jueves, 27 de noviembre de 2025

EL BURGO, MÁLAGA, Y SU REPRESENTACIÓN EN EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA (1751)

 

Representación de El Burgo en el Catastro de Ensenada 

 

    De los pueblos que sobre este tema he tratado en este blog, creo que El Burgo es de los pocos a los que no le he dedicado una entrada en relación a su representación pictórica en 1751 para el Catastro de Ensenada. Y a decir verdad, creo que no le he dedicado aún ningún post y eso que vengo preparando algo sobre el Castillo de Miraflores desde hace algún tiempo. Pero cada cosa en su momento.

    Y no acabo de entenderme a mí mismo, porque El Burgo es uno de los pueblos más bellos y con más solera de la provincia de Málaga y con uno de los mejores entornos. No es peloteo. Lo pude comprobar (y disfrutar) hace unos años cuando elaboré el MANUAL DE BUENAS PRÁCTICAS PARA LA ARQUITECTURA POPULAR DE LA SIERRA DE LAS NIEVES. Es de los pocos pueblos que conservan una arquitectura popular de hondas raíces tradicionales, al menos en lo que podríamos llamar su casco histórico, con un ambiente callejero realmente de pueblo y gentes muy hospitalarias. Lo visité hace poco, en octubre de 2025, y me sorprendió muy gratamente que se siga conservando tan bien su arquitectura popular. Además, se encuentra rodeado por unos paisajes impresionantes, nota que comparte con el resto de pueblos de la comarca. No en vano nos encontramos dentro de una Reserva de la Biosfera. Cuando alguien me pregunta, siempre recomiendo la visita a El Burgo.

 Panorámica de El Burgo 

    Este pequeño artículo versa, como su título indica, sobre la representación de El Burgo en el Catastro de Ensenada. Pero ¿Qué es el Catastro de Ensenada? Ya lo he comentado otras veces en este blog, pero vamos a por otra, que no está de más.

    El Catastro de Ensenada es un documento que se redactó a mediados del siglo XVIII en unos 15.000 lugares de la Corona de Castilla y que buscaba contabilizar toda la población y recoger todos los elementos productivos, rentas, oficios, propiedades, ganados… aportando valiosos datos económicos y paisajísticos, entre otros. A la descripción del pueblo y de sus cultivos, negocios, empresas, riquezas, rentas, etc… acompañaba en la mayoría de los casos un dibujo que recogía los elementos más importantes de cada municipio.

    El promotor de tan magno trabajo fue Zenón de Somodevilla y Bengoechea, el Marqués de la Ensenada,  Secretario de Hacienda. El objetivo que perseguía al hacer un catastro en el que se recogiera todas las actividades y productividades económicas del reino (oficios, censos, arrendamientos, rentas, propiedades…) era el de obtener una valoración de la riqueza que se producía con la finalidad de crear una única contribución dado que, por la naturaleza de la composición del reino, agregada de múltiples territorios con tradiciones, costumbres, lenguas… diversas, el sistema impositivo no era el mismo, lo que producía fuertes desequilibrios y que a la Hacienda Real se dejara de ingresar importantes cantidades de dinero. 


El Marqués de la Ensenada   , yo creo que el pintor, que cobraba por hacer el retrato, fue bastante indulgente con el rostro del marqués

    No lo hacía por bonhomía, ni por justicia social, ni por tener una temprana visión socialista de la fiscalidad, ni porque fuera un sanchista irredento… lo que querían el Marqués y las autoridades del momento era establecer un sistema impositivo más ágil y recaudar más dinero, pues era difícil mantener un imperio de aquella envergadura que ya había entrado en franco declive y al que las potencias europeas, especialmente la Corona Británica, trataban de socavar. Ahora bien, en el planteamiento del catastro no se libraban ni el estamento clerical ni la aristocracia, los nobles, cosa que, entre otras hizo naufragar el proyecto porque estos estamentos eran y son (actualmente el estamento eclesiástico y la "aristocracia" capitalista) muy reacios a contribuir con el desarrollo y el futuro del país y de sus gentes con los impuestos. Esto no es nada nuevo.


 Portada del Catastro de Ensenada de El Burgo

 

    En cada aldea, en cada pueblo, en cada ciudad, se llevaron a cabo unas valoraciones de lo que producía la tierra, el ganado, las actividades comerciales, los oficios…a través de un Interrogatorio General con 40 preguntas en el que participaban las personas principales de las poblaciones (concejales, alcaldes, curas, escribanos…) que daban cuenta de las preguntas del Interrogatorio. El Catastro de Ensenada referente a El Burgo se puede consultar en el Archivo Histórico Provincial de Granada (Archivo Histórico Provincial de Granada. Hacienda. Administración de Rentas Públicas. Catastro de Ensenada. Libro 1109, f22r.), que alberga el dibujo del que aquí tratamos. Pero existe una copia digital que no incluye el dibujo que se puede consultar en abierto, online en:

https://pares.cultura.gob.es/catastro/servlets/ServletController?accion=4&opcionV=3&orden=0&loc=12981&pageNum=1

 


 El Burgo en el Catastro de Ensenada (PARES)

 

    Fue tal el volumen de papel que demandó esta empresa en la época, que todos los molinos de papel del reino no dieron abasto para cubrir la demanda y hubo que importarlo en cantidades masivas desde la vecina Francia.

    El Catastro de Ensenada es un documento de un gran valor informativo y documental. En la mayor parte de los casos venía acompañado de un dibujo de la población. Unos son más detallados que otros en función de la pericia del autor. En la Sierra de las Nieves existe de todos los pueblos salvo de Yunquera. El de Alozaina es muy parco, dado que se compone de tan sólo un trazo con su planta, pero no se llegó a dibujar casas, ni edificios…. Nada. Una verdadera lástima. En el resto de los pueblos sí que llegaron a realizarse y aunque unos están más elaborados que otros, se pueden distinguir los rasgos básicos definitorios de estas poblaciones hace más de 250 años. Un cuarto de milenio. Se dice pronto.

    El Catastro de Ensenada de El Burgo fue estudiado y publicado por Agustín García Chicón en 2001 en un denso libro al que tituló “El Burgo según el catastro del Marqués de la Ensenada (1751-1756)"

 

 El libro de García Chicón 

    Estamos ante una representación de El Burgo un tanto precipitada porque podemos observar como el nivel de detalle del dibujo no es tan bueno como el de otras poblaciones, que son verdaderas obras de arte. El trazo es grueso y puede observarse como la pluma con la que el técnico realizó el dibujo, iba bastante cargada en algunas líneas porque se ve que una vez realizado el trazo, este se engrosa. Lo observamos en algunos detalles del puente, de la iglesia, de algunas casas…

    Por otra parte, esta representación carece de perspectiva, como la mayoría de las representaciones del catastro. Aún así podemos identificar fácilmente algunos edificios y elementos. Cualquier vecino o vecina de El Burgo, a simple vista y de forma rápida, puede distinguir entre el caserío varios elementos, a saber, la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, el cauce del río Turón, un puente de un sólo ojo sobre el río Turón y el Convento del Santo Desierto de las Nieves circundado con lo que parece una cerca. 

 
Aspecto del caserío
 

    La composición se encuentra coronada por la iglesia, bajo la cual se desparrama el caserío. Junto a ella, a la izquierda, aparece una edificación que Agustín García ha venido identificando como la ermita de San Sebastián.

    Las casas se representan de forma muy similar, con volúmenes cúbicos y planta calle más cámara, con vanos como la puerta y alguna que otra ventana. La cubierta se representa a dos aguas, con teja mora o de medio cañón rematada por la caperuza del humero o chimenea. Delante de muchas de ellas se dibuja un semicírculo que no tenemos muy claro que puede representar. Quizás parte del camino/calle que unen las casas.

 

El puente

    En el dibujo aparece representando un puente de un sólo ojo dotado con arco de medio punto. ¿Ante que puente nos encontramos? ¿Ante el Puente Nuevo, el Puente Viejo o ante el del camino de Málaga, el Puente Romano? Yo apostaría a que es el conocido como Puente Romano. Aunque no es romano.


Detalle del puente
 

    ¿Porqué el Puente de Málaga o Puente Romano? Por varias razones.

    1º El camino de El Burgo a Ardales formaba parte del de Ronda a Málaga, mucho más transitado que el de Yunquera a Ronda y mucho más estratégico. Es de perogrullo que por esta parte el río contara con una infraestructura como esta desde tiempo antiguo.

