domingo, 4 de mayo de 2025

MAURICE GODIGNON, EL GENDARME FRANCÉS QUE FUE RECLUIDO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MAUTHAUSEN Y DIÓ A CONOCER SU HORROR

 

Este cinco de mayo de 2025 se celebra el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen (Austria). En este blog hemos publicado algunas biografías sobre malagueños y vecinos de otras provincias que acabaron en este siniestro campo de concentración. Pero en esta entrada vamos a rendir un pequeño y merecido homenaje al gendarme francés Maurice Godignon por los motivos que vamos a relatar.

 

 

 Liberación del campo de concentración de Mauthausen

 

De los casi diez mil españoles (entre ellos había alrededor de medio millar de españolas) que fueron deportados a los campos de concentración nazis, la mayoría fue a dar con sus huesos a este siniestro campo. Su subcampo principal, Gusen, fue el destino final de la mayoría de españoles, donde acabaron encontrando la muerte de forma horrible. El de Mauthausen no era un campo de exterminio, pero las durísimas y extremas condiciones alimenticias, higiénicas y laborales impuestas a los presos suponían un casi seguro salvoconducto hacia la muerte.

¿Cómo acabaron miles de españoles en los campos de muerte del III Reich? La mayoría eran republicanos españoles que habían combatido en la Guerra Civil Española y que se encontraban exiliados en Francia, alojados en campos de concentración en condiciones inhumanas. Cuando Hitler invadió Polonia, Francia obligó a la mayoría de los varones españoles a volver a España o a integrarse en sus fuerzas, ya como soldados, ya como mano de obra a disposición del ejército francés formando parte de las conocidas CTE, Compañías de Trabajadores Españoles. La mayoría de nuestros compatriotas optó por esta última opción.

 

 

Compañía de Trabajadores Extranjeros reparando en ferrocarril cerca de Saint Cyprien

Fuente: http://todoslosrostros.blogspot.com/2008/09/refugiados-sin-refugio-algunos-hombres.html


En estos grupos de trabajo los españoles debían realizar obras en infraestructuras, labores de reforzamiento del frente, trabajos de mejora en la Línea Maginot… también soportando condiciones muy duras por el trabajo, la alimentación y el alojamiento, a lo que se sumaba cierto desprecio por parte de un gran sector de las autoridades francesas.

La invasión alemana de Francia en la primavera de 1941 y la inoperancia francesa dio con la captura de casi un millón de soldados galos, junto con decenas de miles de españoles que se encontraban cerca del frente encuadrados en las mencionadas CTE. Muchos de ellos, después de pasar por varios campos de prisioneros, acabaron en diversos campos de concentración de los nazis mediante el traslado en diferentes convoyes procedentes de varios campos de prisioneros dispersos por territorio alemán. Ese traslado a los campos de concentración fue organizado con la connivencia de las autoridades españolas y alemanas.

A pesar de que los alemanes controlaban muy bien a los prisioneros, en uno de los convoyes cuyo destino era el campo de concentración de Mauthausen se les “colaron” 34 franceses que habían sido capturados en el frente galo, sin que fuese ese siniestro campo su destino final.

Uno de aquellos prisioneros franceses, Maurice Godignon, que era gendarme de profesión, tras ser liberado redactó un informe dirigido a sus superiores para dar a conocer sus peripecias y la situación en el campo de concentración de Mauthausen. Ese informe es el primer documento oficial que daba a conocer el trato que los nazis estaban dispensando a los deportados en los campos de concentración.

 

 Maurice Godignon

Fuente: Direction Interdépartementale des Anciens Combattants de Clermont-Ferrand

 

Esta entrada, para conmemorar el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, se centra en la figura poco conocida de este personaje y de su histórico informe. A pesar de que existen ciertos estudios sobre él, como el de Laure Levouast: Deportado “por error” a Mauthausen. Le Patriote Résistant, Nº 850 – febrero 2011, y una pequeña biografía en la web de  Amis de la Fondation pour la Mémoire de la Déportation de l'Allier de la que nos hemos ayudado para componer estas letras. Pero no parece que Maurice Godignon haya adquirido la relevancia que merece, por lo que sigue siendo una figura un tanto desconocida.

