Siembre he dicho que el mayor patrimonio que tiene la Sierra de las Nieves es el agua. El agua que ha modelado las sierras, gargantas, cuevas, simas, tajos y barrancos; el agua, que en forma de nieve permitió durante medio milenio la existencia del negocio de la nieve y de los neveros; el agua, que discurriendo por acequias y albercas, vivifica las coloridas huertas y regadíos; el agua, tan necesaria, que abastecí a las familias en las fuentes urbanas, que calmaba la sed de las bestias y que se empleaba para lavar la ropa en lavaderos públicos... Y el tema de esta entrada va sobre uno de esos patrimonios que fueron espacio exclusivo de las mujeres: el conjunto de fuente y lavadero de la Jaula, en Monda, bello monumento de la arquitectura popular pero también lugar de duro trabajo para generaciones de mujeres mondeñas.
A ellas, a las hacendosas y trabajadoras mujeres mondeñas, va dedicada esta entrada.
Nuestro pueblo, Monda, está lleno de legados y patrimonios culturales importantísimos, aunque como nos hemos criado con ellos y forman parte de nuestro día a día, de nuestra cotidianidad, no les demos mucha importancia. A pesar de ello algunos reciben más atención que otros, eso es totalmente cierto. Es el caso del conjunto de la fuente y lavadero de la Jaula, robusta edificación que se encuentra junto al arroyo La Lucía y que tras el embovedado de éste quedó a una cota relativamente baja y un tanto atrapado por las edificaciones colindantes. Todos los mondeños conocemos el lavadero de la Jaula y nos identificamos con él porque ha formado parte (y forma parte) de la historia y la memoria de muchas generaciones de mondeños.
A ellas, a las hacendosas y trabajadoras mujeres mondeñas, va dedicada esta entrada.
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Nuestro pueblo, Monda, está lleno de legados y patrimonios culturales importantísimos, aunque como nos hemos criado con ellos y forman parte de nuestro día a día, de nuestra cotidianidad, no les demos mucha importancia. A pesar de ello algunos reciben más atención que otros, eso es totalmente cierto. Es el caso del conjunto de la fuente y lavadero de la Jaula, robusta edificación que se encuentra junto al arroyo La Lucía y que tras el embovedado de éste quedó a una cota relativamente baja y un tanto atrapado por las edificaciones colindantes. Todos los mondeños conocemos el lavadero de la Jaula y nos identificamos con él porque ha formado parte (y forma parte) de la historia y la memoria de muchas generaciones de mondeños.
No
es el caso, como he denunciado en anteriores ocasiones, de la
refalaera
de calle Arroyo o del puente del arroyo de la Teja, el puente
romano (que no hay que
confundir con el puente del arroyo del Tejar, que si se mantiene en
pie), hoy desaparecidos, hoy no
lugares, hoy espacios
violentamente amputados de la memoria a base de piqueta, por un lado,
y de dejadez, por otro, motivado por la falta de conciencia y el
desconocimiento de nuestra propia historia, de lo que somos, de dónde
venimos... Esperemos que no sea ese el destino de los viejos molinos
de aceite de Monda, especialmente del de Paco
Macías, que incluye la torre
de la vieja ermita de Los Dolores. Ni tampoco el destino de nuestras
viejas y trilladas eras. Ni de los molinos
moriscos en Alpujata, cada vez
más avejentados, más ruinosos y más olvidados... Ni de las
imponentes ruinas del castillo de Monda, que posee una serie de
torres y murallas de gran valor científico e histórico-cultural que
corren serio riesgo de desplome y destrucción por lo deteriorado de
algunos de sus cimientos y por la acción destructiva de las raíces
de árboles y vegetación.
Un ya no lugar, donde se encontraba la refalaera
Uno de los tres molinos moriscos de Alpujata
Conjunto de molino y torre, antes de ser decapitada
Hoy
día la fuente y lavadero de la Jaula además de un espacio para la
memoria e identidad de los mondeños es un monumento muy concurrido
por turistas y visitantes, no en vano aparece en decenas de webs de
turismo y en numerosas publicaciones así como vídeos promocionales;
ha sido portada del libro de feria de Monda en el año 1998,
escenario de bodas civiles y de recreaciones históricas…; también
es un lugar donde, de vez en cuando, se celebra alguna victoria
futbolística con el tradicional baño del equipo vencedor. Pero no
olvidemos que durante mucho, mucho tiempo, casi cien años, fue un
lugar de duro trabajo para las mujeres mondeñas porque eran ellas
las encargadas de lavar la ropa a mano y de recoger el agua de la
fuente que en pesados cántaros de barro debían llevar al cuadril
hasta casa para dar cobertura a las labores doméstica (el aseo, la
limpieza, para la cocina y su consumo…). Es un lugar con el que
ineludiblemente todos los mondeños nos identificamos.