    2º Lo de Puente Nuevo proviene porque es mucho más reciente en el tiempo, tratándose de una construcción ex novo

    3º Sin embargo, existe un puente sobre el Turón, el Puente Viejo (ojito con el nombre), algo más abajo del Puente Nuevo, en una zona donde el cauce es algo más estrecho. Es de una envergadura menor y aunque no estemos ante una construcción antigua, posiblemente tenga su origen en el siglo XIX o incluso antes. Este puente conduce directamente al casco urbano de El Burgo, desde Yunquera, y posiblemente formara parte de la vereda o camino viejo que unía ambas poblaciones. Es posible que este puente existiera por estas fechas y se obviara porque el dibujante tuviera mucha prisa, aunque no lo creo. De cualquier forma, tuvo que ser originalmente de una envergadura menor dado que el tránsito entre Yunquera y El Burgo antiguamente no era comparable con el de Málaga - Ronda pasando por Ardales-El Burgo.

El Puente Viejo 

    Recordemos que en aquellas fechas no existía la carretera que une El Burgo con Ronda. Ambas poblaciones se comunicaban con el sendero que asciende por el Turón y cruza bajo la espectante torre de Lifa, una vía de comunicación natural empleada desde tiempos inmemoriales y que atraviesa el valle del mismo nombre, que hoy día es muy frecuentada por senderistas.

    Volviendo al Puente Romano ¿Porqué no es un puente romano? Este puente, por sus caracteres constructivos y sus materiales, seguramente que hunde sus raíces en el siglo XVIII. Y no cabe duda de que posteriormente ha sido recompuesto en varias ocasiones pues a lo largo de los siglos su uso ha sido muy intenso y su afección por las aguas del Turón, notable. Pero no es romano. Y yo diría, incluso, que este no es el mismo puente que el del dibujo, sino otro más tardío que se construyó en el mismo emplazamiento y que posiblemente sea del siglo XIX o incluso de los primeros años del XX. Los motivos pueden ser varios, desde arreglar una infraestructura dañada por el agua o por las avenidas, hasta querer reconstruirlo para darle anchura y más resistencia, acorde con un uso más intenso. Tengamos presente que la hidrodinámica de los ríos mediterráneos es brutal, literalmente desquiciante, y que en épocas de fuertes lluvias y grandes avenidas causan enormes estragos y afectan a muchas infraestructuras. Y siempre uno de los primeros elementos más afectados por su ubicación de "vanguardia" son los puentes. Y es que un puente sobre un río impeuosamente mediterráneo tiene el tiempo contado. Muy contado.

 El Puente de Málaga o Puente Romano

  

Otra imagen del Puente de Málaga 

    Ahora bien, que sea más reciente en el tiempo no le resta todo el inmenso valor que tiene.

    El autor del dibujo ha pretendido representar en su composición o ladrillos o sillares, no estamos seguros del todo, y en los pretiles observamos unos puntos negros que interpretamos como rocas que formaban parte del muro de mampostería que los componía. Sabemos que el puente de Málaga es de ladrillo de barro cocido de gran módulo, que despliega un precioso arco de medio punto que une ambas orillas.

 

El río Turón

    El río Turón es el elemento articulador y dador de vida no sólo de El Burgo, sino también de todo su valle que a modo de gran arteria vivifica extensos paisajes y abasteció durante siglos molinos de harina, de aceite y posiblemente algunos batanes. Nace en las entrañas de la Sierra de las Nieves, como el río Grande, el Guadalevín, el Genal y el río Verde de Istán, que se embalsa en el pantano de la Concepción y se conforma como la gigantesca pileta donde abreva el turismo de la Costa del Sol. Sin él, el turismo en la costa sería de otra manera.

    Mucho más abajo, pasada la sombra de la impresionante fortaleza del Turón y el pueblo de Ardales, las aguas de este río se remansan en la presa del Conde del Guadalhorce, que contribuye a abastecer los cultivos de regadíos de este histórico valle y a la ciudad de Málaga, permitiendo su extraordinario, polémico y parasitario desarrollo turístico.


Representación del río Turón
 

    Este río, que todavía alberga unos ecosistemas de extraordinario valor, se representa en el dibujo como un cauce que discurre desde la esquina inferior derecha hacia la parte superior. En sus márgenes se dibujan varios árboles que no se pueden identificar. La verdad es que el autor no se ha calentado mucho la cabeza para representarlo.


Unos relajados galápagos leprosos se ponen morenitos al sol a orillas del Turón

¡Qué cabrones! ¡Ellos que pueden, que lo disfruten! 

 

    Como curiosidad, señalar que en Asturias existe un río Turón que nace en La Güeria de Urbiés.

 

El Castillo de Miraflores

    Llama la atención que el dibujante no haya representado ni un sólo elemento del llamado castillo de Miraflores, una fortaleza de origen andalusí que tuvo un papel crucial y estratégico durante todo el medievo, especialmente durante la etapa nazarí, período a los que pertenecen la mayor parte de los restos conservados. Sin embargo, la presencia de distintas técnicas constructivas en sus paramentos y torres lleva a pensar en diferentes momentos constructivos en distintas épocas, lo que muestra la importancia de esta fortaleza a lo largo del tiempo, especialmente durante los siglos medievales. En parte de ellos observamos el empleo de una técnica constructiva denominada mampostería enripiada, que delata la pertenencia al famoso programa constructivo del emir nazarí Muhammad V (reinados 1354-1359 y 1362-1391). Éste llevó a cabo numerosas obras de reforma, ampliación y construcción de fortalezas en todo el emirato nazarí, para conjurar el peligro de la invasión castellana. Para que nos hagamos una idea, este emir completó el Palacio de Comares y construyó el Palacio de los Leones de la ya eterna Alhambra de Granada. En la Sierra de las Nieves, por estas fechas, se mejoran las fortalezas de Tolox, Alozaina y Monda, donde se aprecia la influencia de ese programa constructivo. Incluso en la torre de Lifa es posible apreciar esta técnica constructiva. 


Una de las torres del castillo de Miraflores

    Esta fortaleza ocupaba (y ocupa) la parte más elevada del cerro en el que se encuentra el pueblo, conformando un espacio fuertemente protegido por recias murallas y torres, en parte aún observables, donde hubo otros elementos como aljibes, determinadas dependencias y posiblemente dos accesos, uno al este, a través de calle Pretil y otro al oeste, en calle Calzada. Es incluso posible que contara con un arrabal cercado con un acceso a través de la actual calle Escaloncitos, que lo conectaría con la zona de la actual plaza de la Villa a través de un portillo. Curioso es que perpendicular a esta calle se encuentre la calle Porrillo, que parece seguir el trazado de la antigua muralla y donde se observa alguna que otra torre. ¿Acaso estamos ante la corrupción de Portillo? Pero esto es sólo una especulación.

Fotos de mediados del siglo XX de una de las torres

 

La misma torre en octubre de 2025


    Se ha especulado mucho sobre el origen de El Burgo asociado a un espacio fortificado muy antiguo sobre el cerro donde se asienta el castillo, la iglesia, la plaza de la Villa… Recoge Gómez Teruel en El Castillo de El Burgo (Revista Jábega, n.º 3 de 1973):

En el Castillo se puede ver el paso de distintas culturas: su origen fue un poblado céltico; los cartagineses construyeron una torre vigía (Torres de Aníbal); en tiempos del emperador Trajano tuvo privilegio imperial, por ser paso obligado durante años de las legiones romanas, ya que se encontraba junto a la Calzada romana que iba de Acinipo a Málaga (restos de esta Calzada se puede ver en el Puerto de los Empedrados).

    Y aunque en la actualidad esto está ampliamente superado, nos lo seguimos encontrando en numerosas publicaciones digitales. Si bien es cierto que El Burgo, por su posición intermedia entre la zona de Málaga y la zona rondeña, por la riqueza y fertilidad de sus tierras, por sus aguas… ha recibido una ocupación humana intensa, diversa, amplia y muy temprana desde los constructores del Dolmen de la Cruz Blanca (Calcolítico Antiguo) hasta nuestros días. Sólo hay que consultar el Documento de Aprobación Inicial del Plan General de Ordenación Urbanística de El Burgo, donde se recogen los catálogos del patrimonio cultural, para ponderar la enormidad arqueológica y patrimonial de su territorio, que no es más que el reflejo de la honda huella de la presencia humana en un territorio de una riqueza excepcional. Desde luego que el cerro que ocupa el pueblo y el castillo debió estar ocupado desde muy antiguo.

