Casarabonela
siempre me ha parecido un pueblo deliciosamente misterioso, quizás
por lo caprichoso de su caserío, enrevesado y laberíntico, por sus
múltiples rincones, por sus formas cúbicas que me inspiran reminiscencias picassianas y por sus juegos de luces y sombras... Y hospitalario. Muy
hospitalario. Cada vez que lo he visitado me han tratado y acogido de forma
extraordinaria. Especialmente cuando he visitado el antiguo Molino de los Mizos, hoy renombrado como Molino de Albaiva, y por personas como Alfonso Rubio y su hijo Pedro Rubio. Pedro ¡¡Muchas gracias por el aceite!!
El entrañable Alfonso Rubio posando
en una de las trojes del molino de aceite
Nos encontramos con
un pueblo que contiene un patrimonio natural y cultural excepcional y
muy representativo de los pueblos de la Sierra de las Nieves, fruto de su fabuloso devenir histórico. Y es que el Parque Nacional Sierra de las Nieves y su entorno no sólo tienen unos singulares y fabulosos valores naturales, también detenta un enorme conocido patrimonio histórico y cultural, menos conocido pero no por ello de menos valor. Casarabonela, como
inigualable telón de fondo tiene a la Sierra Prieta, una mole caliza
que entre otras cosas encierra un pequeño y coqueto pinsapar en su cara norte al que
se puede llegar a través de sus múltiples senderos, que se
encuentran muy bien balizados y señalizados.
Esta sierra, mediante
sus numerosos
manantiales, ha amamantado a los moriscos desde tiempo inmemorial. Y no sólo eso. Sin lugar a equivocarnos podemos decir que Casarabonela, literalmente, brotó de sus aguas. Ese agua que nace en la Sierra Prieta está cargada de una sustancia que se llama carbonato cálcico. Éste, cuando se acumula sobre plantas y vegetación, va formando capas y endureciéndose, generando con el correr del tiempo (y del agua) un tipo de roca porosa y ligera llamada travertino. Casarabonela, sus huertas y su castillo, se levantan sobre varias grandes terrazas de travertino. Esto mismo lo observamos en pueblos como Yunquera y Ojén, por ejemplo, y en el edénico rinconcito de Jorox. El travertino se ha empleado primordialmente en construcción. De hecho algunos de los sillares del Castillo de Casarabonela y de sus murallas, que todavía perviven formando parte de muchas de las viviendas moriscas, eran de travertino. Este material también lo observamos en varias partes del molino hidráulico harinero de Albaiva.
Detalle de roca travertínica
Terraza de travertino
Vista de Casarabonela con la Sierra Prieta nevada,
que parece un polvorón
A
los pies de la Sierra Prieta se
desparrama el caserío,
coronado por su fortaleza de Casr Bonayra, que se eleva sobre una
gran muela de travertino y nos trae los ecos de viejas batallas, pues recordemos que fue una de las fortalezas fieles al rebelde Ibn Hafsún en su guerra
contra los omeyas de Córdoba y más adelante, en el siglo XV,
ofrecería una tenaz resistencia a las tropas castellanas, hasta su
rendición en 1485. Desde su posición privilegiada domina el pueblo
y todas las tierras adyacentes, perdiéndose la vista en el
Mediterráneo, cuyas aguas
se disuelven en el horizonte con la
luz solar. De este singular castillo hablaremos en otra
entrada. El caserío, que destaca por su blancura tradicional, se
adapta a una ladera muy pronunciada, de ahí la multitud de quiebros,
estrecheces y lo laberíntico e inclinado de las calles, donde nos
encontramos además con numerosas fuentes y un impresionante
patrimonio en lo que a la arquitectura popular se refiere. Ese legado
arquitectónico tradicional tan singular también se extiende a los
numerosos cortijos que habitan su término municipal, pero eso daría
para otras historias.