 


 Biografía de Maurice Godignon en la AFMD de Allier

Fuente: AFMD de Allier

Godignon nació en 1903 en el seno de una humilde familia agrícola que residía en Davouet, en Vallon-en-Sully, situada en la región de Auvernia (departamento de Allier), a unos kilómetros al norte de Montluçon.

El 15 de noviembre de 1923, a la edad de 20 años, fue asignado al 105º Regimiento de Infantería y más tarde, al 92º. Poco después se convirtió en gendarme. Tres años después contraería matrimonio con Emillienne Desnoix en su población natal de Vallon-en-Sully. En diciembre de 1928, ascendió a suboficial. 

 

Postal de los años setenta de Vallon-en-Sully

Fuente: https://www.ebay.fr/itm/364578075740 

En junio de 1940, cuando fue enviado al frente, se encontraba destinado en Doyet, una pequeña comuna del departamento de Allier (región de Avernia-Ródano-Alpes). Su traslado al frente de guerra tuvo lugar el 16 de ese mismo mes, pero le dio tiempo a combatir muy poco porque el 22 de junio fue hecho prisionero por los alemanes en Gérardmer, al oeste de la ciudad de Colmar, en la región de los Vosgos. Junto a él, cayeron prisioneros todos sus compañeros del 13º Cuerpo de Ejército. Según su informe, tanto él como otros tres gendarmes fueron llevados al campo de Neuf-Brisach, en Alsacia, una ciudad situada al este de Colmar y muy cerca del Rin y de la frontera alemana que hoy día está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí permaneció hasta el 4 de agosto de 1940.

 


 Miles de prisioneros a vista aérea en Neuf-Brisach

Fuente: Alamy

El 4 de agosto de 1940 fue trasladado al Frontstalag 140 de Belfort junto con 450 guardias y gendarmes, esperando que después fuese repatriado.

El frontstalag 140 se encontraba la ciudad francesa de Belfort, perteneciente a la región de Borgoña-Franco Condado, muy próxima a la frontera alemana. Esta ciudad se localiza en una zona muy cercana a las fronteras de Alemania y Suiza y dada su ubicación fronteriza y su posición estratégica, en el pasado fue dotada de numerosas infraestructuras y cuarteles militares que serían aprovechadas por los alemanes para alojar a miles de prisioneros. 

 


 Ciudadela de Belfort

Fuente: megaconstrucciones.net

Entre las instalaciones en las que fueron recluidos los prisioneros se encontraba la antigua ciudadela de Belfort, conformada por una serie de construcciones fortificadas construidas hacia el siglo XVII por el conde de Suze. Pero, además, otra de las instalaciones donde se recluyeron prisioneros fue en Fort Hadry, también conocido como Fort des Barres. Se trataba de un antiguo cuartel de artillería situado al oeste de la ciudad que había sido construido entre 1836 y 1870, formando parte de un ambicioso proyecto de fortificación más amplio de la frontera francesa con los territorios germánicos.

 

Uno de los elementos de Fort des Barres / Fort Hadry

Fuente: besac.com 


Pero no sería hasta 1893 en que se levantaron varios edificios de cuarteles. Tras el final de la II Guerra Mundial fueron desmantelados y sólo permanece en el lugar que ocupó este recinto militar una serie de búnkeres. En tercer lugar, fue utilizado como prisión el cuartel de Bougenel o de Bouchele, que fue edificado hacia 1880 para alojar al 42º Regimiento de Infantería y que tras la guerra fue completamente demolido, levantándose en su lugar varios edificios de viviendas y un centro comercial. Se encontraba rodeado de alambre de espino, iluminado por proyectores móviles, vigilado por centinelas con perros amaestrados y envuelto por un profundo foso.