Nuestra fuente y lavadero de la Jaula ha
sido incluso portada del libro de feria
Col. Biblioteca Pública Municipal
El conjunto de fuente y lavadero como atractivo turístico
Alfonsa e Isabel, dos moriscas mondeñas en la Ruta Histórica
Teatralizada que todos los años realiza la Asociación
de Mujeres "La Villa"
Episodio del "fantasma" en el lavadero de la Jaula que tiene lugar en la Ruta Histórica
Teatralizada que todos los años realiza la Asociación
de Mujeres "La Villa
El
nombre de nuestro lavadero no deja de ser curioso: Jaula. No. No
había una jaula en la zona ni nada por el estilo. Su nombre surge y
nace de la fuente que tiene al lado, que es mucho más antigua que el
propio lavadero y al cual abastece: al-Haura,
vocablo de origen islámico cuyo significado ha venido aceptándose como“las afueras”, sin embargo, voces más autorizadas señalan que significa "álamo blanco", "olmo", con lo que nuestra fuente de la Jaula era conocida por los musulmanes mondeños como la fuente del Álamo. Y es que ya en documentos del siglo XVI aparece mencionada esta fuente. El
término, mal oído y mal pronunciado por los cristianos de
repoblación, acabó por mutar a Jaula, nombre por el que conocemos
al conjunto de la fuente y lavadero y que da nombre a la vecina calle
Jaula. Aunque nuestro idioma, el castellano, es de raigambre latina,
a lo largo de su historia ha adoptado infinidad de términos de otras
lenguas, enriqueciéndose a lo largo del tiempo y siendo muestra de
la confluencia de muchísimas culturas a lo largo del tiempo. De la
lengua islámica ha incorporado una ingente cantidad de topónimos,
palabras, expresiones y vocablos, la mayoría relacionadas con
actividades agrícolas: acequia, alberca, aceite, aceituna… y de
uso totalmente cotidiano.
Antigua foto del lavadero, posiblemente de primeros del siglo XX y quizás la más antigua
Col. Biblioteca Pública Municipal
Este
conjunto no ha pasado desapercibido a las autoridades en materia de
patrimonio cultural pues en la Base de Datos del Patrimonio Inmueblede Andalucía de la Consejería de Cultura, aparece con el código 01290730001, con la caracterización
Arquitectónica y Etnológica y con la siguiente descripción:
Lavadero
con fuente adosada en el exterior, situado junto al río y el puente
que cruza éste. Es un edificio de mampostería con verdugadas de
ladrillo, con cubiertas a un sólo agua. La fachada que da al río
está compuesta de arcos, y las demás son ciegas. La estructura de
la cubierta es de madera.
Tiene planta rectangular, estando parcialmente abierta en su lado sur, cerrada en sus lados menores, aunque presenta ojos de buey en estos lados, y abierta en su totalidad en su flanco norte que es donde tiene la entrada. El lavadero consta de una gran pila rectangular ubicada en su parte central y de dos filas de piedras de lavar, una a cada lado mayor del pilar.
La fachada que da a la calle principal posee una fuente de cuatro caños, en mármol negro; sobre ella una cruz en mármol blanco rematada en una hornacina. La base de la cruz tiene una inscripción que dice:
"MONDA. AÑO DE 1.788"
El lavadero ha quedado situado entre dos calles y el puente, espacio idóneo para crear una plaza urbana de proporciones recoletas. El río está cubierto con bóveda de hormigón.
El conjunto fuente y lavadero de la Jaula en la Base de
Datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía
En
la web Manantiales y Fuentes de Andalucía, también le tienen
dedicado una entrada e igualmente en el blog Viajeros en Corto, que tiene varias
entradas muy completas y elaboradas dedicadas al patrimonio mondeño,
encontramos un post sobre la fuente y lavadero de la Jaula bastante
bueno y de muy recomendada lectura.
La ubicación del conjunto
La
existencia de sierras calizas en el entorno mondeño ha favorecido
que dispongamos de agua en relativa abundancia, agua que surge en los
manantiales y que con el tiempo, fueron reconducidas mediante
canalizaciones y acequias a ciertos espacios urbanos donde se
construyeron las fuentes y las huertas. En Monda contamos con cuatro
de ellas conocidas por todos: la Mea-mea, la de la Esquina, la de la
Jaula y la de la Villa, éstas dos últimas con su lavadero acoplado
y, en el caso de la segunda, ubicada en el mismo nacimiento. De ellas
hemos hablado en una entrada anterior. La fuente Romera, que está en el Portugal, no llegó a tener
nunca su pilar y aunque parca en aguas, los vecinos siempre han
hablado muy bien de sus propiedades.
Fuente de la Esquina, en calle Fuente
Cortesía de Bent Hojsholt Hedegaart (Benito)
A por agua a la fuente de la Villa, mucho antes de su última y lastimosa reforma
Cortesía de Maribel González
Fuente Mea-mea, en calle Marbella
Fuente de calle Horquilleros
En los años ´70 se colocaron algunas fuentes más en el pueblo.
