lunes, 3 de febrero de 2025

LA TORRE DEL BACHILLER ESCALANTE DE ISTÁN. ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA

 

Panorámica de Istán 

Istán es uno de esos municipios del Parque Nacional Sierra de las Nieves que deslumbran y que sorprenden por todo lo que tienen que ofrecer. Es una auténtica recompensa llegar a Istán tras el recorrido panorámico que nos ofrece su carretera. Llegas y no te quieres ir. Su caserío, de deliciosas reminiscencias andalusíes, enraíza con fuerza en las laderas de Sierra Blanca, de cuyas entrañas brota el manantial que da cuerpo y forma a su afamado río Molinos. Su nombre no es gratuito, pues se debe a la existencia de numerosos molinos hidráulicos harineros que desde época andalusí, nada menos, transformaban el cereal en harina para hace pan. Y alguno, como el de San Miguel, llegó a “fabricar” luz, transformando la fuerza del agua en electricidad. Pero esa es otra historia.

Además de abastecer a estos humildes y funcionales ingenios hidráulicos, el río Molinos alimenta unas impresionantes y bellísimas huertas que se descuelgan ladera abajo de forma escalonada, que también son de origen andalusí.

 Las huertas de Istán

No es el único cauce fluvial de Istán, pues el famoso río Verde también nace en su término y se contiene en el embalse de la Concepción, sirviendo de colosal abrevadero a la turística Costa del Sol. De ahí que a Istán se le venga conociendo como el “Manantial de la Costa del Sol”. Sin ese río y sin esa presa, el turismo en la Costa del Sol no existiría como lo conocemos hoy día. 

El pantano de río Verde

 El origen de esta localidad lo debemos encontrar en los siglos medievales y asociado a la cultura andalusí. Además del urbanismo, de sus redes de acequias y sus aprovechamientos hidráulicos, el propio topónimo del pueblo lo delata. Istán procede de al-hisn, que en andalusí significa “la fortaleza”. El nombre de Alozaina tiene la misma procedencia.

En su término existen varios asentamientos de distintas épocas, ligados a distintos acontecimientos históricos que ponen de relevancia la importancia de Istán en siglos pasados.

Bueno, con permiso de la mejor conocedora de la historia y del patrimonio histórico cultural de Istán y Doctora en Historia por la UMA, Dª Catalina Urbaneja Ortiz, comenzamos esta entrada:

 

La Torre del Bachiller Escalante

La torre del Bachiller Escalante o torre de Escalante debe su nombre al bachiller Pedro de Escalante, beneficiado de Istán, que al no tener casa propia “...moraba en una torre antigua de tiempo de moros, que estaba hecha a manera de fortaleza” (Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada. Luis del Mármol Carvajal). Sus tribulaciones y sobre todo las de su valiente sobrina Juana las narraremos algo más adelante.

Se encuentra en la calle de San Miguel, en una zona relativamente elevada del pueblo y tiene su origen en una torre de alquería. Se mantiene en pie muy poco de ella, pero lo suficiente para poder esbozar una descripción con los restos que se conservan, con los testimonios cronísticos y con algunos documentos gráficos. Pero huelga decir que los restos de esta torre se ven muy condicionados por las reformas del espacio en que se encuentra y por los edificios que la envuelven.

Imagen general de la torre de Escalante

Su sistema constructivo parece apuntar a un origen nazarí, pues se levanta a base de mampostería que conforma unos gruesos muros, con mampuestos de mayores dimensiones en los ángulos para dar mayor fuerza a la estructura. El conjunto estaría enlucido, pero ha perdido su enfoscado. La planta es rectangular y sólo se conserva el arranque de sus muros hasta el nivel del primer cuerpo. Su acceso es directo, desde la plazuela que ocupa, a través de un estrecho vano situado en el centro del paramento y rematado con doble arco de medio punto a base de ladrillos de barro cocido. En las jambas de la puerta se conservan los huecos en los que se introducían los maderos para trabar la puerta, como nos narra Luis del Mármol “... y cerrando la puerta, la atrancó con una fuerte viga y tornó a subirse arriba…”. Esta puerta debía abrir hacia adentro y contaba con “...una aldaba recia…” (Historia del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada. Luis del Mármol Carvajal), con un cerrojo.