    No vamos a seguir por esta senda y volvamos al dibujo de marras, en el que no atisbamos nada que podamos conectar con la singular fortaleza burgueña a excepción de un elemento que después de mucho mirar, mirar y remirar, cabe a la interpretación. Junto a la torre del campanario de la iglesia se aprecia un espacio en blanco rematado por dos protuberancias ¿Estamos ante un paño de muro con dos merlones? Mucha imaginación hay que tener, pero ahí lo dejo.

    En estos tiempos el castillo de Miraflores debía ser muy visible e imponente, pues los edificios solían ser de pequeño tamaño, salvo algunas excepciones. Hoy día los notables vestigios del castillo de El Burgo, que fue una de las fortalezas malagueñas más importantes del período nazarí, se encuentran parcialmente ocultos y tectónicamente parasitados por construcciones más recientes. Decir que algunos elementos se encuentran afectados negativamente por el crecimiento de la vegetación, cuyas raíces se introducen peligrosamente entre los mampuestos que conforman las torres y elementos conservados, debilitando la construcción, socavándola… con el predecible final de desmoronamiento si no se actúa y elimina esa vegetación. 


Torre afectada por el crecimiento de la vegetación
 

    Sin embargo, lo que más me impresiona es que los restos de esta formidable fortaleza no cuenten con un estudio particular, ni un Plan Director, ni se encuentren puestos en valor, dado que en potencia suponen un recurso turístico y cultural de extraordinario valor.

Imagen del pueblo de mediados del siglo XX, es impresionante el volumen de la fortaleza en aquellos años

     Bueno, pero antes de terminar con el castillo ¿sabe alguien porqué se le llama Castillo de Miraflores? Eso no lo he podido averiguar. 

 

¿Dónde están los molinos?

    Curiosamente, no aparece representado el molino de harinero cuyos restos se encuentran en el Paseo de la Acequia, junto al Turón. Un molino que al parecer, en la primera mitad del siglo XX produjo electricidad e hielo. No es una excepción en la Sierra de las Nieves. Muchos molinos harineros se reorientaron a la producción de electricidad, como el Molino de San Miguel en Istán. Otros incorporaron pequeñas dinamos para alumbrarse, como se conoce en Jorox. Los pueblos de la Sierra de las Nieves están trufados de estos maravillosos ingenios, pruebas excepcionales de la irrompible unión marital entre el agua y los aprovechamientos humanos.

 Los escasos restos del molino al final del Paseo de la Acequia 

    En estos dibujos es raro que se obvien los molinos harineros, que se representan normalmente con uno o dos arcos (como ocurre en Casarabonela o Tolox). Los molinos harineros en los pueblos eran unas infraestructuras básicas, dado que molturaban el cereal para su transformación en harina para transustanciar ésta en la base de la alimentación del mundo rural: el pan. En El Burgo a mediados del XVIII, había varios molinos de aceite y de harina. Lo sabemos porque viene recogido en la respuesta n.º 17 del Catastro de Ensenada. Había uno de aceite en el maltrecho convento, que se conserva en parte; había otro de aceite movido por agua en el partido de la Fuensanta (que incorporaría más adelante otro de harina) y cuyos restos aún se conservan y son visitables; había otro molino de aceite dentro del pueblo “que muele con vestia” y otro molino de aceite cerca del pueblo que también “muele con vestia”.

    Había un molino mixto, esto es, de aceite y de harina, que molturaba con las aguas del río Turón y se encontraba cerca del pueblo:

“...Dn Fernando de Perea tiene otro zerca del Pueblo que muele con agua del río y tiene dos piedras la una para Azeite por la que le regulan de Utilidad a el año setecientos reales Von (vellón); y la otra para Pan moler la que tiene arrendada en quarenta y seis fantegas de trigo...”

Y luego había otros dos molinos harineros movidos por las aguas del Turón, uno perteneciente al concejo de la villa y otro a

“...el conzexo desta Villa tiene otro de Pan Moler con una Parada en el partido de las huertas de arriba con agua del rio zerca de la Población…”

“...el Convento de los (….) del orden de Carmelitas Descalzos tiene otro de Pan moler con una parada Zerca del Pueblo con agua del río…”

    No tenemos forma de saber si el que se encuentra asociado a la acequia del paseo es uno de los tres últimos o si, en cambio, se trata de una construcción posterior. Lo que esta respuesta nos muestra es el fuerte vínculo de los burgueños con las aguas del río Turón.

 

Respuesta nº 17, donde se habla de los molinos de El Burgo

 

El convento, el Santo Desierto de Nuestra Señora de las Nieves

    En el ángulo superior derecho aparece representado el convento del Santo Desierto de las Nieves. El dibujante ha esbozado dos edificaciones y lo que parece una cerca, de la que parte un camino escalonado hasta la puerta del primero de ellos, que está a la izquierda. Este edificio es de volúmenes cúbicos y se cubre con un tejado a dos aguas con tejas de medio cañón, que sostiene una espadaña que albergaría una campana. Seguramente haya tratado de representar la entrada al convento. En él apreciamos tres vanos, a saber, el de la puerta de entrada, rematado con arco y otros dos más pequeños en la parte superior, a modo de pequeñas ventanas.


Representación del convento
 

    Junto a este edificio, adosado a él según el dibujo, nos encontramos otra construcción de parecidas características, sólo que cubierta por  una bóveda que se encuentra rematada con lo que parece una linterna para dar luz al interior. No tenemos conocimiento de que el convento tuviera ningún edificio que se rematara externamente con una cúpula. La iglesia si que la tiene, pero al interior. No sabemos si el dibujante estuvo realmente en el convento o realizó el dibujo siguiendo algunas indicaciones.


    Las paredes de ambas edificaciones son presentadas con sillares. No sabemos si se trata de una licencia del dibujante, si realmente tenía sillares o si, por el contrario, éstos se encontraban pintados sobre el enlucido, que era lo más común para la época. Esto se hacía para darle más prestancia a una edificación que normalmente se construía a base de humilde mampostería. Ciertamente algunos edificios del convento conservan parte de decoración pictórica parietal.

    Rodeando el conjunto se advierten varios árboles.

    Existen al menos tres representaciones más del convento. En un mapa de la tierra de Ardales del siglo XVIII, aparece fugazmente dibujado y en otra representación del siglo XVIII que tiene mucho mayor nivel de detalle. Se trata de un dibujo conservado en el Archivo Histórico Nacional que se elaboró con motivo de unos deslindes de tierras. La última se encuentra en la Iglesia del Espíritu Santo de Ronda, donde se representa a la Virgen de las Nieves y a sus pies, el Desierto y sus ermitas.


Dibujo del siglo XVIII donde se recoge el convento, las ermitas
y su cerca 
 

Representación de la Virgen de las Nieves en la Iglesia del Espíritu Santo de Ronda, con el convento del Santo Desierto de las Nieves a sus pies 
 

    A este convento también me gustaría meterle mano para mi blog, pero, ¡ay! el tiempo, el tiempo… ya veremos si llegamos. Muy recomendable la entrada que Francisco Jurado le dedica a la Iglesia del Convento de las Nieves en su irrepetible blog VIAJEROS EN CORTO.


La ermita de San Sebastián

    Según Agustín García Chicón, la construcción que se refleja en la esquina superior izquierda de la composición puede tratarse de la Ermita de San Sebastián. Si observamos con atención, esta construcción, que es muy similar al resto de las viviendas, se encuentra rematada por un campanario o una espadaña.



Representación de la ermita de San Sebastián
 

    El edificio, al que se le otorga un supuesto origen gótico, hoy día se encuentra muy restaurado. Externamente (no he tenido la oportunidad de entrar en su interior), conserva un arco de medio punto orlado por ladrillos de barro cocido y con alfiz, que se apean  en pilastras, sobre impostas. El arco está formado por dovelas de tamaño regular, al igual que el alfiz. Las pilastras alternan piezas de mayor tamaño con otras de menor tamaño, imprimiendo cierto ritmo. 

 Detalle de la portada

 


 Detalle del arco

 

    El material constructivo es el sillar de arenisca que, por su naturaleza, presenta un fuerte deterioro, de ahí que no se aprecie si tuvo algún detalle labrado. En la portada principal de la iglesia también se empleó este material, pero se conserva en mejor estado.

 

Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación

    El Burgo cuenta con una de las iglesias más bellas de los pueblos que conforman la Comarca de la Sierra de las Nieves. Naturalmente, el autor del dibujo no podía pasarla por alto.

    El templo tiene tres naves, de mayor anchura y altura la del centro, sustentadas por arcos apuntados y es que esta construcción es de finales del siglo XV. Esos arcos se apoyan en unos fuertes pilares poligonales de ladrillo de barro cocido y cuenta con una armadura de madera de tradición mudéjar. La cabecera se compone de tres capillas, la central, la capilla mayor, está cubierta por una bóveda de terceletes y ligaduras, y a sus lados se encuentran sendas capillas dedicadas a la Virgen del Carmen y la Virgen de los Dolores.

