jueves, 27 de junio de 2019

LA ALMADRABA DE MONDA. UNA PEQUEÑA INDUSTRIA RURAL DE TEJAS Y LADRILLOS CON MÁS DE 400 AÑOS DE HISTORIA



En primer lugar, no quisiera comenzar esta entrada sin expresar mis agradecimientos a Raúl González Arévalo, profesor titular de la Universidad de Granada, por haberme proporcionado artículos y trabajos que versan sobre la ordenanzas municipales de Monda en el siglo XVI y que me han sido de bastante utilidad para los fines de este trabajo y que lo serán para otros próximos; a Francisco Marmolejo Cantos, investigador, por atender mis dudas sobre los libros de apeo y repartimiento de Alozaina y Guaro.

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No, no me he equivocado con el título de esta entrada. En Monda hubo una almadraba en tiempos medievales, sin duda alguna, y no precisamente de atunes. Esta almadraba estuvo en funcionamiento hasta hace alrededor de un siglo, lo que ocurre es que la conocemos por otro nombre: El Tejar. Si consultamos el actual Diccionario de la Lengua Española nos aclararemos pues en relación a la palabra almadraba, esto es lo que nos encontramos:

Almadraba 

Del ár. hisp. almarába 'lugar donde se golpea o lucha'.

1. f. Pesca de atunes.

2. f. Lugar donde se pescan atunes y donde posteriormente se los prepara.

3. f. Red o cerco de redes con que se pescan atunes.

4. f. Tiempo en que se pesca el atún. Era u. t. en pl. con el mismo significado que en sing.

5. f. desus. tejar

A nosotros, para el propósito de esta entrada, nos interesa la quinta acepción del término: “tejar”, el sitio donde se fabrican tejas, ladrillos y adobes. Almadraba, en este sentido semántico, cayó en desuso hace muchísimo tiempo, hace siglos al igual que la palabra almadrabero, que significaba tejero y que hoy día tiene otros significados relacionados con el oficio de la pesca del atún (DRAE): ‘perteneciente o relativo a la almadraba de atunes’ (1.ª acepción), ‘hombre que se ocupa en el ejercicio de la almadraba de atunes’ (2.ª acepción).
Hemos de recurrir al Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española, del año 1770, nos encontramos una descripción algo más completa de la palabra almadraba en su acepción como tejar:
Almadraba. Antiq. Tejar, ó lugar donde se fabricaban tejas y ladrillos. Es voz compuesta del artículo al, y del árabe madraba, que segun el P. Alcalá significa tejar. Tamarid trae esta voz como introducida en castellano, con la misma significacion. Locus in quo tegula formantur. ORDEN. DE GRAN. Tít. de los Almadraberos, fol. 182. Otrosi, que ningun maestro del dicho oficio, ni otra persona sea osado de abrir almadraba para labrar obra de teja y ladrillo en ella.
Y en relación a la palabra almadrabero, el trabajador de la almadraba, esto es lo que recoge el mismo diccionario:
Almadrabero. S.m. El que se ocupa en el exercicio de la almadraba. Tegularum plasmator.
Para el historiador Reinhart Dozy (Gloss. apud DCECH, s.v. almadraba) almadraba/‘tejar’ tendría su origen etimológico en marába, derivado del verbo -r-b ‘fabricar ladrillos o tejas’. Esta acepción solo cuenta con documentación vinculada geográficamente a Granada, de hecho, como veremos más adelante, encontraremos el topónimo almadraba en municipios de la Sierra de las Nieves como Ojén, Tolox, y Casarabonela (y muy posiblemente Alozaina), así como en Cómpeta y Gaucín.
En Monda, hasta hace algo menos de cien años, hubo un tejar que tuvo su origen en una almadraba islámica en el paraje que todos conocemos como El Tejar, a las afueras del pueblo en dirección a Guaro. Desgraciadamente ni los más mayores del pueblo recuerdan haberlo visto funcionar. Si buceamos en documentación antigua, como el Libro de Apeos y Repartimientos (siglo XVI), documentación de los marqueses de Villena, señores de la villa de Monda, (siglos XVI y XVII), el Catastro de Ensenada (mediados del siglo XVIII)... nos volvemos a encontrar esta humilde industria tejera a las afueras de nuestro pueblo tanto con el topónimo almadraba como el topónimo tejar. Vayamos por partes; analizaremos en primer lugar las fuentes documentales a las que hemos tenido acceso y, en segundo lugar, los restos constructivos que se mantienen en el paraje de El Tejar. Continuaremos con una sucinta descripción de los procesos de trabajo para finalizar con unas reflexiones sobre la conservación del patrimonio cultural rural.


LAS FUENTES DOCUMENTALES


Son muy pocas y muy breves las referencias documentales que hallamos de esta vieja industria tejera a lo largo del tiempo y, además, de forma muy puntual, pero lo suficiente para saber desde cuándo, más o menos, existió la fábrica de tejas y ladrillos de Monda, y algunos datos más ¡Vamos a ver lo que nos encontramos!

Lo que nos dice el estado de las rentas
del marqués de Villena en 1571

Sabemos que el uno de febrero de 1571, ya expulsados los moriscos mondeños, el marqués de Villena recibió una información pormenorizada de las rentas que tenían en las villas del antiguo reino de Granada, entre las que se encontraba Monda. El marqués percibía, entre otros ingresos, las alcabalas del magran y la tercera parte de todos los diezmos y de los diezmos (décima parte del valor de la mercancía) de cal, ladrillo y tejadillo.
Ello nos delata la existencia de los oficios de calero (sobre los caleros vamos a realizar una entrada próximamente) y tejero, sobre cuyo producto el marqués obtenía un beneficio vía impuestos pues para eso era el señor de la villa.
Si había impuesto sobre la cal, además de caleros, había hornos de cal. No sabemos cuáles ni donde, aunque lo sospechamos. Puede que algunas de las caleras de nuestro pueblo sean mucho más antiguas de lo que pensamos. Si había impuesto sobre el ladrillo y tejadillo (tejas), es que había un tejar y éste lo tenemos localizado en el paraje de El Tejar, como sabemos. Pero me viene a la memoria un recuerdo de cuando se estaba haciendo la carretera Monda-Coín, la que atraviesa La Vega. Con los movimientos de tierra para preparar los terrenos, apareció un horno de ladrillo que fue destruido inmediatamente. Las fuentes de la memoria hablan de que no era un horno de pan, pues era bastante más grande ¿Podría haberse tratado de un alfar o de otro pequeño tejar? Nunca lo sabremos, pues fue destruido sin haber sido previamente documentado.

Lo que nos dice el libro de apeos
y repartimientos de Monda en 1572

Nuestro libro de apeos y repartimiento ha sido estudiado, como ya he comentado en varias ocasiones, por el investigador Teodosio Vargas Machuca en los años sesenta de la pasada centuria, con el que realizó un trabajo por el que obtuvo un premio extraordinario de licenciatura; también ha sido estudiado por el profesor Alfonso Franco Silva en distintos trabajos y artículos:
-Moriscos y cristianos viejos en el obispado de Málaga. El caso de Monda (Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo: Teruel, 19-21 de septiembre de 1996)
-Tolox y Monda, del concejo de Málaga al marquesado de Villena (Estudios sobre Málaga y el Reino de Granada en el V Centenario de la Conquista; Málaga, 1987)
Y más recientemente ha sido analizado por nuestro querido vecino José Antonio Urbano Pérez, que lo publicó en 1998 añadiendo las ordenanzas de la villa tras la expulsión de los moriscos, con el título La Villa de Monda en el siglo XVI. Apeos y primeras ordenanzas, cuya lectura siempre recomiendo. Se trata de una fabulosa fuente documental en la que los mondeños podemos encontrar el origen de muchos de nuestros lugares comunes e identitarios.
En el libro de apeo el topónimo almadraba aparece mencionado en varias ocasiones, veamos:
El cristiano viejo Hernando de Prados, tenía, entre otras propiedades:

Un tablero de tierra de secano en el pago de la Almadraba, que fue de Juan Alfox que hará media fanega.


El morisco Bartolomé Arruro, uno de los tres moriscos reconocedores y fiel colaborador de los cristianos, poseía, entre otras propiedades:


Tierras. Dos pedazos de tierra en el pago de Almadraba, el uno linde con Luis Azubeide y el otro con el corral de bacas que es del dicho Bartolomé Arruro e con biña de Lorenso Benalí, que terná tres quartillas.

