Foto: Miguel Ángel Puerto González
(Capitán Chirla)
Hace algunos años escribí una entrada sobre el castillo de Monda. Fue uno de mis primeros post en este blog y vaya si ha llovido desde entonces. La redacción era un tanto bisoña y se me escaparon muchísimos detalles e historias. Como ya han pasado algunos años y he recabado mucha más información, sobre todo a raiz del trabajo de investigación que llevamos a cabo Francisco Marmolejo y yo para elaborar el libro EL CASTILLO DE MONDA EN LA HISTORIA, LA ARQUEOLOGÍA Y LA MEMORIA, publicado por Ediciones Pinsapar, pues me apetecía poner al día y compartir otros conocimientos que hemos ido adquiriendo estos últimos años, otras curiosidades, así como otras miradas hacia este singular monumento.
El Castillo de Monda en la historia, la arqueología
y la memoria
* * * * * *
Aspecto del cerro de la Villeta en los años sesenta del siglo XX,
antes de las primeras obras.
El castillo de Monda, castillo de la Villeta como es más conocido por los lugareños, es una edificación muy compleja y conserva muchos más restos constructivos de los que nos imaginamos, a pesar de los avatares que ha sufrido durante siglos, el abandono y la dejadez. El nombre de Villeta deriva de la villa o población que albergó en su ladera norte, denominación que le otorgaron los cristianos. Su nombre original, el que le daban los andalusíes, lo desconocemos. Se ha especulado y se ha repetido hasta la saciedad que su nombre era el de al-Mundat. Ciertamente las fuentes históricas andalusíes hablan de una fortaleza de
al-Munsat/al-Munsar en la que, creemos, algunos autores han querido ver al castillo de Monda por la similitud del topónimo. Pero esto no está probado y hay que decir que
existen otras propuestas que ubican el topónimo de
al-Munsat/
al-Munsar en Mijas, otorgándoselo la fortaleza de Osunilla. Curiosamente no es el único castillo de la Villeta que existe, al menos en Andalucía. En la población de Locubín (Jaen), su fortaleza también es conocida como castillo de la Villeta.
Las piedras del castillo esconden una historia milenaria poco conocida, y cientos o miles de historias personales que nunca, nunca, llegaremos a conocer. Sus primeras fases constructivas tuvieron lugar entre los
siglos IX-X, fechas en las que no podríamos hablar de una fortaleza o castillo al uso, sino de un espacio elevado como es el propio cerro, rematado por un roquedal, que ofrecía una protección natural y que podía haberse dotado de algunos pequeños muros de cierre, con construcciones internas muy frágiles y de carácter temporal, de madera o mampostería, y que tendría una función de refugio ocasional para que en los momentos de peligro los habitantes de la zona pudieran encaramarse y obtener cierto resguardo. De esta época sólo quedan algunos restos arqueológicos empleados en la construcción del interior de una torre poligonal de la que hablaremos en breve.
Se trataría de lo que la historiografía y la arqueología denomina un hisn-refugio, un emplazamiento elevado y con defensas naturales que puede verse reforzado o complementado con pequeñas defensas artificiales, edificado por los habitantes de la zona y cuya función sería la de darles protección en momentos puntuales, pero no sería un órgano rector del territorio ni donde se hallase un respresentante del poder central que estableciese cierta autoridad. Estos hisn-refugio proliferaron mucho por la agitada geografía malagueña en época altomedieval, en momentos en que el estado islámico cordobés no había acabado de imponerse ni llegar con su autoridad a todos los rincones de los territorios que tiene bajo su "control". En palabras de Acién Almansa y Rambla Torralbo (ver bibliografía al final), arqueólogos que excavaron el castillo hacia 1989/1990:
... un recinto que se rodea de muralla tan
sólo en los lugares más vulnerables, pero que puede tener la cerca completa. No
es un lugar de hábitat permanente, sino utilizado como refugio temporal por los habitantes de
la alquería o alquerías próximas, por lo que sus construcciones interiores son
escasísimas (…) Este tipo de hisn-refugio predomina en la zona de Málaga en el
siglo IX y principios del X, como consecuencia de la revuelta de Umar Ibn
Hafsún, cabiendo la posibilidad de que pertenezca a la población indígena
lingüísticamente mozárabe (…) pero también a otros grupos tribales, árabes o
beréberes, aunque en el mismo medio lingüístico.
Hablamos de la época de las revueltas muladíes a todo lo largo y ancho de
al-Andalus (siglos IX-X) y donde se incardina la extraordinaria figura
del archiconocido Omar Ibn Hafsún, caudillo muladí al que se le ha
otorgado toda clase de apelativos y que mantuvo en jaque al emirato de
Córdoba desde el dominio de un amplio y abrupto territorio regido desde su cuasi mítica ciudad, Bobastro.
Aspecto del cerro de la Villeta en los años sesenta del siglo XX,
antes de las primeras obras.