Puerta de acceso a la torre

 
Detalle del arco de acceso
 

No sabemos si este acceso estaba un tanto elevado, porque las obras de la plaza impiden conocer mejor su disposición.

Sobre la puerta, a cierta altura, había una ladronera, esto es, una estructura que sobresalía de la torre, con parapeto y aperturas hacia el suelo, que servían para lanzar piedras, normalmente, y otros elementos a los enemigos mientras uno estaba más protegido. Esto nos lo cuenta Luis del Mármol en el contexto del asedio que sufrió la torre por los moriscos rebeldes: “...arrojándoles gruesas piedras por el ladrón...”. Estas ladroneras son muy frecuentes en fortalezas, castillos es infraestructuras castrales en toda la vieja piel de toro.

Detalle de ladronera en la torre de Velilla, Granada

Una vez que accedemos al interior, la curiosidad nos hace dirigir la mirada hacia dos pechinas en el ala este de la sala, cuya función sería la de sustentar la bóveda que cubría este espacio. Sabemos de esa bóveda por la existencia de las pechinas y por lo que nos cuenta Luis del Mármol: “...los moros hallando la puerta abierta, como él la había dejado, entraron dentro, y robando trigo y aceite y otras cosas que había en la primera bóveda…”. Es posible que el cuerpo superior también tuviera otra bóveda. Desconocemos si en el suelo del primer cuerpo se abría algún tipo de cisterna o almacén, como puede verse en algunas de las torres de Benahavís.

 Interior de la torre de Escalante

En uno de los laterales se encontraba la escalera de subida al cuerpo superior, como señala Luis del Mármol: “Tenía la torre una escalera angosta, alta y muy derecha…”. Por el Catastro de Ensenada (1752) sabemos que esta torre posiblemente tuviera tres cuerpos y estuviera rematada por merlones. Se trata de una disposición muy similar a la observada en las torres de alquería de Benahavís. El dibujo, todo hay que decirlo, es un poco idealizado pues los paramentos se dibujan como si estuviera dotados de sillares de tamaño y módulo regulares, cuando este edificio está construido en mampostería.

Torre de Escalante en el Catastro de Ensenada de Istán
(Archivo Histórico Provincial de Granada)

Tampoco sabemos cuándo fue abandonada y cayó en desuso ni los avatares y diferentes usos que ha sufrido a lo largo del tiempo hasta su restauración y puesta en valor. Ni siquiera el diccionario de Madoz (mediados del siglo XIX) la menciona. Desconocemos por completo si ha sido objeto de una investigación particular.

Pero ¿Qué es la Torre de Escalante? ¿Es una torre vigía? ¿Es una torre almenara? ¿Es el último vestigio de un castillo o de una fortaleza de mayores dimensiones? El patrimonio cultural ligado a las infraestructuras castrales en la provincia de Málaga es de una gran complejidad y de una extraordinaria diversidad. No olvidemos que la cultura andalusí formó parte de estos territorios por unos ocho siglos, hasta su brutal amputación. En estas tierras se ha hablado la lengua de Iban Hazm durante muchos más siglos que la de Cervantes.

Dentro de esa extraordinaria variedad de alcazabas, torres vigías, torres almenaras, husun… (cada uno con una funcionalidad determinada, pero formando parte y sustentando un espacio social, económico, cultural, humano… cohesionado) se encontraban las conocidas como torres de alquería. Las torres vigía tenían la función de controlar un paso, una vía de comunicación… por ello se ubicaban en alturas y altozanos, aisladas, como la torre de Lifa, en el camino entre El Burgo y Ronda. Las torres almenaras se encontraban en la costa, controlando los peligros que pudieran provenir del mar, que eran muchos y angustiosos. Ambas tenían la función de vigilancia, de prevención de situaciones comprometidas, de salvaguarda de la seguridad de personas y riquezas… 

Torre de Lifa

Torre de los Ladrones, Marbella
 

Las torres de alquería, como la de Istán, se encontraban en las inmediaciones de una población, de un asentamiento y su función, dadas sus características, no eran ni militares ni de vigilancia. Los últimos estudios apuntan a su uso como almacén de productos agrícolas de la población de la alquería y de sus ganados. Y, en momentos de violencia, como las algaradas cristianas, mientras la población huía a las montañas o a lugares más inaccesibles en busa de refugio transitorio, algunos miembros de la comunidad se quedarían en la torre protegiendo esos productos agrícolas excedentarios y los ganados, evitando que fueran robados. 