Tres olibos en sus tierras que tiene el pago de Almadraba, y otro allí, fuera de su tierra.

Olivos:
1 en el pago de Almadraba linde con las heras viejas.


El morisco Alonso Alguacil, otro de los moriscos reconocedores, poseía:


Olibos de Alonso Alguazil

(...)Otro olibo en la Almadraba, linde con olibos de Alquindir en tierras de Ramiro Haquen.


Entre los bienes con los que contaba la iglesia estaba:

En el Almadraba otro olibo, linde con olibo de Hernando Arruro.
1 tablero en el almadraba, linde con los tableros de los herederos de Lorenzo Xocofí y con Adán Xocofí, de sequero, 2 celemines.

El 31 de enero de 1572 se apearon las tierras de riego y de secano, entre las que se encontraba:

Pago de Afetarix
4 fs

En este pago de Afetarix, otro pedazo de tierra que está junta fecha tableros por la dicha orden que era de los dichos moriscos de Monda y está en una isla entre dos arroios que son el de Alhaura y el río de Almadraba que lo zercan por todas partes (...)

Entre las propiedades con las que contaba un tal Pedro Hernández, se encontraba:
1 tablero de tierra de secano en el pago de la Almadraba, que fue de Juan Alfox, media fanega.

Igualmente nos encontramos el topónimo texar en varias ocasiones:
Entre las posesiones que tenía el cristiano viejo y escribano público de la villa, Bonifacio Villalobos, había:

Tierras.   
                                                                                                                                      (...) Un tablero del susodicho que hará dos almudes de sembradura de riego por bajo de la fuente de la Villa, linde con tableros de Lorenzo Alfaquí y morales de Lorenzo Boilai y el arroio que viene del texar.
Entre las posesiones del citado morisco Alonso Alguacil, se econtraba:
Tres pies de olivos en el texar, por bajo del camino que están juntos los dos, linde con una higuera y el otro con el río.

Entre las tierras de regadío y secano que se apearon el último día de enero de 1572, se encontraba:
Pago de la Derezana 
                                                                                                              Apeose otro pago en las dichas tierras de sequero que son en el dicho thérmino, que alinda con el pago de las biñas viejas que dicen de Sierra y con las tierras de secano del pago de Pitalata y por una parte con el río que ba de la villa y con el texar.
Lo primero que sacamos en claro cuando analizamos esta fuente documental es la convivencia de ambos topónimos, almadraba y tejar, al menos durante el siglo XVI. Este pequeño detalle no es baladí, pues es trascendental en la medida en que nos habla de la convivencia, mejor dicho, de la coexistencia o cohabitación, de dos sociedades, de dos culturas, distintas en un mismo espacio: la cristiana, invasora y colonial (recordemos que en 1492 las fuerzas castellanas habían finalizado el proceso de conquista del antiguo sultanato nazarí con la ocupación de Granada) y la morisca, epígona del mundo nazarí y subyugada por los amos cristianos. Efectivamente, como hemos señalado, almadraba es un término que deriva de la lengua árabe, mientras que tejar proviene de la palabra teja que viene, a su vez, del término latino tegula, un diminutivo a partir de la raíz tegere (cubrir), que la que procede también el participio tectus (cubierto), que alumbró la palabra “techo”. De ahí es de donde procede “tejar” y “tejado”, término que acabó imponiéndose al de almadraba.
En segundo lugar y aspecto notablemente interesante, nos encontramos con el empleo que se aplica a cada uno de esos términos, con su uso; en el texto del apeo, cuando se habla de almadraba, parece más bien indicar un espacio físico o geográfico (pago de la Almadraba) y el nombre que recibe el cauce fluvial que pasa por dicho pago o paraje (río de la Almadraba), de lo que se desprende que el término tiene un indudable carácter geográfico e hidrográfico, ya no industrial al no referirse a la pequeña factoría de tejas y ladrillos con esa denominación. Sin embargo, cuando se emplea la palabra texar, parece más bien que se esté haciendo referencia particularmente a la industria tejera y ladrillera que había en el pago de la Almadraba, a la fábrica de ladrillos y tejas ¿Qué sacamos en claro de esto? Pues nada más y nada menos como un término nuevo y perteneciente a la cultura invasora ha ido sustituyendo al otro, el tradicional islámico, poco a poco, primero reemplazando el nombre de la industria y después, con el tiempo, el del paraje. Como el cangrejo de río americano con el cangrejo de río ibérico. Este hecho no es de extrañar en ese contexto de coexistencia de la sociedad cristiana y la morisca en un mismo espacio y esconde una realidad mucho más brutal, pues estamos siendo testigos en estos momentos del proceso de sustitución de una cultura, la islámica representada por lo morisco, los descendientes de los perdedores nazaríes, por otra, la cristiana de repoblación, la victoriosa, la que había derrotado al último reducto del Islam peninsular, lo cual trasciende a todos los ámbitos. Recordemos que la lengua morisca había sido prohibida en la primera mitad del siglo XVI y ello hubo de influir a la larga, necesariamente, en la toponimia del territorio, en los nombres de los lugares (en la paulatina caída en desuso de unos y su sustitución por otros).
Todo un etnocidio sociocultural el del pueblo morisco, al que precedió el de la comunidad judía, casi un siglo antes, que deja en tela de juicio esa visión idílica que se tiene de la España de las tres culturas y la falacia de la convivencia pacífica que tantos nos venden en multitud de festivales de diferentes y pretendidos exóticos nombres, pero de idénticos y vácuos contenidos a lo largo y ancho de la geografía malagueña.
Es muy posible que el topónimo texar/tejar se impusiera también al nombre del arroyo y del paraje por el que discurre hacia finales del siglo XVI o primeros del XVII, ya definitivamente expulsados los moriscos y cuando los nuevos repobladores cristianos se habían asentado definitivamente proyectando su organización social, económica, cultural... sobre un territorio que ya había perdido su memoria andalusí, relegada a la documentación cristiana de los repartos -verdaderos certificados de defunción de la sociedad morisca- creando una nueva memoria del territorio de la que somos directos herederos, dotándolo de nuevos topónimos, de nuevos usos, insertando nuevos cultivos, nuevos aprovechamientos... construyendo día a día, en definitiva, unos nuevos paisajes.
Lo que parece estar claro es que, a juzgar por el topónimo de origen islámico, es muy posible que esta pequeña industria tejera y ladrillera ya existiera en época nazarí. Nuestro vecino José Antonio Urbano Pérez, en su magnífico libro, ya se hace eco de la importancia de esta industria, así como de su ubicación:
La existencia de un tejar y alfarería y la mención expresa en las rentas que el marques recibe al tomar posesión de la villa sobre el ladrillo y teja, nos hace deducir la importancia de esta industria que, al menos, tendría producción suficiente para el abastecimiento de las necesidades de la población. Estaba situado en el pago de la almadraba, que debía su nombre precisamente a esta actividad y en la actualidad aún se conserva parte de una edificación de las que componían esta industria.
En estos testimonios documentales encontramos otros elementos de interés, como las mencionadas heras viejas, lo que nos pone sobre la pista de que en el entorno de El Tejar hubo algunas eras bastantes antiguas. No es de extrañar dado que en Monda también se plantó mucho cereal para autoconsumo y son numerosas las eras que se conservan en relación a muchos campos de labor. En nuestro caso, las eras del Randero (hoy desaparecida) y de Talanca, no quedan muy lejos del tejar. Sobre el tema de las eras, ya hemos tratado en este blog en una entrada anterior.
Pero hay una última cuestión que ha llamado mucho mi atención y es que en esta fuente documental se señala la existencia de una pequeña isla en el pago de Afetarix, lo que hoy son los Huertos -por debajo de la fuente de la Villa y la herrería de Puerto- entre el arroyo de la fuente de Alhaura (se trata de la fuente de la Jaula, aún no existía el lavadero, por tanto se refiere al arroyo de la Lucía) y el río de Almadraba, o sea, el arroyo del Tejar, isla que se encontraba cercada por todas las partes por el agua de estos cauces fluviales. Huelga decir que los cauces fluviales no son del todo estables, sino que a lo largo del tiempo suelen modificarse por diferentes motivos (fuertes avenidas, lluvias torrenciales, acción antrópica...). Es posible que esa isla conformada por los cauces combinados de ambos arroyos quedara finalmente unida al resto de las huertas al sedimentarse de forma natural el brazo del cauce que inicialmente la separara del resto de espacios de regadío. O puede que fuese de mano del hombre, no lo sabemos.

