viernes, 8 de marzo de 2024

EL CASTILLO QUE BROTÓ DEL AGUA. LA FORTALEZA DE QASR BUNAYRA

    Casarabonela es uno de los municipios más representativos de la comarca de la Sierra de las Nieves, en la provincia de Málaga. Además de ser uno de los más bellos, indiscutiblemente. Se encuentra enclavado en la Reserva de la Biosfera y en el entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves. Un lugar verdaderamente único e irrepetible en la provincia de Málaga, y mira que hay rincones y pueblos bellos en nuestra provincia.

 

 

    La tradición histórica compartida por todas las poblaciones de la Sierra de las Nieves las ha dotado a todas de una similar organización espacial, que deviene de la época andalusí: castillo en cota dominante, normalmente sobre un cerro o una elevación; un caserío que se desparrama a los pies de la fortaleza y en la cota más baja, los espacios de huerta, los regadíos. Alrededor de este espacio nuclear se desarrollan amplios campos de secano que tienen al olivar como dueño y señor absoluto de los paisajes agrarios, mientras que antaño eran los viñedos. Estos pueblos, que nacieron próximos a manantiales de agua y a nudos estratégicos de comunicación, fueron dotados en los siglos medievales de una fortaleza para la protección de los campesinos y el control de las rutas de comunicación y de comercio.

 


 
El castillo de Casarabonela destacando sobre el caserío
 

    Y ese es el origen del castillo de Casarabonela, también conocido como el castillo de Qasr-Bunayra o como Fortaleza Refugio del Rey Chico. La sierra Prieta, su majestuoso telón de fondo, lo abastece de agua en abundancia y su posición estratégica en un ancestral camino que comunicaba el valle del Guadalhorce con la zona rondeña justifica su construcción. Con el tiempo en el lugar y a los pies de la fortaleza, llegó a formarse una pequeña medina que incluía arrabales amurallados en los que se encontraban varias mezquitas que han podido ser documentadas, así como algún que otro cementerio islámico o maqbara (almocaber). Topónimos como calle Albaiva, calle Muro, calle Puerta de San Juan… nos ponen sobre la pista del desarrollo de la antigua medina, íntimamente ligada a la fortaleza de Qasr Bonayra.

 

 


    Esta fortaleza, literalmente, brotó del agua, dado que se encuentra sobre una elevada plataforma de travertino, formación geológica que se encuentra datada en el Pleistoceno Inferior (1,6 millones de años - 700.000 años) - Medio (700.000-130.000 años). La muela de travertino donde se asienta la fortaleza se generó por la disolución y posterior precipitación de los materiales carbonatados jurásicos de Sierra Prieta (perteneciente a la Unidad de las Nieves) y los materiales flyschoides de la Unidad de Aljibe. Esta protuberancia rocosa tiene grandes barrancos en sus caras oeste, sur y este, mientras por la zona norte es algo más accesible, a pesar de las fuertes pendientes. Su naturaleza geológica ha propiciado la existencia de numerosas cavidades, aprovechadas por el ser humano desde hace mucho tiempo como hábitat, cuadras, almacenes… e incluso el mismo travertino se ha empleado como cantera para extraer materiales de construcción. El mismo casco urbano está levantado sobre travertino y en pueblos como Ojén observamos un mismo aprovechamiento con el castillo de Solís.

 


    A pesar de algunos estudios, de la realización de varias catas arqueológicas y de los escasos testimonios documentales, no se ha podido determinar el origen de la ocupación humana de esta plataforma travertínica, pero se sospecha muy antiguo. Y ciertamente, en las catas arqueológicas realizadas entre 2022 y 2023 aparecieron restos cerámicos de época romana. No es de extrañar porque el entorno de Casarabonela está lleno de antiguas villas romanas, prueba de la fuerte implantación de esta civilización en estos lares.

 

    Por otra parte el mismo topónimo de la fortaleza, qasr, nos ofrece algunas pistas sobre su posible origen. Para el eminente arabista y medievalista Manuel Acién Almansa se trata de un término que ...se utiliza como traducción de castrum, lo que es evidente en la evolución del topónimo de la actual Casarabonela, que procede de Castra Vinaria a través de Qa^sr Bunayra, y otro al-Qasr aparece en la campaña de Algeciras de Abd al-Rahmán III. El término utilizado nos ilustra sobre el carácter palaciego y residencial del castrum visigodo, pero sin embargo evolucionan pronto en el mundo andalusí, pues el pomposo Qasr Bunayra se convierte en un simple hisn (Acién Almansa, Manuel: Poblamiento indígena en al-Andalus e indicios del primer poblamiento andalusí. Al-Qantara, vol. 20, nº 1 1999 ). En base al estudio de la toponimia y concretamente del topónimo qasr, este autor defiende una continuidad del poblamiento rural visigodo.