Tras un largo período de abandono iniciado a partir del siglo X en el contexto del control de las revueltas y la derrota de los hafsuníes, la imposición definitiva del estado islámico cordobés y la proclamación del califato andalusí con el extraordinario reforzamiento del poder en la figura del irrepetible Abderramán III, la siguiente intervención constructiva la encontramos mucho más tarde, en el siglo XII, ya en época almohade, momento en el que se edifica una fortaleza propiamente dicha con dos elementos compositivos sobre el alargado, estrecho y pedregoso cerro de la Villeta, que discurre con orientacióne este-oeste: la celoquia, hacia el este, y el albacar, hacia el oeste. Ambos elementos se vieron muy afectados por la construcción del
hotel y las obras previas, así como por el abandono y el descuido
durante siglos. El albacar era un espacio a cielo abierto protegido con murallas y
torres y que servía para dar refugio a la población de la zona en
momentos de peligro. También era la antesala a la parte más fortificada
de la fortaleza, la celoquia, donde se encontraría la autoridad y
algunos hombres de armas.
Reconstrución ideal de la fortaleza en época almohade
elaborada a partir de planimetrías y fotos antiguas
(Autor: Diego Sánchez)
El albacar, en su extremo occidental, posee el que quizás sea el
elemento más interesante del conjunto: se trata de dos torres, una
poligonal de ocho lados de época almohade, con zócalo de sillarejo y alzado de tapial elaborado, en parte, con material cerámico de los siglos IX-X (de ahí la propuesta del emérito profesor arabista y arqueólogo, Manuel Acién, de que hubiera existido un hisn-refugio en esas fechas). Esta torre conserva parte del antiguo enfoscado donde se aprecia la decoración
de cordones de eternidad, típico de los almohades. Creemos que al acceso original a la fortaleza se encontraba junto a esta torre. Tiene una gran simbología, dado que fue profusamente empleada por esta dinastía en al-Andalus y el exponente más bello es la Torre del Oro de Sevilla. Posteriormente, en época nazarí, esta torre quedó embutida dentro de otra de planta cuadrangular, que
la envuelve, que la forra. En marzo de 2018 parte de esta torre se
desprendió sobre el parking del hotel, quedando el resto del conjunto en
grave riesgo de desplome. Del albacar quedan algunos restos de muros
invisibilizados en parte por la obra del hotel en su cara sur, pero que al no
haber sido consolidados corren grave riesgo de desplome. Hubo una torre
en el albacar, la torre suroeste, que se desprendió durante las primeras
obras acontecidas en el castillo, allá por los años setenta de la
pasada centuria, y que pervive en la memoria de lo más mayores y en
algunas viejas fotografías. Se conserva algunos cimientos de su muralla, que emergen de forma intermitente al norte y al sur del cerro.
Restos de la torre nazarí, en su interior está la torre poligonal
de época almohade.
En la celoquia, el siguiente elemento, se conserva más estructuras, pero por contra es el lugar donde
hoy se encuentra la cafetería con su llamativa arquería de ladrillos de barro cocido, los jardines y estanques, la piscina, los miradores y varias
habitaciones del hotel... el espacio está tan alterado que es un poco difícil situar los elementos conservados y entender el espacio. El paso desde el albacar hacia la celoquia se haría a través de una torre, que no se ha conservado. La inferimos por la estructura de la fortaleza y por el plano que el arquitecto Francisco Prieto Moreno elaboró para su restauración a finales de los años sesenta del siglo pasado.
Bajo la cafetería del hotel, en el exterior, se mantiene un
lienzo de muro ejecutado en sillarejo que ha perdido su enlucido y gran
parte de su argamasa, el elemento que mantiene unidas las rocas que lo componen. Más adelante, apeado en la roca viva del cerro que ha sido rebajada en algunos tramos, también se conserva una torre de planta cuadrada,
la más recia del conjunto, construida con una rica argamasa de cal, lo
que le profiere su robustez. Tradicionalmente ha sido conocida como la
“Torre Cuadrada” o la “Casa del Moro”, por los vecinos. Su acceso estaba rematado
por un arco apuntado, fruto de las obras realizadas por los cristianos
al poco de su conquista a finales del siglo XV y no es visible porque durante las obras de construcción del hotel quedó tapado por un falso techo de escayola. En una de sus jambas
conserva parte de un grabado hasta ahora no identificado y en el
interior podemos ver dos saetaras, hoy cegadas, junto con un pequeño hueco en la pared que haría las veces de alacena.
Tramo de muralla de la celoquia bajo la cafetería.
Obsérvese como se aprovecha la roca natural en las defensas del castilllo.
En la celoquia encontramos también el antiguo aljibe, que no mantiene su
cubierta de medio cañón, pero que se advierte por los arranques de las
paredes. Lo recuerdo vagamente de cuando era niño, de cuando subía con los otros chiquillos a hacer travesuras a las ruinas del castillo. Esta obra estaba ejecutada con una fuerte argamasa de cal, para evitar que se filtrara el agua. Para aumentar su impermeabilidad recibió una capa de almagra que conservaba en parte hasta que el espacio fue repintado. Con la revuelta de los moriscos quedó destruido y enterrado en escombros. En el siglo XVIII unos buscadores de antigüedades, unos expoliadores, excavando en las ruinas lo redescubrieron por casualidad. Este espacio se emplea actualmente como bodega del hotel. Recientemente un famoso programa televisivo le ha asignado la función de mazmorra y no tenemos claro el motivo ¡Cosas de la tele!
