miércoles, 4 de mayo de 2022

MALAGUEÑOS DE CENIZAS. UN HOLOCAUSTO ESPAÑOL. MALAGUEÑOS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN NAZI DE MAUTHAUSEN.


El día cinco de mayo es una fecha muy señalada para la historia de nuestro país. Se celebra el aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen (Austria) y sus anexos, como Gusen, que aconteció tal día de 1945 ¿Por qué es tan importante esa fecha? Porque a este siniestro lugar fue a parar la mayoría de los casi diez mil republicanos españoles deportados a los campos nazis del III Reich y porque allí fueron asesinados y reducidos a cenizas la mayor parte de ellos. Y es que en Mauthausen los españoles tuvimos nuestro propio Holocausto.

  


¿Pero quiénes eran estos españoles? ¿Cómo acabaron en los campos nazis? Se trataba de republicanos españoles que huyeron de una España que había caído en manos de una férrea y represiva dictadura nacida al calor del fascismo italiano y del nazismo alemán, tras la Guerra Civil Española. Motivos no les sobraban pues la mayoría había formado parte de las milicias republicanas o del Ejército Popular y combatido contra los golpistas, o habían desempeñado cargos políticos o institucionales relacionados con la II República o eran personas que militaban en alguna partido o sindicato de izquierdas que se habían señalado lo suficiente como para no esperar nada bueno de los vencedores de esta contienda bélica fratricida cuyas profundas heridas aún hoy día no dejan de supurar. La mayor parte de ellos eran personas humildes de extracción campesina, agricultores, jornaleros, arrieros como el ardaleño Joaquín Cantalejo Sánchez, obreros...

 


Estos compatriotas procedían de todas las regiones y rincones de nuestro país. Unos 1.530 eran andaluces y de ellos, unos 223 eran malagueños provenientes de la capital y de numerosos pueblos de la provincia. La mayoría había huido por la carretera de Málaga a Almería aquel funesto febrero de 1937 y había sobrevivido a la cruel matanza perpetrada por las tropas golpistas bajo las órdenes del brutal y aguardentoso general Gonzalo Queipo de Llano. Había familias enteras, milicianos como el ardaleño AntonioTrigo Ortega, ancianos, niños, mujeres, padres como el ardaleño afincado en el Barrio de la Trinidad de Málaga y presidente de la Asociación "Juventud Panadera" de Málaga Pedro Sánchez Muñoz y su joven hijo Pedro Sánchez Moreno, un muchacho de apenas 15 años que pertenecía a las JSU… “De noche nos deslumbraban. A veces tiraban contra la montaña; las rocas se desplomaban y había gente que quedaba allí”. “Los aviones nos ametrallaban. Éramos mujeres, niños y viejos” recordaba la que apenas era niña de diez años, Consuelo Torres, en una entrevista.1

 


Desde Almería la mayor parte de estos refugiados fueron dirigidos a otros puntos de Valencia y Cataluña, principalmente, controlados por el gobierno legítimo de la II República, mientras que otros se reengancharon en el Ejército Popular, como el mencionado Antonio Trigo y sus compañeros Rafael Bravo (Ardales) y Juan Padilla (Campillos), luchando en distintos frentes como Pozoblanco, Teruel o el Ebro.



Un forzoso exilio.

Los ignominiosos campos de concentración franceses.

En febrero de 1939, próxima la derrota total de la II República, medio millón de españoles huyeron a Francia a pie atravesando los Pirineos bajo unas condiciones climáticas extremas, sin asistencia alguna y bajo la férrea vigilancia de las autoridades galas asistidas por las brutales tropas coloniales. La mayoría de ellos prefirió el exilio antes que una dura represión en España, en la que podían terminar con sus huesos en una fosa común como las del Cementerio de San Rafael tras pasar por un pelotón de fusilamiento o verse privado de libertad durante largos años en uno de los siniestros penales o cárceles franquistas con similares resultados en muchas ocasiones, o realizando trabajo semi-esclavo en algunas de las muchas obras del régimen, como el Canal del Guadalquivir o el Valle de los Caídos.

El trinitario José Bravo Alarcón, que sobreviviría a Mauthausen, recordaba su llegada a Francia: Al pasar la frontera, unos por la carretera y otros por la montaña, nos reciben los gendarmes con negros senegaleses de ojos amarillos y armados de cuchillos de medio metro.2 Entre los miles de malagueños de distintas poblaciones que hambrientos, helados y desesperados llegaban a Francia, se encontraba la antequerana Trinidad Leiva, que apenas era una dulce muchacha cuando con su familia debió atravesar los Pirineos pasando mil calamidades. El joven antequerano Antonio Rubio Morea, que formaba parte de los exiliados, logró sobrevivir a Mauthausen y andado el tiempo, en Francia, contrajo matrimonio con una de las hermanas de Trinidad.

 

Exilio,3 decíamos, en el helado mes de febrero de 1939 en una Francia de la que esperaban de forma vana una acogida mínimamente humanitaria, país que recibió a casi medio millón de exiliados como si fueran reses, ganado, recluyéndolos en improvisados campos de concentración a orillas del Mediterráneo (Argelès-sur-Mer, Barcarès, Saint Cyprien…) sin las menores condiciones higiénicas ni sanitarias, sin infraestructuras, sin apenas alimentos… Eso sí, rodeados de densas e ignominiosas alambradas de espino donde quedaron desgarradas sus últimas esperanzas y bajo un duro control y disciplina de las autoridades francesas, que emplearon a las embrutecidas tropas coloniales para controlar a los refugiados españoles. 

 

Desde estos campos y ante las inhumanas condiciones en que se encontraban, miles de españoles optaron por regresar a España viviendo desiguales desenlaces; la mayoría fue objeto de la represión a distintos niveles. Muchos miles de los que se quedaron murieron de enfermedades e infecciones dadas las malas condiciones de los campos: en la ciudad de Carcasona se encuentran 51 personas enterradas entre febrero de 1939 y 1941 entre las que se halla el malagueño Manuel Molina Podadero

Los que sobrevivieron fueron distribuidos por otros campos algo mejor acondicionados, pero siguieron siendo maltratados y mal alimentados puesto que el objetivo de las autoridades galas era deshacerse de ellos y que volvieran a España. El joven tolito Francisco Domínguez Fernández, Frasco Mingue, fue a parar al campo de Gurs; los ardaleños Antonio Trigo y Rafael Bravo, al campo de Le Vernet; Pedro Sánchez y su hijo permanecieron en Saint Cyprien... y así miles de malagueños y españoles.