Vista de Casarabonela
Una de las calles típicas moriscas
Pero
hoy visitamos Casarabonela por una buena razón. Su Ayuntamiento ha
llevado a cabo un ambicioso proyecto de restauración y puesta en
valor del conjunto del Molino de Albaiva (conocido hasta hace muy
poco como Molino de los Mizos). Particularmente de un molino de
hidráulico harinero anejo al molino de aceite que era muy poco
conocido y que por sus condiciones de conservación, no se mostraba
en las visitas al molino aceitero que hasta hace muy pocos años realizaba Alfonso Rubio. El esfuerzo que ha hecho el
Ayuntamiento de Casarabonela conjugando una subvención de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía con fondos propios y la colaboración de la propiedad ha sido mayúsculo, por las condiciones
de restauración, por los tiempos empleados, las inversiones realizadas y la coordinación del enorme equipo humano que ha habido detrás de esta actuación.
Diario Sur se hizo eco en septiembre de 2022 de
la restauración del molino
La maquinaria de molienda antes de su restauración
El techo de la sala de molienda antes de su restauración
La sala de limpieza antes de su restauración
Aspecto de la maquinaria tras su restauración,
que luce como nueva
Instalación de la panelería interpretativa del molino
La sala superior del molino, donde se encuentra la tarara,
tras su restauración
Normalmente
los molinos cambiaban de nombre a lo largo del tiempo, cuando
cambiaban de propietario. Pero a veces los nombres originales u otros
prevalecían y se sostenían en el tiempo, no extraviándose en la memoria colectiva y
llegando hasta nuestros días. Es totalmente cierto que se puede debatir
sobre la pertinencia de este nombre, Molino de Albaiva, así
renombrado por la proximidad a esta calle de Casarabonela. Decía al
principio que Casarabonela me parecía un pueblo misterioso y uno de
los motivos es porque conserva una variada
toponimia proveniente de época andalusí, como la palabra Albaiva.
Éste era el nombre que se le daba a una de las siete puertas que se
abrían en la muralla que protegía a la Casarabonela andalusí (las
otras eran las de Málaga, Alozaina, Martina, Xinav o Xincab, Postigo
y del Arrabal) y que en el Repartimiento de Casarabonela
(siglo XV) aparece con distinta grafía: Alboayba, Boayba, Alloayva.
Según Chavarrí Vargas: “Diminutivo del ár. bab 'puerta de
ciudad' (ALCALÁ, 359: bibb 'puerta de cibdad', con imela plena). A
veces ofrece supresión del artículo: Boayba”
Este
topónimo también se extendía al
nombre a la mezquita que existió en sus cercanías (“algima de la
puerta Alboayba”), hoy ermita de la Vera Cruz, desde donde cada 12
de diciembre parten los flamígeros rondeles acompañando a su Divina
Pastora.
Ermita de la Vera Cruz
La flamígera fiesta de los rondeles
De
hecho, ya aparece en el citado
Repartimiento de Casarabonela una referencia a un molino en las
inmediaciones de la puerta de Alloayva (Albaiva): «Un
moral grande cabe el cabz del agua de los molinos entre molino de
la puerta Alloayva y...» (f. 44). Este
dato, que nos
lo ofrece Juan Antonio Chavarría Vargas (ver bibliografía), nos
está poniendo sobre la pista del origen del molino en tiempos
medievales islámicos y certificando la antigüedad de este singular
edificio, que podemos disfrutar hoy día completamente restaurado.
El
molino hidráulico harinero de Albaiva es lo
poco que queda de una importante
agroindustria rural de producción de harina que tenía su centro en
Casarabonela. Aunque es cierto que se conservan parcialmente algunos
otros molinos (no sabemos en qué condiciones) y entre los más
mayores se mantiene el recuerdo de algunos más. Pero antes de hablar
de esto, tenemos que hablar del agua, porque estos molinos eran
movidos por la fuerza del agua y ésta tiene un papel
extraordinariamente importante en los legados y patrimonios
culturales de Casarabonela. Y en ello tiene un total
protagonismo la Sierra Prieta, porque bajo su pecho
pedregoso late un corazón que
bombea el agua que a través de fuentes y manantiales llegaba a todos
los rincones de Casarabonela
gracias a
una auténtica yugular hidráulica: el cauz,
del que partían numerosas acequias.
Según la RAE, esta palabra procede de cauce
y significa caz, canal, acequia, aplante.