Estructuras aparecidas en lo que hoy día es el jardín del hotel
y que se conservan bajo el mismo
En el extremo este había una torre que conservaba gran parte de su alzado y que quiero creer que quedó integrada en la construcción de un módulo de habitaciones con forma de torre, rematado por varias banderas. Esta torre conservaba sus cuatro paredes, su acceso y parte del pavimento. En este lugar, de mozo, tuve por primera vez noción de lo que era la bolsa... Iba con un grupo de niños con nuestras escopetas de plomillos y mi quinto José Morales, el Súper, no quería dejarnos que hiciésemos puntería sobre una moneda de un duro con la efigie del rey emérito porque decía que esas cosas daba lugar a que la bolsa cayera ¡Cosas de chiquillos!
En la cara norte de la celoquia se mantiene en pie un gran tramo de
muro de varias decenas de metros parcialmente oculto por una
construcción, a desigual altura, recrecido con obra nueva, donde
encontramos una torre de planta cuadrangular que presenta un enlucido
que aun conserva una serie de vitolas con formas de lágrimas que puede
datarse en época almohade o nazarí. Estos dos elementos, al verse muy
integrados en las obras del hotel, presentan una mayor estabilidad y mejor conservación. En este muro también se encontraba un portillo, una pequeña puerta que se abría a la inclinada ladera norte de la Villeta, donde se encontraba el barrio de viviendas andalusí.
La torre norte
La construcción de la fortaleza en época almohade debió responder a las necesidades de defensa y control de los territorios gestionados por esta dinastía norteafricana que instaló la capital de al-Andalus en Sevilla y nos legó fabulosas obras como la Giralda, la Torre del Oro o innumerables fortalezas y alcazabas desparramadas por los territorios islámicos ibéricos. A partir de 1212, tras la batalla de las Navas de Tolosa, los almohades, y con ellos las fronteras de una cada vez más menguante al-Andalus, empezaron a retroceder ante el imparable avance de los reinos cristianos peninsulares, de unas poderosas y belicosas formaciones sociales feudales, que lograron invadir y fagocitar gran parte de al-Andalus (Sevilla, Córdoba, Jaen...) y que sólo quedaron frenados por la conyuntura política y las cordilleras Béticas, tras las cuales cuajó y se parapetó el Reino Nazarí de Granada, protegido por un erizado sistema defensivo establecido en su litoral y en las fronteras interiores del reino con las tierras cristianas y sostenido por una hábil diplomacia.
Es por ello que en época
nazarí el albacar y la celoquia recibieron una importante reestructuración
por motivos prácticos, por un lado, al objeto de hacer frente a una
amenazante pirobalística que todavía está en pañales, al uso de la pólvora y los cañones, y, por otro lado,
ideológicos, al emplear la mampostería enripiada sobre la obra anterior
almohade, un tipo de técnica constructiva al que pretendieron asociar su imagen como anteriormente había hecho los almohades con las torres poligonales. Fueron los nazaríes quienes también terminaron de completar el
conjunto de la fortaleza de la Villeta, pues en la falda norte del cerro donde se asienta el castillo,
que desde época almohade se fue concentrando la población hasta
configurar una alquería con casi un centenar de viviendas, levantaron
una muralla de más de trescientos metros de desarrollo con torres y
algunos accesos que hoy día se encuentra en un grave estado de
conservación. La muralla que envuelve a la alquería se va adaptando a la irregularidad
y pendiente del terreno de la ladera norte del cerro donde se asienta
el castillo de la Villeta. Este recinto inferior, la alquería propiamente dicha, se encuentra en un estado de conservación
deplorable; en la zona hay cultivos desde hace siglos,
habiéndose dotado el lugar de numerosos bancales para contrarrestar la
pendiente, usándose material constructivo procedente
de los escombros de las antiguas viviendas.
Dibujo ideal de como sería el conjunto de la fortaleza y
la alquería con su muralla a partir de planimetrías,
fotos antiguas y foto aérea
(Autor: Diego Sánchez)
Dentro de este enorme recinto se excavaron varias viviendas de época nazarí y morisca, en el curso de las obligatorias investigaciones arqueológicas previas a las obras de edificación del hotel. Los vestigios aparecidos, aunque no revisten una gran monumentalidad, son extraordinariamente interesantes en tanto en cuanto nos muestran las residencias, las moradas, de los estratos más humildes de las clases populares nazaríes y moriscas. Ahí reside su interés, en hablarnos de las formas de vida de esas personas anónimas que no aparecen en los libros de historia pero que con su quehacer diario, contribuyeron a conformarla. Observamos casas de reducidas dimensiones, con muy pocas y muy pequeñas habitaciones, construídas en materiales humildes y perecederos (de ahí su mal estado de conservación) que se adaptan a la topografía irregular del terreno y entre las que discurrían callecitas y acequias, como, recuerdo, ocurre con algunos pueblos de la Alpujarra y como ocurría en algunos de los pueblos de la Sierra de las Nieves.