 

El desaparecido cuartel Bougenel, en una foto de finales del XIX

Fuente: Cartorum

 

Allí permaneció hasta el 12 de diciembre y en su informe sólo anota lo escasa que era la alimentación. Al día siguiente, aquejado de una dolencia cardíaca, fue trasladado al Hospital de Belfort, donde permaneció hasta el 13 de enero de 1941. Ese mismo día, señala, se formó un convoy de 1.500 prisioneros “rojos españoles” que sería trasladado a Alemania. Al mismo se les sumó 34 franceses, entre los que se encontraba Godignon, que era el único gendarme. Mientras que a los españoles los introdujeron en vagones cerrados y en condiciones pésimas, como si fuera ganado, los franceses viajaron en cómodos vagones dotados de calefacción.

 

Hospital militar de Belfort

Fuente: Ebay

 

El destino de estos prisioneros era el Stalag XI B de Fallingbostel, un campo de prisioneros de guerra al que llegaron el 15 de enero y en el que sólo estarían de paso. Según narra Godignon, el médico jefe del Hospital del Belfort les había informados que su destino sería el Stalag XVII A de Kaisersteinbruch en Austria.

 


 Ubicación del Stalag XI B

Fuente: Scribble Maps

 

Pero las Moiras tejieron para estos 34 franceses otro destino… En Fallingbostel los franceses estaban mezclados con los españoles, alojados en el mismo cuartel, por lo que el 25 de enero de 1941 todos fueron introducidos en vagones y conducidos a Austria, a Mauthausen, donde llegaron dos días después. 

El grupo de españoles se elevaba exactamente a 1.472. El fragatino José de Dios Amill (1910-2002) era uno de los que iba en ese transporte y recogía en su libro La verdad sobre Mauthausen:

“Los dos días que pasamos en aquel tren fueron de continuo sufrimiento pues éramos tantos en cada vagón que íbamos de pie. Aún así, en un viaje de cincuenta horas, había que dormir algo para lo cual, por lo menos en mi vagón, encontramos una solución: acordamos dividirlo en dos, una parte para descansar y la otra para ir de pie. (...) Como el vagón estaba a oscuras, dormíamos igual de día que de noche. Algunos estábamos echados unos encima de otros pero como estábamos tan cansados después de seis horas de pie, no importaba nada...

Como en el vagón no había WC los alemanes nos habían dado una lata de unos diez litros y en ella hacíamos nuestras necesidades. Por turno, cada dos horas, la vaciábamos en un agujero que había para ello en un rincón del vagón.”

 



Uno de los trenes cargados de prisioneros que los nazis llevaban a los campos de concentración

Fuente: Público

 

A Godignon le llamó la atención cuando se bajó del tren y fue conducido al campo de concentración a paso ligero y bajo una lluvia de insultos y golpes, que fue llevado a un campo “donde sólo estaban internados prisioneros civiles: alemanes, austríacos, polacos, checos, etc. y judíos de todos los países; presos políticos, delincuentes comunes, ladrones, asesinos y muchas otras categorías”.

Al llegar al campo y obligarles a quitarse la ropa, dos de los 34 franceses, que eran intérpretes, intentaron explicar a los SS su situación y que su destino era un campo de prisioneros de guerra, como soldados del Ejército francés que eran. Su envío a este campo era, según ellos, un error.

La respuesta de los SS, según Godignon: "Si os envían aquí con este convoy es porque habéis luchado con los rojos en España". A punta de pistola les obligaron a seguir el procedimiento de deshumanización que aplicaban a todos los deportados: quedarse desnudos, ser rapados y rasurados, desprenderse de todas sus pertenencias, recibir duchas y productos desinfectantes y calzarse la que en los siguientes cien días sería su segunda piel: un traje de rayas blancas y azules con un gorro a juego. Godignon pasó a llamarse 6614, su número de prisionero. Los franceses fueron considerados como los rojos españoles y, en consecuencia, recibieron un triángulo azul, color designado a los apátridas, con la letra S en su interior, referente a Spanien. Godignon, junto con el resto de sus compatriotas, habían sido considerados oficialmente como Rospanier, rojos españoles, una categoría considerada enemiga del Reich cuyo destino era la muerte.

