
La obra, finalmente, se
remató el uno de junio de 1.605 en el malagueño Pedro Amador en 180 ducados,
tras haber hecho una propuesta de rebaja de 20 ducados sobre el precio estimado
de la obra. Tenían un plazo de duración de dos meses, según el documento, y,
entre otras cosas, el maestro que se quedara con las obras debía aportar por
adelantado el material:
Yten el maestro en
quien se rrematare esta dicha obra a de poner a su costa todos los materiales
necesarios para hacer la dicha obra, ansi de cal y arena y ladrillo y piedra y
teja y madera para la dicha obra y para andamios y agua y sogas y espuertas y
clabos y todo lo necesario para hacer la dicha obra que la fabrica no la de dar
más el dinero en que se le rrematase.
De lo expuesto se puede
extraer varias cosas relacionadas con los materiales, por ejemplo, el tema de
la cal, que se empleaba para argamasa mucho antes que para vestir los muros y
paredes de nuestros pueblos. Indirectamente se nos está dando un valioso
testimonio sobre los caleros, los hombres que elaboraban la cal y que en
nuestro pueblo han tenido una honda raigambre. En segundo lugar al hablarnos de
tejas y ladrillos, no podemos más que pensar en la industria tejera que existía
en Monda en el paraje de El Tejar y que ya hemos tratado anteriormente en esteblog.
El plano de la iglesia
de Monda elaborado
por Pedro Díaz de Palacios
No sabemos realmente el
tiempo que duraron las obras que se iniciaron en 1.605 ni si surgió algún
problema o inconveniente a lo largo de las mismas, a pesar del plazo de dos
meses establecido en el documento. Ahora bien, entre los “papeles” de este
arquitecto se conserva un plano de 1.605 de la planta de nuestra iglesia que,
por su invaluable interés, vamos a pasar a describir:
Plano de Pedro Díaz de Palacios de 1605
En planta nos encontramos
con un templo de plan basilical con tres naves, la central y las laterales, eso
sí, la central sólo un poco más ancha que las laterales, por lo que inferimos
que también era más alta. En el plano la nave central viene marcada con una
anchura de 14 pies, que pie castellano, que vendría a ser casi cuatro
metros de anchura, mientras que las laterales tienen 10 pies, que vendrían a ser
de casi tres metros (pie castellano: 0,278635 m).
Las naves se encuentran
sostenidas por pilares cuadrangulares de dos pies de lado, esto es 0,55 metros,
y suponemos que apeaban en arcos formeros de medio punto que sostenían la cubierta
y de una luz, según recoge el plano, de 15 pies, o sea, unos 4,17 metros.
Habría un total de seis arcos formeros, tres por cada lado de la nave central;
hoy día son cuatro por cada lado de la nave central. La nave de la Epístola
mantiene su puerta flanqueada por dos ventanas abocinadas, las cuales, en la
actualidad se encuentran cegadas no sabemos desde que momento. Si observamos con
detenimiento el muro de la iglesia que da al paseo de la Villa hoy día,
podremos apreciarlas. Sin embargo, no existe la puerta de la nave del Evangelio.
Ésta se construyó en una reforma posterior donde se ampliaron las naves. Ambas
naves, según el plano, se rematan por altares, no por capillas, lo que nos
puede mover a pensar que las que se conservan fueran de finales del siglo XVII
y/o principios del XVIII como han indicado algunos autores. La nave central
desemboca en el altar mayor, al que se accede tras subir una escalinata de 5
peldaños que discurren a todo lo ancho de la nave. Salvo en la cabecera del
templo, en el resto del edificio no se reflejan en el plano otros altares, por
lo que sospechamos que debieron haber algunos retablos menores de madera y que
los muros debieron acoger decoración pictórica con temas religiosos, cuadros de
la misma temática...