 
Representación de la iglesia de la Encarnación



    Posee dos accesos, uno lateral, del siglo XVIII, con arco de medio punto entre dos pilastras que rematan en un pequeño frontón curvilíneo, con dos piezas de cerámica. El principal, que se encuentra a los pies del templo, cuenta con una sencilla portada gótica con arco apuntado elaborado con dovelas de arenisca muy bien trabajadas. Sobre ella, una pequeña ventana cuadrada. A la derecha, un óculo. Ambos vanos dotarían de una humilde iluminación al interior. En la jamba derecha tiene dos pequeños detalles que muy pocos habrán apreciado. En uno de los sillares hay tallada una cruz y algo más arriba observamos unos viejos trazos a lápiz de complicada interpretación. La cruz es anterior a los trazos. Es imposible datar cronológicamente estas representaciones que son bastante frecuentes en nuestros templos, aunque pasen desapercibidos. En Tolox, por ejemplo, encontramos un cohete tallado en la puerta; en Ojén, algunas letras y casas; en Monda, una cruz en la puerta principal y otros motivos religiosos en puertas interiores. Estas inscripciones o grabados se extienden (o extendían) por algunas paredes de los templos, como es el caso de Casarabonela, donde encontramos algunas cruces y determinadas consignas falangistas de la época de la Dictadura.

Portada gótica de la iglesia

 

Cruz grabada en la jamba

 

 Repintado de la cruz sobre la jamba

    Junto al cabecero se levanta una torre que alberga un campanario con cubierta a cuatro aguas rematada por una cruz. Al igual que en Tolox, la torre se encuentra en la cabecera del templo. Las iglesias son edificios tan antiguos que en la mayor parte de los casos han pasado por profundas reformas, ampliaciones… que han modificado por completo su aspecto original. Ya lo vimos en su momento con la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, en Monda. 

    Sobre la iglesia de El Burgo hay cierto debate. Se viene aceptando que bajo los pies de este templo se encontraría la antigua mezquita que alimentaría la fe de los burgueños andalusíes. En 2020 la empresa Astarté-Estudio de Arqueología, S.L.L. llevó a cabo una vigilancia arqueológica en la Plaza de la Villa, a los pies de la entrada principal. Los restos cerámicos, de un muro y de parte de un pavimento de piedras que se exhumaron y fueron dataron en el siglo XVII, aunque hay que decir que los arqueólogos no agotaron el estrato arqueológico, esto es, no siguieron profundizando hasta llegar al nivel natural agotando la secuencia cultural. Eso sí, durante la excavación aparecieron restos del “zócalo original” de la iglesia a cota muy baja, con decoración incisa. Lo de la originalidad del zócalo lo pongo entre comillas porque un edificio de más de medio milenio ha debido recibir varios tratamientos y arreglos en los enlucidos de los paramentos, con lo que no es tan sencillo advertir si es o no el zócalo original. Sin embargo, indiscutiblemente, esos esgrafiados son antiguos. No puedo decir que son de cuando se levantó el templo, porque ha recibido varias reformas, pero si que tienen varios siglos.

 Restos del antiguo zócalo de la iglesia (Astarté-Estudio de Arqueología, S.L.L. ) 

    Otra de las cuestiones que se viene aceptando ampliamente es que su torre campanario tiene origen en el alminar de la mezquita. Lo cierto es que la que se conserva, al margen de que pueda determinarse su origen, responde estéticamente a la tradición mudéjar, donde se emplea el ladrillo de barro cocido y donde se abre unas ventanas alargadas y estrechas rematadas en arcos de medio punto con alfiz. Dos en sus lados mayores, una en sus lados menores. Se cubre con tejado a cuatro aguas rematado por una veleta. Llama a la vista por sus arcos y su solidez constructiva, a base de ladrillos de barro cocido, encontrándose algunos de sus ángulos reforzados por sillares o sillarejos, que se vislumbran a través de incontables capas de cal. 

 Torre campanario de la Iglesia de la Encarnación 

    Como curiosidad señalar que hace unos años durante unas obras de restauración, aparecieron bajo el pavimento de la iglesia numerosos enterramientos, que posiblemente se extiendan por parte de la plaza de la Villa. Esto es muy normal. Hasta los primeros años del siglo XIX los cuerpos se sepultaban dentro de la iglesia o en sus inmediaciones, según la costumbre. Era una forma de estar “más cerca” del Altísimo. Pero esto provocaba unos riesgos de infecciones y de epidemias muy altos, por lo que a finales del siglo XVIII, en pleno meollo de la Ilustración, la Corona ordenó la construcción de cementerios a las afueras de las poblaciones. Estaba tan arraigada la costumbre que hasta la primera mitad del XIX no se dejó de enterrar bajo las iglesias.

    Lo que no nos vamos a encontrar en esta representación es la Iglesia de San Agustín, porque se construyó a mediados del siglo XX.


    Y bueno, hasta aquí hemos llegado. Seguro que algo me dejo en el tintero. Si alguien quiere aportar algo más, que no se corte, bienvenido sea.

     ¡Hasta la próxima! 

 

 (c) Diego Javier Sánchez Guerra.

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

LA ATALAYA DE LIFA (RONDA). UN LEGADO HISTÓRICO QUE SE DESMORONA ANTE LA PASIVIDAD DE LA SOCIEDAD Y DE LAS ADMINISTRACIONES


La torre de Lifa sobre su peña, a contraluz

El sábado ocho de noviembre de 2025 me di el madrugón y fui a visitar la torre de Lifa, que se ubica en el valle del mismo nombre entre Ronda y El Burgo, y que sorprendentemente aún no conocía. En el poco tiempo que tengo libre he retomado un proyecto que tenía en mente hace años, el de elaborar una guía con las fortalezas y torres más importantes del Parque Nacional Sierra de las Nieves y su entorno. Un trabajo que me hace sufrir bastante porque en esta materia poseemos un legado impresionante que no está puesto en valor y que en algunos casos se encuentra terriblemente deteriorado. En algunos casos en estado crítico, diría yo. Y la torre de Lifa, por desgracia, no es una excepción.

En los días previos a la visita había buscado información tanto del sendero de acceso como de la misma torre. De lo primero, hay información a porrillo entre blogs de senderismo, rutas oficiales como la Gran Senda de Málaga o el GR Sierra de las Nieves, guías... Hay que ser muy torpe (y mira que yo lo soy) para perderse dado que además de la abundante información, el sendero está muy bien señalizado. De lo segundo, de la torre, me sorprendió que no hubiera prácticamente nada. La poca información que logré encontrar, como todo en internet, había que cogerla con pinzas. No he hallado ningún artículo serio dedicado a esta torre, ni ninguna publicación específica. Nada. Lo cual no quiere decir que no exista y que se encuentre recogida en algún inventario no publicado. A ver si alguno de los que leen esto me pudiera indicar. Incluso en la Guía Digital del Patrimonio Cultural Andaluz la información que se ofrece hay que cogerla con pinzas. En fin, es y era tal la poca información, que no tenía del todo claro si la torre era de planta cuadrada o circular. Algunas de las fotos que había visto me hacían sospechar que era de la segunda tipología, pero esas imágenes que he consultado pertenecen casi todas a grupos de senderistas en las que la torre es un elemento más para posar en un encuadre y no las acababa de ver del todo claras.

Ruta a la Torre de Lifa, Cornicabras del Valle de Lifa y Cascada, en Wikiloc 

Así pues, aquel día me levanté bien temprano, me puse mi atuendo, cogí los bastones y la mochila y me encaminé al coche. A la altura de río Grande paré brevemente en la venta de Umami, donde Antonio me puso un buen café turboalimentado, tras lo cual proseguí mi ruta. Empezaban a despuntar los primeros y perezosos rayos de Sol cuando iba a la altura de mi querida Yunquera. Antes de llegar a El Burgo, que nos recibe desde la carretera con esa imagen de postal en la que se echa de menos la cascada clorofílica de chumberas que se descolgaba bajo el castillo y la iglesia, tomé el camino del dique, vía que tuve que circular durante ocho kilómetros. El carril está bastante bien, es ancho, posee buen firme y un buen tramo hormigonado y el resto, de tierra, se encuentra en muy buenas condiciones. Y los paisajes que acompañan son de auténtica fábula. 