 


 El ilipense Eduardo Escot Bocanegra, superviente de Mauthausen, posa en el crepúsculo de su vida con el drillich, el traje prisionero

Fuente: Deportados

El barcelonés Juan de Diego Herranz, que llegó a Mauthausen el seis de agosto de 1940, en una entrevista para Rosa Torán para el libro Joan de Diego, tercer secretari a Mauthausen, comentaba:

“No hacía cinco minutos que habíamos franqueado las dos torres que como dos pagodas se levantan delante de la entrada del campo de concentración de Mauthausen, que nos hicieron desnudar quedando con el solo atavío que nuestra madre nos dio cuando nos puso en el mundo.

A fin de anonadar y desposeer a los deportados de toda su personalidad, los SS habían calculado muy bien cuales eran los métodos a emplear. El primero consistía en despojar aquellos hombres de las prendas de vestir, condenándoles a la más estricta desnudez, la humillación no quedaba ahí, ella iba tomando precauciones, las más insolentes mofas dibujaban y redoblaban de sadismo con el objeto de degradar aquellos seres de la condición de hombres. Atacados con aquella brutalidad, la sensibilidad humana percibía tal choque que los SS conseguían en la mayoría de los casos destruir la personalidad afectiva durante un lapso de tiempo...”

Apesadumbrado, Godignon recogería en su informe: “Después de esta operación nos llevaron a un cuartel, siempre mezclado entre españoles y considerado como tal durante cien días, donde fuimos sometidos al férreo régimen y disciplina de esta penitenciaría que es la más dura de Alemania”.

Al mes y medio y ante las protestas de los franceses, las autoridades alemanas se dieron cuenta del error y los sacaron de Mauthausen. El seis de mayo de 1941 fueron trasladados a el Stalag XI B de Fallingbostel, al que llegaron el día 24 de ese mismo mes, después de pasar por numerosos lugares: “…coches celda y vagones celulares, pasando por siete prisiones: Viena (del 7 al 13 de mayo), Bruin (República Checa, del 13 al 14 de mayo), Marienburg (del 14 al 15 de mayo), Breslau (del 15 al 16 de mayo), Berlín (del 16 al 19 de mayo), Hannover (del 19 al 22 de mayo), Lüneburg (del 22 al 23 de mayo). Ese mismo día nos entregaron a las autoridades militares en Lüneburg para incorporarnos al Stalag XI B. En ese momento todos estábamos en un estado físico terrible y nuestra moral estaba seriamente afectada después de haber pasado por esa terrible experiencia. En el Stalag XI B escribimos inmediatamente una carta que fue enviada a la misión de Scapinin por intermedio del hombre de confianza para informarles de nuestra aventura; El 14 de octubre de 1941, el Kommandaur recibió la orden de liberar a los 34 prisioneros de Mauthausen. Fui repatriado el 28 de octubre de 1941, como medida especial del OKW para corregir un error”.

 

 
Listado de deportados franceses, entre los que se encontraba Godignon
Fuente: Missika Dominique: En los archivos inéditos de los Servicios Secretos. Bajo la dirección de Bruno Fulgini. L´Iconoclaste, 2011
 
 

El cinco de noviembre de 1941, reinstalado en su puesto de Doyet, Godignon dirige un informe confidencial a sus superiores titulado “Sobre las condiciones de su internamiento y los angustiosos incidentes que presenció durante su cautiverio”, donde daba cuenta de su experiencia y de lo vivido en el campo de concentración de Mauthausen en un lenguaje tan administrativo como escalofriante (Dominique Missika: Dans les archives inédites des Services Secrets sous la direction de Bruno Fuligni L'Iconoclaste 2011). Se trata de un documento de extraordinario valor histórico.

Lo más doloroso, según indicaba, era no poder estar en contacto con su familia. A pesar del duro trabajo, la exigua alimentación y los malos tratos que recibían de los SS, los jefes de bloque y los centinelas.

Señala que durante el tiempo que permaneció en el campo de concentración de Mauthausen fue destinado junto con sus compañeros en la infame cantera de granito, donde trabajó durante doce horas al día “hiciera el tiempo que hiciera, nevara o lloviera. Estaba prohibido refugiarse o levantar la cabeza un segundo, bajo riesgo de recibir disparos, ya sea de las SS o de ciertos prisioneros que eran administradores del lugar”.