El acceso al templo es
completamente diferente al actual; en primer lugar, nos encontramos un portal
rectangular que tendría una cubierta soportada por varios pilares al que se
accedía a través de tres vanos, uno delante de cada nave, seguramente rematados
en arcos de medio punto, el central de más luz y posiblemente más alto (portal
questa delante de la yglesisa, se recoge en el plano). En la parte de la
izquierda este portal quedaba cerrado por un muro mientras que en el de la
izquierda, como puede verse en el plano, estaba abierto. En arte, esta
composición de tres arcos se interpreta como la Santísima Trinidad. No existe
torre campanario en la fachada principal, ésta se haya junto a la cabecera de
la nave de la Epístola, donde también se encontraba la sacristía. Tampoco está
el baptisterio que hoy conocemos.
A partir del plano hemos
podido calcular la anchura aproximada del templo a los pies, que sería de unos
45 pies, aproximadamente unos 12,50 metros, porque en la cabecera sería mayor
al sumar la sacristía, que nos daría un total de unos 55 pies, o sea, unos
15,32 metros. La longitud del templo que hemos calculado a partir del plano
sería de unos 66 pies hasta la entrada, sin incluir el atrio, lo que nos daría
una longitud de algo más de 18 metros. Incluyendo el atrio (alrededor de 10
pies), tendríamos unos 21,45 metros. Actualmente las naves miden unos 18 metros
de anchura por 31,42 metros, incluyendo el atrio. La sacristía, que se encuentra
detrás del altar mayor, mide unos 5,20 metros por 12,12 metros.
El acceso al interior de
esta primitiva iglesia se hace mediante un vano abocinado hacia el interior,
como puede verse en el dibujo, y que estaría rematado por un arco, que da paso
a una escalera con tres peldaños. Por tanto, la entrada a la iglesia en estas
fechas estaba mucho más baja que en la actualidad y el acceso era de menor
envergadura. La puerta de entrada tal y como la conocemos hoy día con su arco
de ladrillo y sus enromes hojas, son posteriores, quizás de finales del siglo
XVII o de primeros del siglo XVIII.
Portal de acceso y puerta de entrada según el plano de Díaz de Palacios
Junto a la nave del
Evangelio, en su mitad más próxima al altar, aparecen la torre-campanario, que
posee una escalera de caracol, y la sacristía, ambas con acceso directo a esta
nave y con ventanas al exterior. Ambos espacios tienen planta cuadrada,
calculándose un espacio interior de nueve metros cuadrados. Nos llama
poderosamente la atención el grueso de los muros de la torre, que contrasta con
el grueso de los muros del resto de la fábrica de la iglesia, cuya anchura, 2,5
pies, unos 0,70 metros, es duplicada por la de los muros de la torre, 5 pies,
esto es, 1,40 metros. Mientras que la sacristía presenta dos ventanas
abocinadas, las de la torre no lo son y poseen una luz mucho mayor, más el
doble ¿Por qué motivo es tan diferente esa torre al resto de los elementos
constructivos de la iglesia? Es muy pero que muy tentador pensar que se tratase
del antiguo alminar de la mezquita de Monda integrado en la obra de la iglesia.
No estaríamos ante ninguna propuesta descabellada, pues a lo largo y ancho de
nuestra geografía son muy numerosos los alminares que acabaron siendo
integrados como campanarios en las nuevas iglesias. De esta manera, y si así
fuera que no lo sabemos con certeza, el muro que da al paseo de la Villa, que
está orientado al sureste, podría haberse levantado sobre el muro de la quibla,
donde se encontraría el mihrab, el espacio más sagrado de una mezquita. Por
todos es conocido que gran parte de las mezquitas de al-Andalus se edificaban
orientando el muro de la quibla hacia el sureste o hacia el sur.
La torre-campanario que
hoy conocemos a la entrada del templo, por tanto, es posterior a estas fechas,
quizás de finales del XVII o incluso del mismo siglo XVIII, aunque nos
inclinamos por la primera opción, como veremos más adelante.