Recuerdo la intervención arqueológica, pues yo tenía unos quince años y sentía (y siento) una extraordinaria curiosidad por el pasado. Por las tardes, cuando los arqueólogos terminaban su tarea, subía a husmear y a contemplar los restos que emergían después de siglos de anónimo reposo bajo toneladas de tierra y olvido. Me llamaba mucho la atención los restos cerámicos, que contemplaba como si fueran auténticas reliquias. Mi curiosidad casi me lleva a perder un ojo; pocos recordarán que parte del recinto estaba protegido por una alambrada de espino que se podía atravesar muy fácilmente, dada su mala instalación. Una de las veces que subí, se me hizo de noche y al regreso no logré percatarme del alambre de espino hasta que tuve uno de sus pinchos clavado en el párpado del ojo izquierdo. Resultado: seis puntos de sutura perfectamente cosidos por las mágicas manos de Doña Pepita y una anécdota que contar
Restos de una de las viviendas excavadas.
Nuestra fortaleza aguantó en manos andalusíes hasta que el Reino de Castilla comenzó a finales del siglo XV una ofensiva contra Granada que buscaba ocupar todo el emirato. Así que tras la conquista de Ronda por las tropa cristianas, en 1485 (Málaga aguantaría dos años más), todo el sistema defensivo de la zona occidental del Reino de Granada quedó desarbolado al rendirse y entregarse a los invasores numerosas plazas, Monda entre ellas. Sin embargo nuestra vecina Coín decidió hacer frente a los invasores. Fue socorrida por un grupo de soldados nazaríes y de voluntarios, que se reagruparon en Monda y se encontraban al mando del valeroso
Hamet al-Zegrí, que se destacaría en la defensa de la ciudad de Málaga. Coín, Dacwan como era conocida, tras una numantina resistencia, fue derrotada sufriendo grandes destrucciones pues los castellanos habían empleado fuego de artillería y cañones, armas para las que no estaban preparadas las defensas de éstas y otras numerosas fortalezas.
La derrota de Coín en la sillería del coro de la Catedral de Toledo
Tras la entrega de Monda, un congingente cristiano al mando del capitán Hurtado de Luna ocupó el castillo y realizó determinadas remodelaciones y arreglos. Pero la ocupación del castillo duró poco porque los reyes castellanos, los popularmente conocidos como "Reyes Católicos", determinaron que debían destruir un gran número de fortalezas para evitar futuras revueltas y que los súbditos musulmanes, mucho más numerosos que los invasores castellanos, no pudieran encaramarse y resistir desde ellas. El castillo de la Villeta, cuyo nombre andalusí todavía desconocemos, fue una de ellas. A finales del siglo XV fue desmantelada, muros y torres fueron destruidos y la fortaleza quedó inoperativa como tal. Sólo se respetó el barrio de viviendas de la ladera norte, la antigua alquería nazarí, pero sus murallas fueron igualmente desmanteladas. Entendemos que los restos de la fortaleza debieron de servir de cantera para la construcción o reconstrucción de otros edificios, viviendas...
La vida siguió, intranquila, en el cerro de la Villeta hasta que en los primeros decenios del siglo XVI el marqués de Villena, señor de la Villa de Monda tras el reparto territorial al que sucedió la invasión castellana, decidió realizar obras para su recuperación. El marqués encontró la firme oposición de la ciudad de Málaga, que había sido propietaria de Monda hasta 1510, aproximadamente, por lo que las obras quedaron paralizadas.
La siguiente noticia que tenemos del castillo de la Villeta figura en el Libro de Apeo de Monda, ya mencionado en este blog en multitud de ocasiones. El mismo nos traslada que en la revulta morisca de 1570 el barrio de viviendas de la ladera norte fue destruido completamente. La vieja y ajada fortaleza, como consecuencia de su desmantelamiento
parcial a finales del siglo XV, de las afecciones por las destrucciones y
el incendio de 1570 así como su abandono y descuido durante siglos,
presenta una gravísima conservación: muchos de los cimientos se han
desprendido quedando grandes paños prácticamente al aire y hay lugares
donde parte de la muralla se ha desplomado mientras que otras que
amenazan con hacerlo. Aún así todavía conserva parte de su enlucido original y en algunos lugares hasta es posible ver la huella de los dedos de los albañiles andalusíes.
Impresiones de los dedos de los albañiles andalusíes en la muralla
La segunda mitad del siglo XX supone otro hito en el castillo pues las obras de restauración que comenzaron en los años setenta con un
proyecto de Francisco Prieto-Moreno que guardaba cierta fidelidad con la
fortaleza original, se vieron frenadas a finales de esa misma década
por cuestiones adversas a su promotor, quedando varias estructuras
constructivas en lo alto del cerro que afeaban el conjunto. Más tarde,
entre 1989 y 1991, unos empresarios construyeron el hotel El
Castillo de Monda. Previamente se realizó una excavación de urgencia que
puso de relevancia el interés de los restos aparecidos, pero el
proyecto siguió adelante sin contemplar ni la integración de los restos
ni la puesta en valor del resto de elementos (torres, murallas,
aljibe...).
+++++++++
No
existe documentación escrita del castillo de la Villeta hasta su toma
por las fuerzas cristianas en el proceso de conquista del Reino Nazarí
de Granada y la información que se ofrece es breve y concisa. En el
Libro de Apeo y Repartimiento, de 1572, se recoge algunos testimonios
del estado en que quedó la fortaleza y la alquería tras su destrucción,
pero no se ofrecen grandes detalles. El nombre que se le adjudicó en el siglo XX fue el de al-Mundat, sin que hubiera más correlación que el parecido con el término de Monda y recientemente algunos autores han disentido de esta propuesta proponiendo que el nombre de al-Mundat lo recibía una fortaleza de la tierra de Mijas.