 

Vista aérea de la muela que ocupa la fortaleza

    Por tanto, atendiendo a lo denso del poblamiento romano en el territorio que hoy compone el término municipal de Casarabonela, a los escasos restos cerámicos romanos aparecidos en las excavaciones del castillo y al estudio de la toponimia, existen fundamentos para sospechar un origen antiguo en la ocupación del promontorio de travertino que ocupa el castillo de Casarabonela.


    En relación a la redacción del Plan Director del Castillo de Casarabonela, se realizaron las mencionadas catas arqueológicas. La mayoría de los materiales cerámicos excavados y aparecidos corresponden a los siglos XII-XIII, conflictivo momento político y social en que el imperio Almohade iba perdiendo poder -y territorios- frente a los reinos cristianos peninsulares, a la par de que se iba configurando el Reino Nazarí de Granada.


    Sin embargo y aunque las fuentes arqueológicas no se hayan manifestado todavía en este sentido, de lo que si hay certeza es de la existencia de una fortaleza en este emplazamiento desde época emiral, si atendemos a las fuentes documentales, que la mencionan brevemente hacia el siglo IX, momento en el que al parecer revestía cierta importancia y en relación con la revuelta hafsuní. Esta es la breve referencia que el historiador andalusí Ibn Hayyan hacía de la fortaleza de Casarabonela en el tomo V de su Al-Muqtabis fī taˀrīj riŷāl al-Ándalus (Libro de la Historia Real del Ándalus:

 


 Fue conquistada la fortaleza disidente de Casarabonela, en la cora de Rayya, a la que se acogieron personas leales y donde designó a Yahya b. Zakariyya b. Antuluh, a quien adscribió algunos mercenarios de confianza, que desde allí atacaban repetidamente la ciudad de Bobastro, base de disidencia, que se vio hostigada por todos lados. 


 

    No obstante, la ocupación es más intensa a partir del siglo XII, si atendemos a las fuentes arqueológicas y a los restos edificatorios conservados. Habrá que esperar al siglo XV, en el contexto de la invasión cristiana del territorio nazarí, para que aparezcan algunas menciones en las crónicas castellanas de la época sobre Casarabonela y su fortaleza.

 

Vista aérea del castillo y de su área de dominio visual


    Los dos momentos históricos mas trascendentales de la fortaleza Qasr Bonayra (y de casi todas en la actual provincia de Málaga) se vivieron entorno a la revuelta de Omar Ibn Hafsún (siglos IX-X) y la conquista castellana (siglo XV). En el primer momento la fortaleza estaría en manos de los hafsuníes hasta que fue tomada por las fuerzas del emir Abderramán III (futuro califa) en 922, de lo que da cuenta el citado Ibn Hayyan. El emir mantuvo esta fortaleza a su servicio para hostigar a los hafsuníes y tras sofocar la revuelta, parece ser que fue abandonada o demolida parcialmente, como otras muchas, para evitar futuros levantamientos. A partir de ahí (primeros años del siglo IX) existe un vacío documental y arqueológico hasta el siglo XII, donde nos encontramos materiales almohades y su ocupación más tarde por la dinastía nazarí.


    El castillo, tras la rendición de Casarabonela en 1485, pasaría a manos de Sancho de Rojas y sus descendientes. Con todo, Casarabonela se salvó del edicto formulado por los Reyes Católicos en 1498 por el cual se mandaba derribar las murallas y torres de varias fortalezas nazaríes, con el objeto de no servir a una posible rebelión de las comunidades islámicas (recordemos la estrategia seguida por el emir Abderráman III). Sólo el desamparo y la dejación en siglos posteriores contribuirían a su abandono total. La vegetación y los agentes meteorológicos le realizarían un daño casi irreparable a lo largo del tiempo, pero lo más dañino para ella fue que sus materiales fueron empleados por los vecinos para la construcción de multitud de casas del entorno.


    Esta secuencia cronológica también ha podido ser observada en otras fortalezas, como en el cercano castillo de Monda, aunque con matices. Entre los siglos IX-X, durante la revuelta, en el cerro de la Villeta de Monda se encuentra ocupado por una pequeña fortificación o hisn-refugio. Tras el fin de la revuelta, fue desmantelado y abandonado. Sólo a partir de época almohade se procede a la construcción de una fortaleza compuesta por albacar y celoquia en lo más elevado del cerro. Con la dinastía nazarí se dota de una muralla de casi 400 metros que envuelve un caserío con casi un centenar de viviendas. Y aunque el castillo fue desmantelado a finales del XV, no lo fue así su barrio de viviendas, que pervivió hasta la revuelta morisca de 1570.