 Buenos días desde Yunquera 

Una vez estacionado a un lado del carril, junto a la baliza del inicio del sendero, comprobé que llevaba todo lo que debía llevar: cámara de fotos, bastones, pañuelo para la perola, mochila con el agua, papel, una arroba de vino dulce y, por supuesto, el bocata de jamón con aceite y unas buenas rodajas de tomate para que el pan estuviera bien pringado y no se hiciera bola. Desde este punto hasta la torre hay como unos tres kilómetros y medio o cuatro de sendero que asciende suavemente tras una pequeña bajada hasta el río. Todo el sendero está densamente rodeado de vegetación, destacando el afamado cornicabral de Lifa, y de algunos tajos por los que transitan tranquilas las monteses, mientras que algún que otro buitre surca el cielo tranquilamente de vez en cuando sintiéndose el verdadero amo de estos lares. Pero también hay enormes pinares y varios olivares abandonados, devorados por la maleza.

 El valle de Lifa y su torre, sobre la peña del fondo 

Uno de los muchos y bellos tajos del entorno 

Recorro con tranquilidad el sendero, haciendo fotos, contemplando los paisajes, curioseando entre las piedras… para no acelerarme y no soliviantar demasiado a mi ajado corazón.

 Un pedazo de cabrón controla su manada 

 El cornicabral y la torre de Lifa. Al fondo, el Caramolo del Queso

Se puede observar que la huella humana se hace muy patente patente por estos parajes. Hay algunos antiguos corrales, unos exentos y otros aprovechando el humilde amparo de alguna peña. También se observa en un par de lugares algo de cerámica medieval de época emiral (siglos IX-X) dispersa por el suelo, prueba de que esta zona ha sido habitada desde muy antiguo y ha tenido un importante papel como lugar de paso. Igualmente hay algunos pequeños cortijos en ruinas en las inmediaciones. Próximo a la torre se mantiene el cortijo de Lifa, dedicado a labores agrícolas y ganaderas.

 

Fragmentos cerámicos de época emiral (siglos IX-X) 

En primer plano, uno de los corrales de ganado, en segundo,

la torre de Lifa

 
 
Otro pequeño corralillo en las inmediaciones de la torre de Lifa 

Cerca de la torre, como a unos quince minutos a pie, me dio un apretón que me hizo perder el equilibrio, me entraron sudores fríos y hasta empecé a ver turbio. Enajenado por la belleza de esos únicos paisajes busqué un rinconcito fuera del sendero -no fuese a sorprender a otros senderistas- y contemplando el extenso cornicabral que se desplegaba ante mi vista y ante mis pies, contribuí a devolver a la Madre Naturaleza con mi más placentero agradecimiento parte de aquello que antes había sido suyo, aunque algo transformado. Dios santo lo que dejé allí, media vida. 

Panorámica de Lifa desde otra perspectiva, gracias a Comando Preston

Una vez repuesto y más, mucho más ligero, tanto que me balanceaba al andar, dirigí mis pasos con cierta impaciencia hacia la ya cercana torre, que desde su elevada posición me miraba con querencia. Sus vestigios, que aguantan estoicamente la verticalidad, evocan en el viajero la imagen de esas ruinas románticas invadidas por la vegetación, misteriosas, que se recogen en muchos libros de viajeros del siglo XIX.


 La torre de Lifa apeada al borde del tajo, una imagen irrepetible

Antes de comenzar la subida y como siempre voy mirando al suelo, al igual que los marranos truferos, encontré por el entorno más cerámica emiral (siglos IX-X), pero esta vez en mayor concentración e identificando ya algunos fragmentos como pertenecientes a recipientes cerámicos determinados así como algunas asas. Y es que cerca, muy cerca, debió haber un pequeño asentamiento de esa época que nada tuvo que ver con la torre. En la información que había leído se indicaba que en las inmediaciones había una fortaleza o restos de ella de época hafsuní que había tenido un papel protagónico durante la primera fitna o guerra civil (870-929). La fortaleza de Lys. Esto, que numerosas webs recogen copiándose unas a otras y atribuyen a Diego Rivero Maqueda (Hablan los topónimos. Ronda fue Bobastro, 1992), como que no lo acabo de ver. Tanto el trabajo de Rivero Maqueda  como el anterior de su paisano Jorge Alonso García, La ciudad del castillo (Bobastro, Tacorona, Ronda), 1987, han sido muy criticados por la comunidad científica y por especialistas en el tema al tratar, entre otras cosas, identificar Bobastro con Ronda con argumentos muy poco sólidos.

 Más cerámica emiral (siglos IX-X)

Veamos. Muy, muy resumidamente: tras el colapso del imperio romano, numerosos pueblos “bárbaros” se asentaron en gran parte del otrora invencible imperio, las ciudades y la vida urbana decayeron perdiendo población, la economía sufrió una fuerte ruralización y las gentes de las zonas rurales -que por estas fechas ya profesaban el cristianismo- empezaron a caer en cierto proceso de servidumbre bajo el poder de los dueños de la tierra, los descendientes de los potentados romanos. Para evitar esta circunstancia, mucha gente cogió sus bártulos y se marchó a la sierra, a los montes, a las zonas agrestes, huyendo de la inestabilidad social, económica y política, y de ese proceso de servidumbre. En estas zonas montuosas y más alejadas desarrollaron una economía de subsistencia basada en la agricultura y la ganadería. Pobres, pero medianamente libres.

Este fenómeno se observa en otras zonas del mediterráneo, no es exclusivo de nuestra tierra. Con la llegada de los musulmanes al solar ibérico, esta tendencia se acentuó. De esta manera, en los ámbitos serranos de la Sierra de las Nieves existen muchos de estos pequeños asentamientos que tuvieron su final cuando terminó la primera fitna (929) y el emir (más tarde califa) Abderramán III, obligó a sus pobladores a bajar al llano, a zonas más controlables por las autoridades.

Esa fitna, esa guerra civil se produjo porque los emires de Córdoba, en el trance de consolidación de su poder y de conformación de un estado islámico, quiso someter a tributo a estas y otras comunidades de aldea. El carismático muladí Omar Ibn Hafsún supo atomizar el descontento de todas estas poblaciones y pudo conformar durante décadas una fuerte oposición territorial contra los emires cordobeses que a punto estuvo con dar al traste con el proyecto de estado musulmán. A su causa se le sumarían también grupos beréberes y algunos árabes, logrando conformar un territorio rebelde con una amplia base territorial y social. En su apogeo llegó a dominar todo el arco montañoso rondeño y determinadas áreas de Málaga, de Granada, Jaén y Sevilla.


Extensión aproximada de la rebelión de Omar ben Hafsún en torno al 912, antes de las campañas de Abderramán contra él y sus hijos, que concluyeron con el aplastamiento de la larga sublevación contra la autoridad cordobesa en el 928. Fuente: Wikipedia


Pero el ejercicio del poder, desgasta. Las desafecciones y las retiradas de apoyos, la muerte de Hafsún en 917 y la incapacidad de sus hijos por mantener la rebeldía, sumado a la entrada en la escena de otro de los personajes más singulares de al-Andalus, Abederramán III, acabarían dando al traste con la revuelta hafsuní, que quedó completamente aniquilada en 928. Hafsún tenía su capital en Bobastro, en el irrepetible paraje de las mesas de Villaverde. A modo de cinturón, en los cerros próximos, se elevaban otras fortalezas que protegían y daban seguridad a Bobastro. Lifa quedaba bastante lejos del corazón hafsuní y que en sus inmediaciones haya una fortaleza, pues, que yo sepa, si es así, no se ha encontrado. No digo que no exista, sino que no ha sido hallada.

Menudo rollo que acabo de soltar ¿eh? El proceso es mucho, mucho más complejo, pero no es el tema de hoy. Lo único que quería es poner un poco de contexto y no se si he causado más lío. Por tanto, este pequeño asentamiento, del que hoy solo quedan los vestigios cerámicos, aparentemente, no tiene nada que ver con la torre de Lifa que, siendo andalusí, es más reciente en el tiempo.

Tras seguir husmeando un poco, comencé a subir el farallón calizo sobre el que se alza esta torre, que a ratos me recuerda a aquel famoso escenario de Los inmortales (Highlander) donde Sean Connery pierde, literalmente, la cabeza a manos del malo. Los que ya peinen canas o como yo le saquen brillo a la calva, sabrán de que hablo. A medida que uno sube, contempla con pena y tristeza los muchos escombros esparcidos que una vez fueron parte de esta torre. Y es que de ella se conservará un cinco o un seis por ciento de lo que fue, lo suficiente como para hacernos una idea de como era. 