Además de ésta, las había en C/ Erillas y C/ Moral
(Cortesía de Maribel González)
La
fuente y lavadero de la Jaula estaba de cara al arroyo de La Lucía,
que fue embovedado hacia finales de los años ochenta o principios de
los noventa. Ese arroyo cortaba en dos al pueblo y se cruzaba por
varios puentes, a saber: el de calle Jaula, el de calle Enmedio y el
de calle Portugal. En un viejo dibujo del siglo XVIII aparece los
puentes de calle Jaula y del Portugal, pero ni rastro del lavadero ni
de la fuente ni del otro puente. En ese arroyo hemos jugado y
realizado múltiples travesuras casi todas las generaciones de
mondeños y por ser poco generoso en aguas, salvo en ciertas tristes
ocasiones, algunas de las cuadras de las viviendas de las calles
aledañas tenían acceso por el mismo y todavía puede verse a ras de
suelo en calle Arroyo la Lucía o en el parque Doctor Villanueva, los
viejos dinteles de madera o de ladrillos de barro cocido colocados a
sardinel como queriendo emerger del pavimento.
Puerta tapiada tras el embovedado del arroyo de la Lucía,
que discurría casi dos metros más abajo
Su
ubicación junto al arroyo no es fortuita, pues el nacimiento del que
se abastece no queda lejos y su proximidad a este exiguo cauce
fluvial se justifica para darle salida a las aguas sobrantes a través
de dos acequias que se dirigían (y dirigen) a las huertas
colindantes, los pagos de Pitalata, hacia Coín, y el de los Huertos (también llamado Afetarix en la documentación antigua), hacia Guaro, aunque este segundo recibía el grueso de su caudal de la fuente de la Villa, llamada por los musulmanes mondeños la fuente del Alfaquí, como consta en antiguos documentos.
Los pagos de huerta de Pitalata y Los Huertos/Afetarix
Este
conjunto, durante las obras del embovedado del arroyo, corrió el
riesgo de fenecer ante la mentalidad de la época, poco observadora
de la conservación del patrimonio cultural. Pero por fortuna fue
respetado y logró no sólo sobrevivir, sino ser restaurado y puesto
en valor, recibiendo la zona adyacente un empedrado en canto rodado
que quería remedar el antiguo pavimento y que embellece al conjunto
y al espacio.
La fuente
En
el conjunto podemos diferenciar claramente dos partes: la fuente y el
lavadero propiamente dicho.
La
actual fuente, que se ubica en lado este del conjunto, data de la
segunda mitad del siglo XVIII y se compone por cinco
caños de bronce que vierten el agua al interior de un pilar
alargado. Éstos se ubican hacia el lado derecho del pilar, centrados
en un frontis conformado por varias piezas de mármol, mientras que
el izquierdo queda casi libre, con un solo caño. Ello se debe a que
mientras se podía recoger agua en un lateral, por el otro podían
beber las bestias.
Plano general de la fuente
Col. Biblioteca Pública Municipal
El pilar de la Jaula y sus caños
Detalle del pilar, los caños y el rebosadero, obsérvese el desgaste de las losas
que componen el pilar
El
pilar está realizado a base de piedras de mármol que acusan un
notable desgaste en sus labios interiores debido a que a la hora de
sacar el agua, los pesados cántaros eran arrastrados por el borde
del pilar. En el extremo izquierdo sufrió una notable pérdida de
masa pétrea, no sabemos si como consecuencia de un accidente o del
desgaste de la piedra. La cuestión es que en lugar de cambiar la
pieza de piedra recibió un remiendo al restituirse a base de
ladrillo de barro cocido con una argamasa muy rica en cal, para dar
más fuerza a la reparación e impermeabilizar. En el extremo derecho
el pilar tiene un rebosadero para que las aguas sobrantes encuentren
una salida. Sin embargo las aguas apenas alcanzan el rebosadero pues
es tal el desgaste de las piedras en ciertas partes del borde del
pilar, que el agua escapa por ellos. Estas aguas caen a una pequeña
acequia que rodea a la fuente y que parece ser una obra posterior más
relacionada con la restauración que con la construcción de esta
fuente en el siglo XVIII.
Detalle de la porción del pilar remendada
Hoy
no puede verse, pero desde muy antiguo las aguas sobrantes eran
conducidas a través de una red de acequias y albercas a las huertas
cercanas de Pitalata y los Huertos. En la actualidad las aguas están
canalizas y se destinan al mismo uso, al riego. Ya en 1572 el morisco
Bartolomé Arruro, en las declaraciones que tuvo que realizar como
consecuencia de la expulsión de los moriscos ante las autoridades
cristianas, señalaba que asimismo,
junto a esta villa está una fuente que la llaman Alhaura, que de
ella salen dos regueras que suelen regar quando ai abundazia de agua,
cada una quatro fanegas de tierra…
Este testimonio está extraído del Libro de Apeos de Monda,
publicado por nuestro vecino José Antonio Urbano Mancha. Por tanto
sabemos de la existencia de la fuente de la Jaula / Alhaura desde al
menos la segunda mitad del siglo XVI.
