Dedicado a mi sobrina Julia
Hacía ya bastante tiempo que quería escribir sobre este tema, sobre el urbanismo y la arquitectura popular de los pueblos que envuelven al Parque Nacional Sierra de las Nieves. Se trata de un patrimonio cultural que me apasiona desde hace muchos años y en el que he tenido la oportunidad de trabajar con cierta profundidad y detalle en varios trabajos, a saber: el inédito volumen II de Sierra de las Nieves. Historia, patrimonio y cultural (que espero algún día pueda ver la luz, de la manera que sea), el Manual de buenas prácticas para la arquitectura popular de la Sierra de las Nieves -editado por la Diputación Provincial de Málaga y sobre el que volveremos más adelante- y también el libro Urbanismo y arquitectura popular de la Sierra de las Nieves. Un patrimonio desconocido. Trabajo que se encuentra online y que de cualquier forma, también me gustaría ver en papel algún día.
La arquitectura popular de las poblaciones de nuestra Sierra de las Nieves forma parte integrante e indisoluble de nuestra herencia cultural, de nuestra propia identidad y de lo que somos, al igual que lo hacen manifestaciones culturales tan conocidas como El Paso, de Istán; la Romería de Porticate, de Yunquera; la fiesta de Los Rondeles, de Casarabonela; Los Polvos, de Tolox… y como tantas otras del resto de los municipios de esta pequeña, pero grande, fabulosa y extraordinaria comarca. Lamentablemente se trata de un patrimonio cuyos valores son tan desconocido como poco apreciados, pero a través de este post vamos a intentar de cambiar esa ecuación, de darle visibilidad y presentar sus valores sociales y culturales.
El Paso, de Istán
Los Rondeles, en Casarabonela
Esa personalidad, ese carácter -como me decía un jonete- que tienen las formas estéticas y los elementos compositivos de nuestra arquitectura popular, recoge un trascendental legado cultural, muy rico y de un enorme valor porque es heredero de formas y soluciones técnicas que tienen cientos de años de tradición e incluso milenios.
Al mismo tiempo nuestra arquitectura tradicional se muestra como una perfecta adaptación al ámbito ecológico y natural que lo rodea y donde se ha generado, porque los elementos constructivos que emplea proceden del medio natural más inmediato: piedras, cal (extraída de la roca caliza), adobes y ladrillos (procedentes del barro primordial) para muros y paredes, para vestir los suelos; madera, cañas y esparto para los techos; tejas (nuevamente procedentes del barro primigenio) para las cubiertas…
Haciendo un pequeño ejercicio de humildad, no debemos pasar por alto que otros animales e insectos emplean algunos de estos mismos materiales para sus propias moradas, como es el caso de las primaverales golondrinas o de las hacendosas hormigas.
Ese aprovechamiento de los recursos que ofrece el medio natural más próximo para construir las viviendas es una de las características de la arquitectura popular en todos los rincones de este cada vez más globalizado y más transformado Mundo. Desde las más húmedas y gélidas estepas siberianas hasta los más cálidos e hirvientes desiertos africanos. Sino, ¿Con qué materiales hace un esquimal su iglú? ó ¿Con qué componen sus casas algunas tribus de la Amazonia? En ambos casos la respuesta es, contundentemente, la misma: con lo que tienen más a mano. El hielo, en el primer caso y elementos vegetales, en el segundo.
Viviendas populares en El Burgo
Pero para hablar de nuestra arquitectura popular, primero hemos de hablar de nuestro urbanismo, de cómo se organizan nuestros pueblos ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que nuestras viviendas y otras construcciones tradicionales (lavaderos, fuentes, molinos…) se incrustan en un espacio organizado por una red de calles, plazas, plazuelas, etc… que es el basamento y soporte vital de nuestras construcciones y que supone un fiel reflejo de gran parte de nuestra estructura social en la que ha quedado parte de la huella de nuestra herencia cultural.