Este extraordinario
documento es una antiquísima foto fija de cómo era nuestra iglesia hace más de
cuatro siglos. En primer lugar, el templo era de menor tamaño y seguramente de
menor altura, aunque poseía tres naves, más estrechas y más bajas; el acceso
era muy diferente al actual y la torre-campanario se encontraba en otro lugar. A
finales del siglo XVII o primeros del XVIII, la iglesia sufrió una reforma muy
importante que la afectó en planta, alzado y cubiertas; las naves se hicieron
más anchas: la nave central creció a costa de la nave del Evangelio; la
sacristía y el campanario se demolieron para construir la nueva nave del
Evangelio, en cuyo centro se construyó una puerta rematada por un arco de medio
punto que es la que hoy día da acceso al patio. Aquí podríamos tener una
datación aproximada para la capilla de esta nave, tan discutida por unos y
otros; el portal de acceso cambió por completo, pues en el lado derecho se
colocó la torre-campanario y en el izquierdo, ya edificada la nueva nave del
Evangelio, se construyó lo que es hoy el baptisterio. En la cabecera,
posteriormente, se construiría la sacristía y se dotaría de un acceso desde el
altar mayor.
Creemos que estas reformas
se acometieron a finales del siglo XVII con el siguiente maestro mayor,
Bernardo de Godoy, del que pasaremos a hablar a continuación.
Planta actual según la profesora Rosario Camacho
El Maestro Mayor Bernardo
de Godoy
Tenemos constancia de que,
hacia finales del siglo XVII, en 1.680, se acometieron nuevas actuaciones de
reforma cuyo protagonista es el maestro mayor Bernardo de Godoy. Lo sabemos por
la aparición en el transcurso de la reforma de los años noventa de una viga de
madera que formaba parte del entramado de soporte de la cubierta de la nave
central donde el arquitecto firmaba su obra, tallándose el siguiente texto:
Siendo Bernardo de
Godoy Maestro Mayor deste Obispado de Málaga. Me fecit A principio Ubsque Ad
fin. Año de 1680
“Siendo Bernardo de Godoy
Maestro Mayor de este Obispado de Málaga. Me hizo de principio hasta el fin.
Año de 1680”.
La viga en su lugar original
Según parece era costumbre
de este maestro mayor el firmar sus trabajos; la iglesia de San Juan de
Frigiliana, que interiormente guarda una pasmosa similitud con la de Monda, en
la que intervino en el año de 1.676, también posee una viga en el coro donde,
según recogía Temboury, puede leerse:
Bernardo de godoi,
Maestro Maior me fezid desde cimientos, Año de 1676 Años
Anotación de Juan Temboury sobre inscripción de Bernardo de Godoy
Ojalá conserváramos
documentación de las obras de este maestro mayor, hubieran sido muy
esclarecedores y conoceríamos el alcance de las reformas y actuaciones que
realizó en la iglesia de Monda. Aunque no hemos tenido esa suerte es muy
posible que, a juzgar por el hallazgo de la viga en la nave central de la
iglesia como elemento del artesonado, las obras de Bernardo de Godoy hubiesen
estado encaminadas a realizar la gran metamorfosis que sufrió la iglesia de
Monda y la mencionada viga nos puede dar la clave:
1º En ella se recoge que Me
fecit A princio Ubsque Ad fin / “Me hizo de principio a fin”, por lo que
podríamos entender que la actuación de este arquitecto afectó al templo de
forma integral operando su total transformación, proporcionándole un aspecto
muy similar al que tendría hoy día.
2º Por otra parte, de
haber sido las obras de 1680 de ese carácter integral, podríamos entender que
la viga aparecida en las obras con la firma del arquitecto, tuviera unas
dimensiones mayores que la anchura de la nave central que se recoge en el plano
de Pedro Díaz de Palacios, esto es, abarcando las primitivas nave central y
nave del Evangelio.
Al tenor de lo expuesto a
raíz de la revisión del plano de Pedro Díaz de Palacios, pensamos que muy
posiblemente las grandes transformaciones descritas de nuestro templo hubieran
tenido lugar durante las obras de Bernardo de Godoy. Lástima no disponer de
documentación archivística específica para esta obra en el momento de la actuación
de este arquitecto.
Es muy posible que asociada
a estas obras fuese el momento en que se colocó el escudo obispal de Fray
Alonso de Santo Tomás, bajo cuyo patrocinio hubo de realizarse la intervención.
