A muchos os resultará familiar. Se trata del mismo dibujo que se empleó en la portada de un libro que realizaron con mucho cariño y mucho esfuerzo Francisco Vera López, José Villanueva Pareja y Asunción Villanueva Pareja: Monda en el recuerdo. Un magnífico libro que todos los mondeños deberíamos leer. Hay varios en la Biblioteca Municipal.
Otro de los lugares comunes lo tenemos en la plaza de nuestro pueblo, horno donde se cuece la identidad colectiva de los mondeños desde hace siglos. Es el espacio por excelencia para las celebraciones religiosas y festivas de todo tipo, espacio para juegos, lugar de encuentro y paseos tras la misa dominical… y que compartimos todos los mondeños, tanto los de antaño como los de ahora. Observamos la Iglesia de Santiago Apóstol en el mismo lugar de hoy día (anteriormente lo ocupaba una mezquita) y representada con una sola nave y un campanario de varios cuerpos rematado por una cruz. Sin duda una recreación ideal. Se puede apreciar también una casa enorme con una gran torre rematada por merlones y almenas, como los del castillo. Se trata del famoso Bombo, una de las tres torres que tenía la casa fuerte del Marqués de Villena (siglo XVI), el señor de la villa. Dos de ellas eran de sección circular y la tercera cuadrangular. Éstas se integraban en un gran edificio que ocupaba una manzana entera y que con el tiempo fue dividido en varias viviendas. De él sólo queda una mínima memoria en las viejas fotos del Bombo y en algunos antiguos documentos, en los ajados recuerdos de los más mayores y en el cimiento de una de las torres en la calle Carnecería, que se encuentra integrada en el Bar Central.
Otro detalle que no pasa inadvertido a nuestros ojos es que el pueblo aparece dividido por un cauce fluvial. Se trata del arroyo de la Lucía. Éste se salvaba por dos puentes: uno al final del Portugal (izquierda) y otro en la zona de la Jaula (derecha). Esto nos está poniendo sobre la pista de que los otros dos puentes interiores que unían calle Dolores y Estación por un lado, y calle Arroyo con calle Estación a su mediación, por otro, son posteriores al dibujo. Empero los más jóvenes no recordarán ese arroyo de pillerías, travesuras e inundaciones, ya que ahora se encuentra oculto bajo una calle, un parque y un enorme aparcamiento.
En las Erillas nos vamos a detener un momento. Se trata de una zona de expansión del pueblo en la falda de una pequeña sierra, próxima a la zona donde se encontraban las eras para ventear el cereal. De ahí su particular nombre. El núcleo originario de la población se encontraba del arroyo la Lucía hacia la plaza y el castillo. El barrio de las Erillas fue en su momento una nueva urbanización, como posteriormente lo sería la zona de calle Huertos y Corta, que no aparecen en el dibujo. Observamos en las Erillas un urbanismo menos abigarrado y más ortogonal, unas calles más ordenadas. Además aparece un edificio rematado con una cruz (boca abajo). Se trata de la Ermita de la Veracruz de la que hoy sólo queda una vieja y decrépita torre que forma parte del Molino del Médico. Esta ermita se construyó con los donativos de los vecinos del pueblo a principios del siglo XVIII. Hoy la torre, un cachito de nuestra historia, de nuestro pasado, de nuestra identidad… corre peligro de desaparecer totalmente junto con el molino, otro importante hito de nuestra memoria y de nuestro patrimonio cultural relacionado con un cultivo milenario que ha dibujado los paisajes de nuestros entornos y de nuestra memoria: el olivo.
Cerrando el dibujo aparecen las montañas y la vegetación, representada por matas y árboles de grandes copas que pudieran tratarse de los mencionados olivos.
A pesar de que identificamos todos esos espacios comunes, no vemos otros como las cruces (de la Sierra, de Caravaca y del Agua), el Calvario (puede que estuviera y que no se recogiera en el dibujo) y la Jaula (la fuente ya existía, no así el lavadero) o el cementerio… porque seguramente no existían en el momento de la realización del dibujo. De hecho el camposanto del Carmen no se construyó hasta el siglo XIX; la gente se enterraba en las iglesias y sus alrededores. Recordemos las obras de restauración realizadas en la nuestra, donde aparecieron numerosas sepulturas. Igualmente en las remociones de calles aledañas no es infrecuente que aparezcan restos humanos.
Sin embargo en la memoria de todos los mondeños del ahora, del presente, compartimos todos esos elementos en un continuo suma y sigue. Con el tiempo se van incorporando elementos nuevos que las nuevas generaciones van sumando a los viejos elementos, por lo que estamos en un proceso de creación de identidad no cerrado sino completamente vivo.
¡¡¡Somos los protagonistas de esta pequeña pero grande historia!!!!