 

Los exiliados españoles fueron unos indeseables para las autoridades galas, no en cambio para el pueblo francés, que acabó ganando su simpatía y suministrando alimentos, ropa y otros elementos de primera necesidad mediante donaciones y otras vías de ayuda.

 

 

Mano de obra barata para Francia.

Las Compañías de Trabajadores Españoles.

En septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia con la connivencia de otro de los grandes matarifes del siglo XX, Iosif Stalin. Francia y el Reino Unido declararon inmediatamente la guerra a Hitler, catapultado a Fürer del III Reich por una sociedad enloquecida y fanatizada. Empieza la contienda más sangrienta de la Historia de la Humanidad. Los franceses, necesitados de toda la mano de obra disponible ante el conflicto bélico, obligaron a elegir a los varones españoles que quedaban en los campos entre dos opciones: volver a España con Franco o integrarse en el ejército francés ya como combatientes ya como mano de obra en unidades de trabajo militarizadas, las famosas Compañías de Trabajadores Extranjeros, las CTE. Varios miles se incorporaron como militares mientras que la mayoría, decenas de miles, se incorporaron a las CTE. En estos cuerpos, que se calcula estaban formados por unos cincuenta o sesenta mil españoles, se integraron la mayoría de malagueños exiliados.


Desde los campos y desde las CTE los malagueños remitieron a sus familias en España innumerables cartas cargadas de emoción, cariño, amor, esperanza… Muchas nunca llegaron a sus destinos dadas las circunstancias y la censura franquista y son una importante fuente para el estudio de la deportación española. Desde la población de Chorges y cerca de la frontera con Italia, en el gélido invierno de 1939, el yunquerano José Mateo Rivas enviaba una carta a su amada Frasquita con “los más durses besos y habrazos”, añorando poder compartir con ella castañas y vino mosto de Yunquera. José Mateo Rivas fue uno de los malagueños que ya nunca regresaría… En esas cartas, por motivos de seguridad, no podían dar demasiados detalles de qué labores realizaban porque las autoridades franquistas, que colaboraban con el régimen nazi, siempre estaban expectantes.

Hasta mayo de 1940, en que Alemania inició el asalto a Francia, la mayoría de los exiliados malagueños y españoles, mal vestidos y mal alimentados, estuvieron realizando trabajos de refortificación, de defensa, obras en carreteras, puentes, cuarteles, campos de tiro, aeródromos… pero especialmente sus labores se destinaron al reforzamiento de la famosa Línea Maginot levantada en la frontera alemana, obra de tan magna complejidad y tamaño como tan sencillamente inútil. Como bien sabemos, los alemanes atravesaron Holanda y Bélgica para ocupar Francia en varias semanas sin necesidad de atacar la Línea Maginot, capturando a cientos de miles de prisioneros de guerra franceses, entre los que se encontraban la mayoría de españoles. Un gran número de ellos fueron aprisionados en las playas de Dunkerke, como el rinconero José Marfil Peralta y su padre, José Marfil Escalona, donde se libraron durísimos combates con el resultado de miles de muertos, y en la bolsa de los Vosgos, donde fueron aprisionados cientos de malagueños. En total fueron alrededor de diez mil los españoles capturados por los alemanes entre los despojos del humillado ejército francés, en junio de 1940.

 

 

El resto de españoles de las CTE fueron integrados en los GTE, los Grupos de Trabajadores Extranjeros, al servicio de la Francia del mariscal Philippe Pétain, a estas alturas de la vida convertido en un esbirro más de Hitler que en un verdadero patriota francés, en un traidor... En ellas decenas de miles de españoles, donde se encontraban numerosos malagueños, fueron explotados laboralmente durante casi un lustro en la agricultura o la industria. Muchos de ellos acabaron en la organización TODT realizando trabajos de fortificación para los alemanes (bases navales, fortificaciones, búnkeres, rampas de lanzamiento de misiles…).

Muchos españoles que huyeron al norte de África tras la Guerra Civil acabaron prestando de forma obligada su fuerza de trabajo a la Francia cobarde y vasalla de los nazis, especialmente en las cuasi legendarias obras del malhadado Transahariano. Con el tiempo, de entre éstos se compondría la legendaria La Nueve, la famosa compañía integrada en la División Leclerc que acabaría liberando París y en la que se encontraban varios malagueños como José Ortiz Barrionuevo, que pertenecía a la Segunda Sección de La Nueve y que a la edad de 26 años ofreció su vida a la causa de la lucha contra el fascismo liberando la Ciudad de la Luz. Pero esa, aunque apasionante, es otra historia…



En manos de la Wehrmacht.

Prisioneros de los alemanes.

La siguiente estación del particular calvario de nuestros compatriotas malagueños apresados fueron los frontstalag, unos campos de prisioneros que los alemanes improvisaron en suelo francés en diversas instalaciones como antiguos cuarteles, instalaciones deportivas, campos de fútbol como el de Le Meinau, en Estrasburgo, por donde pasaron varios malagueños. En los frontstalgs se organizaba a los prisioneros para Remitirlos a los stalags o campos de prisioneros en suelo alemán. Algunos españoles permanecieron meses en los frontstalag mientras que otros tan sólo estuvieron en ellos algunas semanas antes de ser llevados a algunos de los muchos stalags. El trato que recibieron como prisioneros fue malo, pero no excesivamente pues en mayor o menor medida se respetaba los tratados internacionales. Incluso les permitían enviar breves misivas a sus familias; desde el stalag XII D de Trier, el panocho Gonzalo Granados Ortiz, escribía a su amada Ana “Mi querida esposa. Me alegraré que al ser esta en tu poder disfrutes un buen estado de salud en compañía de nuestros queridos hijos y sobrina”. Gonzalo Granados y Francisco Granados Ortiz, eran hijos de Frasquito el Molinero, en Istán. El molino familiar aún se conserva a los pies del embalse de la Concepción, colosal abrevadero del turismo de la Costa del Sol cuyas aguas se abastecen de río Verde, nacido en el corazón de la Sierra de las Nieves. Ambos los dos corrieron el mismo negro destino. Gonzalo, que era miembro de la UGT de Istán, tuvo bastante mala suerte porque estaba afincado en Argentina y había regresado a España para recoger a su esposa y su hijo y llevarlos a ese país, donde tenía ya encauzado un futuro. El golpe de Estado lo pilló por sorpresa y ya se vió sumido en la vorágine de la Guerra Civil y de la  Segunda Guerra Mundial. Gonzalo murió asesinado en Gusen el 26/10/1941 y su hermano en el tristemente famoso castillo de Hartheim el día 19/12/1946.