    La fortaleza, que tuvo distintas etapas e intervenciones a lo largo de su larga e intensa existencia y de ahí la dificultad de interpretación cronológica de muchas de sus estructuras, se acomoda a la irregularidad de la muela de travertino sobre la que se erige, disponiéndose en varias alturas o terrazas. Ese circunstancia dio lugar a que Sebastián Fernández López, en su celebrado Catálogo de fortalezas de la provincia de Málaga, le otorgar carácter de sajra (roca), de fortaleza roquera.


    Se ha diferenciado tres recintos o espacios, un primer recinto, al norte, más bajo y dos recintos o superficies sobre la muela de travertino, a distintas alturas:

 

Los tres recintos identificados en la fortaleza de Casarabonela
 


Primer recinto


    Un primer espacio lo tenemos al norte donde, como hemos dicho, las pendientes son fuertes pero no insalvables, por lo que se cree que el acceso a la fortaleza estaría en esta zona. En este espacio, más bajo que los dos recintos siguientes, se observan varias estructuras murarias que forman espacios cuadrangulares cuyos usos todavía se desconocen. Pueden tratarse de estructuras de distinta época que se superponen y al no encontrarse toda la superfice exhumada, de ahí que su lectura sea todavía algo compleja. Se aprecia también restos de talla en los afloramientos rocosos que nos hablan muy posiblemente del lecho que se excavaría para levantar algunos muros. En el extremo norte observamos unos tambores de roca a medio tallar. Se trata de una pequeña cantera de piedras de molinos harineros, antaño muy numerosos en la localidad y de los que ya hablamos en un entrada anterior.


    En el extremo sur de este espacio y adosado a la muela de travertino, encontramos la porción de muro mejor conservado. Se encuentra realizado a base de una mampostería muy rica en cal y enlucida, con algunas verdugadas de ladrillo y con refuerzos o inserciones del mismo material. El paramento se acaba “fundiendo” con la pared de travertino, que ha sido tallada para ello y que en su momento estuvo enlucida. Se observa multitud de oquedades en esta pared, huellas de las estructuras de madera que se insertaban para las cubiertas y otras estructuras. Incluso puede verse algún que otro grabado. En el extremo sureste de este espacio existe una pequeña cueva que ha tenido diversos usos hasta tiempos muy recientes. El día que visité este lugar y me metí en la cueva para husmear, me llevé el susto de mi vida. En una de las grietas del interior, muy escondido, había un gato que al verme entrar, saltó como alma que lleva el demonio con tal tino que el muy puñetero cayó a mis pies. Me llevé tal susto y se me descompuso de tal forma el cuerpo que estuve a punto del volverme al coche. ¡El hijoputa del gato!


Pequeña cueva en el primer recinto

    Anécdotas aparte, desde este espacio pasamos al espacio superior, dividido en dos recintos a distintas alturas o terrazas. El acceso, que hoy día lo hacemos por una escalera, en el pasado muy posiblemente se realizara por una rampa o escalera de madera, algo provisional y móvil que pudiera retirarse en los momentos de peligro o asedio, impidiendo o dificultando el acceso de los enemigos. 

 


Segundo recinto


    Es de forma alargada, discurriendo de norte a sur, y se dispone al este del conjunto, “mirando” hacia el pueblo y el valle. En este espacio se conservan tres torres y un gran tramo de muro que se adapta a lo caprichoso del terreno, donde observamos numerosos retranqueos. La torre n.º 1 se encontraba sobre un espolón rocoso, junto al primer recinto y lo que creemos fue la entrada. De ella sólo queda su huella impresa en la base pétrea, donde se observa fácilmente los rebajes realizados para asentar sus cimientos. Esta torre, por la posición estratégica que ocupa junto al acceso, debía revestir carácter de torre albarrana dado que avanzaba desde la línea de muralla hacia el exterior, dominando varios flancos.


    Continuando por el borde del recinto hacia el sur, recorremos un gran tramo de muralla que se retranquea en varias ocasiones para adaptarse a la irregularidad del terreno y en la que encontramos otras dos torres. Este muro está realizado a base de mampostería y en algunos lugares conserva recrecimientos de tapial. Hacia la mediación aparece la torre n.º 2 de este recinto. Es de tendencia circular y se encuentra levantada en mampostería, está completamente desmochada. Al final del muro, en el ángulo sureste, nos encontramos con una torre cuadrada a base de mampostería, reforzándose sus ángulos con sillarejos. Esta torre apea directamente sobre la roca y conserva parte del enlucido. Desde esta torre el muro continuaría hacia el recinto superior adaptándose a la irregularidad del terreno.