El cauz en una representación de Casarabonela de 1752
El cauz y los molinos harineros y aceiteros de Casarabonelaa finales del siglo XVIII
El
cauz, popularmente conocido en Casarabonela como "el Río", era
un conducto subterráneo de algo más de un metro de altura y poco
más de medio metro de ancho que fue
trazado y construido por los
musulmanes entre los siglos XIV y XV, en plena época nazarí, cuando
unieron las nutridas aguas de los manantiales de Comparate y de
Jarea, para conducirlas y atravesarlas por el pueblo hasta llegar a
sus productivas huertas de la parte más baja. No
tiene cubierta abovedad, sino plana, lo que nos lleva a pensar que en
origen no era subterráneo, sino que se fue cubriendo conforme fueron
creciendo las construcciones.
Sección del cauz a su paso por el
Molino de Albaiva
A
modo de arteria hidráulica y mediante ramificaciones, el cauz
alimentaba numerosas fuentes, los huertos, algún lavadero (más recientemente)… y a
finales del siglo XVIII servía a multitud de molinos de harina (de
los once que había, siete eran movidos por agua), alguno de aceite
(de los seis que había, uno era movido por agua y el resto era de
sangre), seis
telares
(en el siglo XIX se
elevan a 25), dos
batanes de paños (en el
siglo XIX se elevan a ocho) y
una fábrica de aguardiente. Gracias al agua y a su sabio uso en
Casarabonela floreció una importante agroindustria rural entre los siglos XVIII y XIX que tenía
el agua como fuente
de energía, que exportaba importantes
cantidades de harina, telas, paños, aguardiente… Y todo gracias al
agua, el “petróleo” de Casarabonela...
Y
es que la tradición harinera morisca es muy antigua. Ya en el siglo
XVI, en el Libro de apeos de Casarabonela (ver
bibliografía), se
recogen varios de estos ingenios hidráulicos que molturaban tanto
cereal como aceitunas aprovechando las aguas de un curso fluvial que
bajaba de Sierra Prieta. En el libro de apeos leemos:…y
el Arrabal pasa un rio que naze un Tiro de Alcabuz de la dicha Villa
al pie de la dicha Sierra de Xanxa (Sierra
Prieta) con cuia Agua
muelen cinco Molinos los quatro de Pan, y uno de Aceyte de dos vigas
que estna dentro de la dicha Villa…
Al
parecer se menciona un molino de los Cubos en el repartimiento de
1492 y que en 1571 pertenecía a don Cristóbal de Córdoba, el
magnate
principal de la villa. El investigador Félix Retamero (ver
bibliografía) plantea
la posibilidad de que se trate del que hasta hace poco hemos conocido
por molino de los Mizos, que a mediados del siglo XIX era conocido
como el molino de la duquesa de Cervellón. Pero, como hemos señalado
anteriormente, en los repartimientos de finales del XV se hace
referencia a la existencia de un molino
de la puerta Alloayva
…Además, el molino de harinero protagonista de esta entrada no es de cubo, sino que se abastece mediante una canal inclinada.
El
agua del
cauz, más
abajo, alimentaba las extraordinarias huertas moriscas y, además,
daban alimento a tres
molinos harineros más, como podemos seguir leyendo:…y
salid de la Villa se riegan con el Agua del dicho rio las Huertas,
Tableros, y Arvoledas que están en su contorno, y con la dicha Agua
muelen ansi mismo otros tres Molinos que están fura de la dicha
Villa y alrededor de las Casas, y entre las dichas Huertas…
Sin embargo hay algo que no vemos en el cauz y no me refiero sólo a su trazado. Algo que también posee este molino y que no podemos ver pero si apreciar: son las matemáticas. Sí, las matemáticas. Una disciplina que siempre se me ha dado muy mal pero que tiene una inmensa importancia en absolutamente todo lo que nos rodea. El cauz y la red de acequias que de él dependen, no se trazaron de forma improvisada ni al estilo compadre. Los andalusíes, antes de nada, tuvieron que realizar una serie de cálculos matemáticos sobre aspectos como los desniveles, los trazados, la presión que llevaría el agua, su caudal... para poder trazar una red de acequias que no fueran excesivamente inclinadas, sino la fuerza del agua podría desbordar las aguas o destruir las acequias, ni excesivamente llana, sino el agua quedaría remansada y no circularía correctamente, tardando más tiempo en llegar a sus sedientos destinos. Las cosas importantes son a menudo las que no se ven, como en la vida...
