lunes, 25 de enero de 2010

El castillo de Monda o fortaleza de al-Mundat


   Cada vez que llegamos a Monda ya sea desde Marbella o desde Coín lo primero de Monda que divisamos es el Castillo de la Villeta, que se asienta sobre el cerro del mismo nombre por cuya ladera se desparrama el blanco caserío. Si sus viejas piedras pudieran hablar resonaría entre sus muros el eco de mil batallas, mil victorias, mil derrotas, alguna que otra historia de amor con dramático final y fantasma incluido e innumerables travesuras infantiles de las que algunas de las cuales el abajo firmante presenció en primera persona. Pero como no pueden hablarnos trataremos de darle voz nosotros mismos a través de estas letras.

   El Castillo de Monda no siempre ha sido tal como lo vemos, originalmente era más pequeño y se fue modificado a lo largo del tiempo añadiéndosele torres, ampliando sus murallas, demoliendo otras partes,…, hasta alcanzar la configuración actual que tiene hoy día tras construirse el hotel.

   A ciencia cierta no se sabe con exactitud la fecha precisa de la construcción de nuestro castillo pero parece ser que tiene su origen en el siglo IX después de Cristo. En esa época casi toda la Península Ibérica se encontraba ocupada por los musulmanes, que también ocupaban todos los territorios norteafricanos a orillas del Mediterráneo (los actuales Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto). A la Península Ibérica, que los romanos nombraron como Hispania, los musulmanes la nominaron al-Andalus. 

Área de expansión del Islam.
  http://bachiller.sabuco.com/historia/images/La%20expansion%20del%20Islam.jpg


   En aquel tiempo todavía no existía nuestro pueblo: ni fuentes, ni plaza, ni Iglesia, ni la tienda de María Sánchez,…, nada, a excepción de un cerro pelado probablemente con una sola torre cuya función sería la de controlar visualmente el territorio ante posibles movimientos de tropas enemigas, bandidos,… Desde este punto se domina un gran campo visual hacia el valle del Guadalhorce e incluso hasta Málaga, pudiendo verse nítidamente en días claros.



En esta foto de mediados de los años 50 del siglo XX podemos ver como el cerro de la Villeta estaba desarbolado y existían escasos restos del castillo. Abajo a la izquierda el colegio aun por finalizar.
Col. Biblioteca Municipal de Monda.

 
   En estas fechas aunque los emires musulmanes dominaban casi todo el país tenían algunas disidencias internas, algunas revueltas de la población que no estaba contenta con su administración. Es el caso de la revuelta que por varias décadas mantuvieron Omar Ibn Hafsún y sus hijos. Con él se relaciona la construcción de la fortaleza primitiva y de otras muchas por toda la provincia de Málaga. Este personaje tenía su centro principal en el desfiladero de los Gaitanes, en la famosa fortaleza de Bobastro, y controlaba otras fortalezas como las de Ardales, Teba o, en la comarca de la Sierra de las Nieves, las de Tolox y Casarabonela. Parece ser que en este primer momento en la Villeta se construiría lo que se denomina un Hisn, una pequeña fortaleza en altura dotada con una torre, de la que nada se conserva. Su función sería la de controlar el territorio tratando de conjurar los posibles ataques de tropas emirales.

   Posteriormente nuestro castillo sufriría nuevas vicisitudes relacionadas con los sucesivos avatares históricos. Sería ocupado por las tropas emirales, abandonado en épocas en las que no tenía función militar, refortificado por los almohades y nazaríes ante el avance de los cristianos, conquistado por los cristianos y demolido parcialmente con los Reyes Católicos.


   Estructuralmente en el castillo todavía pueden diferenciarse dos partes básicas: la celloquia y el al-baqar. La denominada celloquia es la parte más elevada del castillo, lugar que estaba más fortificado y donde residía el alcaide y la guarnición. Es la zona desde donde existen las mejores vistas panorámicas. Se corresponde con gran parte de la superficie construida del hotel. Conserva algunos restos de muralla, una torre, un aljibe y algunas estructuras de cimentación ocultas bajo la actual construcción.




Fotografía del castillo de mediados del siglo XX. Se aprecian algunas torres y restos de la muralla.

Col. Biblioteca Municipal de Monda.

   El segundo elemento lo compone la muralla que rodea el perímetro norte del cerro de la Villeta que se va adaptando a la irregularidad del terreno y posee varias torres que cumplen una función militar pero también arquitectónica al hacer las veces de enormes pilastras que contribuyen a la estabilidad de la muralla. Toda la zona que queda dentro de la muralla se denomina al-baqar y tenía como función acoger a la población que vivía dispersa en aldeas por el territorio, sus bienes y sus ganados en momentos de peligro cuando atacaba el enemigo cristiano y arrasaba el territorio, cosa que se daba con cierta frecuencia durante el último período islámico, reinando la dinastía nazarí. Con el tiempo la población se asentaría de forma estable en esta zona hasta conformar todo un barrio de viviendas (la denominada Villa Vieja de las fuentes documentales). Poco más abajo de la muralla parece ser que se encontraba el cementerio islámico, el mocabel o almocaber (al-maqbara), del que no aparecen restos.