Red de acequias que parten de la Jaula hacia los pagos de huertas de
los Huertos / Afetarix y Pitalata
El
conjunto se encuentra dominado por un frontis compuesto por varias
losas de mármol oscuro superpuestas con elementos mixtilíneos en
sus extremos, decoración típica del Barroco. Sobre el frontis
encontramos una cruz de mármol apeada sobre un pedestal donde se
halla cincelada su fecha de remodelación, MONDA,
AÑO DE 1788, y cuya
función es sacralizar el espacio y atraer la acción divina para
procurar que las aguas sean benignas, alejando enfermedades e
infecciones. Esta cuestión se observa en numerosas fuentes de toda nuestra geografía (la de la Esquina estaba rematada por una cruz, que perdió con el tiempo); a falta de procedimientos químicos para purificar el
agua se buscaba la divina protección.
Detalle del frontis que preside el pilar
Detalle de la cruz
Fuente, frontis y cruz
Esta
cruz habita en una hornacina ejecutada con ladrillo de barro cocido y
en algunas fotografías antiguas puede verse como carece de su brazo
izquierdo, que debió desprenderse en algún accidente. La cuestión
es que fue reparada y si se observa con detenimiento, puede verse su
cicatriz, aunque las numerosas capas de cal que ha recibido en las
últimas décadas, la hace casi imperceptible a los ojos.
Fuente y lavadero, donde se aprecia la rotura de la cruz
y el óculo cegado
Archivo Gráfico López Duerto
Esta
cruz, según algunos testimonios orales, se encontraba en el
monumento a los Caídos en plaza de la Ermita. Con el tiempo fue
trasladada a esta ubicación, donde debió haber otra más antigua,
quizás de madera. Incluso en lugar de una cruz, antaño pudo haber sido ocupado por una
figura sagrada.
En
el frontis, bajo la cruz, encontramos también una interesante
leyenda que hace referencia a los cargos públicos que hicieron
posible la obra de remodelación, perpetuando su memoria en este
monumento tan importante y trascendental en la vida de Monda dado que
el agua era y es un bien básico y de primera necesidad. Por tanto,
realizar una obra de infraestructura que facilitara el acceso al líquido elemento a más
personas y de mejor manera, era un importante adelanto en su tiempo,
una actuación en la que los promotores quisieron verse reconocidos
para la posteridad. La inscripción reza de la siguiente manera:
SE
HIZO ESTA FVUENTE A COSTA DE LOS CAVDALES DE PROPIOS DESTA VILLA
SIENDO GOVRDOR DELLA EL LIC. DON FERNANDO SORIANO Y RODRÍGUEZ
D.
JUAN DE GVZMÁN XIMÉNEZ Y D. LÁZARO VRBANO, ALCALDES.
Al
ser Monda todavía villa de señorío perteneciente al marqués de
Villena y duque de Frías, en la inscripción conmemorativa se hace
constar a su gobernador (…siendo
gobernador de ella el Licenciado Don Fernando Soriano y Rodríguez…),
que era el personaje que administraba las rentas e intereses del
mencionado marqués y duque en su nombre, destacándolo sobre las
autoridades municipales: los Alcaldes y los Regidores. Esta sencilla
inscripción oculta una auténtica liturgia del poder al quedar la
jerarquía jurídico-civil de la época fosilizada en este monumento y a la vista y exposición pública de todo el vecindario, que, en su mayor parte, debía ser analfabeto.
Junto
a la fuente, al lado derecho y bajo un par de peldaños, existen
otros dos caños más de agua. Éstos reciben su caudal de un
manantial diferente al de la pila principal, cuyas aguas nacen cerca
de las viviendas cercanas. Estos dos caños se instalaron ya bien andado
el siglo XX en una fecha todavía sin precisar y no formaban parte
del conjunto original, como puede verse en algunas fotografías
antiguas. Sobre éste, a cierta altura, nos entramos con una placa
cerámica que contiene varios versos de un poema dedicado por el
Doctor Cristóbal Jiménez Encina, del que ya hemos hablado en este
blog, a esta fuente:
Misterioso
encierra su rumor la fuente
Que
en su cristal retrata el firmamento
Los versos del emérito médico mondeño
Los dos caños junto al pilar
A
los pies de la fuente un reformado pavimento de cantos rodados
incluye el escudo de Monda sobre el que se perfila el nombre del
municipio.
Las
aguas de esta fuente eran recogidas en cántaros de barro,
normalmente por mujeres, que las llevaban a las casas para el
suministro domiciliario y cuyos destinos principales era el consumo,
el aseo personal, la limpieza doméstica… Esa finalidad tenía las
aguas de la fuente de la Jaula y las del resto de fuentes públicas
en Monda como la Villa, la Esquina y la Mea-mea. Además servía de
abrevadero para una gran cantidad de animales y bestias, antaño muy
numerosas porque no olvidemos ni por un instante que la base
económica de nuestro pueblo desde que nació allá por los siglos
medievales hasta que la Costa del Sol empezó a tomar pulso, fueron
la agricultura y la ganadería. Bestias de carga, como mulos y
burros, así como el ganado, especialmente caprino, formaban parte de
las fuerzas productivas y de la economía de nuestra localidad.