Se conserva testimonios de eruditos
(Pérez Bayer), viajeros (Francis Carter) o algún que otro investigador
ocasional (
Domingo Belestá), especialmente en el siglo XVIII, que hacen
sucintas referencias al castillo, así como algunos dibujos de los siglos
XVI y XVIII, la mayoría simples esbozos, salvo alguno, algo más fiel
que representan unos interesantes testimonios gráficos.
El castillo de Monda con el pueblo a sus piés en un dibujo de finales
del siglo XVIII del militar Domingo Belestá.
Breve descripción del castillo que realiza Belestá.
Los primeros estudios que sobre el castillo se realizaron tuvieron lugar
en los años setenta y ochenta de la centuria pasada, en relación al
proyecto de restauración de Francisco Prieto-Moreno y de la realización
de la tesis doctoral del profesor Sebastián Fernández López,
respectivamente. Este último fue el primer investigador que abordó el
estudio de la fortaleza desde una perspectiva netamente científcia, de carácter historiográfica y
arqueológica. A sus trabajos siguió el del arqueólogo medievalista y
profesor universitario Manuel Acién Almansa, que junto a J. Antonio
Rambla Torralbo dirigió la excavación de urgencia del castillo de la
Villeta previa a la construcción del hotel. A ellos les debemos gran parte de la información que tenemos de la fortaleza.
Gracias a todos esos estudios y trabajos, especialmente la intervención
arqueológica de Manuel Acién y J. Antonio Rambla Torralbo sabemos que en
el cerro de la Villeta hubo una primera ocupación entre los siglos
IX-X, un hins-refugio relacionado con la revuelta de Omar Ibn Hafsún.
Tras su derrota por Abderramán III y el período de paz que sucedió, el
cerro quedó deshabitado hasta que los almohades, hacia el siglo XII, lo
reocupen y levanten en él una fortaleza compuestas por dos elementos, un
albacar y una celoquia, dotados de torres y murallas donde destacaría
por su singularidad la torre poligonal del ángulo oeste (en la provincia
de Málaga sólo existen dos de estas torres, la del castillo de Monda y
la del castillo de Bentomiz), compuesta por un zócalo de sillarejo y un
alzado de tapial, en la que se conserva parte de los enlucidos y de la
decoración a base de cordones de eternidad.
Tras la caída de los almohades y el avance de la frontera cristiana, es
la dinastía nazarí con capital en Granada la que logra configurar un
nuevo estado islámico, el Reino Nazarí de Granada, y reestructurar todo
el aparato militar del último estado islámico de la Península Ibérica.
Numerosas fortalezas son reestructuradas y refortificadas, recibiendo
algunas unas profundas transformaciones relacionadas, en gran medida,
con el desarrollo de la pirobalística. Entre esas fortalezas se
encuentra el castillo de la Villeta, cuya torre poligonal recibe un
forro cuadrangular de mampostería, además de reforzarse el conjunto con
una zapata semicircular. El resto del albacar y de la celoquia se
reconfigura a base de mampostería, tanto torres como murallas, y se dota
al conjunto por su ladera norte de una gran muralla que envuelve el
caserío de viviendas, la vieja alquería o villa vieja, como viene
recogida en las fuentes. Esta muralla, que se adapta a la irregularidad
del terreno, poseía varias torres y al menos una entrada. El acceso
desde la celoquia a la alquería se realizaba a través de un pequeño vano
realizado al efecto del que apenas ha quedado su huella contenida en
una gran piedra gorronera.
El imparable avance cristiano a finales del siglo XV consiguió la
rendición de Ronda, la ciudad más importante del entorno, por lo que
decenas de pequeñas poblaciones se rindieron a las tropas invasoras,
Monda entre ellas. Tras unos años de ocupación por los militares
cristianos, se decidió su desmantelamiento, al igual que decenas de
fortalezas, del difunto Reino Nazarí de Granada, para evitar posibles
levantamientos de la población mudéjar sometida. Mientras que el
albacar, la celoquia y la muralla eran parcialmente demolidas para
despojarlas de su carácter defensivo, las viviendas del interior de la
alquería así como sus habitantes, fueron respetados.
En 1570 y en el contexto de la revuelta morisca, el castillo de la
Villeta y su alquería vuelven a aparecer en las fuentes documentales
para señalarse que los moriscos que habitaban el lugar habían incendiado
las casas, cegado el aljibe del viejo castillo y destruido más restos de lo que quedaba de la muralla y algunas torres,
tras lo cual huyeron, abandonaron Monda para siempre (más tardes serían cazados por los cristianos y "distribuidos" por otros lugares de los reinos ibéricos).
Desde ese momento hasta mediados del siglo XX, el castillo de la Villeta
y su poblado quedaron abandonados y se utilizaron como campo para el
cultivo de viñas, primero, y de almendros y olivos más tarde. Pero también como lugar de encuentro entre amigos, familias... que iban a merendar, a echar la tarde o a jugar. Casi todos los mondeños de edad más avanzada conservan recuerdos de una infancia de juegos entorno a las ruinas de los castillos, como lo llamaban. Yo mismo he participado en mi infacia en estas actividades, guardando unos gratos recuerdos.