Los hermanos Granados Ortiz,
Gonzalo, arriba a la izquierda,
Francisco, de rodillas a la derecha
(Foto: familia hermanos Grandso Ortiz)

En los stalags hubo malagueños que permanecieron varios meses y hay quienes pasaron apenas unas semanas antes de ser transferidos a un fatal destino: algunos de los muchos campos de concentración nazis del III Reich como Sachsenhausen, Dachau, Floosenbürg, Auschwitz-Birkenau, Buchenwald… Pero la mayoría de los malagueños y españoles fueron a parar al de Mauthausen, en Austria, del que llegó a depender más de un centenar de subcampos, entre ellos el de Gusen, el más importante, incluso de mayor tamaño que el campo matriz, y donde serían brutalmente asesinados la mayoría de los malagueños.

 


Los primeros deportados llegaron el verano de 1940 tras cuatro duros días hacinados en un tren sin recibir ni agua ni alimentos. Se trataba del tristemente famoso Convoy de Angulema o de los 927, formado por familias, ancianos, niños… Entre ellos se encontraba el ojenete Diego Sánchez Ortiz, albañil de profesión, que acabaría siendo asesinado en el subcampo de Gusen y el nerjeño Antonio Cerezo Cutilla, entre otros vecinos de la Ajarquía. Otros deportados llegaron hacia finales de ese año a lo largo del siguiente en distintos transportes. Avanzada la guerra, los españoles que llegaban eran menos numerosos y procedían de las detenciones en Francia por mantener actividades subversivas y de resistencia.

Y, además de hombres, medio millar de valientes españolas fueron enviadas a campos de concentración nazis, concretamente al de Ravensbrück, por su participación en actividades de la resistencia en Francia, campos donde fueron explotadas laboralmente y sufrieron muchos malos tratos y vejaciones. Desconocemos, por el momento, si había alguna malagueña entre ellas.


 

Para los malagueños y españoles deportados los campos de concentración suponían una siniestra novedad, pero no para los alemanes porque los nazis habían empezado a construir los primeros de ellos en los años treinta. Estos primigenios campos tenían como objetivo el recluir y “reeducar” a opositores políticos entre los que se encontraban, especialmente, comunistas, socialistas, sindicalistas y todo tipo de personas de izquierdas, también personas consideradas enemigas y peligrosas para el régimen nazi… En paralelo los nazis pusieron en marcha el denominado Aktion T4, un programa de eugenesia forzosa, de crueles asesinatos selectivos centrados en personas que consideraban una carga para Alemania y la sociedad: de esta forma cientos de miles de personas discapacitadas, de personas con determinadas patologías mentales, de lisiados… fueron recluidos en “sanatorios” para ser brutalmente asesinados -privamos del mejor regalo que les puede ofrecer la existencia: la vida- e incinerados, sin más, al poco tiempo. Un auténtico horror, un genocidio, una brutal barbaridad que aún hoy día no tiene ni nombre.


 

Comenzada la Segundad Guerra Mundial, el sistema concentracionario nazi se amplió y se volvió de una gran y siniestra complejidad donde la mano de obra esclava que suponían los millones de prisioneros se transformó en una enorme fuerza de trabajo que movió los intereses no sólo de los SS y el III Reich, de los nazis, sino también de miles de empresas -pequeñas, medianas y grandes- y empresarios carentes de los mínimos escrúpulos y principios éticos y morales, que veían en esta mano de obra esclava una gran oportunidad de negocio y con la que ganaron inmensas e inmorales fortunas.


 

Mauthausen.

Destino final.

Desde los campos de prisioneros cientos de malagueños fueron llevados en vagones de ganado cerrados y sin apenas ventilación ni alimentos en un viaje que podía durar varios días. Tras la llegada a la estación de Mauthausen, los bajaban a golpes y los conducían corriendo al campo, nevara o lloviera. Allí les indicaban las reglas y les señalaban la única salida posible: la chimenea del crematorio.


Después los desnudaban, les rapaban todo el cuerpo, los lavaban con agua fría e hirviendo, les aplicaban ardientes desinfectantes y les daban un uniforme con un triángulo azul con una S dentro. Su significado: apátrida español… Finalmente les otorgaban un número por el que en adelante debían responder como su propio nombre. Se trataba de todo un proceso de deshumanización.

 


De ahí, a unos barracones infectados de piojos muy mal adecuados, sin higiene, y al día siguiente la mayor parte de ellos era mandado a trabajar durante doce o catorce horas diarias en la cantera de granito del campo, razón de la creación del mismo, bajo unas brutales condiciones: palizas, malos tratos, insultos y una ínfima alimentación. Los prisioneros debían subir una escalera de 186 peldaños con una gran roca a sus espaldas, momento en que aprovechaban los carceleros para pegarles, azuzarles los perros e incluso despeñarlos.

 

Los que no aguantaban ese frenético ritmo, morían y los que no, se debilitaban muy rápidamente. Éstos eran remitidos al cercano subcampo de Gusen, donde existían otras canteras de granito en las que los acababan de exprimir.



Gusen.

Última estación.