   Hoy día las murallas, por desgracia, están muy deterioradas por el paso del tiempo. La visión que tenemos de las mismas es descarnada: podemos ver los sillarejos que la conforman porque el paso del tiempo ha borrado el enlucido original que tenían y que las protegían de las inclemencias meteorológicas. 

Imagen de la muralla. Su apariencia es descuidada y ruinosa pero posee un gran valor patrimonial.
Foto: Diego Sánchez.


   Hacia la zona Oeste se conserva en un estado aceptable una torre poligonal con ocho lados. Esta torre se construyó entre los siglos XII-XIII por la dinastía islámica de los Almohades. Bajo esta dinastía se refortificarían muchas fortalezas, entre ellas la de Monda, porque durante su mandato los cristianos realizaron importantes ofensivas para ocupar los territorios del Islam peninsular. Los Almohades incorporaron innovaciones técnicas en la arquitectura militar que habían traído desde Oriente. La torre poligonal tiene una función muy sencilla: proteger una esquina de la muralla o un flanco más débil. Al tener más lados se le podía abrir más saeteras (ventanas muy delgadas) y ampliar el número de ángulos desde donde disparar al enemigo a la vez que dificultaba la contraofensiva a éstos. La más famosa torre poligonal que construyeron los almohades fue la Torre del Oro, en Sevilla.


Imagen de la torre poligonal, hoy oculta tras los pinos y que se encuentra sobre el parking del hotel. Hacia mediados del siglo XX.
Col. Biblioteca Municipal de Monda.

Torre del Oro de Sevilla. Hacia 1220 d. C.



   Las excavaciones arqueológicas previas a la construcción del hotel sacaron a la luz restos de varias viviendas de la población islámica que había dentro del castillo. Estas viviendas se organizaban en calles y eran construcciones de planta cuadrangular, con muros de carga y sin pilares, con cubierta de teja mora y con un pequeño patio o cuadra interior alrededor del cual se disponían varias habitaciones que tenían usos polifuncionales (alcoba, cocina,…). Esta organización de espacios es muy similar a nuestra arquitectura tradicional, legítima heredera de parte de esa tradición arquitectónica.



Cimientos de una de las viviendas islámicas del castillo descubierta en la excavación arqueológica. 1.990.
Col. Biblioteca Municipal de Monda.


   En el siglo XVI este lugar estaba habitado íntegramente por moriscos. Durante la revuelta que llevaron a cabo desde 1.570 incendiaron y arruinaron todas las casas que en este lugar se encontraban, quedando despoblado el cerro desde entonces.

   Como podemos ver en el castillo de Monda se combina una rica historia, un rico legado cultural material e inmaterial, que rezuma a través de sus torres, de sus murallas y  de ciertas leyendas gracias a las cuales conocemos la existencia de una desdichada fantasma y de un rico tesoro aun por descubrir.

   Pero éstas ya son otras historias que se tratarán en entradas venideras.
Un saludo.
Diego Sánchez.

martes, 12 de enero de 2010

La calzada romana de Monda

Muchos de vosotros seguramente no conoceréis la calzada romana de Monda, por eso trataremos hoy de ponernos al día sobre uno de los bienes culturales más importantes de nuestro pueblo.

Los romanos, civilización que hace unos dos mil años controlaban todas las tierras a orillas del Mediterráneo, eran gente muy práctica. Tan práctica que cuando invadían un territorio y necesitaban administrarlo y explotarlo en beneficio propio debían crear las infraestructuras necesarias: puentes, puertos, calzadas, acueductos,… Para la circulación interior de los productos y personas crearon una densa red viaria que en muchos casos aprovechaban las vías de contacto más antiguas. De esta forma unían importantes ciudades, puertos marítimos, explotaciones rurales,…


Vías romanas más importantes de la Península Ibérica
 http://www.celtiberia.net/imagftp/mapa_vias_romanas_2.jpg

En nuestro pueblo conservamos una obra de origen romana, concretamente un tramo de una de las calzadas que los romanos construyeron para explotar el territorio y conducir los productos que obtenían de nuestra tierra, como trigo, aceite y vino, hacia la capital, Roma, y otras partes del Imperio. Este tramo de calzada se encuentra a la salida del pueblo en dirección a Coín y por un lado se dirigía a la Costa del Sol pasando por las inmediaciones de Ojén y por otro a la bahía de Málaga con su importante puerto marítimo que daba salida a los productos del interior, pasando por el rico valle del Guadalhorce y canalizando sus riquezas agrícolas.