Abrevando a las bestias
Otra
particularidad de esta fuente es que las aguas de los caños pequeños
han sido utilizadas tradicionalmente para encurtir las aceitunas,
dadas sus buenas cualidades. En este sentido a la fuente de la
Esquina le ocurría algo similar, ya que son numerosos los
testimonios de vecinos que señalan que sus aguas eran muy buenas
para tal finalidad.
Por
este motivo, por ese carácter de espacio social compartido entre
personas y bestias, las fuentes y sus pilares solían ser espacios
muy concurridos y animados, lugares, también, donde algunos mozos
que acudían con sus animales destinaban alguna que otra furtiva
mirada a las mozas jóvenes.
El lavadero
El
mismo manantial que surte al pilar abastece a lavadero, un edificio
de planta rectangular - de 9,5 x 4,85 m aproximadamente - compuesto
por una cubierta a un agua sustentada por unos robustos arcos de
medio punto en sus caras norte y sur. En la cara norte encontramos
una robusta pilastra entre los dos arcos cuya función sería la de
dar estabilidad y solidez al conjunto, mientras que en la sur
aparecen unos arcos ciegos bajo los dos arcos que sustenta la
cubierta y cuya función sería de soportar el peso de parte de la
construcción. En su cara este, donde está la fuente, hay un óculo
u ojo de buey en la parte más elevada, sobre la hornacina que
alberga la cruz. En la cara oeste, además de otro óculo,
encontramos una puerta realizada en arco de medio punto, actualmente
cegada y que daría acceso al lavadero por ese lado. Estos óculos u
ojos de buey no siempre estuvieron abiertos. Por motivos que
desconocemos estuvieron tapiados durante muchos años, como puede
apreciarse en las fotografías antiguas, y sólo tras la restauración
del lavadero volvieron a tener su aspecto original.
El lavadero
Juego de reflejos en las aguas del lavadero
Doble arcada superpuesta que sustenta la cubierta
Detalle de uno de los óculos
Detalle interior de la cubiera, restaurada hace un par de décadas
Si
observamos con detenimiento la cara externa de esta pared, aparece la
impronta de la techumbre de una antigua construcción que fue
demolida durante las obras de embovedado del arroyo. Se trataba,
según yo mismo puedo recordar y según puede observarse en alguna
que otra fotografía antigua, de una construcción de factura antigua
y con cubierta de teja mora a un agua. Por nuestra vecina Rafi
Villanueva sabemos que en este lugar y durante cierto tiempo hubo
habilitado un espacio para lavar tripas de animales. Por la mañana
el tripero, que era natural de Coín, llevaba las tripas sucias de
animales que habían sido sacrificados y que procedían de Marbella.
Las tripas eran lavadas por dentro y por fuera siendo muy bien
cepilladas, tarea que solía recaer en las manos hábiles y duchas de
las mujeres. Para esta labor se empleaba el agua de la fuente, la
cual se traía mediante una goma conectada a uno de sus caños, ya
que este pequeño habitáculo no tenía agua corriente. Tras la
limpieza las tripas se introducían en sal y se las llevaban para
rellenarlas de chorizo, morcilla, salchichón y otras viandas.
Impronta de la antigua construcción
Volviendo
al lavadero, el material empleado para la construcción es la
mampostería encintada con el empleo de ladrillos de barro cocido y
con mortero de cal en los ángulos y en la parte baja del edificio,
así como en los arcos. Los muros son bastante gruesos y recios, como
si hubieran de soportar una techumbre de mucho más peso que la
actual surgida de la restauración realizada hace algo más de dos
décadas y cubierta con tejas moras o de medio cañón. Los óculos
de las caras menores y los arcos que soportan la cubierta también se
ejecutan con ladrillos de barro cocido. Externamente podemos ver cómo
sobre éstos la técnica constructiva es distinta a la descrita; tras
observar una serie de fotos antiguas y actuales, podemos afirmar que
ese cambio se produjo durante la restauración de la cubierta, que se
elevó alrededor de medio metro.
Detalle de la técnica constructiva
Detalle del contrafuerte ultrasemicircular donde confluyen los dos arcos de medio punto
del frontal del lavadero
Detalle de la doble arcada exterior trasera
En
las paredes interiores del lavadero podemos ver una serie de agujeros
más o menos cuadrados. Se trata de mechinales, unos huecos dejados
por la armadura de madera construida para edificar los arcos y para
servir de andamiaje a los trabajadores durante las obras de
edificación del lavadero.