Una calle de Guaro
El urbanismo de nuestros pueblos, al igual que ocurre con los materiales originarios de nuestras construcciones tradicionales, nace completamente supeditado a nuestro entorno físico y a nuestra tradición histórica. Me explico. Todos los pueblos de la Sierra de las Nieves responden, más o menos, al siguiente esquema organizativo: un castillo o fortaleza sobre un cerro o un espacio elevado; un caserío que se descuelga a sus pies o que lo envuelve; y, en tercer lugar, unos espacios de huerta. Esta composición delata nuestra historia compartida en referencia al origen andalusí de nuestros pueblos, hace alrededor de mil años a pesar de que en algunos se han hallado restos de tiempos anteriores, en algunos casos antiquísimos.
La mayoría de los pueblos empezaron a conformarse cuando surgieron las primeras casas alrededor de los castillos. Esto tuvo lugar en época musulmana. Como las fortalezas buscaban situarse en espacios elevados o de geografía difícil por su propia naturaleza defensiva y estratégica asociada al control y protección territoriales, las viviendas que se iban acoplando debían de adaptarse a las curvas de nivel y la inclinación del terreno. De resultas de este hecho (y además de la concepción islámica del predominio de lo privado sobre lo público en el urbanismo) el callejero de nuestras localidades se presenta enrevesado, laberíntico, abigarrado y aparentemente desordenado. Y digo aparentemente desordenado porque verdaderamente no es así. Hemos de entender que esa estructura retorcida y laberíntica tiene un orden, su orden: la adaptación a la inclinación de unos terrenos agrestes, el acoplamiento a una superficie ingrata y la respuesta a las necesidades sociales de las comunidades humanas que las construyeron y que las habitaron.
En el viario no sólo vemos unas calles de anchos variables (se construyen las casas y lo que queda en medio pues, acaba conformándose como las calles, como los espacios de tránsito) que tratan de seguir las curvas de nivel, con callejones y con algunas plazuelas originadas por la convergencia de varias vías, sino que vemos pendientes más o menos pronunciadas que se resuelven con un escalonamiento de módulos variables o con subidas en zig-zag, cuando las pendientes son demasiado pronunciadas. Por muchas de estas vías de transito, antes de ser calles tal y como las entendemos hoy día, originariamente, circulaba el agua de pequeños arroyos, de escorrentía de lluvias… donde se solía tirar las sobras e inmundicias. Con el tiempo se embovedarían, se empedrarían, se dotarían de servicio de evacuación de aguas…
En esta trama es frecuente ver albarradas más grandes o más pequeñas, que no son más que rampas de acceso a las viviendas en aquellas calles que son muy pendientes y que se convierten en un espacio límbico entre lo público y lo privado. Embarrás las llaman los tolitos. Igualmente, pero ya cada vez menos, aparecen algunas algorfas. Las algorfas (cámara en árabe) son habitaciones construidas sobre las calles, de modo que éstas siguen cumpliendo con su funcionalidad, la circulación de personas, animales y mercaderías, a la par que sobre ellas se aprovecha el espacio en forma de habitación, alcoba, almacén… En Tolox había varios bellísimos ejemplos de los que hoy, por desgracia, sólo nos ha llegado un par.
Dentro de la epidermis urbana encontramos, además de las casas, otras construcciones con unos importantes valores sociales, económicos y culturales para nuestra sociedad tradicional como son las fuentes, los lavaderos, las iglesias y espacios para la religiosidad popular como hornacinas y ermitas -éstas últimas engullidas por el crecimiento urbanístico- así como algunos espacios productivos: los molinos de aceite, principalmente, y algunos de cereal, que fueron más abundantes en el pasado de lo que nos podemos imaginar.