El campo de Mauthausen tenía varios subcampos dependientes, siendo el de Gusen el más importante. Desde el campo principal se distribuía a los prisioneros a diferentes destinos para explotarlos laboralmente hasta la muerte. Cuando en el campo principal ya no daban más de sí, los prisioneros en peor estado de salud y productividad eran enviados a Gusen, donde tardaban días, semanas y como mucho algunos meses, en ser brutalmente exterminados. La mayor parte de los malagueños asesinados lo fueron en Gusen. Los hornos crematorios no daban abasto para incinerar tal cantidad de muertos, por lo que funcionaban 24 horas al día y todos los días del año impregnando el ambiente de un fuerte y perenne olor a carne humana abrasada... Ese intenso y penetrante hedor podía olerse a kilómetros.

 


Además de en la extracción de granito en las canteras, los españoles y entre ellos muchos malagueños, debieron de trabajar en la excavación de los cimientos de un molino de machacar piedra que todavía hoy se levanta en pie. El grupo que controlaba a los prisioneros era especialmente sanguinario: allí fueron asesinados alrededor de dos mil españoles. Casi todos los malagueños fueron asesinados en este siniestro lugar. Aquí fue dónde Pedro Sánchez Moreno, ya un joven de alrededor de 20 años, dio su último adiós a su amado padre.

Los malagueños protagonistas de este relato, al igual que miles de españoles, siguieron esta tenebrosa secuencia vital hasta el final de sus días, que aconteció en los últimos meses de 1941. Y es que entre finales de 1941 y principios de 1942 se produjo la mayor mortandad de españoles merced a la combinación de una serie de siniestros factores: la inadecuada alimentación, la falta de higiene, la brutal explotación laboral, la inexistencia de tratamiento sanitario, las brutales palizas, las terribles condiciones climáticas y de existencia… A partir de esa fecha, los nazis empezaron a mirar algo más por los prisioneros porque los necesitaban como fuerza de trabajo para sus armas y fábricas de armamento, pues el frente requería de más soldados alemanes y esa mano de obra debía ser suplida. Además, los bombardeos de los Aliados estaban inutilizando muchas fábricas armamentísticas, por lo que las trasladaron hacia las zonas del este, más alejadas de la capacidad aérea Aliada. De esta forma en los entornos de Mauthausen y Gusen se crearon una serie de instalaciones industriales subterráneas para la fábrica de armamento y material bélico.

Capítulo aparte merece el siniestro castillo de Hartheim y los terribles camiones fantasma, donde se encerraban a los prisioneros y se les asfixiaba con los gases emitidos por el tubo de escape del vehículo. Se calcula que alrededor de medio millar de españoles fueron llevados a estas instalaciones, gaseados e incinerados. Algunos malagueños fueron asesinados en este lugar de horror: los antequeranos Antonio Muñoz Guerrero y José Navarro Bravo; el vecino de Arriate, Juan López Sánchez; el vecino de Benamargosa, Antonio Gómez Giménez; el vecino de Cañete la Real, José Gómez Gómez; el panocho Francisco Granados Ortiz; los malagueños Diego José de la Cruz Domínguez, Eduardo Nieto Ramírez, Miguel Salado Ruiz, Lázaro Sardá Cánovas y Juan García Fernández; por último, el yunquerano José Mateo Rivas.



Pedro Sánchez Moreno. El Malaguita, el hombre que sembró la semilla de la esperanza y la libertad en el corazón de la bestia nazi


Pedro Sánchez Moreno había nacido en un viejo corralón en el nº 5 de calle Lemus, más conocido como el “callejón de las ratas” en 1921, en el barrio de La Trinidad. Era el mayor de seis hermanos y había heredado de su padre, miembro de CNT, un fuerte espíritu de identidad obrera. Padre e hijo estaban muy politizados y participaban en todo tipo de actos en defensa de los derechos obreros. Por ello su padre pisó la prisión de Málaga en no pocas ocasiones, pero no se achantó.

Su posicionamiento les salió caro, muy caro, pues para conservar la vida debieron de huir dejando atrás al resto de su familia: a la joven madre María Victoria Moreno con cinco niños pequeños… Padre e hijo permanecieron juntos durante años compartiendo vicisitudes como refugiados y exiliados en Francia, donde se incorporarían a la 106 CTE en al que había otros malagueños como Domingo García López, vecino de Jimera de Líbar que sería asesinado en Gusen en 1942.


 

Tras su detención por los alemanes y su paso por un frontstalg otros campos de prisioneros, finalmente acabaron en el campo de concentración de Mauthausen, donde llegaron el viernes 13 de diciembre de 1940 tras un duro recorrido en tren dentro de un sucio y atestado vagón en el que no les proveían de alimentos ni agua. A su llegada al que sería su destino final Pedro Sánchez Muñoz fue bautizado con su nuevo nombre, el número 5262 y su hijo, Pedro Sánchez Moreno, con el número 5261, tras ser víctimas del primer paso hacia su deshumanización mediante el rasurado de todo el pelo de su cuerpo, los baños alternos de agua hirviendo y helada, la aplicación de productos desparasitantes...

Pensamos que ambos, padre e hijo, fueron destinados a la cantera de granito del campo donde fueron terriblemente explotados y donde sufrieron numerosos padecimientos. En febrero de 1941 fueron trasladados a Gusen. Seguramente el padre estaba más afectado, más debilitado por las duras condiciones, y las autoridades le obligaron a ir a este subcampo, pero su inseparable hijo le acompañaría. En el grupo iba Rafael Castillo Díaz, un joven almeriense que la noche antes había perdido a su padre, José Castillo Herrera, cuyo destino iría ligado en adelante al de Pedro Sánchez Moreno.

Seguramente allí también estarían afectados a los trabajos en la cantera o en el molino, el caso es que Pedro Sánchez Muñoz llegó a un punto en el que no pudo resistir más y el 27 de septiembre de 1941 cerró los ojos para no abrirlos más, ante el terrible dolor de un hijo que perdía a un padre, que se quedaba sin el faro de su existencia, tras haber pasado mil y una desgracias.