Mechinales bajo uno de los óculos
En
el centro del conjunto se encuentra un pilar rectangular y alargado
en sentido este-oeste que recibe el agua de la fuente por su lado
este, que es el espacio para lavar propiamente dicho. Se compone por
un grueso muro de algo más de medio metro de altura rematado por
unas cuarenta losas de piedra inclinadas hacia el interior del pilar
que las mujeres usaban para lavar. Interiormente este pilar recibe un
pavimento de losas de barro cocido trabadas con una argamasa muy rica
en cal. En este enlosado, rompiendo algunas de las losas, se
colocaron algunas piezas de piedra equidistantes unas de otras y
dotadas de orificios circulares de un mismo diámetro. Desconocemos
por completo cuando se colocaron, aunque sabemos que fue en momentos
posteriores a la realización del pavimento, así como su función,
pero cabría imaginar que estos agujeros sirvieran para encajar
algunas barras verticales que sustentaran alguna sencilla y ligera
cubierta en un momento anterior a la construcción de la realización de la actual cubierta del
edificio. Es posible que anteriormente a este lavadero, hubiera otro.
Detalle de la pila central
Detalle de las desgatadas piedras donde se lavaba la ropa
Detalle del interior de la pila de lavar
En
el otro extremo del pilar del lavadero hay una salida que conduce el
agua al exterior a través de una pieza de mármol alargada y
acanalada. Ésta vertía el agua a una alberca ya inexistente -y que
se puede apreciar en fotografías antiguas- de la que partían dos
acequias para el riego de las huertas cercanas de los parajes de
Pitalata y los Huertos, éste último también recibía las aguas
sobrantes de la fuente de la Villa y en él existe una noria del
siglo XVIII de la que hablaremos en el futuro en este blog. Desde el
siglo XVI se constata el uso de estas aguas para el riego de estos
dos pagos de huerta, de ello da buena cuenta el libro de apeos y
repartimiento estudiado y publicado por Teodosio Vargas Machuca en
los años sesenta del siglo XX y por nuestro vecino José Antonio
Urbano Pérez más recientemente, que recogen el testimonio del
cristiano viejo Martín del Mármol realizado el dos de febrero de
1572, en relación al apeo y repartimiento de Monda:
…
e que asimismo junto á esta villa ai dos
fuentes, y en cada una dellas un pilar que a la una llaman la fuente
el Alhaura, y la otra la fuente de la Villa, é de la fuente de
Alhaura salen dos regueras, una hazia Coín y otra hazia Tolox,
quedando el arroio y madre vieja en medio, e con la reguera que ba á
Tolox se junta el agua de la fuente de la Villa quando ai abuandanzia
de agua porque ambas á dos fuentes son de mui poco agua …
Testimonio de Martín del Mármol en el
Libro de Apeo de Monda
Según
recoge José Antonio Urbano, en su libro La
villa de Monda en el siglo XVI. Apeos y primeras ordenanzas, con la
(reguera)
que se dirigía a Coín se regaban cuatro fanegas de tierra; la que
salía hacia Tolox se llevaba a una alberca donde se unía con el
agua que, canalizada, venía de la fuente de la Villa y juntas podían
regar de cuatro a seis fanegas de tierra, según fuesen los años
abundantes en agua. Igual que ocurría en Alpujata, en ambos partidos
se ordenaba el riego por el alcalde del agua, y de igual manera se
seguía el sistema de dulas y cercanías para su distribución…
Finalmente
el agua que tras nacer en los manantiales, recorrer los conductos y
canalizaciones que la llevaban a las fuentes, tras calmar nuestra sed
y ser usada en los lavaderos por las mujeres, era conducida a las
huertas, por donde se distribuía a través de albercas y acequias
que la hacían llegar hasta los cultivos de forma organizada.
Como
se ha señalado en la salida del agua del lavadero, a un nivel más
bajo, había una alberca a dónde iban a parar las aguas
excedentarias de la fuente y del lavadero. Desde esta alberca era
conducida a través del arroyo La Lucía, que entonces no se
encontraba embovedado, por dos acequias; la de la izquierda se
dirigía al pago de Los Huertos y la de la derecha al de Pitalata. En
medio quedaba la parte del arroyo que era conocida por la Chorrera,
y que aparece con este nombre en planos de mediados del siglo XVIII.
Estas acequias y sus usos para el regadío así como estos pagos de
huerta están documentados ya en el siglo XVI siendo, muy
posiblemente, de origen nazarí, sólo que la de los Huertos aparece
con el nombre de Afetarix mientras que Pitalata conserva hoy día su vocablo antiguo.
El agua, tras salir de la pila de lavar, era conducida por acequias
hasta una alberca y las huertas
El
agua y las acequias eran y son a las huertas lo que la sangre y las
venas a las personas: los canales por donde discurre su flujo vital.
A través de los tradicionales riegos a pie o a manta los cultivos
recibían abundante agua y los bancales se humedecían lo bastante
como para mantener ciertas reservas hídricas. Hoy día el riego por
goteo no es lo mismo… En las huertas el agua operaba su mundanal
transustanciación trocándose en el aromático azahar de los
naranjos, en las hortalizas, verduras, frutas… que despachamos en
nuestras ensaladas y en nuestras comidas, por lo que una vez más y
de otra manera, nos volvemos a beber el agua.