 Y no soy yo el único que lo piensa, sino, mirad a Comando Preston


Descripción de la torre de Lifa

En primer lugar y como sospechaba por las fotos que había visto, pude comprobar que esta atalaya es de planta circular. No se cuantos metros de diámetro tendría originalmente, pero no serían muchos, tal vez unos cinco o seis, como mucho. Otras que hay en territorio malagueño y que también tienen la funcionalidad de atalaya, son cilíndricas y tienen entorno a los 4,5 – 5 m (torre del Atabal en Málaga; la Torrecilla de Teba; torre de Zambra, en Casabermeja...). Viene al caso traer a colación el trabajo de David Ortega (UGR) sobre el Sistema de vigilancia en época nazarí: las atalayas de la Axarquía de Málaga, donde localiza y documenta más de una treintena de estas construcciones. Un estudio realmente excelente.

 Canto y cara externa de la torre de Lifa 

 Interior de la torre de Lifa 

Está edificada con la técnica de mampostería enripiada tomada con un mortero fuerte de cal. Los mampuestos que la conforman son rocas calizas del lugar y entre ellos no aparecen ni fragmentos de ladrillo de barro cocido ni trozos de tejas. El muro tendrá alrededor de un metro de anchura. Esta técnica constructiva consiste en recalzar los mampuestos con ripios para darle más solidez a la obra. Esta técnica se generalizó en multitud de fortalezas y torres en época del emir Muhammad V, que llevó a cabo un ambicioso programa de refortificación de todo el emirato nazarí. Esta técnica la observamos en el castillo de El Burgo, en el castillo de Monda, en la torre de María Sagredo (Alozaina)... Exteriormente todavía se advierte parte del enlucido que la envolvería y la protegería por completo de los nocivos efectos meteorológicos. Un enlucido realizado a base de una argamasa rica en cal. La torre de Lifa era maciza hasta cierta altura, quizás uno dos metros (es difícil de precisar dado el nivel de destrucción), no más porque por los restos conservados se advierte claramente la existencia de una estancia interna a no mucha altura. No estamos ante una torre almenara costera, que tiene otras características.

 Detalle de la composición de mampostería enripiada

Es desolador el aspecto que presenta, con enormes pérdidas de material constructivo. Se advierte en la pared externa la proliferación de vegetación rupícola, muy peligrosa, dado que con sus raíces horada el interior de la torre y provoca su desmoronamiento. En su pie también he observado la pérdida de varios los mampuestos de base, lo que va a provocar un derrumbe en cualquier momento. 

 Vegetación rupícola

 

Detalle de la peligrosa pérdida de parte de la base de la torre

Sobre este primer cuerpo macizo se levantaba otro cubierto con una bóveda semiesférica a base de ladrillos de barro cocido de la que quedan sólo unos cuantos de ellos en su posición original. Estos ladrillos hubo que trasladarlos desde alguna población, desde Ronda o desde El Burgo, a lomo de bestias. Bajo estos ladrillos se mantiene aún parte del enlucido original de la estancia interna. En él se advierte lo que podrían ser varios grabados, entre ellos uno similar a una cruz. Espera un momento, quillo. ¿Una cruz dentro de una torre musulmana? Pero ¡hombre! ¿Qué me estás contando? Pues sí, así es. Y es muy fácil de explicar. Tras la derrota de los musulmanes, los cristianos se apropiaron de sus fortalezas, torres, mezquitas, diferentes construcciones… y a algunas durante cierto tiempo les dieron usos similares. No es de extrañar que tras la ocupación cristiana aparezcan cruces y otros motivos que busquen sacralizar de alguna manera el espacio que antes fue “infiel”. Pero, vamos, lo del posible grabado lo digo con toda prudencia. Eso tendría que valorarlo un experto de verdad, no uno de cascarilla y chichinabo como yo.

 Detalle de lo único que queda de la bóveda de ladrillo que poseyó

Posible grabado de cruz 

En esta estancia, a varios metros del suelo, se encontraba la puerta de acceso al interior. Estas torres, como las almenaras costeras, por seguridad no tenían la entrada a pie de construcción, sino a varios metros de altura, para dificultar el acceso en el improbable caso de asedio. Ésta sería de pequeñas dimensiones, más similar a una ventana pequeña que a una puerta y seguramente rematada en arco de medio punto. El torrero subiría por una escala que, una vez dentro, recogería para, a continuación, cerrar y trabar el portillo de acceso. 

Lo más seguro es que sobre esa bóveda se levantara el terrado o la terraza, como vemos en otras torres atalayas de Málaga de parecidas características. Aunque no habría que descartar que tuviera otro cuerpo más con estancia y sobre éste, la terraza. Pero más bien creemos que lo primero porque por su posición ya de por sí muy elevada (alrededor de 1000 msnm), esta torre no tenía porqué ser tan grande como las de la costa, por ejemplo. Además, su funcionalidad era la de vigilar el entorno ante posibles peligros, no la de aguantar un asedio. Es muy posible que la terraza se encontrara dotada de un peto o de merlones. En la terraza, a la altura del portillo de acceso, muchas torres contaban con ladroneras o matacanes. La ladronera, según la 5ª acepción de la RAE, es una "obra voladiza en lo alto de un muro o una torre". La misma entidad define matacán en su 5ª acepción como "obra voladiza en lo alto de un muro, de una torre o de una puerta fortificada, con parapeto y con suelo aspillerado, para observar y hostilizar al enemigo." La función de este elemento era la de poder hostigar a los enemigos que estuvieran intentando acceder al portillo desde la protección de un parapeto de piedra, arrojando rocas, flechas... Dado el grado de destrucción de la torre de Lifa, no tenemos forma de saber si llegó a contar con alguno.

Torre del Cantal, Rincón de la Victoria


Torre del arroyo Vaquero, Estepona, que cuanta con varias ladroneras

Desde la estancia abovedada a la terraza se accedería por una estrecha escalera interior adosada a la pared, que podía ser de obra o de madera. En el caso de la torre de Lifa es imposible saberlo. 


Las fuentes documentales

He estado indagando en algunos documentos -los que me han sido más accesibles- a ver si encontraba alguna mención a esta atalaya. Me la he encontrado referida muy fugazmente en el Asiento de las cosas de Ronda, documento de 1485 que recoge como tras la conquista de los castellanos debía ser la organización del gobierno de la villa y su reparto (tierras, huertas, casas...). En el anejo VIII vienen recogidas las ordenanzas de Ronda, 

v) Otrosy, que si algunas cosas o prouidençias salieren ynçiertas, que sean de las que están proveydas, que como debda del Repartimiento se aya de complir e pagar ante que otra cosa alguna de qualesquiera cosas y (fº CCXLV) casas e heredades e vezindades vacantes que vacaren y se fallaren de lo que se fallare que quedo por dar y proueer y no oviendo desto vacante o que vacare en qualquier manera, que se aya de pagar y pague lo que así saliere ynçierto de lo que quedó por baldío que antes se avia repartido, asy en el Chaparral del Alberca como en el Atalaya el Çencerro y en el Lifa y en la Fuente el Arena, y en otros logares. 

Es una cita breve y concisa, pero ahí la tenemos. 

A mediados del siglo XVII también es nombrada por  el rondeño Macario Fariñas del Corral (Antigüedades de Ronda, 1653, Capítulo V, Como Ronda fue conquistada), testimonio que siglos después recuperará Moreti (Historia de Ronda, 1867). Cuando Fariñas relata la conquista de Ronda, la menciona en el siguiente pasaje:

...Llegó lo último de la tarde, y al ponerse el sol los Christianos con gran priesa lebantaron el Campo, y tomaron el Camino de Malaga, (esto és lo que el bulgo de Ronda dice que el Campo Christiano bolvió las Herraduras á los Cavallos) pusieron Espias sobre las Sierras, y de ellas fueron avisados que todos los Moros de la Sierra, y la cavalleria de Ronda havia pasado por las torres de Lifa a la Ciudad de Malaga y con esto a la media noche, ya estava la ciudad sitiada, por los Llanos de Aguayo, y Planilla...”

 

 
Extracto del manuscrito de Macario Fariñas donde
se mencionan las torres de Lifa 

¿Y que nos dice este testimonio? Además del acontecimiento histórico, del hecho de que parte de los hombres de armas de Ronda pasaron a Málaga, pone de relevancia la vía natural de conexión entre Ronda y Málaga, que pasa por El Burgo atravesando el valle de Lifa.