El
Molino hidráulico
harinero de Albaiva
Nos
encontramos sin duda alguna ante una de las joyas de Casarabonela y
de todo el entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves, como
vamos a ver. Se trata de un molino hidráulico harinero cuyo origen
tendríamos que buscarlo en
el siglo XV, en
época andalusí. No sólo documentalmente se apoya esta afirmación, como hemos visto, pues durante las labores de restauración de este edificio apareció entre una de sus paredes una jarrita de época nazarí cubierta parcialmente con un vidriado melado. A lo largo del tiempo ha sido objeto de varias y profundas
remodelaciones que empañan
su lectura, pero que enriquecen su legado y sus valores.
Este
molino se alimentaba de las aguas del cauz que se desviaba por una
acequia para, mediante un conducto, llegar hasta la parte baja del
molino, llamado cárcavo o infierno. Este espacio
se cubría con una resistente
bóveda de
ladrillo de barro cocido y piezas de travertino, bajo la cual se
alojaban los rodeznos, dos ruedas de madera con palas que
trasformaban la fuerza del agua en energía. La mayoría de los
molinos hidráulicos tienen una bóveda de medio cañón, pero este
no, este es muy singular. Su bóveda es de tipo carpanel, lo que hace que
el espacio interior sea más ancho, quizás para alojar unos rodeznos
que tuvieran mayor diámetro y con ello mayor potencia.
Interior de la bóveda de carpanel donde se alojaban los rodeznos
¿Y por
qué este molino hidráulico es tan singular si en el entorno del
Parque Nacional Sierra de las Nieves hay otros muchos
más? Pues muy sencillo. Por la solución técnica única que le dio el
molinero en su momento para aumentar la producción de harina. A ver, cuando
un molinero quería dotar de otro juego de piedras de moler a su
molino para aumentar su producción, lo normal es que adosara otra
bóveda o dos más junto a la primera, para lo cual tenía que
ensanchar el edificio. El molino hidráulico harinero de Albaiva no
tenía esta posibilidad porque estaba ceñido por otras
edificaciones, por
un lado, y por
el cauz, por
otro. No podía
crecer a lo ancho. Por tanto, la solución técnica fue
bastante audaz: creció a lo largo. Su única bóveda fue alargada y se escalonó su suelo quedando a dos alturas. En él se colocaron dos rodeznos, pero no paralelos (de esto hay muchos
ejemplos en toda España), sino uno a continuación del otro y
parcialmente superpuestos. Y he ahí su originalidad y su
singularidad, que lo hacen un molino hidráulico
harinero verdaderamente
único.
Sección del Molino de Albaiva con los dos rodeznos
A
partir de ahí, este molino es muy similar a los que hay en Sierra de
las Nieves y otros lugares de España, pero con algunas
particularidades no exclusivas. Por ejemplo, los molinos de los
pueblos cercanos se abastecen de agua a través de uno o dos cubos,
unas construcciones cilíndricas verticales de varios metros de
altura que acumulan el agua y que por dentro tienen forma de embudo,
más estrecho en la base. La conexión con la bóveda se hace
mediante un saetín, un embudo de madera. Con ello sale menos agua
pero a mucha presión. El de Albaiva lo hace mediante un canal
inclinado con algo más de 45º, que se va estrechando hasta llegar a
la bóveda, donde conecta con un saetín, por lo que el agua sale
también a mucha presión. Como vemos, es un sistema muy similar. No
descartamos que en alguna etapa constructiva anterior este molino
poseyera un cubo, algo que hoy por hoy es muy difícil de probar. El agua, tras mover los rodeznos, volvía al cauz por un conducto hidráulico, para que volviera a aprovecharse para mover otros molinos, batanes, telares, regar las huertas...
Los
rodeznos conectaban con el piso superior, la sala de molienda,
mediante unas barras metálicas, los palahierros, que se introducían
en las piedras de moler para hacerlas rotar. Cada juego de piedras
tenía dos piezas, la base o solera, que era fija, estática, y la de arriba, conocida como
volandera o molinera, que era la que recibía el movimiento de los
rodeznos.