En los años sesenta del siglo XX un
ciudadano alemán, Rudolf Von Elsterman, adquirió el castillo con el
sueño y la ilusión de restaurarlo y crear un centro cultural y turístico. Hizo algunas obras, levantó algunas estructuras... pero se
encontró con numerosos escollos burocráticos y administrativos que
dieron al traste con su sueño y las obras quedaron inconclusas... Su proyecto era verdaderamente estelar y visionario para la época, pues contemplaba la restauración del castillo bajo diseño del afamado arquitecto Francisco Prieto Moreno (Conservador de la Alhambra durante décadas), bastante cercano a la estructura original, y concebía el lugar no cómo un hotel, sino como un centro cultural donde se organizaran visitas turísticas, exposiciones, música...
Proyecto de restauración del Francisco Prieto-Moreno
Copia de uno de los esbozos para el proyecto de restauración
de Francisco Prieto-Moreno
Las primeras obras de restauración, realizadas a cargo
de una empresa de construcción "Constructora Lukas",
de Coín.
Como decíamos, ese proyecto se fue al traste. Quizás era demasiado ambicioso y demasiado avanzado para la época... Sin embargo, a finales de los años ochenta unos
empresarios británicos adquirieron los restos del viejo castillo y edificaron el
hotel El Castillo de Monda. Los arquitectos que se hicieron cargo del proyecto del hotel fueron Francisco Morcillo y Salvador Moreno Peralta, padre del conocido cantante Pablo Alborán. Su trabajo, por su propia naturaleza, distó muchísimo del proyecto de Prieto Moreno.
Vista del Castillo desde Monda
El cerro de la Villeta volvió a cambiar de aspecto y toda una generación de mondeños nacieron, se criaron y crecieron con la imagen del hotel, de sus nuevas torres y murallas bañadas y realzadas por una bella iluminación nocturna; de sus banderas azotadas y restayadas por el viento de levante, ese que no tan antaño aprovechaban los agricultores para aventar el cereal, los garbanzos... en las eras del pueblo; de su piel vestida de piedra, cristal y aluminio... a diferencia de generaciones anteriores, que lo conocimos sin apenas obras, con un par de estructuras inacabadas y una llamativa arquería de ladrillo, mostrando un aspecto tremendamente diferente. Los restos del viejo castillo quedaron embebidos en las obras del hotel, integrados anónimamente en las nuevas paredes y habitaciones, sin que se acometiera proyecto alguno de consolidación, restauración y puesta en valor. Pareciese como si las auténticos restos del verdadero castillo hubieran sido ocultados a la vista de forma consciente, de forma premeditada. Un gravísimo error, a mi entender, ya que la puesta en valor de los restos originales hubiera sido un acicate de máximo interés para los objetivos turísticos del hotel.
Atardecer desde el Castillo
Como todos sabemos, el alojamiento ha cambiado de manos y gestores en varias ocasiones. En su última y reciente etapa ha funcionado como alojamiento y restaurante de alta calidad de forma excepcional gracias a la gestión de sus responsables, que han sabido promocionar el lugar y fomentar el turismo como nunca antes, dando una promoción, una visibilidad al alojamiento y a su entorno realmente ejemplar no sin antes haber realizado un mayúsculo esfuerzo en rehabilitar y poner a punto todas las infraestructuras y habitaciones, cuidando los más mínimos detalles.
La piscina del Castillo
Con la nueva apertura del hotel El Castillo de Monda sus actuales gestores han conseguido en muy pocos años darle un importante empuje al sector turístico local y comarcal, sirviendo como elemento tractor de gran parte del sector económico en nuestra localidad, en Monda, y también en su entorno, la Sierra de las Nieves, además de haberse convertido en un importante agente de creación de empleo directo e indirecto en nuestro pueblo.
Arquería de la cafetería del Castillo
Y es que el hotel El Castillo de Monda cuenta con más de una veintena de amplias habitaciones de lujo cuidadas al más mínimo detalle que ofrecen al visitante un gran descanso y relax. El hotel dispone de una amplia cafetería decorada con motivos andalusíes y de varias y cómodas terrazas en las que disfrutar de tranquilas veladas y que ofrecen unas espectaculares vistas hacia unos paisajes maravillosos circundados de montañas, bosques, tierras de labor... pudiéndo divisarse la ciudad de Málaga e incluso Sierra Nevada. Además, cuenta con una coqueta y refrescante piscina donde podemos sacudirnos el calor estival, tomar el sol, beber alguna bebida o leer tranquilamente un libro como
EL CASTILLO DE MONDA EN LA HISTORIA, LA ARQUEOLOGÍA Y LA MEMORIA, por poner un ejemplo :-). Su restaurante ofrece un servicio gastronómico de primera calidad en la que podemos encontrar una diversidad de platos y productos que harán las delicias de nuestro paladar. Junto a todos estos servicios, en el hotel se puede visitar parte del legado original de la fortaleza, del viejo castillo de la Villeta, como torres, murallas, restos de antiguas viviendas...
Dada su posición estratégica, desde el hotel El Castillo de Monda se puede organizar todo tipo de visitas y rutas senderistas, en btt, en 4x4... al fabuloso entorno que lo rodea: la Reserva de la Biosfera de la Sierra de las Nieves, que tiene en el Parque Natural Sierra de las Nieves, futuro Parque Nacional, un extraordinario atractivo natural, ecológico e histórico-cultural. Además, desde el castillo también se pueden organizar visitas a otras ciudades turísticas e históricas no tan distantes, como Marbella, Ronda, Málaga, Granada...