Las fuentes y lavaderos, espacios de socialización y de trabajo que hasta hace pocas décadas (uno los recuerda de forma nostálgicamente vaga, imprecisa y vaporosa) proporcionaban agua a los vecinos para todas las tareas: alimentación, higiene, hidratación… y eran, por excelencia, el espacio de trabajo femenino para el lavado de la ropa, se han transustanciado en monumentos, en lugares de interés turístico y etnográfico, desprendiéndose, poco a poco, del recuerdo que evocaba las arduas jornadas frotando los trapos sobre las piedras con jabón de sosa o acarreando agua incansablemente con los cántaros dispuestos al cuadril. No todos han llegado hasta nuestros días pues los de Yunquera o Casarabonela fueron derruidos mientras que otros se conservaron milagrosamente. En este tema hay que hacer una mención especial a Alozaina, que ha recuperado por completo el suyo.
Yunquerana tomando agua de la fuente del Poyo |
Iglesias, hornacinas y ermitas expresan como ninguna otra cosa nuestra cultura religiosa cristiana. Estos elementos de sacralización del espacio público se encuentran repartidos por todos los rincones de nuestros municipios en mayor o en menor medida. En todas las poblaciones encontramos nuestras iglesias, otrora símbolos del cristianismo triunfante que se levantaron hace medio milenio sobre las mezquitas de la población islámica anterior en un afán de hacer ver que la nueva sociedad había venido para quedarse y que la coexistencia cultural sería, en el mejor de los casos, imposible, como la Historia nos hizo ver con la revuelta mudéjar de 1501, con la revuelta de los moriscos en 1570 y su expulsión.
La coqueta iglesia de Ojén |
Iglesia de El Burgo |
Hornacina en Istán |
Pero también encontramos algunas ermitas. Casi todos los pueblos tienen una. Algunas de ellas fueron derribadas y sólo las podemos rastrear toponímicamente en el callejero, a través de viejos planos o de antiguas fotografías (como en Guaro y Tolox), pero otras han llegado hasta nuestros días. Podemos destacar la de Porticate, en Yunquera, a los pies del Parque Nacional Sierra de las Nieves, por la belleza de su ubicación, pero son muy interesantes las existentes en Casarabonela o los restos de la de Monda. En cuestión de hornacinas, esos pequeños nichos que albergan imágenes o símbolos sacros, Casarabonela le lleva la palma. Pero no es el único pueblo donde podemos contemplarlas dado que Istán todavía conserva algunas de ellas.
Ermita de Porticate, Yunquera | |
Ermita del Santo Cristo del Calvario, Casarabonela |
Ermita de San Sebastián, El Burgo |
Altar-Calvario, Monda |
Nuestra arquitectura popular se relaciona con nuestros paisajes y no sólo porque se encuentre inserto en él y se nutra de sus recursos. La vinculación con nuestro paisaje inmediato es más evidente en ciertos espacios como los molinos, especialmente los que de aceite. En general nuestras construcciones tradicionales, como se ha señalado en varias ocasiones, se edifican con los materiales que existen en nuestro medio físico más próximo. Pero esa relación paisaje-arquitectura va más allá y sublima en los molinos de aceite, donde el paisaje de olivar es literalmente exprimido para arrebatarle nuestro oleaginoso oro líquido. Y, más allá, de nuestros paisajes literarios y poéticos de figuras como Federico García Lorca o Antonio Machado. Los molinos de aceite, como las iglesias, las plazas, las fuentes… han formado parte característica de los elementos de nuestro urbanismo tradicional y, en muchos otros casos, también los molinos hidráulicos harineros.
Tolox a los pies del Parque Nacional Sierra de las Nieves |
Pero volviendo al tema principal, a nuestra arquitectura popular, hay que destacar que se trata de construcciones de formas sencillas, pero no simples. Estamos ante una arquitectura que no emplea ni pilares ni arcos salvo alguna que otra excepción, lo cual se denomina arquitectura arquitrabada o adintelada. En este tipo de construcciones son los mismos muros de cierre los que ejercen la función de sustentación, de tal modo que los vanos que se abren en éstos deben alinearse con el fin de aligerar los paramentos de forma equilibrada: ventanas, puertas y balcones se superponen en las diferentes alturas para no comprometer la seguridad estructural de la construcción.