Sobre
las piedras de moler se colocaba una tolva de madera a la que se le
echaba el grano que iba a ser molturado. Mediante una canaleja el grano se iba introduciendo
por el ojo dela piedra volandera, situado en el centro, para que
fuera molido. El grano ya transformado en
harina iba cayendo a un cajón, el harinal, que recogía el molinero. No terminaba aquí el proceso pues la harina debía ser cernida porque el grano tiene una cascarilla mu fina que lo protege. Esa cascarilla es conocida como afrecho y tras ser separada de la harina se le daba otros usos. Con este afrecho se alimentaba a las gallinas
y en no pocas ocasiones algunas madres lo aprovechaban para rellanar las muñecas de trapo
que les hacían a sus hijas. El
molinero, por su trabajo, cobraba normalmente el 10% de del cereal
molturado, lo que se llama maquila.
Elementos de un molino hidráulico harinero
La maquinaria del molino tras su restauración
Junto
al juego de piedras, en la pared, se encuentra la cabria o “percante”
(pescante), una grúa de madera que servía para desmontar las
piedras cada vez que el molinero debía de picarlas al objeto de
avivar las estrías internas que permitían la correcta molturación.
Y es que éstas, al ser de roca, sufrían un fuerte desgaste y con
frecuencia debían ser desmontadas y picadas para avivar las estrías
de su interior que eran las que entraban en contacto con el cereal
para molturarlo y transformarlo en harina. El picado de las piedras
lo había el maestro molinero. Si no se hacía bien, se podían
romper durante la molienda. Estas piedras se extraían en canteras
cercanas. En el castillo de Casarabonela hay una y por debajo del
castillo, en plena calle, hay restos de otra.
Detalle del pescante o cabria
Molinero picando las piedras
Muela inacabada de la cantera del castillo
Vieja cantera de piedras de molino harinero situada entre Calle Puerta de Alozaina y Calle Muro
La
extracción de las piedras era una labor delicada y laboriosa, colmada de paciencia porque había que hacer todo el trabajo a mano. Había
que marcarlas y picar a mano todo su volumen. Luego había que
extraerlas con unas cuñas. Posteriormente se afinaban y se les hacía
el agujero en el centro y otros a los lados, para poder ser montadas y desmontadas dentro del molino. El traslado al molino siempre era duro por el peso de
las muelas y por lo agreste del terreno. En esta ardua labor tenían que participar varios hombres ayudados por unas
gruesas cuerdas.
Los
molinos solían
moler de noche y durante determinadas
horas, respetando los turnos asignados, porque el agua del cauz había
que compartirla con los regantes de las huertas, con otros molineros,
con lo bataneros... Esto limitaba los días y las horas de trabajo y
por tanto, la capacidad productiva del molino. Es por ello que a
mediados del siglo XX este ingenio hidráulico sufrió una enorme
transformación: se desmontaron los dos empiedros y los rodeznos con
todos sus sistemas, y se introdujo un motor eléctrico que mediante
poleas,
correajes y ruedas dentadas,
movía un nuevo empiedro y otros elementos, como una máquina de
limpiar y cernir cereal, la tarara, que se ubicó en el piso
superior, sobre la sala de molienda.
De
este modo todo el procedimiento de limpieza y carga de cereal se
hacía ahora desde el piso superior. El cereal se limpiaba de polvo e
impurezas en la tarara, que mediante unas correas recibía la fuerza
del motor eléctrico situado en la sala de molienda. A través de un
tubo que bajaba directamente al empiedro se conducía el trigo ya
limpio, donde era molturado.
Detalle del sistema de engranajes donde puede
observarse el curioso detalle de que uno de los
engranajes tiene los dientes de madera
La tarara y la sala de limpieza después de su restauración
La
modernización afectó también a las piedras molturadoras, que se
sustituyeron por muelas francesas de sílex, una roca mucho más
resistente y que apenas se gastaba, por lo que debía ser picada con
muy poca frecuencia. El resultado era que el molino paraba mucho
menos y producía más. Estas nuevas muelas procedían de La Ferté,
en Francia, donde había fábricas que producían miles al año. En
lugar de ser de una pieza, como las precedentes, se formaban por
varias piezas que encajaban perfectamente y se unían
don dos fuertes correas metálicas. Según nos ha informado Pedro Rubio, las muelas francesas de este molino procedían de otro molino harinero de Casarabonela que estaba en desuso y que su padre Alfonso había adquirido.