El molino de Gusen, lugar en cuya construcción 
fueron asesinados miles de españoles

A los pocos meses Pedro fue transferido nuevamente a Mauthausen y allí formó parte del llamado kommando Poschacher. Se trataba de un grupo de jóvenes españoles que iban a trabajar a la cantera del empresario local Anton Poschacher y el trato que recibían no era tan malo como en el campo. Entre ellos se encontraba Rafael Castillo Díaz. Pero no nos engañemos, seguían siendo esclavos del III Reich alquilados a un empresario local furibundamente comprometido con la causa del nazismo. Pedro, al que sus compañeros llamaban el Malaguita y recuerdan que era muy gracioso y siempre estaba bromeando, fue el único malagueño que formó parte de este kommando tan singular. Y es que fueron algunos miembros de éste los que recogieron los negativos fotográficos sustraídos por el afamado Francisco Boix que reflejaban las atrocidades nazis y los escondieron en casa de una vecina de la localidad, Anna Poitner. Esos negativos servirían de prueba para inculpar y ajusticiar a decenas de altos jerarcas nazis.


 


Los fracasos alemanes en el frente del este ante el ejército soviético, como el de Stalingrado (batalla que se libró entre agosto 1942 y febrero 1943), así como la llegada masiva de Aliados por el oeste con el desembarco de Normandía (junio 1944), hicieron ver a los generales nazis (a los pocos que no lo habían visto antes) que la suerte estaba echada, que más temprano que tarde el III Reich iba a sucumbir sin remedio. Los alemanes se quedaban sin recursos humanos, sin soldados, sin suministros básicos, sin armas, sin fábricas, sin capacidad ofensiva ni defensiva… A medida que el rodillo ruso avanzaba por el este se fueron liberando los campos, mostrando al mundo aquel horror inenarrable que habían creado los nazis y que hoy día, incomprensiblemente, muchos, demasiados, niegan... El último de los campos en ser liberado fue el de Mauhtausen, lo que aconteció oficialmente un cinco de mayo de 1945.


Los prisioneros, ya liberados, fueron reconducidos a sus países de origen tras un período de adaptación en que recibieron atención médica y una alimentación adecuada. Todos menos los españoles, que se quedaron un mes más en el campo porque ningún país los reclamaba. Volver a España, como sabemos, suponía la muerte. Finalmente, y ante la presión de la sociedad francesa, Francia acogió a los poco más de tres mil quinientos españoles supervivientes y les ofreció una nueva vida, aunque no fue nada fácil para ellos, porque tuvieron que trabajar muy, muy duramente para labrarse un futuro y dejar atrás casi diez años de guerras, sufrimiento, torturas, hambre…

 

 

Juramento de los supervivientes de Mauthausen

Los supervivientes de Mauthausen de distintas nacionalidades hicieron el siguiente juramento:

 

"Al fin las puertas de uno de los campos más terribles y más sangrientos se abren, las del campo de Mauthausen.

Partiendo en todas las direcciones, volveremos libres a nuestros países liberados del fascismo.

Los prisioneros, a quienes todavía ayer amenazaba la muerte de la mano bestial del verdugo fascista, expresan su reconocimiento desde lo más profundo de su corazón, a las naciones aliadas victoriosas y liberadoras y saludan a todos los pueblos en su libertad reconquistada.

Tras una estancia de varios años en el campo, comprendemos mucho mejor el valor de la fraternidad de los pueblos.

Fieles a este ideal, juramos mantener nuestro espíritu de solidaridad y unión para continuar la lucha contra el imperialismo y el fanatismo nacional. El mundo fue liberado de la amenaza hitleriana gracias al esfuerzo común de todos los pueblos y merced a este mismo esfuerzo nos ha sido devuelta nuestra amada libertad, tan deseada por todas las naciones.

La paz y la libertad son la garantía de la felicidad de los pueblos y de la construcción de un mundo sobre nuevas bases de justicia social y nacional. Es esa la única ruta hacia una colaboración pacífica de las naciones y de los pueblos.

Ya reconquistadas nuestra libertad y la de nuestros países, queremos guardar en nuestra memoria la solidaridad internacional del campo.

Recogida tan sabia enseñanza, queremos marchar por un camino común, el camino de la libertad indivisible de todos los pueblos, el camino de la mutua comprensión, el camino de la colaboración en la gran obra de construcción de un mundo nuevo, justo y libre.

No olvidaremos jamás los sangrientos sacrificios que los pueblos tuvieron que hacer para reconquistar la felicidad de todos.

Recordando la sangre derramada por todos los pueblos y los millones de seres humanos sacrificados, asesinados, inmolados por el fascismo-nazi, juramos no abandonar jamás el camino que nos hemos trazado.

Sobre la base de una comunidad internacional queremos erigir a los soldados de la libertad caídos en esta lucha sin tregua, el más bello monumento: EL MUNDO DEL HOMBRE LIBRE.

Nos dirigimos al mundo entero para decirle: Ayúdanos en nuestra tarea. ¡Viva la solidaridad internacional! ¡Viva la libertad!.

En nombre de todos los que fueron presos en Mauthausen:

Ceskoslovensky Narodni Vybor Revolucni
Comité Español
Comité Franco-Belga
Comité Griego
Deutsches Kommittee
Comitato Nazionale Italiano
Jugoslovenski Odbor
Magyar Bizottsag
Osterreichischer
Nationalausschub
Komitet Polski
Russkij Komitet
Délégé pour les Albanèses
Délégé pour les Hollandais Suisses
Der Delegiere für Luxemburg
Délégé pour les Roumains

Mauthausen, 16 de mayo de 1945."



 


Sobrevivir a la muerte. 

Sobrevivir a la vida. 

Sobrevivir al olvido

Muchos españoles y malagueños que sobrevivieron al campo de concentración más duro del III Reich murieron tras la liberación, a los meses o años, como consecuencia de los negativos efectos físicos arrastrados en su salud por la estancia en el campo y las extremadamente malas condiciones de existencia. Otros, no se sabe a ciencia cierta cuantos, no pudieron superar las cicatrices psicológicas de unas vivencias horripilantes y tomaron el camino del suicidio liberándose de la única manera que podían de un presidio de dolor y recuerdos insufribles… De los que permanecieron en Francia, muchos nunca regresaron a España por miedo a ser encarcelados o asesinados. Otros, muy pocos, lo hicieron algunos años antes de que muriera Franco y fiando su vida a un pasaporte francés.

