Hace ya algún tiempo que tenía ganas de escribir sobre la
imagen de Santiago Matamoros que
ocupa el espacio central del frontón de la iglesia de Monda, bajo el escudo de
Diego de Deza, arzobispo de Sevilla que mandó construir la iglesia de Monda en
los primeros años del siglo XVI sobre lo que fue la vieja mezquita de los
musulmanes mondeños.
Se trata de una composición realizada a medida y formada por unos
69 baldosines cerámicos vidriados, unas piezas enteras y otras recortadas para
acomodarse al espacio circular. En fotos antiguas, de inicios del siglo XX o
anteriores a los años cuarenta de esa
centuria, esta imagen no aparece. ¿Qué había
anteriormente? Pues no se sabe... La imagen de Santiago Matamoros no aparece porque fue una donación que el Doctor Cristóbal
Jiménez Encina realizó a mediados de los años cuarenta del siglo pasado.
La escena se adapta, como se ha señalado, a un espacio
circular rodeado de una orla vegetal en azul sobre amarillo en la que aparecen,
al menos, dos inscripciones; por un lado la de la donación: CON
LA DEVOCIÓN DEL DR. D. CRISTÓBAL JIMÉNEZ ENCINA-AÑO 1945 y por otro,
con la del autor o taller responsable de su realización: Ruiz de Luna Talavera,
uno de los talleres ceramistas más antiguos y con más renombre en su momento y que hoy día cuenta con un museo en Talavera.
Tenemos información acerca del donante, el Doctor Cristóbal Jiménez Encina, hijo
predilecto de Monda y que da nombre a una de sus calles (en otro post
hablaremos de él), el lugar de realización y el taller el que salió así como la
fecha en que se elaboró, que no necesariamente tiene que ser en la que se
instaló.
Se trata de una escena de Santiago Matamoros que con escudo, espada en mano y sobre su caballo blanco,
se enfrenta y derrota a los guerreros musulmanes. La escena transcurre en un
paisaje abierto con una llanura en la que al fondo se perfilan montañas
puntiagudas, nubes densas y arremolinadas, un estilizado y desdibujado
castillo, aves y pajarillos, y cierta vegetación en primer plano, donde destaca
una chumbera con sus frutos verdes, aún por madurar. El paisaje es inventado,
irreal, idealizado, se dibuja para dotar de fondo al lugar donde se desarrolla
la acción y para darle profundidad a la escena.
Santiago aparece representado a caballo con un atuendo
compuesto por una túnica amarilla, sandalias, una capa roja con conchas
(atributos propios de peregrino) y sombrero con orla dorada para destacar su
santidad. No se protege con armadura, cota de malla ni ningún otro elemento que
le proteja de flechas, venablos, lanzas
u otras armas; no porta más armadura que la de la propia fe. Sin embargo sí
blande una espada un tanto curvada con empuñadura dorada en su mano derecha y
un escudo en su brazo izquierdo en el que se adivina la cruz de la orden
militar de Santiago. Su rostro barbado y joven es tranquilo, relajado, seguro
de una merecida victoria, de un triunfo indiscutible fruto de una fe ciega y
serena.
Los musulmanes aparecen tirados en el suelo en actitud de
derrota, casi aceptando un “merecido” destino, moribundos y desesperanzados
antes de ser aplastados por la furia blanca. Se caracterizan con túnicas y
turbantes, con rostros barbados y tristes que aceptan la inevitable derrota sin
oponer ninguna resistencia, junto a un estandarte islámico destrozado.
Tras Santiago aparecen los estandartes (cruz roja sobre
fondo blanco) y lanzas de los ejércitos cristianos, algunos rematados por el
símbolo de la cruz. Frente al santo, verdadera vanguardia y pica de los
guerreros cristianos a los que guía hacia la victoria, se atisban los
estandartes islámicos que se rematan con el símbolo de la media luna. Los
colores amarillo y rojo se repiten ellos.
Según la tradición cristiana, Santiago era uno de los
apóstoles de Jesús al que se le asignó predicar y evangelizar en la Península
Ibérica. Se trataba de una persona pacífica que mediante la palabra, quería
llevar el cristianismo a aquellos lugares. ¿Cómo sucede el cambio o el
desdoblamiento de predicador a guerrero? ¿Cómo cambia la palabra por la espada?