Posible ubicación de la "isla"
En este pago de Afetarix o de los Huertos, se conserva una noria datada en la primera mitad del siglo XVIII que será protagonista de otra de nuestras entradas.

Las ordenanzas de Monda de 1574

Las ordenanzas de Monda de 1574 fueron estudiadas por el mencionado profesor Alfonso Franco Silva en: Monda. La organización de una villa Malagueña a través de sus ordenanzas municipales (Actas del VI Coloquio Internacional de Historia de Andalucía, Málaga 1991) y también, más tarde, por José Antonio Urbano Pérez.
Desgraciadamente las ordenanzas no refieren nada sobre el tejar, aunque tratan muchísimos otros aspectos de enorme interés como el sistema de organización de la villa, normas sobre higiene, alimentación, impuestos... 


Lo que nos dice las cuentas del marqués de Villena,
señor de la Villa de Monda, en 1632

En el Archivo Histórico Nacional, sección Nobleza, se conserva, entre otros, el documento: Relacion de lo que es y vale a vuestra excelencia su estado de Tolox y Monda en que consisten sus rentas lo que cada una y todas juntas montan. Vecindad y sitio de los dichos lugares calidad dellos y condición de sus veçinos (AHN, Nobleza, Frías, C. 717, D. 32).
Se trata de un manuscrito donde se recoge el valor de las rentas que generaban estas poblaciones y de las que se beneficiaba su señor, el Marqués de Villena. Recordemos que desde principios del siglo XVI estas dos villas, junto con las de Serón y Tíjola en Almería, pasaron a formar parte del señorío de Villena y no pacíficamente, al menos en la parte malagueña. Tolox y Monda pertenecían al concejo de la ciudad de Málaga y por decisión real le fueron arrebatadas en favor del citado marqués, lo que produjo algunos enfrentamientos entre los representantes de la ciudad del Guadalmedina y los del marqués y en los que finalmente medió la Corona en favor de este último. Pero esa es una historia que quizás tratemos en otra entrada.
La importancia de este documento, fechado en el año de 1633, radica en la información económica y productiva que podemos extraer de él al hablarnos del valor de las rentas que el marqués de Villena poseía sobre las villas de Tolox y Monda; se nos habla sobre cultivos, tiendas, herrerías, molinos, propiedades, cargos, pequeñas industrias... de las cuales el marqués sacaba determinados beneficios económicos. Entre esas pequeñas industrias se habla de la renta de la cal, la teja y el ladrillo. A continuación, hemos extractado del documento las referencias específicas que se hacen en Monda en relación al tema que tratamos: 

Balor de las rentas de Monda años de 1632                                                                   

Diezmo de cal texa y ladrillo quatro ducados y medio vale

Suma de las cantidades en que estan arrendadas las rentas de Monda este año de 1633         
                                                                                                                        Cal texa y ladrillo en seis dudados valen

Renta de Monda y cargo desta quenta año de 1632                                                                   

El diezmo de cal texa y ladrillo le tubo arrendado Pedro de Liñan veçino de la dicha villa en quarenta  nueve reales y medio que valen mil seisçientos y ochenta y dos maravedis.

Lo que halle cobrado de las partidas referidas y la data de esta quenta es la siguiente.-      
                                                                                                            Primeramente cobro el diezmo de cal texa y ladrillo de Françisco Liñan don Sancho Ortega de Vega de que le dio reçivo su fecha en Monda a veinte y dos de março deste año son mill seis cientos ochenta y dos maravedis.

Lo primero que se desprende de esta información es la existencia de una industria de ladrillo y teja y de la actividad de elaboración de cal en la primera mitad del siglo XVII en Monda, heredada de la anterior centuria. El marqués, al igual que en el siglo anterior, cobraba una serie de impuestos relacionados con la producción de cal, ladrillo y teja. La producción de cal debía tener cierta importancia porque si queremos que los ladrillos y las tejas se adhieran a paredes, dinteles, jambas, cubiertas, si queremos conformar los muros de mampostería que forman las viviendas y otras construcciones... es necesaria una argamasa que hasta tiempos muy recientes se ha elaborado con la cal, sólo sustituida por el cemento hace algo más de medio siglo. La cal, en esa y otras épocas, se empleaba en la elaboración de argamasa para la construcción más que para encalar. El encalado completo de las viviendas es una costumbre algo más reciente en el tiempo, de finales del XVIII o primeros del XIX. Sabemos que Monda ha sido un lugar de una importante tradición calera cuyos últimos herederos parecen ser las familias de los Platitos y los Garranchos, si no me equivoco. Y si me equivoco, por favor, que me rectifiquen.
Por otro lado, no sólo se modelaban y cocían tejas, también ladrillos, que hay que diferenciar del adobe o ladrillo de barro secado al aire, estos últimos de menor consistencia, pero también muy resistentes si recibían el necesario enlucido protector rico en cal una vez armados conformando muros y paredes.
Por otra parte, gracias al documento conocemos el nombre de la persona que en el año de 1632 había arrendado los derechos de explotación de la cal, tejas y ladrillos: Pedro de Liñán, y para 1633, Francisco Liñán, ambos por el mismo importe: 1.682 maravedís. Posiblemente estos dos personajes hayan sido parientes, a juzgar por el apellido.
Lástima que el manuscrito, dado su carácter económico, no sea más descriptivo y nos cuente donde se encontraba el tejar, que inferimos sea en el partido del Tejar, donde estaba el antiguo pago de la Almadraba; que elementos lo componían; cuantos trabajadores tenía y cuáles eran sus faenas (oficiales, peones...); como era su funcionamiento; donde se extraía la materia prima y que tratamiento recibía antes de su modelado; qué tipo de leña se empleaba en los hornos y de donde procedía…

Lo que nos dice el Catastro de
Ensenada de Monda (siglo XVIII)

El Catastro de Ensenada es también un documento de extraordinario valor histórico, económico y social. En lo referente a nuestra almadraba o tejar, aparece mencionado el oficio de tejero en la respuesta número 33 del interrogatorio:
Un texero y jornalero que su oficio le dará doscientos y cincuenta rs

Referencia al texero, en la respuesta nº 33 del Catastro de Ensenada
Al final del documento, en un anexo, entre otros oficios aparece el de tejero y la cantidad económica en reales de vellón que su oficio le reporta cada año:
Texero 250 reales de vellón
No nos proporciona demasiada información, la verdad. Solo que la persona encargada del tejar en aquellas fechas (1752), obtenía un beneficio anual de 250 reales de vellón, según vemos en el documento anexo al Catastro de Ensenada denominado Estado de a lo que annualmente asciende en dha Villa el Yndustrial y Comercio que se ha certificado en ella, con su total en Reales de Vellon
Medico
1650
Boticario
700
Barberos
1850
Arrieros
2000
Panaderos
720
Tenderos
400
Abastecedor de Carnes
700
Cortador
350
Estanquero de tavacos
720
Mesonero
1095
Tavernero
300
Texero
250
Recobero
732
Carretero
540
Adminor. del Sor.
2200
Maiordomo de propios
176
Maestro de prims. letras
200
Celador de montes
300
Total en Reales Vn
14883



El beneficio anual del tejero en reales de vellón


Creemos que era poco lo que generaba el oficio en esos momentos, dado que, por un lado el tejero debía emplearse también como jornalero, según la respuesta nº 33 del interrogatorio del Catastro de Ensenada y, por otro lado, porque sólo el maestro de primeras letras y el mayordomo de propios (era el administrador de todos los  bienes y caudales del municipio, durante la edad Media y Moderna, el tesorero del Concejo; con el nombre de propios se hace referencia a todas las propiedades y rentas de que disponía el Concejo para hacer frente a las necesidades de la villa) cobraban menos que él, 200 y 176 reales de vellón respectivamente. La diferencia por encima de lo que cobraba el tejero, es notable, por lo que inferimos también que, si el oficio reportaba pocos ingresos, es porque el tejar estaría viviendo unos momentos de no demasiada actividad o porque funcionaría puntualmente a lo largo del año.

Además, si el lector lee el inicio de la respuesta nº 33, comprobará como el albañil que hay en el pueblo en aquellos momentos, Pedro Durán Sanguino,  realiza pocas obras al año. El documento señala a otro albañil, pero ya "jubilado" al ser mayor de edad. Ello indica que el sector de la construcción en esos momentos no era muy dinámico, por lo que inferimos que el horno debía funcionar de vez en cuando, de forma puntual y bajo demanda, no de forma contínua.