Bajo ese escudo hay un medallón que alberga la imagen de Santiago
Matamoros/Matamarxistas desde 1.945 y que originalmente no sabemos que escena
albergaría, pero es posible que contuviera algún tipo de elemento pictórico. En
las fotos más antiguas este medallón aparece blanqueado.
Otras reformas y
acontecimientos
Posteriormente hubo otras
reformas en el templo a juzgar por la capilla de la Epístola, donde aparece con
profusamente decorada con elementos barrocos que apuntan al siglo XVIII. Sin
embargo, desconocemos el alcance tuvieron y seguramente debió haber más a lo
largo de esa centuria de las que no ha quedado huella documental.
En la primera mitad del
siglo XIX, en el marco de la Guerra de Independencia, se vivieron momentos de
inquietud ante una posible invasión inglesa desde Gibraltar de toda la zona
costera y pueblos de interior, por lo que los párrocos recibieron instrucciones
para llevarse todos los objetos de culto de valor.
En esa primera mitad de
centuria, con la construcción del nuevo Cementerio Municipal del Carmen en el
camino a Coín del que sabemos que ya estaba funcionando en 1.846, sospechamos
que hubo de realizarse algunas reformas relacionadas con el desmantelamiento
del camposanto que había asociado a la iglesia, pero desconocemos la naturaleza
de las posibles actuaciones que debieron darse. Es posible que por estas fechas
se colocara la Cruz del Carnero en lo que sería la entrada al cementerio
antiguo.
También sabemos que a
finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX se hicieron algunas reformas
más, primordialmente motivadas por donaciones de particulares para la erección
de capillas, para reparaciones y ornamentación. De esta manera hay varias
capillas en las paredes de las naves laterales que fueron realizadas por
donaciones particulares y que acabaron cegando las ventanas que daban al
exterior, privando al templo de luz natural.
Señalar que en diciembre
de 1.918, tal y como recoge el periódico EL POPULAR, en la iglesia se celebró un
acto religioso para conmemorar el final de la Gran Guerra. En efecto, el domingo 1 de
diciembre de 1.918 León Fresón, empresario de origen belga, organizó un Tedeum
para celebrar el final de la Primera Guerra Mundial y la liberación de Bélgica,
su tierra de origen. Señalemos que el Armisticio se firmó el 11 de noviembre,
sólo unos veinte días antes. Al evento invitó a las autoridades guareñas y
mondeñas; se colocaron las banderas de España y Bélgica en el campanario de la
iglesia; el interior del templo se engalanó y se instalaron las banderas de
Inglaterra, Francia, Estados Unidos e Italia, a las que se les rindió homenaje.
Noticia recogida en El Popular
León Fresón Ligueux, el protagonista de esta noticia y
belga de origen, además de haber trabajado en los Altos Hornos de Málaga, fue
uno de los pioneros en traer la electricidad a nuestras tierras, con permiso,
claro, de Augusto Taillefer. Tenía en propiedad o en arrendamiento el molino de
Fidel (antiguo molino de San Antonio Abad), en Guaro, que había dejado de moler
cereal para producir electricidad mediante una línea, era llevada al vecino
municipio de Guaro. José Francisco Naranjo Bandera, historiador vecino de
Guaro, recoge en su blog mocaberte.blogspot.com algunas referencias sobre León Fresón; al
parecer era el que se encargaba de cobrar la electricidad a los guareños.
En casa de este rico empresario, que estaba casado con
la mondeña Isabel Lomeña, tras los actos religiosos, las autoridades fueron
invitadas a un ágape, mientras se repartía pan a los más necesitados del
pueblo. Finalmente, otros vecinos de Monda, de extracción más humilde y que
venían de trabajar, fueron invitados a sumarse a la fiesta.