Tras lustros o décadas, algunos pudieron abrazar nuevamente a sus madres si para entonces éstas vivían, y a los seres queridos que permanecían con vida. El trinitario Pedro Sánchez Moreno tuvo la suerte de reencontrarse con su madre después de más de diez años. Muchos optaron por viajar a España una vez muerto Franco, pero con el miedo siempre en el cuerpo de caer en manos de la Guardia Civil y ver el final de sus días más pronto que tarde. El ardaleño Rafael Bravo Páez regresó a su añorado pueblo natal desde Francia una vez muerto el dictador Franco, pero la presencia de la Guardia Civil y su miedo insuperable lo hicieron volver inmediatamente a tierras galas para no regresar jamás. Pedro Sánchez Moreno no volvió tampoco a Málaga. No volvió más que en sueños a su añorado barrio de La Trinidad. Tampoco volvió a respirar ese tan característico y espumoso olor a marina tan frecuente en Málaga. Rehizo su vida en Francia a base de esfuerzo y duro trabajo, y se casó con la joven antequerana Trinidad Leiva. Su madre María Victoria Moreno le decía que no se fiara de volver a Málaga, que su vida seguía corriendo peligro. Según nos cuenta su hijo Pedro Sánchez, que reside en Montluçon (Francia), eso le faltó mucho al corazón. Ninguno de los deportados republicanos españoles creía que, tras la guerra y la derrota de los alemanes, las potencias Aliadas iban a dejar al general Francisco Franco, estrecho colaborador del régimen nazi, regir los designios de España. Se equivocaban…

A día de hoy los deportados españoles en Mauthausen han tenido más reconocimiento en el país vecino que en el nuestro propio. Sólo en los últimos tiempos -ya tardíamente porque los que todavía vivían, casi centenarios, han muerto en los últimos años- ha habido cierto movimiento de recuperación de sus historias y de su memoria desde investigadores, periodistas, familias, asociaciones e instituciones de carácter memorialistas; mediante un gran número de publicaciones y de reediciones de antiguos libros, artículos, estudios; a través de actos de reconocimiento y de la creación de memoriales, monumentos… que están tratando de hacer un merecido y necesario hueco a la figura de los deportados españoles en la Historia de España.

En los jardines de la Diputación de Málaga, en 2007, se levantó un monumento en homenaje a los malagueños asesinados en Mauthausen. Pero es un monumento incompleto porque sólo recoge los nombres de los asesinados y no incluye el de los supervivientes… Muchos años después otras poblaciones como Teba o Ronda también levantarían sus memoriales en recuerdo de sus vecinos asesinados por los nazis.

Monumento a los deportados malagueños asesinados
en Mauthausen y que se encuentra en los jardines
de la Diputación de Málaga.



Otros datos importantes: 


El papel de las mujeres

Cientos, miles de madres, pasaron un auténtico calvario vital al no saber de sus hijos durante muchos años y al enterarse, pasado mucho tiempo que habían fallecido. Muchas se negaron a creerlo y siempre tuvieron la vana esperanza de que algún día aparecieran por casa…

El papel de muchas mujeres fue capital. Viudas a una edad temprana o húerfanas de hijos, tuvieron que sacar adelante con gran esfuerzo una amplia prole y en no pocas ocasiones fueron víctimas de las autoridades que al no poder capturar a un familiar, se cebaron con cruel y cobardemente en ellas. Fue el caso, entre decenas de miles, de la familia ardaleña de Juan Rodríguez Naranjo. Al no poder se detenido él, encarcelaron a su padre y a sus hermanas. Su sobrina Natividad Berrocal, tesorera de su memoria, pasó sus primeros meses de vida en la cárcel de Málaga, donde echó los primeros dientes…

La ardaleña Remedios Mora, viuda del ardaleño Joaquín Cantalejo, tuvo que trabajar muy duro de sol a sol durante décadas y colocar a sus hijos para poder echar adelante a la familia. Esta mujer fue una auténtica luchadora que, literalmente, se dejó la piel por sus hijos.

La malagueña María Victoria Moreno tuvo que sacar adelante a cinco hijos pequeños y como Remedios Mora y miles de españolas, tratar de esquivar a las autoridades franquistas y pasar desapercibida. No volvería a ver a su marido, Pedro, pero se reencontraría con su hijo Pedro más de diez años después.

 

Las cifras del horror

200.000 prisioneros de distintas nacionalidades europeas fueron a parar al mortífero campo de concentración de Mauthausen y sus anexos, como Gusen. De ellos fueron asesinados más de la mitad. Algunos investigadores estiman las cifras de víctimas entre 120.000 y 150.000. Lo cierto es que nunca sabremos el número de prisioneros y muertes con certeza, dada la destrucción de archivos y documentos ante el avance de las tropas aliadas y a que había muchos asesinatos de personas que no estaban registradas en el campo.

Fueron un total de 7.532 hombres, mujeres y niños españoles los que fueron recluidos en Mauthausen. De ellos fueron asesinados 4.816, más de la mitad De ese conjunto, 1.530 eran prisioneros andaluces de los cuales había unos 223 malagueños. De estos últimos, alrededor de 151 fueron aniquilados de múltiples y brutales maneras y 3 constan como desaparecidos, mientras que el resto, unos 69 sobrevivieron al campo...

 

 

Responsabilidad franquista

Lo que le estaba ocurriendo a los españoles y a los malagueños en Alemania y en los campos de concentración, no era ajeno a las autoridades franquistas, a las que Hitler le estaba haciendo el trabajo sucio. Efectivamente la comunicación entre ambos países era fluida y en varias ocasiones el régimen franquista se interesó por algunos prisioneros españoles de Mauthausen a instancias de sus familias.

Y es que en septiembre de 1940 tuvo lugar una reunión entre los jerarcas nazis y una delegación franquista encabezada por el entonces ministro Serrano Suñer. A partir de ese momento los transportes de republicanos españoles hacia Mauthausen se incrementaron de forma exponencial.

 

El gobierno franquista nunca fue ajeno a la suerte de los republicanos españoles en los campos nazis, más bien fue un necesario colaborador.



Esclavos del III Reich

Los malagueños, españoles, europeos, judíos, rusos… que fueron llevados a los campos de concentración nazis, trabajaron como mano de obra esclava para el III Reich y para miles de empresas, grandes (BAYER, BMW, THYSSEN…) y pequeñas, proporcionándoles unos beneficios tan estratosféricos como inmorales.