Las puertas eran o son de madera. De duelas claveteadas o de cuarterones, en algunos casos con bellos llamadores y cerraduras. En las viviendas más acomodadas las puertas se encontraban escoltadas por unas jambas y un dintel de ladrillo de barro cocido a sardinel, con frontones partidos y pináculos o realizados con piezas de mármol, éstos ya más raros y de mucho más ornato.
Las ventanas de las viviendas, desde las más humildes a las más acomodadas, recibían un enrejado reticular muy ornamentado y trabajado en el segundo de los casos. Son especialmente bellos aquellos balcones y aquellas ventanas que se visten con unas rejas voluminosas, muy adornadas y que vuelan de forma destacada sobre la calle. Todavía podemos ver como muchas de ellas se engalanan con coloridas macetas, aunque cada vez menos…
Los aleros de estas viviendas son extremadamente bellos y creativos teniendo en cuenta la pobreza de elementos con los que se suele contar. Se emplea el ladrillo combinado de diferentes maneras, destacando los aleros de pico de gorrión, así como la teja como soporte, como alero pero en menos ocasiones, ofreciendo una bellísima estampa que refleja de forma sublime la sencillez de lo rústico, desprendiendo un fuerte sabor rural. En algunas poblaciones del norte de Marruecos, es posible verlos.
Antiguamente eran pocas las viviendas que usaban canalizos, pero las que lo usaban los empleaban de zinc, con vierteaguas sencillos o con motivos decorativos que representaban de forma muy simple cabezas de animales. Pero las viviendas más ricas de Yunquera usaban vierteaguas de cerámica con cabezas de animales, como peces, lobos, jabalíes… impresionantes piezas.
EL MANUAL DE BUENAS PRÁCTICAS PARA LA ARQUITECTURA POPULAR DE LA SIERRA DE LAS NIEVE. UNA HERRAMIENTA COMPLETAMENTE DESAPROVECHADA
Estas
formas brevemente descritas, estas características de nuestra identidad
constructiva, de parte de nuestro patrimonio cultural edificado, se encuentran
recogidos en dos documentos de libre descarga, a saber: Urbanismo y arquitectura
popular en la Sierra de las Nieves. Un patrimonio desconocido y el Manual de buenas prácticas para la
arquitectura popular de la Sierra de las Nieves, que con mucho esfuerzo, empeño y dedicación realizó de forma
íntegra un servidor. Y también, por qué no decirlo, con muchos quebraderos de cabeza
y muchas horas arrebatadas al sueño... Este último es un trabajo que se encontraba incardinado en el ambicioso proyecto DE
CAL Y CANTO que fue fruto de un notable esfuerzo económico (3.954.686,86€, casi cuatro
millones de euros, aproximadamente unos 665 millones de las antiguas pesetas) y en el que participaron los
pueblos de la Sierra de las Nieves, la Excma. Diputación Provincial de Málaga y
la AGDR Sierra de las Nieves. Éste se puede descargar de forma directa y
gratuita y se encuentra en la siguiente dirección: https://es.calameo.com/books/001714387ab72be923b58
También se realizó un vídeo promocional, cuyo enlace dejo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=DCtKaUlK1Tw
Su elaboración conllevó más de medio año de arduo trabajo en los que tuve que manejar numerosas fuentes bibliográficas y documentales junto con algunos callejeros centenarios y buscar y bucear entre miles de viejas fotos, además de patearme todos y cada uno de los rincones de todos los pueblos tomando notas e imágenes. Llegué a realizar más de 22.000 registros fotográficos para poder hacer un diagnóstico sobre la situación actual de las poblaciones y plantear una serie de recomendaciones encaminadas a la recuperación de la estética tradicional de los pueblos de la Sierra de las Nieves.