Calzada romana de Monda
(www.sierranieves.com)



Las calzadas y vías romanas son redes de comunicación que además de facilitar el transporte de productos desde Hispania al resto del Imperio y viceversa, también eran caminos para que circularan nuevas ideas, nuevas tecnologías, nuevas creencias, nuevos productos para el cultivo,…., en parte era el Internet de la época aunque con muy pocos megas. A través de las vías terrestres y marítimas los romanos llevaron a Hispania su cultura, sus dioses, su lengua (el latín), su moneda,…, pero también avances en técnicas agrícolas y utillaje; nuevas técnicas para la explotación de minas; molinos y prensas más eficaces que mejoraban la producción,…


Esta vía ha sido utilizada hasta hace muy pocos años y por su intenso uso a lo largo de los siglos ha recibido diferentes reparaciones en épocas posteriores, como la época islámica o la época moderna. El tramo conservado de mayor longitud parece que se corresponde con el período islámico. Presenta un trazado denominado opus spicatum, espina de pez, por tener un nervio central que articula los paños laterales asemejándose a una espina de pescado.


Calzada romana de Monda. Trazado en opus spicatum
(Foto: Diego Sánchez)



Cerca del arroyo Alcazarín presenta un tramo escalonado. Algunos investigadores han querido vincular ese escalonamiento con la etapa romana ya que existen parecidos con otras calzadas romanas en otros territorios peninsulares relacionados con la extracción de rocas en las canteras. Pero lo más probable es que dado que en esa parte el terreno se muestra más inclinado la calzada debe escalonarse para salvar esa pendiente y fijar mejor la piedra al terreno. Finalmente el arroyo Alcazarín se cruzaba con un puente de madera del que no ha quedado vestigio alguno salvo escasos restos de unos cimientos a uno y otro lado de su cauce.


Calzada de Monda. Tramo escalonado
(Foto: Diego Sánchez)

Por último señalar que a pesar de que se conserva el tramo del que se ha hablado, por la Vega y en dirección a Coín también aparecen algunos restos de empedrado, pero en condiciones bastante precarias.


Construir una calzada no era una cuestión fácil ni sencilla. Primero había que diseñar el mejor trazado salvando las pendientes y los terrenos más complicados, buscando siempre la practicidad y la eficiencia. Cuando se tenía claro el trazado se marcaba la anchura de la vía y se excavaba algo más de un metro de profundidad para crear la base, el cimiento. A continuación se rellenaba el espacio con varios niveles superpuestos: el statumen (cimiento formado de piedras grandes), el rudus (nivel que se superpone al anterior y está compuesto por piedras más pequeñas) el nucleus (formado por una capa de grava más fina) y finalmente el pavimentum, con una ligera inclinación en el centro para evitar los encharcamientos y desplazar el agua hacia los laterales. De perfil es lo más parecido a un sándwich.


Obreros construyendo una calzada
(http://www.culturaclasica.com/files/calzada_romana.jpg)


De esta forma se hacía un cimiento estable y consistente a las calzadas. Parece ser que en superficie recibían una capa de grava fina que se apisonaba para facilitar el tránsito de caballerías y carruajes en las vías en las que se circulaban con carretas y carromatos, porque no todas las vías eran transitables por estos medios.


Sección de una calzada romana




Cada milla se colocaban los miliarios. Los miliarios, al igual que los mojones de carretera actuales, marcaban las millas realizadas y la distancia que quedaba hasta la próxima villa o ciudad. Una milla romana equivalía a mil pasos (milia pasum), 1.480 metros. Cada cierta distancia se colocaba hospedajes en el camino de diferentes clases: mansio, que eran las más importantes; caupona, de menor calidad que la anterior; taberna, similares a los actuales hostales; y mutatione, lugares para arreglar carros, herraduras,…, algo parecido a las actuales estaciones de servicio. Cada cierta distancia era corriente ver pequeños altares, lararios, donde los viajeros hacían ofrendas a los dioses para que el viaje les fuera propicio.


Miliario romano






 No sólo en Monda se conservan restos de calzada atribuida a la civilización romana, en Casarabonela aparecen restos de otra vía. En este caso se correspondía con el trayecto que unía Málaga con Ronda por el interior, pasando por Casarabonela y El Burgo.







Calzada romana de Casarabonela



Desde esta página se anima a toda aquella persona con inquietud a disfrutar de este legado cultural con especial cuidado, sin pisar en aquellas piedras que se vean sueltas o inestables, con objeto de no contribuir más a su deterioro. Nuestro patrimonio cultural es algo que heredamos de nuestros antepasados, en este caso de los romanos, que debe ser preservado, cuidado y puesto en valor para el disfrute de todos tanto de vecinos como de visitantes y turistas. Sólo entendiéndolo podremos valorarlo y valorándolo podemos conservarlo y emplearlo turística y socio-culturalmente.


Un saludo.
Diego Sánchez.