Lo que nos dicen otras
fuentes documentales

No hemos podido disponer de muchas más fuentes documentales para seguirle la pista a nuestro viejo tejar, tan sólo en el siglo XIX hemos podido consultar varias fuentes:
-El Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, de Sebastián Miñano (1828-1829), Tomo VI, donde no se señala nada sobre la existencia del tejar, si bien es una fuente muy concisa donde se incluyen muy pocos datos.

Monda en el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal
- España Geográfica, Histórica, Estadística y Pintoresca de Francisco de Paula Mellado (1845), que tampoco aporta apenas datos.

Monda en España Geográfica, Histórica, Estadística y Pintoresca

-El Diccionario geográfico, histórico y estadístico de España y sus posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz (1845), algo más completo que los anteriores, pero donde tampoco encontramos referencia alguna al tejar de Monda. En este documento, en relación a la industria, se señala la existencia de tres fábricas de aguardiente. Eso no significa que no existiera nuestra vieja industria tejera, porque seguramente estaba funcionando en aquellos momentos, sino que no se incluyera por el motivo que fuese al igual que los tres molinos harineros de Alpujata, los molinos moriscos. Sabemos que para estas fechas estaban construidos los tres y en funcionamiento, pero no aparecen incluidos en esta fuente documental.
Bien es cierto que el primero y el último dedican una buena porción de su espacio a la famosa batalla de Munda, que por aquella época todavía eran muchos los estudiosos y eruditos que defendían que había sucedido en nuestra tierra.
En las primeras décadas del siglo XX se elaboraron algunas guías sobre comercios y negocios de la provincia de Málaga y gracias a ellas hemos podido seguir un poco la pista de nuestro tejar. En las de 1906, 1907 y 1908, que han sido a las que hemos tenido acceso, entre otras informaciones referentes a negocios de Monda, aparece una fábrica de tejas y ladrillos de Andrés Lomeña Rubio. Es una información breve, pero que nos dice al menos que en esa época todavía estaba en funcionamiento. En cuanto a esta persona, Andrés Lomeña, hemos podido localizar alguna escasa información gracias a su certificado de defunción. Por este documento sabemos que era natural del vecino municipio de Coín, pero que estaba afincado en Monda y que residía en calle Estación. Estaba casado con la mondeña Isabel Bernal Vázquez y tenían cuatro hijos. Sin embargo, hemos detectado un error en la guía, el segundo apellido de Andrés es Rubia, no Rubio. Murió el uno de octubre de 1920, a los 84 años de edad.

Guía de Málaga y su Provincia, de 1907


LO QUE SE CONSERVA DE LA ANTIGUA 
ALMADRABA NAZARÍ O TEJAR DE MONDA


La almadraba o tejería de Monda se localiza en el paraje de El Tejar, junto al arroyo del mismo nombre y la famosa curva del poli, a la salida de Monda en dirección a Guaro. Este sitio ha tenido diferentes usos en los últimos años, como almacén de chatarra y más actualmente, como lugar reservado a materiales de construcción y otros elementos.

El Tejar en 2008 

Actualmente y en relación a la antigua industria tejera y ladrillera, pocos elementos se conservan, por desgracia. Pocos, pero gráficos y aunque no podemos asignarles una cronología precisa (para eso haría falta un estudio muy detallado), no podemos decir que se trata de los restos de la almadraba nazarí o morisca, o que se trate de restos de épocas posteriores -que será lo más probable- fruto de sucesivas reformas, reestructuraciones o ampliaciones de este lugar.
Por lo pronto, lo que si podemos observar son los restos de los siguientes elementos:
1º) Lo que fue una pequeña presa que se empleaba para remansar el agua del arroyo del Tejar, anteriormente denominado como arroyo de la Almadraba. Está elaborada a base de fragmentos de ladrillo de barro cocido, trozos de tejas y piedras del lugar unidas a base de una argamasa muy rica en cal y se asienta en parte sobre un afloramiento de roca madre que había sido previamente preparado para recibir esta obra. Se conserva los arranques de las dos paredes, en la norte se mantiene casi intacta una atarjea ejecutada a base de ladrillo de barro cocido y revocada interiormente con un enlucido muy rico en cal, que era la que se encargaba de dirigir el agua a la zona de trabajo. En ella podemos observar cómo se mantiene parcialmente un par de canalizaciones, la de entrada desde el arroyo y la de salida hacia el espacio de trabajo. De ésta última se conserva el arranque, donde apreciamos una tubería de barro cerrada. Inferimos que la atarjea no debió tener portezuela alguna para regular la salida del agua, pues no se observan acanaladuras donde encajarlas. Más bien pensamos que dada la entidad de la estructura, debió emplearse tapones de corcho, tal y como se ha hecho en muchas conducciones parecidas hasta tiempos relativamente recientes. 

Detalle de parte de lo que se conserva de la presa del Tejar 

La porción de presa conservada está en muy buen estado, prueba de que la hicieron para que durara y aguantara tanto las fuertes arroyadas, como el paso del tiempo, aunque, seguramente, debía ser reparada de vez en cuando como ocurría con la presa del arroyo de los Helechares, en Alpujata, al igual que también se mantendrían limpios de vegetación los márgenes y limpios de sedimentos el cauce. No obstante, su caída en desuso y el inexistente mantenimiento a lo largo de un dilatado período de tiempo, la hicieron casi desaparecer. Esta presa debió tener un aliviadero para evacuar el agua del arroyo cuando estuviera llena.

Interior de la atarjea de la presa del Tejar 

Restos de la presa del Tejar desde una perspectiva general

2º) A continuación nos encontramos con muy pocos restos de conducciones que llevaban el agua desde este primer punto de captación hasta la zona de trabajo. Es poco, muy poco, lo que pude ver en su momento: escasos vestigios de un conducto cerámico a cielo abierto, a modo de pequeña acequia, que llevaba el agua a la zona de trabajo. Las remociones del terreno, el crecimiento de la vegetación, el desuso... ha hecho que estas estructuras estén prácticamente desaparecidas. Suponemos que el agua sería conducida unas pequeñas albercas que, o no se han conservado o se encuentran soterradas, donde se recogería el agua para la transformación de la tierra en barro. El único elemento de conducción que hemos observado es una teja adherida al suelo mediante argamasa de cal y restos de fragmentos de teja y ladrillo; no estamos seguros si el agua circulaba por aquí, que será lo más probable, o servía de “cama” para otras conducciones cerámicas.

Restos de canalizaciones hidráulicas

3º) Dos estructuras cuadrangulares cuyo uso conocido durante años, al menos por mi parte, ha sido la de albergar perros e incluso algún ganado. En la actualidad han sido muy afectadas por las obras y movimientos de tierras de los últimos años y apenas son perceptibles. La más próxima al arroyo conserva el arranque de un arco de medio punto ejecutado con ladrillo de barro cocido, que sería la boca de la cámara de combustión. Tras este arco hay un muro de adobes muy deteriorado que creemos se instaló en una época posterior a su caída en desuso para cerrar lo que sería el acceso a la cámara de combustión y que se trate de un revestimiento interior, que también pudiera ser. A cada lado hay dos muretes elaborados con la técnica de mampostería con verdugones de ladrillo de barro cocido, con argamasa muy rica en cal, que arrancan de los extremos del arco y que avanzan escasos metros de forma decreciente, conformando como un pequeño espacio a la entrada del horno y cuya función, intuimos, es la de evitar que la tierra de ambos lados se desprenda y caiga delante de la cámara de combustión.

Imagen de los restos del horno que se conserva
 

 Detalle del arco del horno 

En la parte superior, en el lateral derecho nos encontramos con el acceso, que parece original, pues conserva una de las jambas en ladrillo de barro cocido con un pequeño contrafuerte de mampostería. Este vano de entrada estaría rematado con un pequeño arco de medio punto, al igual que otras construcciones similares que hemos tenido la ocasión de estudiar. Lo cierto es que el espacio está muy alterado; tres de las paredes, que son de ladrillo de barro cocido, han sido recrecidas con adobes y han recibido un enlucido que se encuentra en muy mal estado y donde se aprecian las marcas de los dedos de los albañiles. Sin embargo, la pared del fondo es un recio muro de ladrillos de barro cocido de tamaño regular y muy bien dispuestos, elemento original de la cámara de cocción, que se embute en el terreno. Sospechamos que esta construcción exteriormente fuera de mampostería e interiormente se encontrara forrada de ladrillo de barro cocido. 