Es un buen documento de partida donde se recoge el carácter de nuestro urbanismo tradicional y de nuestra arquitectura popular pueblo a pueblo. Una buena herramienta para todas aquellas personas que quieran conocer mejor como son o como fueron las formas tradicionales de nuestras construcciones populares y un "recetario" para inspirarse en el caso de querer reproducirlas y/o preservar los elementos estéticos de nuestra tradición constructiva y edificatoria.
Este estudio tiene varias partes. Un primer apartado introductorio donde se realiza una descripción geográfica de la zona de estudio, los pueblos de la Comarca de la Sierra de las Nieves, y de su evolución histórica, al que sigue un epígrafe donde se expone la metodología de trabajo que se ha llevado a cabo, como se han desarrollado los procesos de documentación y cómo se ha elaborado el Manual. Finalmente tiene otros nueve epígrafes más en los que se trata de cada uno de los pueblos y donde se hace un análisis de cómo eran (empleando planos y fotos antiguas), en que situación se encuentran actualmente y donde se aporta una serie de recomendaciones, de sugerencias para recuperar la estética tradicional de nuestros pueblos.
El proyecto DE CAL Y CANTO promovía una serie de actuaciones urbanísticas de mejora de los cascos urbanos, que evidentemente fue lo que mayor presupuesto consumió con notable diferencia. En todos los pueblos se arreglaron o mejoraron calles y ciertos rincones típicos, buscando la renovación de servicios y de la pavimentación. Además, se llevaron a cabo acciones de difusión de los valores de la arquitectura popular de los pueblos de la Sierra de las Nieves a través de charlas y visitas guiadas por los pueblos -donde también tuve la oportunidad de participar-; se diseñó un software para la creación virtual de fachadas con formas arquitectónicas locales y elementos tradicionales, concursos de embellecimiento de fachadas, un inventario de fachadas…
Es una lástima que el Manual de buenas prácticas para la arquitectura popular de la Sierra de las Nieves sólo conociera una versión digital y no llegara a imprimirse en papel, como hubiera sido lo recomendable. De esta forma sus contenidos habrían sido mucho más accesibles para gran parte de la población que no se desenvuelve con agilidad en los medios digitales o que prefiere leer un libro en formato tradicional.
CONCLUSIONES
El patrimonio cultural vinculado a las poblaciones y al entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves es la hostia de sorprendente y de diverso. Nunca me cansaré de reivindicarlo y de hecho la arquitectura popular ocupa un lugar muy destacado en él y es, a todas luces, un patrimonio completamente infravalorado e infrautilizado debido al desconocimiento que se tiene.
Gran parte de este patrimonio ha sucumbido con el paso de los años por distintos motivos, siendo la ignorancia y la falta de conocimiento -que han dado pie a la falta de sensibilidad hacia este legado- sus mayores enemigos. Al no otorgársele el valor que merecen o asignarles otros usos alternativos como hacen en los países desarrollados de la UE, han desaparecido o están en completa ruina decenas de molinos de harina, de aceite, cientos de antiguas viviendas tradicionales. En muchos de los edificios de nueva construcción las volumetrías y disposición de vanos han mutado merced a los "nuevos materiales" y a las nuevas formas estéticas, que se han visto alteradas "contaminándose" con nuevas formas intrusas alejadas de las tradiciones populares, a la par de que el blanco de las fachadas ha sido violentado por otros colores y por esos horribles zócalos de loza de distintas formas, texturas y colores... Esto se hace notar más en los municipios más cercanos a la costa que en los el interior. También han sido borrados del urbanismo numerosas fuentes y lavaderos sin el menor atisbo de inquietud, espacios de gran valor identitario que formaban parte insustituible del patrimonio cultural local. Por otro lado, los pavimentos callejeros tradicionales han desaparecido, sustituidos por hormigón y adoquín...
Aún así, como reza el dicho, quien tuvo, retuvo. Los pueblos de la Sierra de las Nieves no han perdido todo su encanto y todavía pueden disfrutarse rincones y espacios de gran belleza y de gran armonía arquitectónica.
(c) Diego Javier Sánchez Guerra.