Lavadero
y memoria
El
lavadero de la Jaula era un espacio de trabajo netamente femenino, un
lugar destinado a la mujer. Además del duro trabajo que suponía las
labores de lavado, para hacer el trabajo más llevadero, las mujeres
se contaban chascarrillos, se daban noticias, cantaban… era un
lugar donde las niñas, que iban con las madres para lavar,
aprendían también el “oficio” de mujer. La tarea de lavar la ropa familiar ha sido propia de las mujeres desde hace miles de años como podemos ver en la Grecia antigua o como inmortalizara Goya en uno de sus cuadros.
Vasija griega que recoge una escena de lavanderas hace 2.500 años
Museo del Louvre
Las lavanderas, un estupendo cuadro de Goya
Museo del Prado
Varias vecinas de Monda, de distintas generaciones, realizando la ardua tarea de lavar la ropa
Cortesía Antonia Rojas Luna
Como
el pilar del lavadero era alargado, por el lado por el que entraba el
agua ésta estaba muy limpia y por donde salía estaba muy sucia, por
lo que las mujeres que lavaban la ropa en la zona de salida recibían
un agua jabonosa más sucia. Por ello el interés se concentraba en
lavar la ropa lo más cerca del orificio de entrada al pilar, donde
el agua estaba limpia. A este sitio le llamaban el “cohollo” (cogollo),
porque era donde tendía a apelotonarse más mujeres y hubo no pocas
peleas y enfrentamientos.
El "cohollo", responsable de más de una riña
Francisca Ruiz nos hace una demostración
Detalle del trabajo del lavado de la ropa
Jabón, ropa y piedra de lavar
El
jabón empleado para lavar la ropa, las sábanas, etc., era elaborado
por las mujeres del pueblo a base del aceite sobrante de la cocina.
Ése se mezclaba con sosa caústica y agua en unas proporciones
determinadas, removiendo la mezcla sin parar hasta que se tornase
espeso, tras lo cual se dejaba secar. Una vez seco, se cortaba en
trozos y ya estaba listo para su uso.
Jabón de aceite y sosa
Hay
que tener en cuenta otra circunstancia que hacía más dura las
tareas de lavado de la ropa por parte de las mujeres y es que en los
meses más fríos, no había agua caliente. Las mujeres debían lavar
con el agua corriente del lavadero que brotaba muy fría del
manantial, acusando el frío húmedo en sus manos y en sus cuerpos.
No
siembre se lavaba la ropa de la familia, de la propia casa, a veces había que hacerlo también de las ajenas. Algunas mujeres
realizaban estas tareas por encargo de familias más pudientes y que
estaban en una buena situación económica que les permitía
contratar a otras mujeres para realizar estas duras tareas, lo que reportaba a las familias más humildes algunos pequeños ingresos, una pequeñas ayuda en un contexto social y económico asfixiante y de grandes desigualdades y privaciones.
Recuerdo que una vez, observando una vieja foto del lavadero, me percaté de la existencia de un pequeño murete de ladrillo moderno que hoy día no existe y que cerraba el acceso de entrada entre los arcos que dan a calle Jaula. Hasta que no lo vi en la imagen, no volvió a mi memoria. Ese muro, ya desaparecido, forma parte de la historia del lavadero de la Jaula en forma de anécdota; junto al lavadero hay un puente que se encuentra más elevado en relación a aquel en el que algunos hombres se paraban a mirar y recrearse con cierta parte de la geografía femenina -allí por donde la espalda pierde su nombre- cuando las mujeres se agachaban a lavar la ropa con un rítmico vaivén. Éstas, para protegerse de miradas lúbricas y atrevidas, se ponían en la parte trasera un delantal para alejar los pensamientos impúdicos y libidinosos de la mente de más de uno, pero con resultados infructuosos. Finalmente y ante la protesta de algunas mujeres, el Ayuntamiento colocó este sencillo murete para evitar miradas curiosas y para que las mujeres pudieran lavar con tranquilidad. En las obras de restauración, este muro de la memoria, este velo de ladrillos, fue eliminado.
El lavadero con su murete protector, a mediados de los años ´80.
Obsérvese como la cubierta recibía teja alicantina y no de medio cañón.
A la derecha la pequeña construcción donde se lavaban las tripas.
(Base de Datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía)
Sin
embargo el lavadero tenía una capacidad y un límite; si llegabas
temprano, cogías sitio, sino, debías esperar o dirigirte al otro
lavadero, el de la Villa, otra interesante muestra de arquitectura
popular mondeña completamente desaparecida que se encontraba junto a
la fuente de la Villa. Otro no lugar. Las mujeres que no encontraban
acomodo en ninguno de los dos lavaderos, que solían ser bastantes
porque antaño había mucha población en Monda, se encaminaban a los
arroyos y acequias tanto próximos, como lejanos, para lavar la ropa,
como el arroyo Alcazarín, el de Rochiles o el de Alpujata, más
lejano. Para ello llevaban pesadas cargas de ropa en cestas y canastos, junto al jabón, recorriendo unas considerables distancias.