Estado en que se encontraba la cámara de cocción en 2008

Estado en que se encuentra el horno a fecha de junio de 2019,
semienterrado por las obras de un carril 

Mantenemos la propuesta, tras la consulta de estudios de estructuras similares, de que se trate de un horno de cocción de ladrillos y tejas. Hemos observado que esta estructura está semi soterrada, como los hornos de cal, hecho que puede explicarse por el uso como horno: al generar mucho calor durante la cocción, las paredes tienden a abrirse, si la estructura está semienterrada, encajonada en la tierra, la fuerza del fuego no destruye las la estructura del horno.  Además, si hacemos caso a las tipologías de hornos tradicionales analizadas, es más que probable que el cuerpo superior anteriormente descrito, la cámara de cocción, tuviera forma troncocónica, esto es, que estuviera más abierto en su base que en su parte más elevada a modo de embudo invertido, para favorecer la cochura de las piezas.
Junto a esta estructura hay otra de planta cuadrangular ejecutada con mampostería que combina verdugones de ladrillo de barro cocido. La argamasa de las paredes es muy fuerte y en uno de los alzados parece apreciarse el arranque de una bóveda, por lo que posiblemente se tratara de otro horno de cocción, pero con esos escasos restos y sin un estudio de más enjundia, no podemos afirmarlo con claridad. Exteriormente, guarda parte del enlucido, pero interiormente no conserva ningún tipo de revoco y más bien parece como si las paredes hubieran estado forradas con otros materiales, sospechamos que con ladrillos de barro cocido que fueron arrancados en un tiempo indeterminado para ser reutilizados tras caer la factoría tejera en desuso. 

 Estructura en 2008

La misma etructura en 2019

4º) Junto a estas evidencias del antiguo tejar mondeño, se alza una estructura de planta cuadrangular de planta calle más una, con cubierta de teja mora a dos aguas, de las que no conocemos su funcionalidad original. Todos sabemos que aquí estuvo viviendo el popular Miligallo, cuando usaba el lugar como almacén de chatarra. Esta construcción, en uno de sus laterales, tenía adosado un pequeño habitáculo del que sólo ha quedado la impronta en la pared. Está hecha de ladrillo de barro cocido que luego se enluce, salvo en los ángulos, donde se muestra desnudo y con función decorativa además de sustentante. Me refiere mi amigo y antiguo compañero de trabajo, Salvador Torres que, siendo chiquillo, iba a esta casucha con otros amigos a cazar murciélagos.

 La casa del Tejar

5º) Junto al puente del arroyo del Tejar aparecen algunos restos constructivos muy afectados por la edificación de un almacén de materiales, que invade parte del antiguo camino a Guaro, y muy enmarañados por la vegetación. Su finalidad no está del todo muy clara, pero podemos aventurar algunas ideas tras su descripción: podemos diferenciar un par de pavimentos y algunos restos de muros y paredes; hay dos pavimentos hechos a base de baldosas de cerámica y colocados a distintas alturas, por lo que advertimos de que se trata de dos unidades de habitación u ocupación distintas. Unos metros más arriba de uno de ellos se vislumbra entre la vegetación una pared realizada a base de ladrillo de barro cocido. Junto al otro pavimento igualmente realizado en con baldosines de barro cocido y asociado al mismo, aparece una pared de mampostería con un revoco de argamasa muy rico en cal. Manejamos la idea de que pueda tratarse de un par de pequeñas albercas, dadas las características de los restos y su ubicación casi en el mismo cauce fluvial, pero de lo que no podemos estar seguros es de si estaban asociadas a la industria tejera o a los cultivos de regadío. 
Restos de estructuras en el arroyo del Tejar, entre el puente viejo y el nuevo

El antiguo puente del arroyo del Tejar

Algunos vencinos nos han señalado la existencia de algunas pequeñas albercas ya desaparecidas por las obras de la carretera y de la construcción del almacén de materiales antedicho. Estas estructuras, que no estaban orientadas al regadío, serían, con total seguridad, las piletas donde se mezclaría el agua, la tierra y los desgrasantes para preparar el barro que se transformaría en tejas y ladrillos.

¿CÓMO FUNCIONABA UN TEJAR TRADICIONAL?

Por lo que he podido indagar, este tipo de industria tejera necesitaba de varios espacios o elementos que formaran parte de la cadena productiva: la terrera, donde se extraía la materia prima: tierra arcillosa; un curso fluvial próximo o manantial, dónde se obtenía el agua necesaria para transformar la tierra en barro; el bosque, donde se extraía la leña para cebar los hornos donde se cocían las piezas; y el tejar en sí, el espacio de trabajo y transformación donde se moldeaba y cocían ladrillos y tejas, que incluía diversas infraestructuras, entre ellas los hornos.
En cuanto a la terrera, en nuestro caso, estaba completamente a mano pues los terrenos que hay en El Tejar son de sustrato arcilloso, muy aptos para las labores de elaboración de adobes, ladrillos y tejas. Los trabajadores debían recoger la tierra con azadas y capachos, cernirla lo más posible para quitar las piedras y llevar la materia prima a la zona donde se encontraba la tejería. 

  Terreras del Tejar

En lo referente al agua, ya hemos señalado la existencia del curso fluvial del arroyo del Tejar/de la Almadraba y su presa, con lo que las necesidades del líquido elemento estarían, a priori, cubiertas. La existencia de la materia prima y del agua en un lugar determinado, condicionó la construcción de la tejería en el sitio donde se encontraba. O sea, que este espacio productivo y de transformación se instaló, como es natural, donde se encontraban los principales recursos para su funcionamiento.
En la tejería los trabajadores, antiguamente llamados almadraberos, mezclaban la tierra arcillosa con agua para transformarla en barro asistidos, normalmente, por herramientas, pero también podía hacerse este trabajo con los pies e incluso podían servirse de algún animal, como una vaca, para que pisara continuamente la masa. Para ello, en nuestro caso, la pequeña presa que había en el arroyo del Tejar/de la Almadraba, proporcionaba el agua necesaria para la transformación de la tierra arcillosa en barro que se pudiera moldear. Para mezclar la tierra con el agua y trabajar la masa podía haber unas infraestructuras a modo de pequeñas albercas o, lo más común, un rebaje en el suelo de forma normalmente circular. A la masa se le añadía desgrasante, que podía ser arena, polvo de viejos tiestos cerámicos (chamota), paja picada..., para que se pudiera manipular mejor y para que la cocción pudiera hacerse correctamente al aguantar mejor las altas temperaturas, pues sin desgrasantes las piezas cerámicas se vuelven quebradizas y pueden aparecer roturas.

Bestias pisando el barro para su preparación 

Una vez que el barro estaba listo para su modelado, en el caso de ladrillos y adobes, se tomaban unos moldes de madera o metálicos que tenían unas determinadas proporciones. El operario introducía las pellas de barro dentro del molde, golpeándolas para que se distribuyeran correctamente dentro del mismo. Quizás de esa acción, la de golpear el barro para introducirlo en moldes o para prepararlo para su trabajo, se le diera el nombre de almadraba a estas sencillas y básicas industrias rurales. Antes de levantar el molde, pasaba sus manos varias veces por la pieza para asegurarse que estaba completa y que tenía forma regular, dejando la impresión de su dedos al deslizarlo sobre el futuro ladrillo.

Tejero haciendo ladrillos 

Tras levantar el molde las piezas de barro con forma de ladrillos se dejaban secar al sol en un espacio a cielo abierto antes de pasar al siguiente proceso, el de cocción. Mientras se secaban las piezas no era infrecuente que algún animal, perro, gallina... se paseara por encima de las piezas frescas dejando la impronta de su patita. En Monda tenemos varios ejemplos en las Bóvedas del Ayuntamiento, que se encuentran recubiertas de ladrillos de barro cocido muy posiblemente elaborados en la tejería de El Tejar. En algunos de ellos aparecen las improntas de las patitas de algunos perros, unas más grandes y otras más pequeñas, por lo que había más de uno ¿Serías capaz de encontrarlas en las Bóvedas del Ayuntamiento? 