Hay que destacar la
donación del doctor Jiménez Encina en los años veinte del pasado siglo, que sirvió
para la ornamentación y la renovación del pavimento del templo, tal y como se
hace constar en una placa conmemorativa instalada en el interior del templo:
El pavimento y las
obras de ornamentación de esta iglesia parroquial débense a la caridad eximia
del hijo predilecto de Monda EL SABIO DOCTOR Dn. CRISTÓBAL JIMÉNEZ ENCINA, a
quien párroco autoridades y pueblo tributan el homenaje de esta inscripción en
testimonio de gratitud y memoria del señalado beneficio. A.M.D:G: Monda – XXV –
Febrero - MCMXXVIII
Placa conmemorando la donación del
doctor Jiménez Encina
Hasta ese momento las
reformas y obras que se habían realizado en la iglesia se habían producido como
consecuencia del paso del tiempo, del envejecimiento de los materiales, de los
agentes meteorológicos, de las necesidades de ampliación... Sin embargo, un
triste acontecimiento iba a marcar el antes y el después de nuestra iglesia (y
de muchas del país): el golpe de Estado y la Guerra Civil Española.
No es este lugar ni
momento para explicar la sustancia del golpe de Estado y del estallido de la
subsiguiente terrible Guerra Civil Española pero señalaremos muy resumidamente que
hablamos de una época de una profunda polarización social que hunde sus raíces
en tiempos anteriores donde, por una parte, las clases más reaccionarias,
conservadoras y que detentaban el poder económico y social (burguesía,
terratenientes, banca, Iglesia, Ejército...) se oponían a las reformas que
habían puesto en marcha algunos gobiernos republicanos a favor de otro grupo
social que exigía mejoras sociales y económicas como disponer de educación
pública, jornada laboral de ocho horas, salarios dignos... representado por los
trabajadores del campo, jornaleros, proletariado y obreros urbanos..., porque
socavaban sus prerrogativas de clase y les hacía perder influencia y poder. Los
enfrentamientos rápidamente saltaron del plano político a la calle con peleas,
reyertas y cierta violencia callejera exacerbada por un ambiente cada vez más
polarizado y enrarecido, donde, en gran parte de las clases populares, iba
anidando un fuerte sentimiento anticlerical y de aversión a la patronal y a
todo lo que rezumara reaccionarismo y conservadurismo. Tras el estallido del
golpe de Estado y el caos de los momentos posteriores, se cometieron muchos
crímenes y atrocidades. Las iglesias fueron asaltadas en gran parte del país
donde fracasó el golpe (fracaso devenido por la falta de apoyo social); los
objetos de valor que no se habían llevado ya los párrocos, que veían venir lo
que se avecinaba, fueron robados, muchas tallas de un invaluable valor
histórico fueran sacadas a rastras de los templos, “ejecutadas” en plazas
públicas y quemadas, junto con retablos centenarios, cuadros muy antiguos y de
gran valor, enseres litúrgicos y archivos eclesiásticos... El daño al
patrimonio histórico y cultural fue catastrófico.
Sabemos, por testimonios y
algunas fuentes documentales, que grosso modo, esto fue lo que pasó en
nuestra iglesia. El templo fue asaltado la noche del 23 al 24 de julio de 1.936,
las tallas fueron ejecutadas en la plaza del pueblo y posteriormente quemadas;
los retablos destruidos y reducidos a cenizas; el extraordinario archivo
eclesiástico que databa del siglo XVI fue también pasto de las llamas; las
campanas fueron desmontadas y quebradas (pero en agosto), salvo una, la que
estaba asociada al reloj... Ante la envergadura de los acontecimientos, los
guardias civiles del pueblo no pudieron hacer nada más que retirarse al cuartel
y rezar para que no fueran a por ellos.
Sin embargo, algunos
vecinos lograron salvar alguna que otra pequeña imagen y algunos pocos restos
de las ya quemadas, aún a riesgo de sus propias vidas. Durante el tiempo que
duró la guerra en nuestra zona, desde el 18 de julio de 1.936 hasta el 7 de
febrero de 1.937, la iglesia perdió todo su carácter litúrgico se destinó a
almacén, economato, cuadra y refugio de familias que huían del frente de
guerra, cada vez más próximo.