Una de las torres del segundo recinto
 
Otra de las torres del segundo recinto
 

Tercer recinto


    Es el más elevado de todos. Se sitúa al oeste y contiene varios elementos poliorcéticos bastante interesantes. En primer lugar y hacia el centro, nos encontramos con el alma de una torre de cal y canto que Sebastián Fernández López (Catálogo de fortalezas de la provincia de Málaga) dibuja con base cuadrada. Es posible que esta torre estuviera aditada a un muro que recorriera el espacio de norte a sur y que aislara este tercer recinto del anterior como medida de protección. En tal caso lo más posible es que junto a la torre, en ese hipotético muro, hubiera una puerta o un portillo de acceso que quedara resguardado por aquella. Una torre de esas dimensiones exenta en medio de una fortaleza no tiene ningún sentido poliorcético, ninguna funcionalidad aparente.


    En la cara sur se conserva restos de muralla en mampostería, con inserciones de sillarejos y un espacio tallado en la roca que se ha interpretado como un posible aljibe aunque a mi parecer tiene más aspecto de espacio habitacional. Si seguimos ascendiendo nos encontramos con algunos grandes derrumbes de tapial y con un tramo de muralla que conserva el zócalo de mampostería sobre el que se desarrolla un alzado de tapial que mantiene parte del paseo de ronda y parte de uno de los merlones. Se le conoce popularmente como la “Silla del Moro”. Este elemento es muy importante porque gracias a él podemos imaginar la altura de la muralla que rodeaba este recinto y algunas de sus características. Continuando hacia el oeste, nos encontramos con la base de una torre cuadrada en la zona más elevada de todo el conjunto, a la que se ha otorgado categoría de torre del Homenaje. Bajo ésta, y fuera del recinto, existe otra torre de planta de tendencia circular cuya funcionalidad desconocemos pero puede estar relacionada con la protección en esta zona o para garantizar la aguada en épocas de asedio. Más allá de la llamada torre del Homenaje, no se conserva estructuras emergentes relacionadas con la cerca muraria, pero puede verse en las rocas de base el trabajo de los cinceles para asentar otros elementos murarios e incluso, alguna posible torre.

 

La denominada "Silla del Moro"
 
Un primer plano de la torre conocida como la "Silla del Moro"
donde apreciamos el camino de ronda y el alzado de un merlón
 
Una de las laderas de la muela del castillo, donde se 
aprecian las numerosas cuevas

Torre de tendencia circular en la base del castillo

    El castillo de Casarabonela no era un elementos aislado. Junto a él se desarrolló un barrio de viviendas que a la postre se convertiría en una pequeña medina a la que se le adosaron uno o dos arrabales. La medina contaba con una muralla todavía “visible” a través de la toponimia callejera (calle Muro, calle puerta de San Juan, calle Albaiva…) y en los muros de algunas casas del entorno. Este pequeño centro urbano contaba con zoco, mezquita mayor y cuatro pequeñas mezquitas, además de varios molinos... donde podemos ver numerosos sillares amortizados, empleados en la edificación de las viviendas. Más allá de la medina y de su territorio inmediato y dependiente, la fortaleza de Casarabonela formó parte de una estructura muy compleja de castillos, torres, fortalezas… que garantizaron la integridad de formaciones estatales islámicas como la de los almohades y, principalmente, la de los nazaríes, época en la que tuvo un enorme protagonismo.

 

     Aunque no se encuentra todavía restaurado, el castillo de Casarabonela se puede visitar y se pueden contemplar todos estos elementos brevemente descritos. Este bien cultural cuenta con panelería interpretativa que ofrece una información básica. Al encontrarse en una posición elevada y prominente, desde sus alturas se pueden disfrutar de unas panorámicas excepcionales mires en la dirección que mires y sea la hora que sea. Además de disfrutar de un aire purísimo. Igualmente, Casarabonela posee un patrimonio cultural fabuloso. La visita al pueblo siempre es recomendable. Su casco urbano y su arquitectura popular son fabulosos. Está lleno de rincones de gran belleza y la visita a su iglesia, a sus ermitas, a sus fuentes, a sus miradores y al molino de Albaiva son obligadas, así como la degustación de su gastronomía local.

 

    El castillo de Casarabonela, en definitiva, es uno de los exponentes más interesantes y con mayor historia de las fortalezas de los pueblos de la comarca de la Sierra de las Nieves y de gran parte de la provincia de Málaga. Un lugar que no puede dejar de ser visitado y disfrutado y que actualmente es objeto de un importante estudio promovido por el Ayuntamiento de Casarabonela para descubrir sus historias y realzar sus valores.

 

 

 

 


(c) Diego Javier Sánchez Guerra.