 

 

Prisioneros con el traje a rayas tirando de una vagoneta, como bestias, en la cantera de Mauthausen

Fuente: El País

 

Por la tarde, finalizada la jornada laboral, cada prisionero debía cargar una piedra de entre 20 a 30 kilos y llevarla al campo a través de una escalera que tenía unos 157 escalones y una pendiente de entre 70 y 80 grados, según recoge en su informe. En estas fechas, la conocida como Escalera de la Muerte tenía unos escalones muy irregulares dispuestos de mala manera En 1943 que se completaría su reforma quedando finalmente en los tristemente famosos 186 sangrientos peldaños. 

El barcelonés Joaquín Amat Pinella (1913-1974), cofundador de la asociación Amical de Mauthausen en 1962 en Barcelona en la clandestinidad junto con otros antiguos deportados (entre otros Joan Pagès, Amadeu López Arias…), que había sido llevado a Mauthausen en 1940, en su libro KL Reich, recogió lo siguiente de la Escalera de la Muerte:

 “El camino que desde lo alto de la escalera de la cantera, llevaba hasta el campo no tenía ni alambradas ni centinelas más que por el lado izquierdo, puesto que por el lado derecho estaba bien guardado por el precipicio de la explotación, cortado a plomo y de unos cincuenta metros de profundidad. Cuando la columna de judíos o los castigados en general había logrado subir la escalera hasta el camino, con las enormes piedras que les cargaban, aquellos que durante el trayecto quedaban rezagados o que, a pesar de los vergazos, habían abandonado la carga en mitad de la escalera, eran “amablemente” invitados a lanzarse al abismo. Toda resistencia era inútil, y no hacía más que prolongar dolorosamente el periodo de argumentos “persuasivos”. El promedio de “suicidios” solía ser de seis a diez por viaje”.

 

 
Los prisioneros ascienden por la Escalera de la Muerte con su pesada carga

 

Godignon, en las barracas, describía que no existía calefacción y que en cada catre debían dormir apretados dos prisioneros que se cubrían con una exigua manta. Las ventanas las tenían que dejar abiertas por las noches, con temperaturas que rondaban los 30-35 grados bajo cero. Cuenta como pasó mucha de esas noches: “Me pasó varias veces que me fui a la cama sin camisa y me la volví a poner al día siguiente toda mojada y fría, y permanecí en ese estado ocho días con efectos que solo eran visibles en el cuerpo”. 

 


 Interior de uno de los barracones del campo de concentración de Mauthausen

Fuente: Vacaciones por Europa

 

Sobre la higiene y la alimentación también narra las extremas condiciones: “Sólo cambiábamos nuestras camisas cada seis semanas. No hay desinfección ni duchas, excepto el día de nuestra salida. La comida era la misma que en el Stalag, completamente insuficiente para soportar el trabajo forzado”.

Godignon sabía que la muerte rondaba por doquier y sabía que no podía caer enfermo porque se sería su final: “Estaba prohibido llamar para avisar que se estaba enfermo, bajo pena de ser enviado a otro campo cercano que servía de tumba. La puerta de salida que nos mostraron era el crematorio”. El campo cercano que “servía de tumba” era Gusen y la única salida, la tristemente chimenea del crematorio. Los prisioneros de Mauthausen no tenían derecho a adquirir la libertad sino era mediante la muerte.