No fue la iglesia la única
afectada por el fervor antirreligioso pues las tres cruces (Caravaca, de la
Sierra y del Agua) también fueron atacadas. Anteriormente y según informe de la
Guardia Civil dirigido al Gobernador Provincial, el 21 marzo de 1.936 también
había sido destruida una cruz de piedra que se encontraba a medio kilómetro del
pueblo. Se trataba de una cruz muy antigua que ya nunca se recuperó. Sería, con
casi toda seguridad, la cruz que aparece mencionada en varias ocasiones en el Libro
de Apeos y Repartimiento de Monda, de 1.572, y que según los testimonios de
varios testigos se encontraba a la salida de Monda en dirección a Marbella,
sobre un pequeño cerro o promontorio. Creo, por la ubicación que proporciona esta fuente
documental, que esa cruz debió estar en las inmediaciones de donde se localiza
actualmente la Cruz del Agua, una de las tres cruces de Monda y a la que desde
hace muchos años no podemos acceder los mondeños porque la finca donde se
encuentra está vallada y en su momento no se habilitó un acceso alternativo... Volviendo
al tema que nos atañe, uno de los testigos que la menciona en su declaración fue el morisco
colaboracionista Bartolomé Arruro, que notificó el día 24 de enero y testimoniaba:
… e que assimismo le
parece podría aber exido junto a una cruz que está enzima del camino de
Marbella, en un zerro que ai allí.
Tras la conquista
castellana se procedió a la cristianización del territorio y de sus gentes, así
que los elementos religiosos de la nueva cultura y de la nueva sociedad se impusieron
y se integraron en el paisaje. En esta época y posteriores era muy frecuente
que, en los cruces de caminos, en las salidas de las poblaciones (amén de otros
muchos lugares como fuentes, etc.) … se colocaran cruces para favorecer la
travesía al viajero porque abandonado el pueblo, el espacio urbano y
civilizado, se adentraba en una zona de peligro e inseguridad, con salteadores
y bandidos, con todo tipo de riesgos... Esta costubmre no es particularmente cristiana sino que la observamos en muy distintas culturas antiguas a lo largo y ancho del mundo. Por ejemplo, los romanos tenían algunos altares en los cruces de caminos y a lo largo de sus vías de comunicación que albergaban a dioses protectores de los viajeros para hacer propicios los viajes.
Volviendo al agtiado siglo XX, tras la imposición del
nuevo orden reaccionario en febrero de 1.937, además de los encarcelamientos,
las condenas en penales distantes e infames, los castigos y maltratos, los
juicios sumarísimos, las numerosas ejecuciones y la terrible represión social
que se impuso a los vencidos, las nuevas autoridades procedieron a realizar una
serie de informes donde se recogía las represalias que habían sufrido las familias y personas consideradas conservadoras y con los daños que había sufrido el pueblo, determinadas
viviendas y edificios... destacando la iglesia, al objeto de plantear su
reparación y arreglo para abrirla nuevamente al culto. Fue el arquitecto Enrique
Atencia Molina el que llevó a cabo las obras de restauración y arreglos del
templo y que también actuó en numerosas iglesias de la provincia tras el fin de
la Guerra Civil Española. Este arquitecto evaluó los daños sufridos por la
iglesia en pavimentos, paredes, techumbres...en 56.424,74 pesetas. No sabemos
exactamente qué arreglos y obras llevó a cabo, el contenido de los mismos se
puede ver en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, que un día de estos
visitaremos para su consulta, pero a buen seguro que debieron orientarse a la
reparación de los pavimentos, paredes y techumbres.
En cuanto al tema de las
imágenes, andados los años hubo de comprarse algunas en los famosos talleres de
Olot (Gerona), que debieron funcionar a todo trapo a juzgar por la cantidad de
encargos que recibieron de casi todo el país. Según me han contado algunas
personas de edad, tras la guerra y como todavía no había imágenes que procesionar, una Semana Santa las
nuevas autoridades tomaron a varias mujeres republicanas a las que habían
rapado el pelo como castigo y las obligaron a portar en procesión varios cuadros con
imágenes sagradas de algunos vecinos... Las imágenes y retablos que tenía la iglesia de Monda eran
muy antiguos, datados en los siglos XVII y XVIII y de un gran valor
histórico-cultural además de religioso.