Una muela francesa formada por piezas encajables
Estas
innovaciones fueron capitales al incrementar enormemente la capacidad
productiva, pues el molinero podía molturar más cereal durante
todo el tiempo que quisiera, a pesar de poseer un sólo juego de
empiedros, no
dependiendo del agua y de los turnos de riego, sino de la electricidad, que, no nos engañemos, también sufría cortes de vez en cuando por lo incipiente de su sistema eléctrico.
Pero
pocos más años estuvo en funcionamiento este molino y la mayoría de los de su tipo, pues se
conjugaron dos factores que se retroalimentaban: por un lado, las política restrictivas del
régimen franquista, que iban poniendo muchos impedimentos y trabas a estos pequeños ingenios para con ello favorecer a las modernas industrias
harineras, las cuales, dotadas de máquinas mucho más modernas contaban
con mucha más
capacidad productiva y generaban una harina de mucha mayor calidad, más limpia y depurada. La combinación de ambos factores provocó que estos ingenios hidráulicos fueran
echando el cierre poco a poco y que molinos y molineros, después de más de medio milenio, fueran desapareciendo del medio rural.
Después
de casi cinco siglos este
molino se jubiló, dejó de moler cereal y calló
para siempre...
El
molino hidráulico harinero de Albaiva no
es el único molino musealizado en la Sierra de las Nieves, pues
tenemos el de Ojén (del que ya hemos tratado en este blog) y el de Guaro. El de Guaro es de aceite y el de
Ojén originalmente era de harina y con el tiempo se transformó en
molino aceitero, aunque
más adelante funcionó fugazmente como fábrica de aguardiente.
No obstante, como el conjunto de los Molinos
de Albaiva
no hay ninguno en la zona y el de harina, como hemos señalado, es
único en su especie.
Museo del Molino de Ojén, con el desacertado aditamento
de la rueda vertical
Interior del Museo del Molino de Guaro
La
riqueza patrimonial ligada al agua en Casarabonela es apabullante y supone uno de los ejemplos más representativos en toda la Sierra de las Nieves.
Una buena iniciativa sería la de hilvanar
todos sus patrimonios hidráulicos
en una ruta, suerte de centro de interpretación a cielo abierto que
integrara todos esos espacios y lugares, utilizando, como no, los
medios digitales y en los que tuviera cabida no sólo los elementos
culturales materiales (fuentes, acequias, molinos...), sino también el patrimonio cultural
inmaterial vinculada a la gestión y explotación del agua, sustentado en la memoria. Para ello se podría poner en marcha un proyecto para recuperar los recuerdos de los vecinos más mayores de Casarabonela en relación a la molinería hidráulica harinera, a los usos del agua y de ciertos espacios ligados a ella, como los lavaderos, las huertas... y además de plasmarlo en un libro, emplearlo para la puesta en valor de esos elementos, de esa cultural del agua y para dinamizar al colectivo de la tercera edad.
El conjunto de los Molinos de Albaiva, tanto el de aceite, que también ha sido objeto de una limpieza y un acondicionamiento en profundidad, como el de harina, fueron inaugurados en la tarde del lunes 11 de diciembre de 2023. Al acto inaugural, que fue presentado por su Alcalde D. Antonio Campos Campos y por parte de la propiedad, D. Pedro Rubio González y D. Antonio Rubio González, les acompañaron el Delegado Territorial de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, D. Fernando Fernández Tapia-Ruano y la Diputada Delegada de Igualdad, Servicios Sociales y Familias de la Diputación Provincial de Málaga, Dª María Dolores Vergara Trujillo. D. Antonio Campos tuvo palabras de agradecimiento para la familia Rubio González como propietarios de los molinos por su estrecha colaboración, para la Junta de Andalucía por la subvención otorgada y un especial y emotivo recuerdo para Alfonso Rubio y Ana González. A renglón seguido D. Fernando Fernández tomó la palabra y mostró su apoyo a la restauración y puesta en valor que el Ayuntamiento de Casarabonela había hecho de los molinos, poniendo énfasis en promover iniciativas encaminadas a preservar los valores del mundo rural. Por último, Pedro Rubio quiso también tener un especial y cariñoso recuerdo para sus padres, Alfonso Rubio y Ana González (a los que todos los presentes tuvimos en todo momento en nuestras cabezas), finalizando con una reseña histórica de este singular espacio.