Esperemos que esto del COVID pronto sea un mal sueño y que la nueva etapa que se abre para toda nuestra comarca, la Sierra de las Nieves, con la próxima declaración del Parque Nacional Sierra de las Nieves, traiga tanto al Hotel Castillo de Monda como a todo el sector turístico local y comarcal, un futuro lleno de proyectos, oportunidades, riqueza, empleo y dinamismo socioeconómico.
UNA VIDA DE LEYENDAS
Como todo buen castillo, en torno a él se han gestado varias historias y leyendas que ahondan y enriquecen los misterios de esta vieja fortaleza, contribuyendo a cincelar su personalidad y aumentando nuestro patrimonio cultural inmaterial de carácter oral.
Todos conocemos la historia de su fantasma, Doña Beatriz, la
Buena Villeta, de la que ya hemos hablado anterioremente en este mismo blog, por lo que nos extenderemos en demasía. Como todos sabemos, Doña Beatriz, hija del alcaide de la fortaleza de Monda, se enamoró del joven tolito Arturo, hijo del alcaide de Tolox. Ambos dieron rienda suelta a su amor entre los almendrales del castillo. En uno de los almendros o en un nicho en una roca, existe varias versiones, había una figura de una Virgen bajo la cual se juraron amor eterno. Al poco Arturo marchó a la guerra, unas versiones hablan de contiendas bélicas europeas y otras americanas, no se sabe con certeza. Beatriz paseaba todas las tardes por el almendral y le rezaba a la Virgen. Un día, de las flores de los almendros empezó a brotar sangre. Beatriz entendió que su amado había muerto en el frente, como así había ocurrido, por lo que ella murió de pura pena. Se dice que su fantasma recorre los pasillos y rincones del castillo llorando desconsoladamente, todavía, por su amor perdido y que de vez en cuendo puede escucharse sus lamentos. Y no son pocos los mondeños que dicen haberla oido...
Los más mayores, auténticos custodios de la memoria colectiva local, nos contaban a los niños que antaño, en un tiempo por definir extraviado entre las brumas de la historia y la leyenda, existía un pasadizo secreto que unía subterráneamente el castillo con la cercana fuente de la Villa y cuyo objeto no era otro que aprovisionarse de agua en momentos de asedio. Nos contaban que en el pasadizo los "moros" (término que deriva de la palabra mauro, y esta, a su vez, de maurii, que es como los romanos llamaban a los habitantes de su provincia Mauritania Tingitana, en el norte de África y que se emplea aquí sin ánimo de polemizar) habían dejado grandes tesoros olvidados y que todavía allí se encuentran esperando a ser descubiertos. Un relato al más puro estilo de Cuentos de la Alhambra. No se cuantas veces he buscado ese pasadizo, ese túnel lleno de tesoros, en mi imaginación y en mis sueños. Y la de veces que me queda por buscarlo...
Existía también, al pie del castillo, una pequeña covacha, un pequeño hueco entre unas piedras que se conocía por el nombre de cueva de Garrapé. A los niños nos contaban que allí vivió un hombre solitario y poco amigo de la higiene en tiempos, también, de Maricastaña. Se decía que la cueva se hundía poco a poco. Recientemente la he visitado. Está completamente ocultada por la vegetación y algunos desprendimientos de rocas del cerro de la Villeta. Durante muchos años algunos vecinos la usaron como perrera. Pero de eso hace ya mucho tiempo.
NORMATIVAS LEGALES QUE AFECTAN AL
CASTILLO DE LA VILLETA
Como un bien del patrimonio cultural e histórico español, el castillo de Monda está dotado de protección legal:
Por
Decreto de 22 de abril de 1949
sobre proteccion de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de
mayo de 1949)todos los castillos de España, cualquiera que fuese su
estado de conservación, se ponían bajo la protección del Estado, que
asumía la responsabilidad de impedir toda intervención que alterase o
pudiera provocar su derrumbamiento. El mismo Decreto establecía que los
Ayuntamientos en cuyo término
municipal se conservasen estos edificios, son responsables de todo daño
que
pudiera sucederles.
Este Decreto sigue en vigor y ha sido asumido por la Ley de Patrimonio Histórico Español.
Por la Ley 16/1985, de 25 de junio,
del Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de
1985), el castillo de la Villeta pasaba a la categoría de BIC, Bien de
Interés Cultural, la más alta consideración en materia de protección del
patrimonio cultural que establece el Estado español. Para que nos
entendamos, la 1ª división del patrimonio histórico-cultural. Aparece
como BIC con la denominación de "Castillo de la Villeta", la categoría
de Monumento y con elcódigo de registro definitivo: (R.I.) - 51 - 0008066 - 00000, en la web del Ministerio de Cultura y Deporte.
La Ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico Andaluz, redunda en el mismo aspecto que la anterior.
A
nivel local, las Normas Subsidiarias y la Adaptación a la LOUA,
incluyen este BIC y el del casco urbano de Monda, que recibe la
denominación de "Paraje Pintoresco de la Villa de Monda y sus
Alrededores", con la categoría de Sitio Histórico.