Las bóvedas del Ayuntamiento de Monda


  Impronta perruna en uno de los ladrillos de las bóvedas del Ayuntamiento  

No sabemos si la tejería de Monda funcionaba todos los días del año, es probable que solo funcionara en determinadas épocas, viéndose impulsada cuando aumentara la demanda. En el caso de la época de lluvias las piezas puestas a secar no podían dejarse a la intemperie, así que pensamos que hubo de haber algún tenderete de madera en el que las piezas puestas a secar se ponían a resguardo del agua de lluvia. 

Tejas y ladrillos secándose al sol 

Una vez que los ladrillos estaban secos, con las piezas podían hacerse dos cosas, no cocerlas o cocerlas en el horno. En el primer caso el ladrillo recibiría la denominación de adobe y tectónicamente sería un elemento constructivo estable siempre y cuando recibiera un enlucido que evitara su desgaste. El adobe ha sido en nuestras tierras tradicionalmente más empleado para la construcción que el ladrillo, al ser más barato y disponer de él en menor tiempo (al ahorrarse la cocción). En el segundo caso, si se cocía, la pieza recibía el nombre de ladrillo, que tenía mucha más resistencia que el adobe y más caro, naturalmente. En las construcciones de las viviendas e infraestructuras populares el ladrillo tenía una ubicación específica, pues normalmente se colocaba en jambas y dinteles, en el marco de ventanas y balcones, conformando pilares para sostener la cubiertas y techumbres, en los humeros y sus singulares caperuzas, en los aleros, en los ángulos y paredes de ciertos edificios de relevancia, combinándose en el caso de las paredes con la mampostería, por lo que recibía el nombre de mampostería encintada. Ejemplos de este último caso lo tenemos en el Ayuntamiento de Monda, que se puede observar en viejas fotografías, y en la torre de la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, en la plaza de la Ermita. Igualmente, el empleo del ladrillo, a falta de sillares de piedra que son más tradicionales en otros territorios, lo encontramos en la constitución de determinados arcos, cuyo ejemplo más claro lo podemos apreciar en la puerta de entrada a la iglesia y en su interior, solo que estos últimos se encuentran revestidos por un enlucido.

Torre de la Ermita de Monda antes de su decapitación;
obsérvese el empelo de ladrillo con funciones tectónicas y decorativas


Alero de la antigua torre de la Ermita a base de ladrillo; 
tras ser desmochada, este alero fue destruido 


Empleo de ladrillo en la construcción del lavadero de Monda 

Además, debió de elaborarse también losas para los suelos y pavimentos de muchas de las viviendas de Monda. Recordemos esos baldosines de barro cocido que existían dentro de las casas de Monda más antiguas y humildes y a los que había que proteger con una alfombra de esparto para que las bestias, cuando cruzaran la casa camino del corral, no quebraran con sus patas este humilde pavimento.
Pero el nombre de Tejar le viene por algo y es porque no sólo adobes y ladrillos eran realizados en este espacio, también las tejas y es muy posible que su producción superara a los otros dos. Para elaborar las tejas se cogía un molde trapezoidal de madera o metal, que se rellena con el barro. Cuando la pieza tenía la forma, se desplazaba sobre una especie de horma (actualmente llamada galápago) de forma curva, donde la teja fresca tomaba su forma. Después se dejaba secar al sol para su posterior cocido. Algunas tejas en muchos lugares recibían cierto tratamiento decorativo o apotropaico (protector) sobre el lomo o en los cantos. En el lomo, la parte de la teja que da al cielo, se le ponían elementos simbólicos de protección, para que la casa quedara resguardada de malos augurios y otros males. No es de extrañar en una sociedad supersticiosa donde la religión cubriría el vacío que la ciencia tardaría muchos siglos en llenar. En los cantos, especialmente en el más grande, se podían hacer unas mellas o incisiones equidistantes cuando la pieza estaba fresca. Ese último tratamiento lo he observado en algunas casas antiguas de Monda y de otros pueblos de la Sierra de las Nieves. 

Tejero elaborando tejas


Tejas secándose al sol

Tejas con cantos decorados en Monda 

Cubierta de tejas de una vivienda de Monda 

Antiguas tejas, obsérvese las marcas producidas por el trabajo del tejero

 A lo largo del tiempo las tejas han variado poco. Podemos rastrear su origen en regiones mesopotámicas hace alrededor de cuatro milenios, extendiéndose su uso por el Mediterráneo posteriormente. Los griegos y los romanos la emplearon con profusión; éstos últimos tenían unas tejas planas unidas por otras curvas, los ímbrices, parecidas a las nuestras actuales, las conocidas como tejas árabes o de medio cañon.


Ímbrices, tejas curvas, uniendo tégulas, tejas planas, en un tejado romano

 Había tejas que recibían tratamientos más complejos al dárseles un baño de vedrío. Para ello recibía dos cochuras, la primera, la de cocción de la pieza y la segunda, tras habérsele aplicado el esmalte, para fijar el vidriado. Estas tejas se colocaban en edificios emblemáticos, como la iglesia, o de familias bien situadas económicamente pero normalmente no ocupando toda la superficie del tejada, sino en lugares específicos, especialmente en las cumbreras. En ciertos lugares de España esas tejas vidriadas, de distintos colores, ocupan la totalidad de la cubierta dibujando diferentes composiciones geométricas. No creemos que en el tejar de Monda se realizaran piezas vidriadas.


Tejas cumbreras vidriadas 

Tejas vidriadas empleadas como canalizo en la vieja fábrica de luz Taillefer



La siguiente etapa de las piezas tras haberse secado era su cocción en el horno. Para ello se introducían en unos hornos compuestos por:
-En la parte baja, una estructura con cubierta de bóveda de medio cañón cuya entrada estaba realizada con un arco de ladrillo o de piedra sillar. Se trata de la cámara de combustión, donde se introduce la leña para provocar el fuego y el calor necesario para cocer las piezas. La leña se obtendría del campo, de talas, de bosques colindantes... no lo sabemos con total certeza. Lo que inferimos es que el almadrabero debía tener una buena reserva de leña para que la cocción no se malograse.
-En la parte superior, sobre la cámara de combustión, se levanta la cámara de cocción, donde se introducen las piezas que se van a cocer a través de un vano rematado en arco de medio punto, normalmente, que luego se cierra con arcilla o adobes. Las piezas se colocan de una forma determinada al objeto de aprovechar el espacio al máximo posible a la par de que se proceda a una buena cocción. El suelo que separaba la cámara de combustión de la de cocción se conformaba como una rejilla realizada a base de ladrillos para que se distribuyera el calor dentro de la cámara de cocción de forma uniforme. Esta rejilla estaría sustentada por pequeños arcos de ladrillo de barro cocido. La cámara de cocción no tendría cubierta, las propias piezas a cocer harían el cierre de la estructura para concentrar mejor el calor dentro del espacio para la cocción. Esta cámara podía ser de ladrillo de barro cocido forrado exteriormente con mampostería, de ladrillo de barro cocido y nada más o de mampostería que interiormente recibía un revoco generoso de arcilla, como ocurría con los hornos de cal.

Reconstrucción ideal del horno del Tejar, alzado


Reconstrucción ideal del horno del Tejar, planta

La duración de la cocción de las piezas iba en función del tamaño del horno; los más grandes podían tener una cocción de 24 a 30 horas, los más pequeños, de entre 14 a 16 horas. En todo momento debía haber una persona responsable de que el horno estuviera bien cebado y no le faltara leña. Tras la cochura, había que esperar a que la carga se enfriara, lo que podía llevar uno o dos días.
Como hemos señalado antes, una de las dos estructuras identificadas en el paraje de El Tejar podría tratarse de un horno, pues, a pesar de la maleza y la tierra que casi lo cubre, se observa el arranque de un robusto arco de medio punto en ladrillo de barro cocido, que se correspondería con la entrada a la cámara de combustión, semienterrada. Sobre ella se alza una estructura cuadrangular que ha sido muy alterada en distintas épocas por los diferentes usos que ha tenido, pero cuya pared del frente, sobre los restos del arco, se ejecuta con adobes.
El tejar de Monda debió ser muy similar al que se conserva en el vecino municipio de Alozaina frente a la confluencia de los arroyos del Tejar y del Lugar -arroyo este último que movía los rodeznos del antiguo molino harinero del Chocolatero- y que estuvo en funcionamiento hasta hace muy, muy poco tiempo. En la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, donde se encuentra catalogado como caracterización Etnológica y con el Código 01290130013, realizan la siguiente descripción:

Tejar. El inmueble se compone de dos hornos de planta cuadrangular y volumen con forma de pirámide truncada en los que destacan los grandes vanos de acceso al interior del mismo, rematados con arco de medio punto. Una nave rectangular (retechada con fibrocemento en los 70) funciona como almacén y secadero. Otros cobertizos o construcciones están destinados a esta misma labor. Las construcciones se hacen con mampostería de piedra seca reforzándose con ladrillos en esquinas o dinteles. El estado de conservación es bueno.