Las grandes empresas y multinacionales alemanas que emplearon mano de obra esclava se conocen pero no así las miles de pequeñas empresas que emplearon a trabajadores de los campos en beneficio propio y que nunca fueron molestadas tras la guerra y se les requirió que pagaran ante la ley.



Relación de víctimas Malagueñas, lugar de nacimiento y campo en el que murieron entre los años 1940 y 1944:

 

Juan Corredera Pérez. Alameda, Gussen. 

Juan Romero Pérez. Alcaucín, Gussen. 

Pedro Ruerda Vázquez. Alhaurín el Grande, Gussen. 

Adolfo España López. Almáchar, Gussen. 

Pedro Díaz González. Almogía, Dachau . 

Pedro Leiva Pino. Almogía, Gussen. 

Antonio Díaz Gutiérrez. Álora, Gussen. 

Antonio Ramos Sánchez. Álora, Gussen. 

José Rodríguez Gil. Álora, Gussen. 

Antonio Escobar Navarro. Antequera, Gussen. 

Antonio García Méndez. Antequera, Gussen. 

Antonio García Villalón. Antequera, Steyr. 

Antonio Morea Lara. Antequera, Gussenn.

Antonio Muñoz Guerrero. Antequera, Mauthausen. 

Francisco Lara Moreno. Antequera, Gussen. 

Francisco Zurita Cuenca. Antequera, Gussen. 

José Hidalgo Guerrero. Antequera, Gussen. 

José Navarro Bravo. Antequera, Gussen. 

Juan Martínez Padilla. Antequera, Gussen . 

Rafael Rubio García. Antequera, Gussen.

Francisco Berrocal Palacios. Archidona, Gussen 

Manuel Peña Lara. Archidona, Gussen. 

Serafín Suárez Luque. Archidona, Gussen.

Antonio Trigo Ortega. Ardales,Gussen. 

Joaquín Cantalejo Sánchez. Ardales, Gussen. 

Juan Rodríguez Naranjo. Ardales, Gussen. 

Pedro Sánchez Muñoz. Ardales, Gussen. 

Antonio Ariza Hurtado. Arenas, Steyr. 

Juan López Sánchez. Arriate, Gussen. 

Bernardo Ruiz Rodríguez. Rincón de la Victoria, Gussen. 

Lucas Carné Escano. Rincón, Gussen. 

Manuel Montaner Ayala. Rincón, Gussen. 

Antonio Gómez Giménez. Benamocarra, Gussen. 

Antonio Hijano Clavera. Benamocarra, Gussen. 

Juan Gutiérrez Pera. Benamocarra, Gussen. 

José Carnenero Sojo. Bobadilla, Gussen. 

Antonio Padilla Escobar. Campillos, Gussen. 

Juan Verdúz Verdúz. Campillos, Gussen. 

Celedonio Gallardo Pérez. Canillas de Albaida, Mauthausen. 

Antonio Bracero Martínez. Cañete La Real, Gussen. 

Antonio Ocaña Solis. Cañete La Real, Gussen. 

Francisco Rodríguez Navarro. Cañete La Real, Gussenn.

José Gómez Gómez. Cañete, Gussen. 

Juan Caballero Domínguez. Cañete, Gussen. 

Antonio Paredes Escudero. Carratraca, Gussen. 

Federico Aurdoles Ruiz. Carratraca, Gussen. 

Juan Ponce López. Carratraca, Gussen. 

Juan Rodríguez González. Carratraca, Gussen. 

Miguel Guerrero Garrido. Carratraca, Gussen. 

Francisco Gómez Cañete. Cártama, Gussen. 

Diego Cantarero Ballesteros. Casarabonela, Gussen. 

Juan Galiano Morales. Casares, Gussen. 

Miguel Bustos Muñoz. Comares, Gussen . 

Antonio García Arillo. Cortes de la Frontera, Gussen. 

Manuel Vega Gutiérrez. Cortes, Gussen. 

Sebastián Aguilar García. Cortes, Gussen. 

osé Gómez Atracco. Cuevas Bajas, Gussen. 

Andrés Cruz Valle. Cuevas Bajas, Gussen. 

Francisco Perujo González. Cuevas del Becerro, Gussen. 

Rafael Villarejos Riebal. Cuevas del Becerro, Gussen. 

Francisco Castillo Briales. Churriana,Gussen. 

Antonio Guerrero Reyes. Estepona, Gussen. 

Francisco Díaz Burgos. Fuengirola, Gussen. 

José Leiva González. Fuengirola, Gussen. 

José Marfil Escalona. Fuengirola, Gussen. 

Andrés Ortega Mateos. Gaucín, Gussen. 

Cristóbal Timeo Vázquez. Gaucín, Gussen. 

Domingo Trujillo Herrera. Genalguacil, Gussen. 

Juan Rodríguez Trujillo. Genalguacil, Gussen. 

Diego Ruiz Aguera. Guaro, Gussenn.

Felipe Fernández Sánchez. Guaro, Gussen. 

Antonio Ruiz Rodríguez. Igualeja, Gussen. 

Francisco Granados Ortiz. Istán, Gussen. 

Gonzalo Granados Ortiz. Istán, Gussen. 

Domingo García López. Jimena de Líbar, Gussen. 

Fernando Téllez Carrasco. Jimena de Líbar, Gussen. 

Juan Téllez Moreno. Jimena de Líbar, Gussen. 

Andrés Díaz Valderrama. Málaga, Gussen. 

Andrés Montiel Lucas. Málaga, Gussen. 

Ángel Palomar Calabria. Málaga, Gussen. 

Antonio Díaz Salas. Málaga, Gussen. 

Antonio Pérez Burgos. Málaga, Gussen. 

Antonio Pérez Galindo. Málaga, Gussen. 

Antonio Sepúlveda Rueda. Málaga, Gussen. 

Antonio Solves Laborda. Málaga, Gussen. 

Cristóbal Díaz Villegas. Málaga, Gussen. Diego 

José de la Cruz Doming. Málaga, Gussen. 

Eduardo Brandi Martín. Málaga, Gussen. 