Nos dice más. Mucho más ¿Alguien se ha dado cuenta de que Fariñas escribe ...las torres de Lifa…? En plural, no en singular ¡¡¡Janderclander!!! ¡¡¡Gromenagüer!!! Moreti, sin embargo, transcribe ...la torre de Lifa… ¿Pero qué pasa aquí? ¿Ha cometido un error ortográfico Fariñas? ¿Lo ha cometido Moreti? ¿Había más de una torre en el camino entre Ronda y El Burgo? La grafía de Fariñas es muy clara, muy legible, no da lugar a dudas. Es posible que Moreti, en la época en que redactó su libro sobre Ronda, sólo se conociese la torre de Lifa y diera por sentado que era la única, transcribiendo al singular lo que venía del plural.

No sería de extrañar que hubiera más de una, dado que esta torre tendría que tener conexión visual con otras de la zona para poder trasladar las alertas y las alarmas. Y es que a pesar de que la atalaya de Lifa domina un amplio campo de visión desde su posición de 1005 msnm, no tiene contacto visual directo ni con Ronda ni con El Burgo. Por lo tanto, en los cerros de los alrededores más elevados debieron existir otros puntos de vigilancia, de control, otras atalayas naturales o artificiales, que transmitieran las alertas. Uno de ellos, por su posición elevada, debió estar sobre la cima del conocido como Caramolo del Queso, que se eleva a 1319 msnm y forma parte de Sierra Hidalga, cuyo punto más elevado se encuentra a 1487 msnm. Desde el Caramolo del Queso hay contacto visual directo con la ciudad de Ronda. Hacia el Burgo hay dos cerros que bien pudieron acoger uno de esos puntos de vigilancia, se trata del cerro de la Rosa del Escribano (937 msnm) y el cerro de la Hoya del Manco (802 msnm).

Seguro que en otros documentos, como los repartimientos de Ronda y El Burgo, aparecen referenciadas esta y otras atalayas. Pero esos documentos no están a mi alcance y el tiempo de investigación y consulta que requieren exceden en demasía el objeto de este blog, que es el de la divulgación.


La función de la atalaya de Lifa

La atalaya de Lifa, como las de su clase, tenían la función de vigilar y controlar el entorno, dando la voz de alarma ante eventuales peligros. Pero antes de proseguir, conviene realizar algunas aclaraciones terminológicas para no liarnos entre almenaras, atalayas, torres…

¿Qué es una almenara? según la RAE es "un fuego que se hacía en las atalayas o torres para dar aviso de algo, como de tropas enemigas o de la llegada de embarcaciones". O sea, es el fuego que se enciende en lo alto de una torre o de una atalaya. Almenara proviene del término musulmán al-manāra, que puede traducirse por "el lugar de la luz" o "faro de fuego". No deja de ser curioso que de este término proceda también la palabra alminar, que todos sabemos que es la torre de la mezquita desde donde el muecín llama a orar cinco veces al día. Pero la “luz” de los alminares es metafórica al tratarse de la luz de la fe.

¿Qué significa atalayar? según la RAE, significa "registrar el campo o el mar desde una atalaya o altura, para dar aviso de lo que se descubre”. Esta acción se puede realizar desde atalayas artificiales, torres, o naturales.

Ahora bien ¿que diferencias o similitudes hay entre una torre y una atalaya? Pues vamos a echar manos de la RAE. Para esta institución una torre, que deriva del término latino turris (el étimo árabe sería burŷ), es una "construcción fortificada, más alta que ancha, utilizada para defender una ciudad o plaza" y una atalaya, que deriva del término ṭāli‘a, es, en su primera acepción, una “torre hecha comúnmente en lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre” y en su segunda acepción una “ altura desde donde se descubre mucho espacio de tierra o mar”. No es, como la torre, un elemento de carácter defensivo ni con capacidad de albergar una mínima guarnición. Su función no es defender un espacio, sino vigilar y dar la voz de alarma cuando se detecte un peligro.

Desde las atalayas se atalayaba el horizonte, se oteaba, y cuando era conveniente el torrero realizaba la almenara, el fuego que delataba la presencia de peligro, para avisar a otras atalayas -naturales o artificiales- y fortalezas que entraban dentro del campo visual. Esto durante la noche, durante el día se realizaban las ahumadas quemando esparto húmedo. En algunos casos también se podía emplear espejos o escudos muy pulidos, por lo que he leído. 


 Panorámica de la torre de Lifa con el cortijo de Lifa al fondo

La función que tenía la atalaya de Lifa era la de controlar y vigilar el paso entre la zona de Ronda y El Burgo, dentro de la vía de comunicación que conectaba Málaga con Ronda. No era el único elemento que había en esa ruta teniendo como función, entre otras, la cuestión de la vigilancia. Aguas abajo estaba el castillo de Turón, que además tenía otras funciones, y más abajo, el de Ardales. Algo más arriba estaba el castillo de El Burgo, que también tenía ejercía labores de vigilancia. Y en el entorno debió haber alguna atalaya más, aunque no necesariamente con forma de torre. En algunas fuentes documentales, como los libros de apeo (siglo XVI), quedaron algunos topónimos fosilizados. La palabra atalaya suele aparecer con cierta frecuencia en los deslindes entre pueblos. Una atalaya podía ser artificial, como una torre, o natural, como un punto elevado, como se ha dicho. Por traer el ejemplo que mejor conozco, en el apeo de Monda aparece el topónimo atalaya asociado a varios cerros y varias alturas en puntos de buena visibilidad, como el cerro de la Atalaya, en Moratán. También he encontrado este topónimo en lo que es ahora el Parque Nacional sierra de las Nieves cuando investigaba sobre los pozos de nieve. Y no aparecen restos de torres ni de cultura material. Son lugares estas atalayas naturales en los que el torrero, cuanto realizaba sus funciones, se refugiaría en una pequeña choza. Estas construcciones, por la humildad de sus materiales y por encontrarse en espacios muy directamente afectado por los agentes meteorológicos, no suelen dejar huella.


Panorámica de la torre de Lifa con el cornicabral a sus pies
 

De hecho, todo el interior del emirato nazarí estaba lleno de estas infraestructuras, de estas atalayas, que formaban parte de una organización para el control de todo el territorio. La atalaya de Lifa debió estar vinculada a alguna fortaleza e hilvanada con otras torres, no era un elemento aislado en una vía de comunicación serrana. Formaba parte de algo más grande, mucho más grande: de todo el complejo aparato defensivo nazarí.

Estas atalayas tenían como misión el dar la voz de alarma ante la presencia de bandidos, enemigos y más frecuentemente, de cabalgadas. Me explico. A lo largo del tiempo los cristianos fueron reduciendo al-Andalus a base de fagocitar territorio musulmán hasta dejarlo en lo que fue el Emirato Nazarí de Granada, un reducto territorial al sur de las sierras béticas -que hacía las veces de frontera natural- conformado por parte de la provincia de Cádiz, la de Málaga, la de Granada y la de Almería.  

El Reino Nazarí de Granada (Wikipedia)

La frontera cada vez se acercaba más a la Sierra de las Nieves y a la Serranía de Ronda, con lo que la presencia de los cristianos era más cercana y la tensión fronteriza, más intensa. Éstos, al igual que los nazaríes, realizaban incursiones en territorio enemigo para robar ganado, cosechas, sembrar el pánico… A estas incursiones se las conoce con el nombre de cabalgadas. Estaban formadas por grupos de hombres de armas que se movían con enorme agilidad en territorio enemigo, haciendo mucho daño. Fueron muy frecuentes en la Serranía de Ronda durante los siglos XIV y XVI.

Entonces, ¿de qué época es esta torre? ¿quién la construyó? Pues bien, a juzgar por la técnica constructiva, la identificación de algunos fragmentos cerámicos a sus pies y su posición en una vía de comunicación estratégica, y sabiendo que es musulmana, todos estos indicios apuntan a que es de época nazarí, posiblemente del siglo XIV o del siglo XV. Y se construyó en un contexto histórico en el que el emirato de Granada, ante la enorme presión de los invasores cristianos, tuvo que reformar todo el aparato defensivo nazarí: se construyeron nuevas fortalezas, se refortificaron otras, se edificaron atalayas y almenaras… Y como se ha indicado, creemos que se puede relacionar con el programa de Muhammad V. La torre de Lifa tiene unos seiscientos años, o algunos más. Se dice pronto.

Y, además, no la construyeron unos cualquieras. Estas edificaciones las hacían cuadrillas especializadas que sabían como debían construirlas, qué técnicas aplicar, qué materiales emplear, en qué proporciones… Esta es una construcción que requiere conocimientos. 