CONCLUSIONES Y PROPUESTA DE
PUESTA EN VALOR
Es preocupante el estado de conservación que presentan algunos restos y elementos emergentes, tanto por el paso del tiempo como por la acción de los factores meteorológicos y la actividad destructiva de la vegetación, cuyas raíces penetran y escarban dentro de los muros socavando su estabilidad, provocando grietas y desprendimientos, a veces de importantes porciones de muros. Y es que los restos arqueológicos emergentes no han recibido ninguna atención desde que la fortaleza fue destruida y abandonada hace siglos. Y no parece que la ecuación vaya a cambiar, por desgracia.
No es esta una situación particular del castillo de la Villeta. La podemos hacer extensible a la práctica totalidad de castillos y fortalezas malagueños, donde caben algunas excepciones como los castillos de Marbella, Ronda, la alcazaba de Málaga (con sus peros...)... y casi todo el patrimonio arqueológico provincial, donde también podemos hacer algunas excepciones.
Es una lástima, pues la puesta en valor de gran parte de ese patrimonio cultural generaría muchísimos puestos de trabajo directos e indirectos y supondría un gran factor de dinamización de la economía.
En lo que se refiere a nuestro castillo de la Villeta, lo primero que habría que hacer es proceder a la restauración y consolidación de los restos emergentes de la antigua fortaleza y a su visibilización, a hacerlos presentes ante los ojos de los visitantes y evitar que se deterioren más y que se pierdan definitivamente.
Seguidamente procedería la dotación de elementos interpretativos como panelería, etc. y la organización de rutas guiadas que pudieran incluir visitas a la localidad, talleres, degustaciones gastronómicas... Labores que, naturalmente, requerrirían de un trabajo previo de investigación y estudio.
Por otro lado, habría que acometer la elaboración y edición de una guía a papel/digital y una app turística en varios idiomas.
También plantearía la creación de un pequeño museo o exposición permanente donde se relate la evolución y la historia del lugar, para que el sitio fuese lugar de obligada visita para toda aquella persona que quisiera conocer Monda. En este espacio interpretativo o museístico, al igual que ocurren en multitud de instalaciones de esta naturaleza, también se podría vender merchandising y otros productos locales de carácter artesano, primordialmente.
Habría que establecer un calendario para la organización de eventos culturales, festivos, gastronómicos... relacionados con la historia del castillo y las tradiciones locales para atraer más público.
Por mi parte, vincularía los recursos y todo lo que tiene que ofrecer el viejo castillo de Monda con otros recursos locales y comarcales de carácter natural y cultural: rutas de senderismo, museos locales, productos y servicios agroindustriales, talleres etnográficos...
No me quedaría ahí, apuntaría mucho más alto. Lo realmente fabuloso sería establecer un proyecto de catalogación y puesta en valor de todos los castillos, fortalezas, torres... de la provincia de Málaga, creando un producto histórico-cultural y turístico único e irrepetible, un auténtico reclamo a nivel mundial que supusiera la creación de diferentes rutas que nos llevaran a conocer el patrimonio castellológico de nuestra provincia, de su historia, tradiciones... y que sirviera de elemento estimulador y tractor de la economía (construcción, rehabilitación, turismo, hostelería, agroindustria, artesanía, servicios culturales...) y sirviera para conocer los otros muchos patrimonios naturales e histórico-culturales de la provincia de Málaga
En nuestra tierra nuestro patrimonio cultural y natural son los más valiosos recursos que tenemos para potenciar nuestro desarrollo endógeno, fomentar el emple., hacer crecer la economía local, luchar contra la despoblación rural y ofrecer un futuro a las nuevas generaciones.
Bueno, y hasta aquí hemos llegado. Si tienes más curiosidad por el castillo de Monda, si quieres conocerlo mejor, te recomiento que te hagas con el libro EL CASTILLO DE MONDA EN LA HISTORIA, LA ARQUEOLOGÍA Y LA MEMORIA, donde encontrarás mucha más información, detalles, curiosidades, dibujos e imágenes... No estoy haciendo publicidad para vender el libro, que nadie me malinterprete. En la Biblioteca Pública Municipal de Monda hay uno o dos ejemplares de libre consulta que regalamos en su momento para toda aquella persona que quiera conocer un poco más su historia. Dejamos también algunas referencias bibliográficas y algunos enlaces de interés:
"Fresnadillo García, R: "Castillos de Malaga" en Castillos de España. Tomo I.Ed. Everest. 1997.
Acién Almansa, Manuel: Informe arqueológico del castillo de Monda. 1990. Archivo Municipal Monda.
Fernández López, Sebastián: Catalogación y estudio de las
fortalezas medievales de Málaga y su territorio. Tesis doctoral inédita.
Málaga, 1987.
Sánchez Guerra, Diego Javier y Marmolejo Cantos,
Francisco: El castillo de Monda en la historia, la arqueología y la
memoria. Editorial Pinsapar, 2018.
Enlaces de interés:
El castillo de la Villeta en la Lista Roja del Patrimonio
Asociación española de amigos de los castillos
Guía Digital del Patrimonio Andaluz
El castillo de Monda o fortaleza de al-Mundat
Hotel El Castillo de Monda
(c) Diego Javier Sánchez Guerra
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