Al igual que en el resto
de las iglesias de nuestro país, tras la guerra y el advenimiento de un nuevo
tiempo, la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol de Monda se “vistió” con los
nuevos trajes del nuevo orden dictatorial impuesto y es que dentro del espíritu
nacional-católico que propugnaba esa nueva realidad política que vino a
llamarse Franquismo, la institución eclesiástica mantenía una
estrechísima relación con el nuevo Estado. De esta manera en sus muros se
alojaron durante décadas consignas falangistas y de alabanza a Franco por la
victoria sobre la anti-España, que recientemente salieron a la luz, en
parte, con el repintado de sus paredes exteriores, y que muchas personas
todavía rememorarán. Muchos recordaremos todavía la cruz de madera pintada en
negro que hubo en la fachada que daba al paseo de la Villa, que fue desmontada
en la última reforma y no restituida no sabemos muy bien porqué.
Hay que esperar a los años
noventa para que nuestra iglesia sufra su última gran actuación, que le afectó
de forma íntegra pues se sustituyó la cubierta, se repicaron y enlucieron los
paramentos, se sustituyó el antiguo pavimento... Es de público conocimiento que
durante las obras aparecieron bajo el suelo de las naves multitud de tumbas y
enterramientos, correspondientes a aquellos primeros mondeños y mondeñas que se
enterraban en el templo desde el siglo XVI. Desconocemos por completo qué ha
pasado con estos enterramientos, si las tumbas permanecen allí, si los restos
fueron trasladados a otro lugar... Es posible que debajo de ellos se
encontraran los restos de la primitiva iglesia o, incluso, de la mezquita. No
lo sabremos y, como hemos dicho, desconocemos el alcance de las obras en el
subsuelo de las naves y si estas pudieron afectar o no al registro arqueológico
del templo porque tampoco tenemos constancias si las obras se hicieron o no con
algún tipo de control o vigilancia arqueológicas.
Sustitución de la techumbre
Por otro lado, y con el
repicado de las paredes para la renovación del enlucido ha podido perderse para
siempre un extraordinario patrimonio pictórico ocultado por sucesivas capas de
cal y de pintura. En efecto, durante el barroco era bastante frecuente que los
paramentos se decoraran con pinturas de vivos colores remedando elementos
arquitectónicos, figuras sagradas, escenas sacras... En el interior de nuestra
iglesia, de hecho, se conservan algunas pinturas todavía en las capillas del
Evangelio y de la Epístola, además de algunas otras. Pero inferimos que las
pinturas estarían extendidas a otros paramentos, como era frecuente en el siglo
XVIII. Lo que ocurre es que, con el tiempo y la propagación de enfermedades e
infecciones (recordemos que bajo el suelo había un cementerio y que en esta
época la gente no era muy amiga del jabón), empezó a emplearse la cal para
luchar contra los gérmenes, por lo que los muros de muchos edificios, otrora
adornados de bellísimos colores y elementos, palidecieron bajo capas y capas de
cal. Junto a la iglesia hay dos viviendas que conservan una decoración de
colores excepcional, el antiguo cuartel o Casa del Doctor Jiménez Encina y la
casa de Eduvigis.
No sabemos ciertamente si el
interior de la iglesia de Monda dispuso de decoración pictórica parietal, que
es lo más posible. Si así fue, con el repicado de las paredes se perdió un
patrimonio histórico-cultural y religioso invaluable. Entre algunas de las escasas fotos que existen
del curso de las obras, aparece la nave del Evangelio totalmente desprendida de
su cubierta y de su enlucido, por lo que hemos podido ver bajo su “piel” como
los gruesos muros son de mampostería encintada con verdugadas de ladrillo de
barro cocido. El vano que da acceso a lo que es ahora el jardín se compone por
un arco de medio punto de ladrillo de barro cocido. En esa misma pared, sobre
la puerta, se detecta algunos huecos cegados a la misma altura y equidistantes,
que suponemos pudieron formar parte de una antigua techumbre o cubierta. En lo
que es hoy día el baptisterio las imágenes han revelado que la pared es de
ladrillo de barro cocido y que, a pesar de tener un acceso adintelado, sobre
éste se construyó un arco ciego de descarga. En esa misma pared se aprecia
numerosos huecos de un tamaño similar y equidistantes, se trata de mechinales,
huecos que se disponían para anclar el andamiaje a la pared y que luego eran
tapados. En la parte más elevada del muro, según vemos en la vieja foto, hay un
pequeño ventanuco circular que daba al exterior y que podemos apreciar también en algunas fotos antiguas. En esta imagen aparecen los arcos
de las naves y sus pilares, de ladrillos de barro cocido.