Este cambio tiene lugar en época medieval, en el contexto de la denominada
“Reconquista”, momento en el que adquiere su carácter guerrero y combativo. Si
hacemos caso a la tradición, es en la batalla de Clavijo (844) y bajo el
reinado de Ramiro I cuando hace su primera aparición. Ramiro I se enfrentó a
los musulmanes en las inmediaciones de un cerro llamado Clavijo al negarles
el tributo de las 100 doncellas que un
monarca anterior, Mauregato, había acordado. La noche previa a la batalla, en
sueños, Santiago se apareció al rey animándolo a la lucha y garantizándole la
victoria. Según la leyenda, durante la batalla apareció Santiago sobre su
caballo blanco portando un estandarte y conduciendo a los cristianos a la
victoria.
Representación anónima del siglo XVIII de la batalla de Clavijo
A lo largo del tiempo, las figuras de Santiago Matamoros y evangelizador convivirían,
asentándose y potenciándose la primera imagen en el contexto de guerra
fronteriza con los musulmanes (con el tiempo se crearía la orden militar de
Santiago). El patronazgo de los Reyes Católicos haría que muchas de las
iglesias que se construyeron en los territorios ganados al reino nazarí de
Granada, estuvieran dedicados a Santiago, como la de Monda. En la Sierra de las
Nieves la iglesia de Casarabonela también se encuentra bajo la advocación de Santiago
(en esta comarca las dedicadas a la Encarnación son tres y a San Miguel otras
Tres, mientras que a Santa Ana, solo una).
Portada de la iglesia de Casarabonela
Nicolás Cabrillana Ciézar, natural de Yunquera, tiene un excelente trabajo sobre Santiago Matamoros,
que representa la luz sobre la oscuridad, el orden frente al caos, lo bueno
frente a lo malo… Todo lo positivo estaría representado por Santiago, mientras
que lo negativo por los musulmanes.
Pero esta figura tiene más simbolismos. Durante la Guerra
Civil el bando franquista incorporó a su
ideario la idea de cruzada y a Santiago, como aliado simbólico. Para los
ideólogos del franquismo la Guerra Civil se convertía en una verdadera cruzada,
pero no contra los infieles musulmanes, sino contra el marxismo y las ideas de
izquierda. Así como Santiago Matamoros era uno de los símbolos medievales de la
“Reconquista” y del cristianismo, ahora se convertía en un aliado necesario a
la “causa nacional” contra los “infieles marxistas”. El uso en la vestimenta
del santo de los colores rojo y
amarillo, así como en los estandartes, bien pudiera estar remedando la bandera
de España.
Pero esta no es la única representación en la Sierra de las
Nieves. En uno de los muros externos de la iglesia de Santa Ana, en Alozaina,
volvemos a encontrar otra representación de Santiago Matamoros en baldosines cerámicos vidriados, pero de una menor
calidad técnica. En el interior de esta iglesia existe una estatua de escayola
policromada que representa la misma escena. En Monda se conservaba una de
madera policromada que tenía su origen el siglo XIX o XVIII, pero que fue
destruida junto a otras durante los primeros momentos de la Guerra Civil (como
en otros muchos lugares de nuestro país) privándonos para siempre de un
patrimonio histórico-artístico y documental de una importancia trascendental.
Actualmente esta imagen se encuentra deteriorada. El sol y
la lluvia, a lo largo del tiempo, ha apagado su colorido y ha provocado la
pérdida del vidriado en partes de algunos baldosines. Sería conveniente su
restauración y protección frente a las inclemencias meteorológicas para evitar su desgaste y un mayor deterioro.
El empleo del término Matamoros quizá pueda ser políticamente incorrecto, pero es la denominación histórica que tiene. Hace algunos años se retiró el de Santiago de Compostela para no herir sensibilidades, lo que levantó un gran revuelo mediático. Pérez Reverte, en un artículo de los suyos, con sorna e ironía, manifestó su opinión...
Diego Javier Sánchez Guerra.