Allá por principios de los ´70, varias mujeres lavan la ropa en el Ventorrillo.
Obsérvese como tapan el cauce con algunas piedras para
poder disponer de algo de agua para lavar
Otras
mujeres lavaban en casa, ya que tenían pozo de agua particular y
utilizaban una serie de útiles como grandes barreños de zinc y
tablas para lavar. Éstas, que tenían una serie de estrías, se
colocaban en el borde del barreño. Estos útiles tan trascendentales
en la cultura popular mondeña, andaluza y española, los podemos ver
si visitamos uno de los lugares más singulares de nuestro pueblo: la
Casa-Museo Marigloria.
Barreño de zinc con tabla de lavar, en la Casa-Museo
de Marigloria
Conclusiones
En
otros pueblos de la Sierra de las Nieves existían también numerosos
lavaderos además de espacios usados como tales, como arroyos, ríos,
acequias... espacios tan significativos e importantes como los mismos
lavaderos.
En
Istán hay uno junto a la afamada Fuente del Chorro, muy concurrido
por los turistas. En el caso de Ojén la mayoría de las mujeres iba
a lavar al río. En Guaro existió un lavadero tras lo que es hoy la
Casa Consistorial, que desapareció con las obras de construcción
de este edificio. en Tolox muchas mujeres bajaban al río a lavar,
como puede verse en algunas fotos antiguas. En Alozaina el lavadero
del Albar, que estaba casi completamente arrasado, ha sido restaurado
recientemente siguiendo la línea de antaño. En Yunquera o en
Casarabonela los viejos lavaderos fueron demolidos por diferentes
motivos relacionados, primordialmente, por su caída en desuso. Ambos
espacios fueron destruidos y destinados a aparcamientos públicos. En
El Burgo, se bajaba al río Turón a lavar la ropa en sus caudalosas
aguas.
Lavadero de la fuente del Chorro, Istán
Lavadero del Albar, Alozaina, antes de su restauración
El lavadero del Albar tras su restauración
Mujeres en Yunquera lavando en una acequia
(LaVetusta Yunquera)
El pilar del Piojo, en Yunquera, también tenía un pequeño lavadero
(LaVetusta Yunquera)
En
Monda hemos tenido suerte a medias, pues el lavadero de la Villa no
ha llegado a nuestros días mientras que el de la Jaula, por suerte,
podremos disfrutarlo muchas generaciones de mondeños. En el primer caso a mediados del siglo XX un rayo destruyó el lavadero, construyéndose otro años después. Con su desuso la construcción se fue arruinando hasta que fue completamente destruida. Hoy día se levanta sobre el lugar una oficina de turismo. En el caso del conjunto
de la fuente y lavadero de la Jaula, con el tiempo ha pasado de ser un
espacio de trabajo, de relación social y de abastecimiento de agua,
a convertirse en un verdadero monumento de carácter histórico y
artístico que atrae a los turistas y en un elemento de identidad
colectiva. También se ha convertido en un elemento de estudio para
la etnografía y la arquitectura popular, dados sus orígenes y
funciones. A todo ello, con el tiempo, ha sumado su carácter
didáctico en tanto en cuanto lo empleamos para enseñar a los más
jóvenes los oficios y tradiciones que antaño se realizaban en el
pueblo reforzando, de camino, la identidad de los mondeños.
Transmitiendo los valores de la fuente y lavadero de la Jaula
Lavadero de la Villa
Col. Biblioteca Pública Municipal de Monda
La
fuente y lavadero de la Jaula es un lugar que se ha resemantizado,
que se ha resignificado convirtiéndose en un espacio polisémico. Es
cierto que ya no tiene su antiguo uso más allá de algunas
recreaciones históricas, actividades didácticas o turísticas, estudios etnográficos e históricos... ya que ahora tiene otras funciones y eso es lo que en gran parte le ha
salvado de la destrucción.
Escena que discurre en la fuente y lavadero de la Jaula durante la Ruta Histórica
Teatralizada que todos los años realiza la Asociación
de Mujeres "La Villa"
A
nuestro patrimonio cultural, nuestra herencia compartida, si no le
damos otros usos a los que siempre han tenido, acaba desapareciendo
más tarde o más temprano. Por eso es importante poner en valor
nuestros patrimonios culturales como nuestra calzada
romana, nuestros molinos de
aceite, los molinos moriscos… para que con el tiempo y el desuso,
no se pierdan tal y como les ha ocurrido al puente romano del arroyo
de la Teja, a la refalaera, al lavadero de la Villa…
Gracias a la recuperación y restauración de nuestras fuentes y lavaderos podemos decir que gran parte de nuestro patrimonio cultural relacionado con el agua sigue vivo y se adapta a las nuevas realidades.
¡Hasta la próxima entrada!
© Diego Javier Sánchez Guerra
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