La presentación se complementó con dos actividades, a saber, una cata-degustación de aceite dirigida por el Médico Experto en Nutrición y apasionado de la Cultura del Aceite, D. Francisco Lorenzo Tapia y una ruta guiada e interpretada por el recién restaurado molino hidráulico harinero, que tuve la inmensa suerte de realizar yo. Asistieron en total casi cien personas. Tras las actividades tomamos un reconfortante piscolabis y tuve la inmensa suerte de recibir como regalo varias botellas del preciado aceite de Casarabonela :-) :-) :-).
De izquierda a derecha: Dª María Dolores Vergara, D. Fernando Fernández,
D. Antonio Campos y D. Pedro Rubio.
Escena de la cata
El conjunto de los Molinos de Albaiva
Un servidor haciendo las labores de guía
Para
terminar, decir que la restauración de este espacio y
su puesta en valor por el Ayuntamiento de Casarabonela, al que felicito desde estas letras en la persona de su Alcalde, D. Antonio Campos Campos, es todo un
acierto y debiera de servir de ejemplo a otras poblaciones rurales,
pues en el caso de Casarabonela va a suponer un reclamo que se sumará a todos
los recursos turísticos que ofrece este bello municipio (Museo del Cactus, Iglesia de Santiago, ermitas, red de senderos…). A ello, por
supuesto, debemos añadir una gastronomía excepcional y unos productos
locales, como el aceite y la aceituna, que son verdaderamente
extraordinarios. Y es que la Málaga interior, la Málaga rural, posee unos fabulosos legados patrimoniales que de ser puestos en valor potenciarían sectores
económicos como el turismo rural, la artesanía, la agroindustria, los
productos locales, la gastronomía, la agricultura, la ganadería... proporcionando un fuerte empuje al
empleo y al desarrollo económico en estas zonas. Nunca me cansaré de decirlo.
Me despido desde la plaza de Buenavista,
que no puede tener mejor nombre
Bibliografía
y fuentes consultadas
Chavarría
Vargas,
Juan Antonio: La
toponimia árabe del repartimiento de Casarabonela (Málaga).
Aproximación a su estudio.
Revista Jábega nº 77. Año 1997. Centro de Ediciones de la
Diputación de Málaga.
Gómez
Armada,
Francisco y Martínez Enamorado, Virgilio: Repartimiento
de los bienes de los moriscos de Casarabonela.
Colección El Havaral. Ediciones Pinsapar. Casarabonela, 2014.
López
García,
Esteban: Molientes
y corrientes. Los molinos de harina y de aceite en la Algarbía de
Málaga tras la conquista castellana.
Culturas en contacto: conflicto, asimilación e intercambio, págs
159-167, 2018.
Retamero,
Félix:
¿”Como solía en tiempos de moros”? Los riegos
después de las conquistas. El caso de Casarabonela, Málaga (siglos
XV-XVI). Este artículo es una parte, con algunas modificaciones,
del trabajo escrito con Virgilio Martínez Enamorado, Ancient
irrigation in a new world. Water distribution after the Christian
conquest of al-Andalus. The case of Casarabonela (Málaga. Spain),
15th-16th centuries, in The unending conquest. Al-Andalus and the
Americas (13th – 17th centuries). Destruction and construction of
societies, Brill, en prensa.
Sánchez
Guerra, Diego Javier: La representación de Casarabonela en el
Catastro de Ensenada de 1752, 2021.
http://airesdemonda.blogspot.com/2021/03/la-representacion-de-casarabonela-en-el.html
Casarabonela,
la Sierra de las Nieves y el valle del Guadalhorce según un plano
del párroco de Casarabonela, Antonio García Donoso (1780). Parte I,
2021.
http://airesdemonda.blogspot.com/2021/03/casarabonela-la-sierra-de-las-nieves-y.html
Respuestas
Generales de Casarabonela
en el Catastro
de Ensenada (siglo
XVIII) AGS_CE_RG_L281
(enlace
al archivo digital:
https://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=4&opcionV=3&orden=1&loc=1444&pageNum=1
)
(c) Diego Javier Sánchez Guerra.