Imagen del interior en el curso de las reformas
Otro detalle de las obras
En el curso de las
reformas tuvieron lugar varios hallazgos, de los que destacamos la viga de
Bernardo de Godoy, ya citada y una carta que apareció en un agujero en el coro, junto a un trozo de pan, que no está
fechada pero que, a juzgar por el tipo de letra, puede ser del siglo XVIII o
del XIX. Se trata de una misiva que una madre dirigía a su hijo con ciertos
reproches:
Ijo mio tus letras
resibi y con ellas mucho gusto en saber gosas de buena salud yo i tu ijo la
tenemos para servirte digo ijo que resebi el viaje pasado doce reales restan
ocho i medio dises que no te enbia a decir lo que te enviaba deves destar siego
que unos calzones i un pañuello te enbie a desir que te enviaba me enbiaras
adesir si bienes para Santiago porque me lo dijo el onbre enbiamelo adesir
cuando se venga diego martin por vida de tu ijo que será para mi una nueva de
mucha alegría i siacaso vinieres no traigas cabalgadura que yo no puedo ir ahora
que estoi ocupada de tu ijo resebiras mis abrasos que solmente por oir su pico
podias aser inposibles por venir de cristobalina resebiras muchos recados mi
padre esta bueno para servirte a tu padre que resiba muchos recados de su
ermana doña ana lares ..... ...... te encargo i con esto adios que te quides i .......
........ que te me deber que bien sabe dios que lo deseo i tu esposa doña maría
sapata.
A fransisco de madrid
que dios guarde en la obra de la fabrica en monda.
No tenemos la menor idea de
cómo esa carta llegó a uno de los huecos del coro. Es posible que Francisco de
Madrid, el receptor de la carta, trabajara en alguna de las reformas de la
iglesia en esas fechas, como remata la epístola, y decidiera dejarla en el
lugar donde fue hallada o que allí la olvidara...
Conclusiones
Querido lector, si has
sido capaz de llegar hasta aquí tras párrafos y párrafos de información, además de agradecerte el esfuerzo y el
aguante, decirte que de la iglesia de Monda se podría hablar mucho más
extensamente, se podría escribir cientos y cientos de páginas. De hecho, podría
escribirse un libro. Y debería. Soy consciente que dejo muchos otros temas por tratar y
que me gustaría abordar en próximas entradas, pero este blog y esta persona tiene unas
limitaciones que por el momento no se pueden sobrepasar.
Como decía al principio de
este post, la iglesia de Monda está llena de historias y no es para menos. Es
uno de los edificios más antiguos y ha sido lugar para la fe de los mondeños
durante unos setecientos u ochocientos años, ya fueran mondeños musulmanes o
mondeños cristianos...
Ha sido y es un lugar de
agregación e identidad colectivas, de cemento social... no olvidemos que todos
y cada uno de los ritos del cristianismo, desde que nacemos, con el bautizo,
hasta que morimos, tienen un protagonismo absolutamente determinante entre esas
cuatro paredes. Y que las festividades y celebraciones religiosas en nuestra
comunidad tienen su piedra angular en este templo cristiano.
Además de ser un edificio
religioso, es también un edificio de gran valor histórico, cultural y social
donde confluyen tradiciones estilísticas antiguas de civilizaciones pasadas.
Sólo espero que después de esta lectura veas la iglesia de Monda desde otra
perspectiva o, mejor dicho, desde otras perspectivas, más consciente de su
historia, sus avatares y tribulaciones, y sus múltiples significados.
© Diego Javier
Sánchez Guerra