El tejar de Alozaina



Detalle de uno de los hornos del tejar de Alozaina


Sabemos que este tejar de Alozaina estaba en funcionamiento a mediados del siglo XIX porque aparece mencionado en el Diccionario Geográfico Estadístico de Pascual Madoz (1846), donde se recoge, referente a esta pequeña industria pechera:
IND.: cinco molinos harineros, cuatro de aceite, un alambique, una alfarería y un tejar.
Como puede verse, no sólo tejas y ladrillos se realizaban en Alozaina en el siglo XIX, también había un alfar donde se elaboraban y cocían útiles y piezas de uso cotidiano (fuentes, cántaros...).
Y aunque sabemos que en el libro de repartimiento de Alozaina (segunda mitad del siglo XVI), aparece mencionado un tejar, entre otros elementos (molinos, hornos, lagares...), no podemos afirmar que éste y el que se conserva en las inmediaciones del arroyo del Tejar de Alozaina, sean el mismo. Si así fuere, podría tratarse, quizás, del tejar más antiguo y mejor conservado de los pueblos que conforman la Sierra de las Nieves.
Pero no es el tejar pechero el único del que tenemos constancia en la Sierra de las Nieves y es la toponimia, una vez más, la que nos pone sobre la pista de ello; en Ojén, en Tolox y en Casarabonela, por ejemplo, también aparece el pago o el lugar de la Almadraba en la documentación del siglo XVI relacionada con el apeo y repartimiento de las propiedades que fueron de los moriscos. En Ojén el pago de la Almadraba está por debajo del Museo El Molino de Ojén, siguiendo la acequia que llevaba el agua de riego y para mover el resto de molinos harineros. Desconocemos si se conserva algún elemento de la antigua tejería ojeneta integrado en alguna vieja edificación. En el caso de Tolox, su libro de apeo también menciona la existencia de un tejar, que aparece mencionado al menos en tres ocasiones:
-Durante el apeo de las propiedades de los cristianos viejos de Tolox, que tuvo lugar el día 13 de febrero de 1572:

Al margen: Apeo de las haciendas de los cristianos viejos de Tolox
Casa de Beatriz Garçia viuda linde con casa de Juan Garçia su hermano e casa de Hernando Alguazil y un tejar.
En el pago del río Moçixes (Mocigis, y más tarde Moagil y también río de los Molinos, se refiere al actual río de los Horcajos o de la Alfaguara) se encontraba:
Quatro morales de Alonso Tomas en el dicho rio junto a la casa de Beatriz Garçia e alinda con tableros de la suso dicha e con el molino e tejar de la teja.
-Entre las condiçiones de la poblaçion, se encontraba:
Al margen: 21 Los tejares
Lo que toca a las almadrabas de texa e ladrillo an de procurar de darselas a personas que los hagan y den a precios justos e moderados a los pobladores para reparos de las yglesias e casas.

En este último caso aparece la palabra almadraba asociada al tejar, al igual que ocurre en Monda. Se hace la advertencia de que la almadraba o tejar debe caer en manos de personas que no abusen de los precios de los productos, para que los nuevos pobladores puedan rehacer las casas, reparar determinados daños e incluso reparar la iglesia.
En el cuanto al último pueblo de los mencionados, Casarabonela, encontramos otras referencias tanto en el Repartimiento de Casarabonela, Almadraba de Buheyr, y en su libro de apeo al encontrarnos con el Pago del Texar de Abenaci. También en el Diccionario Geográfico Estadístico de Pascual Madoz encontramos una sucinta referencia a la industria tejera morisca:

IND.: agricultura, 8 tejedores de paños ordinarios, los que se ocupan en este ejercicio 2 ó 3 meses al año, 2 5 telares de lienzo, 11 molinos harineros, 10 de aceite, un batan de paños, una fáb.  De tejas y un alambique ó fáb.  De aguardiente; todas estas fáb.  Se mueven por agua.

Volviendo al tejar mondeño, no tenemos constancia de que se hicieran otras piezas de cerámica, que funcionara como alfar. Es posible que ocasionalmente se realizara alguna, pero estamos ante una tejería, no un alfar. Lo que inferimos es que después de la expulsión de los moriscos y la repoblación por cristianos, debió funcionar a pleno rendimiento para la reconstrucción de muchas de las casas que los moriscos habían destruido o que se habían venido abajo. Igualmente hubo de tener un pico de producción a finales del siglo XVII y en el XVIII, épocas en las que se acometieron importantes obras de remodelación y reestructuración de la iglesia de Monda, así como de la construcción de la ermita de Nuestra Señora de los Dolores, obras que necesitarían una gran cantidad de ladrillos.
Esta pequeña industria rural era necesaria en una sociedad que durante siglos tendió al autoabastecimiento de la mayor parte de productos que se pudo. Toda vez que se desarrollaron las comunicaciones, que se mejoraron los caminos y se modernizaron las cadenas de producción de ciertos elementos, muchas industrias rurales cayeron en el olvido, como la de los tejares. El de Monda comenzaría su declive allá por finales del siglo XIX y principios del XX, perdiéndose en la memoria de los mondeños hasta convertirse en lo que es hoy día, tan sólo un nebuloso recuerdo. De hecho, ninguna de las personas más mayores del pueblo a las que he consultado, recuerda haberlo visto funcionar.

En el siguiente enlace podemos ver el interesante vídeo “Oficios del ayer: ladrilleros y tejeros”, sobre los tejares y los tejeros en Extremadura, un documental bastante riguroso e ilustrativo:

OTRO TEJAR OLVIDADO EN MONDA:
LA TEJERÍA DE ARROYO SECO

Pero en Monda existió otro tejar del que los mondeños si guardan memoria, al menos los más mayores. Se encontraba en el paraje de arroyo Seco, cerca de los Perdularios, en Moratán. Sus restos se encuentran esparcidos en una parcela cultivada de olivos junto al mencionado arroyo Seco y muy próximos a unas tierras rojas de alto contenido arcilloso y cerca de un horno de miera que ha estado funcionando hasta hace pocos años. Según me comentan algunos, había varias pequeñas albercas que tomaban el agua del arroyo Seco, en otros tiempos no tan seco, o de algún manantial.

Ubicación de la tejería de arroyo Seco

Es complicado hacer una descripción de las estructuras, pues cuando visité el lugar, hace ya bastantes años, la maleza y las zarzas se habían adueñado de las ruinas de tal manera que era muy complicado apreciar con claridad los elementos que todavía, mal que bien, se mantenían en pie. Eso sí, por el terreno aparecían esparcidos multitud de fragmentos de ladrillos y tejas. Las fotos que pude tomar en su momento no son demasiado ilustrativas, pero se puede apreciar claramente varias construcciones de mampostería parcialmente conservadas, algunas con aditamentos de ladrillo de barro cocido. En una de ellas, en la parte baja y casi soterrada, se adivina parte del arco de lo que fuera la cámara de combustión y a los lados, el arranque de un par de paredes de mampostería. Esta estructura es bastante similar al horno de cocción descrito en el tejar de la Almadraba. En lo poco que se conserva del interior, las paredes aparecen forradas con ladrillo de barro cocido, por lo que parece claro que nos encontramos ante los restos de un horno de cocción. 