Eduardo Díaz Lago. Málaga, Gussen. 

Eduardo Nieto González. Málaga, Gussen. 

Eduardo Nieto Ramírez. Málaga, Gussen. 

Emilio Moreno Medrano. Málaga, Gussen. 

Enrique Ríos Llorente. Málaga, Gussen. 

Francisco Benítez Mariano. Málaga, Mauthausen. 

Francisco Fernández Vida. Málaga, Gussen. 

Francisco Pérz Sánchez. Málaga, Gussen. 

Francisco Román Román. Málaga, Gussen. 

José Cubas Sánchez. Málaga, Gussen. 

José Gil Molina. Málaga, Gussen. 

José Pérez Bordera. Málaga, Gussen. 

José Romero García. Málaga, Gussen. 

Juan Vicario Román. Málaga, Gussen. 

Laureano Vallejo Román. Málaga, Gussen. 

Lázaro Sardá Cánovas. Málaga, Gussen. 

Lorenzo Torres Hinojosa. Málaga, Gussen. 

Luis García López. Málaga, Gussen. 

Manuel Martínez Giménez. Málaga, Gussen. 

Manuel Méndez Molina. Málaga, Gussen. 

Manuel Ramírez Vaca. Málaga, Gussen. 

Manuel Rojas Palomo. Málaga, Gussen. 

Manuel Silva Cabello. Málaga, Gussen. 

Manuel Suárez Rodrigo. Málaga, Gussen. 

Miguel Salcedo Ruiz. Málaga, Gussen. 

Rafael Montilla Vaquero. Málaga, Gussen. 

Ramón Lozano Martínez. Málaga, Gussen. 

Tomás Gil Guillén. Málaga, Gussen. 

Andrés López Cubas. Marbella, Gussen. 

José Martín Bizarro. Marbella, Mauthausen. 

Miguel Pérez Matera. Marbella, Gussen. 

Miguel Morelló Cerezo. Marbella, Gussen. 

Salvador Gálvez López. Marbella, Mauthausen. 

Álvaro Mayén Cuéllar. Marbella, Gussen. 

Antonio Cerezo Cutilla. Nerja, Gussen. 

Antonio Gómez Gimeno. Nerja, Gussen. 

Diego Sánchez Ortiz. Ojén, Gussen. 

Basilio Martínez Martínez. Periana, Melk. 

Eugenio Martínez Martínez. Periana, Melk. 

Andrés Espinosa López. Ronda, Gussen. 

José Gómez Giménez. Ronda, Gussen. 

Juan Cabrero Guerrero. Ronda, Gussen. 

Miguel Guerrero Rodríguez. Ronda, Gussen. 

Salvador Moreno León. Ronda, Gussen. 

José López Cordón. Teba, Gussen.

Manuel Corral Castillero. Teba, Gussen. 

Rafael Pinto Galán. Teba, Gussen. 

Antonio Rico Rodríguez. Torrox, Gussen. 

José Rodríguez Camacho. Torrox, Gussen. 

Francisco Montanés Castillo. Totalán, Gussen. 

Juan Castillo Pérez. Valle de Abdalajís, Gussen. 

Antonio Gálvez Gálvez. Vélez, Gussen. 

Francisco Giménez Salido. Vélez, Gussen. 

José Martín Ortiz. Vélez, Gussen. 

Juan García Fernández. Vélez, Gussen. 

Juan García Quintana. Vélez, Gussen. 

Juan Pérez Díaz. Vélez, Gussen. 

Antonio Ramos Gálvez. Vélez, Gussen. 

Antonio Piñeiro Mateo. Yunquera, Gussen. 

José Mateo Rivas. Yunquera, Gussen.



Enlaces de interés:

 

El genocidio nazi en la Sierra de las Nieves

http://airesdemonda.blogspot.com/2015/05/el-genocidio-nazi-en-la-sierra-de-las.html

Francisco Domínguez Fernández

http://airesdemonda.blogspot.com/2018/05/francisco-dominguez-fernandez-un.html

Antonio Trigo Ortega

http://airesdemonda.blogspot.com/2019/05/antonio-trigo-ortega-un-ardaleno-en-las.html

Joaquín Cantalejo

http://airesdemonda.blogspot.com/2021/01/joaquin-cantalejo-sanchez-un-ardaleno.html

Pedro Sánchez y Pedro Sánchez (hijo)

http://airesdemonda.blogspot.com/2021/04/del-malagueno-barrio-de-la-trinidad-al.html

José Mateo Rivas

http://airesdemonda.blogspot.com/2020/04/los-durces-besos-y-habrazos-de-jose.html



1 Dɪᴀʀɪᴏ Sᴜʀ: La desbandá: los testimonios de la huida por la

 carretera Málaga-Almería:

 https://www.diariosur.es/sur-historia/desbanda-testimonios-huida-

20190207124834-nt.html


2 Gᴏɴᴢáʟᴇᴢ Vɪʟʟᴇɴᴀ, Antonio: Un malagueño en Mauthausen:

 Autobiografía de José Bravo Alarcón. Ediciones del Genal, 2016. 

 

3 Otros caminos del exilio español se dirigieron al norte de África, a Rusia y desde Francia, a México, país que acogió a miles de exiliados, y otros países sudamericanos.

 

(c) Diego Javier Sánchez Guerra

 

 

4 comentarios:

  1. HOLA!!!ESTUPENDO TRABAJO,PERO OBSERVO UN ERROR EN EL APELLIDO DE UNO DE ELLOS,EDUARDO BRANDI MARTIN.NO ARANDI

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    1. ¡Corregido! ¡Muchísimas gracias por advertir el error! Un saludo. Diego.

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  2. Florinda Ramos Gil8 de mayo de 2022, 8:45

    Impresionante, muy bien relatado, que importante es poner nombres, fechas y todos los documentos que se pueda a la luz!, callarnos es matarlos de nuevo!. Muchisimas gracias.

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras, Florinda, y, sobre todo, muchísimas gracias por dedicar tu tiempo en leer sobre la vida de los deportados malagueños. Como bien dices, callarnos es matarlos de nuevo, y conocer sus tristes experiencias y tribulaciones supone traerlos de nuevo a la memoria, revivirlos de alguna manera.

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