Pero ¿cómo era la emocionante vida de un torrero, de un vigía de una atalaya? Pues bien, no se sabe demasiado de ellos por la falta de estudios, excavaciones y por la parca huella material dejada. Pero no debía ser una vida fácil. Seguramente era bastante solitaria, monótona y aislada, interrumpida esa soledad al paso de ganaderos, jornaleros, viajeros, comerciantes...  Al menos en nuestro caso, porque la zona del puerto de Lifa por su ubicación estratégica en la vía de paso natural entre Ronda-El Burgo-Ardales-Málaga, seguramente era más transitada. Había otras situadas en lugares con una gran visibilidad pero de poco o nulo tránsito. Los torreros debían permanecer en la torre o en sus inmediaciones para atender su cometido y debían estar aprovisionados de alimentos para pasar largas temporadas en la sierra padeciendo más frío que pelando rábanos y aguantando aguaceros e incluso nevadas. De vez en cuando serían abastecidos de pertrechos, alimentos, vituallas... No podemos descartar que algunos incluso pudieran disponer de algunas cabras para el autoabastecimiento de leche y queso. Y aunque no fueran hombres de armas como tal, debían tener alguna a mano por lo que pudiera pasar. Incluso no podemos desechar que junto a la torre o en sus inmediaciones se contara con alguna choza, dado que las estancias interiores de las torres eran muy reducidas.

De lo que no nos cabe duda es que la mayor parte del tiempo el torrero estaría pichitaparriba - pichitapabajo o buscando calor caprino. 

Tampoco sabemos si era una labor  de un sólo hombre o si había dos torreros para alternarse en las labores de control y vigilancia, que sería lo más lógico. A los pies de la torre de Lifa he podido observar algunos pequeños fragmentos de cerámica vidriada de cocina nazarí, algunos de ellos pertenecían a una olla, por lo que allí debían preparase sus guisos y potajes. En fin, sólo una excavación en la zona arrojaría más luz sobre las formas de vida de estos fareros de secano. 

Y la única cercana que se ha excavado, que yo sepa, es la torre de la Cruz o de Gibralmora, en Pizarra. Una actuación arqueológica dirigida por los arqueólogos Antonio Ordóñez y Francisco Melero. En 2025 llevaron a cabo una excavación y un análisis de la torre que arrojó información muy interesante en cuanto a su construcción y a las gentes que lo habitaron. Al igual que la de Lifa, se levantó empleando la técnica de mampostería enripiada.

Asociado a ella estos arqueólogos hallaron una extensión de suelo quemado que bien pudiera interpretarse como los restos de una estructura de material vegetal, de madera, perteneciente a un espacio de habitación o un pequeño establo asociado a la torre. Igualmente la aparición de varios fragmentos de pavimentos externos a la torre (uno de losas y otro de argamasa) hace sospechar que pudieran estar vinculados a estructuras asociadas a la torre.  

Los excavadores hallaron abundante cerámica nazarí de carácter doméstico (ataifores, cazuelas, marmitas, jarras, alcadafes...), lo que interpretan como el asentamiento de una o varias familias, con lo que el torrero, en este caso, no estaría solo. 

Llegados a este punto quiero agradecer a Francisco Melero García, uno de los arqueólogos directores de la excavación, de ARATISPI PATRIMONIO, S.L. la información proporcionada sobre la excavación de la torre de la Cruz o de Gibralmora, de Pizarra. 

 

* * *

 

Sentado allí, aposentadas mis orondas nalgas sobre unas frías rocas en la peña donde se apea esta atalaya, y dándole unas perrunas dentelladas a mi bocadillo de jamón con tomate, miraba con desolación los abundantes escombros esparcidos a los pies de la atalaya: restos de argamasa, mampuestos, ladrillos... ¿Cómo es posible que esta torre haya sufrido este grado de destrucción? me preguntaba. Las de la costa, si no fueron destruidas por cuestiones urbanísticas, se conservan bastante mejor, reflexionaba.

 

 
Vista de la torre y sus escombros
 

Un fragmento de ladrillo con argamasa rica en cal y pequeños fragmentos
cerámicos para darle fuerza al mortero 

Pues bueno -me contestaba a mí mismo porque me gusta hablar sólo- normalmente no hay un único factor, sino que suelen haber varios, unos más determinantes que otros. El desuso con los nuevos tiempos llegados tras la conquista podría haber empezado a marcar su declive, no siendo reformada o reparada a lo largo del tiempo. Los efectos climáticos y meteorológicos hacen un daño tremendo a este tipo de construcciones y si entre sus grietas ha proliferado vegetación rupícola, ya ni te cuento. Las raíces de las plantas son uno de los mayores enemigos de estas estructuras. Cabe también la posibilidad de que le hubiera caído un rayo o se hubiera visto afectada por algún terremoto, uno de los muchos acaecidos en los últimos siglos. 

 


 Las plantas proliferan peligrosamente en los muros de la torre

Por unos momentos detengo mis pensamientos y lanzo una mirada a los fabulosos paisajes que me envuelven, mientras llegan a mis oídos los validos de las ovejas del cortijo de Lifa. Extasiado por la belleza que me rodea, aprovecho para darle un buen tiento al vino dulce que putoentra como re-Dios. ¡Ahhhh, que puta ambrosía más buena! Tendría que haber echado más.

Pero la causa más probable -vuelvo a mis reflexiones- es que hubiera sido deliberadamente destruida por los cristianos tras la invasión del emirato nazarí para evitar que pudiera utilizarse nuevamente o sirviera de refugio a monfíes y gente echada al monte. Efectivamente, tras la invasión cristiana muchas fortalezas fueron destruidas o desmanteladas para que no volvieran a ser utilizadas ni pudieran acoger alguna revuelta. Después, siglos de completo abandono han contribuido a su lamentable estado actual que, vuelvo a repetir, debería de ser objeto de actuación por las Administraciones Públicas para ser consolidada y evitar más pérdidas. 


 Recreación de la torre de Lifa y recreación de su torrero


CONCLUSIONES

La torre o atalaya de Lifa es testigo directo de un pasado histórico de gran intensidad y de gran interés, en particular centrado en la agitada época medieval y más concretamente en el contexto de conquista cristiana, que nos revela la importancia de la zona como vía de comunicación ya desde muy antiguo. Pero ha sido testigo también de la dureza de la vida de las gentes de la sierra: cabreros, pastores, arrieros, jornaleros y cortijeros...; de las idas y venidas de bandoleros, huidos, disidentes, cazadores... Hoy día, todo eso no son más que ecos de un pasado que se deshilacha, que desdibuja poco a poco.

Esta torre formaba parte de un erizado sistema defensivo que se extendía ampliamente por todo el emirato nazarí de Granada y que tenía su eje, su centro, en el fastuoso palacio de la Alhambra. Esta torre era una de las piezas del puzle defensivo del emirato, que estaba sembrado de ellas. Interesante sería el estudiar estas construcciones a nivel  provincial. Ya existen estudios muy interesantes en la zona malagueña y en la Ajarquía de Málaga, pero no en el resto de la provincia. 

La torre de Lifa supone un legado patrimonial único e irrepetible en la Sierra de las Nieves. Y es que, como no me cansaré de decir, en la Sierra de las Nieves no sólo hay naturaleza, hay también historia, patrimonio y cultura. A la singularidad y riqueza de los pinsapares hemos de unir los legados patrimoniales que suponen los pozos de nieve, los múltiples corrales ganaderos, las fuentes, los cortijos serranos, las eras y otros legados etnográficos. Y es que este espacio está profundamente antropizado, habiendo dejado el ser humano su huella en estos parajes desde hace miles de años hasta la actualidad sin interrupción alguna. No estamos ante paisajes naturales, no, sino ante PAISAJES CULTURALES.

A la futura investigación arqueológica y archivística le queda el averiguar si hubo más torres o puntos de vigilancia en la zona, extremo del que tenemos fundadas sospechas.  

Es una verdadera lástima el estado en el que se encuentra la torre de Lifa, este singular legado patrimonial. Yo no digo que haya que restaurarla o reconstruirla entera, por supuesto que no, pero si que habría que intervenir de forma urgente para eliminar la vegetación que nace de sus muros y consolidar los restos que se conservan al objeto de que no desaparezca lo que aún queda en pie de ella. Es urgente que las Administraciones Públicas actúen sobre esta atalaya, so pena de su completa aunque evitable pérdida.

 BIC torre de Lifa, Ministerio de Cultura



 ¡Hasta la próxima, torre de Lifa, si es que la hay!



Me voy a por otra arroba de vino dulce.

(c) Diego Javier Sánchez Guerra.