 El subcampo de Gusen, conocido por los españoles como "el matadero"

Fuente: Holocaust Music

 

Además de la dureza del trabajo, de la alimentación, de la higiene… Godignon fue objeto de numerosas vejaciones y varias agresiones por parte de algunos de los jefes de grupo y de las barracas y presenció numerosas agresiones a sus compañeros y otros prisioneros: “He sido testigo de varios incidentes; sólo citaré aquí los principales: alrededor de febrero, mientras hacía una ronda en el campo con algunos franceses, vi al jefe Averrousse André, residente en la calle de Verdun en Castres (Tarn), recibir violentos golpes con los puños y las botas por parte de un oficial de las SS sin ningún motivo. Sargentos franceses Peynet GAston, residentes en Demont (Suiza); Vendedor Heri, 114, rue de la Roquette en París XIº; El trier Raymond, 56, rue de la Chapelle en París XVIIIº y el soldado Guirello Lange, en Lacrau de Châteaurenard (Bouches-du-Rhône), también recibieron golpes bastante graves, en fechas que no puedo precisar, por parte de los jefes de bloques; fui testigo de estos hechos; pero no sé los nombres de los autores; sin motivo alguno, los centinelas nos obligaban a hacer, durante horas, el paso del pato, el paso de la oca y tantas otras clases de vejaciones que sería demasiado largo enumerar”.

 

Desgastando físicamente a los prisioneros mediante ejercicios

Fuente: National Geographic

 

Para los casi cien días que Godignon pasó en aquel infierno, el informe, a pesar de no ser demasiado extenso, recoge con crudeza la dura realidad de los prisioneros que acababan en este campo.

El interés de este informe es que se trata del primer documento oficial por el que se informaba de la existencia de los campos de concentración y de las terribles situaciones de los prisioneros ¿Qué hicieron las autoridades francesas? Nada. No olvidemos que hablamos de la Francia de Vichy y del Mariscal Pétain ¿Qué podían hacer? Lo desconozco. Lo cierto es que la existencia de los campos nazis y de la situación de los prisioneros no era ajena a los Aliados. En esos campos, tanto en los de exterminio como en los de trabajo, fueron asesinados casi veinte millones de seres humanos, donde judíos y población civil soviética sumaba más de la mitad de esa horrible cifra. Un genocidio en toda regla.

 

Imagen del informe de Godignon

Fuente: Missika Dominique: En los archivos inéditos de los Servicios Secretos. Bajo la dirección de Bruno Fulgini. L´Iconoclaste, 2011

 

Y no hemos aprendido nada de la Historia. Nada. Absolutamente nada. Si no, volvamos la mirada hacia Palestina, donde estamos presenciando un genocidio en riguroso directo con decenas de miles de personas asesinadas -quizás centenares de miles- mediante bombardeos, balas, fuego, hambre, sed, infecciones, enfermedades... Un genocidio al que los sionistas están sometiendo al pueblo palestino completamente accesible a través de las redes sociales que no haya su final donde los más vulnerables, como siempre, llevan la peor parte: los niños. Los nazis trataron de ocultar sus horrores, los sionistas, incomprensible e increíblemente, lo comparten en redes sociales.

 


El World Press Photo ha premiado como mejor foto del año al fotoperiodista palestino Mohammed Salem por el abrazo de una mujer palestina a su sobrina fallecida

Fuente: La Vanguardia

 

Por decreto de 24 de diciembre de 1943 Godignon recibió la Medalla Militar. Se jubiló el 10 de octubre de 1951 y se retiró a Givarlais, al norte de Montluçon. Se unió a la Asociación de Deportados e Internados, Resistentes y Patriotas de Allier. La tarjeta de deportado político N° 1.111.01792 le fue expedida por decisión del Ministerio de Veteranos y Víctimas de Guerra de fecha 21 de agosto de 1952.

 

Carnet de deportado político

Fuente: Direction Interdépartementale des Anciens Combattants de Clermont-Ferrand

 

Godignon falleció en Tronget (población al este de Montluçon) el 14 de enero de 1987, a la edad de 84 años. Desconozco si llegó a tener hijos y la verdad es que no he encontrado mucha información publicada sobre él, sólo un par de artículos (Levouast Laure Deportado “por error” a Mauthausen en Le Patriote Résistant No. 850 - febrero de 2011 y Missika Dominique En los archivos inéditos de los Servicios Secretos bajo la dirección de Bruno Fuligni L'Iconoclaste 2011) y la información publicada en los Archivos de la Asociación de Deportados e Internados, Resistentes y Patriotas de Allier.


 

Españoles posando tras la liberación del campo de concentración de Mauthausen

Fuente: ABC