Horno de la tejería de los Perdularios visiblemente deteriorado

Los otros restos son difícilmente interpretables dada la escasa entidad, la espesa vegetación o la combinación de ambos factores.
El sistema de funcionamiento de esta tejería era exactamente igual que el de la Almadraba del Tejar y otros tejares similares, por lo que debió haber un punto de captación de agua y conductos hasta las albercas, una zona de trabajo del barro, el secadero de las piezas y los hornos, tres, según me indican Pepe el Platito y Juan Liñán. Las terreras para obtener el material, como se ha señalado, estaban muy próximas.
En otro orden de cosas, tampoco podemos aventurarnos ofreciendo una datación precisa, pero es posible, a juzgar por los restos, que estuviera en funcionamiento desde el siglo XVIII o XIX en adelante. Aunque no sería de extrañar que incluso fuera más antiguo y su huella toponímica se haya disuelto con el tiempo. De cualquier forma, no lo he encontrado en ninguna fuente documental de las muchas que he consultado; en el Catastro de Ensenada, de 1752, se habla de la existencia de un solo tejero, de lo cual podemos inferir que quizás la tejería de arroyo Seco todavía no estaba en funcionamiento, aunque también pudiera ocurrir que no se incluyera en ese documento por las razones que fuesen.
Lo que si tenemos claro es que ha estado funcionando, al menos de forma intermitente, hasta los años sesenta, poco más o menos, por la familia de los Garranchos, que también trabajaban la cal. Preguntado a personas mayores y con solvencia en su memoria, me comentaban que el transporte de tejas y ladrillos, una vez cocidos, se realizaba en bestias, que hasta allí no accedían ni camiones ni vehículo alguno, hasta un lugar donde pudiera ser cargado en vehículos.
Las fuertes lluvias otoñales de 2018, según me cuentan estas mismas fuentes de la memoria, han podido ocasionar bastantes daños a estos restos que se encuentran a las orillas del arroyo Seco.
En cuanto al topónimo del lugar, los Perdularios, sabemos lo que significa, pero no de donde procede. Según el Diccionario de la Lengua Española, tiene tres acepciones:
1º. Adj. Que pierde las cosas frecuentemente.
2º. Adj. Sumamente descuidado en sus intereses o en su persona.
3º. Adj. Vicioso incorregible.
Lo dicho, ni la menor idea del porqué ese nombre a ese lugar...

Situación de los tejares de Monda, asociados a los recursos: 
agua y tierra apta para su transformación



EPÍLOGO

El tejar o almadraba de Monda es uno más de esos múltiples patrimonios histórico-culturales que aparecen íntimamente ligados al agua en la Reserva de la Biosfera de la Sierra de las Nieves y que pertenecen a esa faceta todavía tan desconocida de este fabuloso entorno natural, que suponen sus valores históricos, patrimoniales y culturales, que pasan desapercibidos y ocultados merced a los fabulosos valores ecológicos y naturales de este privilegiado entorno.
Los restos que se conservan en este lugar tienen un indudable valor científico, histórico y arqueológico, la lástima es que las continuas remociones del terreno y los diferentes usos que ha tenido el espacio a lo largo del tiempo, han dañado las estructuras existentes de forma muy grave, aunque no irreparable. Hoy día lo que queda de esta antiquísima industria son unos cuantos restos, los suficientes como para entender cómo era la cadena de producción de ladrillos y tejas.
Por desgracia el lugar, en los últimos años, ha sido muy removido: el horno de cocción que mejor se conserva se encuentra semienterrado (y, paradójicamente, más a salvo) por la construcción de un carril unos metros más arriba, mientras que la otra estructura cuadrangular que se encuentra a su lado ha sido muy dañada y destruida en gran parte. Igual podemos decir de los restos de estructuras que se conservan junto al puente del arroyo del Tejar, muy afectadas por una construcción moderna, al igual que parte del viejo camino a guaro y el mismo puente. No podemos descartar, tampoco, que las obras que se llevaron a cabo para la construcción de la carretera Monda-Guaro arrasaran también con parte de esta pequeña industria rural. Es triste y verdaderamente lamentable el estado en que se encuentran estos importantes vestigios histórico-culturales mondeños.
Tampoco sabemos si en el subsuelo de este espacio se conservan otras estructuras, aunque tenemos sospechas de que así pueda ocurrir, dado que las avenidas del arroyo del Tejar a lo largo del tiempo han debido dejar una buena capa de sedimentos ocultando posibles restos.
Hay otra cuestión que puede parecernos menor, aunque no lo es; se trata del nombre o los nombres que, a lo largo de sus siglos de funcionamiento, recibió este tejar. Casi todos los tejares conservan su nombre, asociado normalmente a la familia que los explotaba. Del de Monda no conocemos ninguno de los que pudo recibir, no se conservan, no se han recogido documentalmente.
En cuanto al tejar de los Perdularios, estamos igual. Los restos se encuentran devorados por la maleza, en estado ruinoso y casi desaparecidos. 
Por otro lado, tampoco debemos olvidar un aspecto en extremo importante y que aquí apenas hemos tratado por la falta de documentación al respecto: el patrimonio inmaterial ligado a la industria tejera, el oficio de tejero o, más antiguamente, almadrabero, ya perdido como muchísimos otros en la Sierra de las Nieves -o que están en trance de desaparición-, junto con sus conocimientos, haberes y saberes heredados de generación en generación durante siglos, quizás milenios, y de una cultura a otra. Ese sí que es un patrimonio cultural delicado y frágil; si se cierra el tejar, quedan los restos, los hornos, las infraestructuras... pero si mueren los tejeros, desaparece el oficio, los conocimientos, las técnicas... con una tradición de milenios. Y es que los primeros ladrillos y, por ende, los primeros trabajadores del barro para su transformación, aparecieron en la región mesopotámica hace, nada más y nada menos, unos diez mil años. Se trataba de adobes, ladrillos secados al sol, pero de ahí a su siguiente paso, el ladrillo cocido en horno, no pasó mucho tiempo. Ambos, el adobe y el ladrillo cocido, han convivido hasta hace unas décadas.

A partir de su origen mesopotámico, el ladrillo se extendió por amplias zonas y lo vemos profusamente empleado por la zona Sirio-Palestina, el antiguo Egipto...En la mencionada región mesopotámica, sumerios y babilonios construyeron sus ciudades, templos, zigurats, palacios, murallas... con adobes, a los que en múltiples ocasiones añadía ladrillos cocidos y con decoración esmaltada con finalidades decorativas; los chinos realizaron con ladrillos, kilómetros y kilómetros de su colosal muralla, mientras que griegos y romanos edificaron baños, templos, multitud de edificios públicos y privados, con ladrillos que luego recubrían con otros materiales. La cúpula de Santa Sofía (Estambul), la de la catedral de Florencia, los miles de templos de Pagán (Birmania) o el emblemático edificio Chrsler en Nueva York, son algunos pocos ejempols de construcciones singulares levantadas con ladrillo. Han sido distintas y muy diversas las culturas que a lo largo del tiempo han empleado el ladrillo como elemento base para algunas de sus obras arquitectónicas más increíbles.

Restos del zigurat de Ur, Irak (siglo XXI a. d. C.), muy restaurado



Obreros egipcions elaborando adobes, representación conservada en una tumba de Tebas

Mucho tiempo después surgiría la teja también en la zona mesopotámica, extendiéndose con el tiempo a distintas áreas y llegando hasta nuestros días.

El de tejero, que fue un trabajo muy duro que exigía un gran esfuerzo y un desgaste físico enorme durante largas jornadas de sol a sol, ha sido un oficio con una tradición milenaria y antiquísima.  No ha sido el único oficio ahora fósil en este fabuloso territorio, la Sierra de las Nieves; el de nevero, del cual hemos tratado en este blog, quedó también varado en las orillas del tiempo hace casi un siglo, el de minero ya casi nadie lo recuerda... junto a ellos los de carbonero, calero, espartero, recovero… y muchos otros, son ya casi un borroso recuerdo, una sombra difusa en nuestra memoria colectiva. Junto a la biodiversidad de la Sierra de las Nieves hay también una diversidad patrimonial y cultural gigantesca y deseosa de ser descubierta.
Para finalizar me gustaría resaltar, como no me cansaré de hacer, que Monda es un pueblo muy rico en patrimonio cultural, histórico, arqueológico, natural... Si se recuperara y restaurara éste y otros patrimonios culturales mondeños similares, no sólo recuperaríamos grandes porciones de nuestra identidad colectiva, de nuestra historia, de nuestros legados culturales, de lo que somos y de donde procedemos... sino que las posibilidades que la recuperación y puesta en valor de estos patrimonios culturales ofrecen para el desarrollo y el fomento del sector turístico local -con todo lo que arrastraría en generación de empleo y dinamismo económico en distintos sectores- se incrementarían notablemente. En Monda no tenemos playas, pero tenemos otras muchas cosas que despiertan el interés del turista que busca cultura y naturaleza.

(c) Diego Javier Sánchez Guerra.