La torre de Urique, en Alhaurín de la Torre

No se trata, por tanto, de elementos ubicados en espacios fronterizos cuyo objeto fuera evitar la conquista del territorio nazarí, sino de construcciones que buscaban paliar los efectos de ataques puntuales. De hecho, cuando los castellanos tomaron Ronda a finales del siglo XV, medina que tenía una importancia estratégica y militar de primer orden en la defensa fronteriza nazarí, todo el aparato defensivo del occidente malagueño se desplomó. Esas torres pueden servir de refugio puntual durante un tiempo corto, pero no pueden hacer frente a una invasión.

 Esquema de una alquería con su torre

Muchas de estas torres de alquería, de las que nos han llegado pocas en muy buen estado como la de Urique (Alhaurín el Grande), tenían incluso cercas, que de ninguna manera podemos comparar con murallas. No está claro si fueron construidas por el poder central o por las comunidades campesinas en las que se asientan. En Málaga no hay, hasta el momento, estudios de conjunto sobre el tema.

Pero un buen artículo sobre este tipo de construcciones lo tienen Adela Fábregas García y Raúl González Arévalo. A Adela no la conozco, pero Raúl fue compañero mío en la Universidad de Málaga y ahora es profe en la Universidad de Granada. Además de ser un buen tipo es un gran profesional. Tiene decenas de publicaciones a sus espaldas y por delante, un extraordinario futuro investigador. El artículo al que me refiero: Los espacios del poder en el medio rural. Torres de alquería en el mundo nazarí .

 

La valentía y el arrojo de Juana Escalante y de la moza de servicio

Juana Escalante era la sobrina de Pedro Escalante, beneficiado de la población de Istán. Salvo ellos dos, el resto de los vecinos de Istán eran moriscos.

Tío y sobrina convivían, a falta de casa, en la torre de Istán, una vieja torre de alquería que estaban reformando y acondicionando, según extraemos de las crónicas de la época. Se da el caso de que los moriscos de Istán, alentados por su vecino Francisco Pacheco Manxuz, que había pasado una temporada en Granada y había contactado con los moriscos del Albaicín comprometiéndose a levantar a los moriscos de sierra Bermeja, inició una revuelta en los últimos días de 1568, que prendió con fuerza entre los moriscos de los pueblos serranos malagueños. Para ello los moriscos de Istán contaron con 60 monfíes enviados por Farax Aben Farax. Todos los vecinos, salvo dos moriscos, buscaron refugio en Arboto (Plaza de Armas), en la cima de Sierra Real.

Algunos moriscos trataron con engaños de hacer salir a Pedro Escalante de la seguridad de la torre durante la noche, pero este no se fió y permaneció en ella. A la mañana siguiente, estando el pueblo despejado, el beneficiado salió a la calle y se encontró con otro cristiano, un sastre que había pasado la noche allí. Ambos se dirigieron a la iglesia en busca de noticias cuando un grupo de jóvenes moriscos armados les salió al paso e intentaron asesinarlos. Ambos lograron introducirse en una vivienda y desde ella ganar los tejados, por donde huyeron como alma que lleva el diablo, hasta que lograron llegar al campo “…saltando vallados y peñas, como si fueran por tierra llana, por los bancales de las huertas abajo, hasta que tomaron la sierra está en el lugar y Marbella”. Aunque varios moriscos intentaron detenerlos, no lograron alcanzarlos. Y es que el miedo, y no ciertas bebidas, si que dan alas.

A las diez de la mañana llegaron a Marbella y dieron la voz de alarma. Al principio no creyeron al beneficiado y pensaron más bien que habría intentado abusar de una morisca y había tenido que huir del lugar. Finalmente le acabaron haciendo caso y mandaron a un grupo de hombres fuertemente armados.

Pero, mientras todo esto sucedía, Juana, la sobrina del beneficiado, se había quedado en la torre de Istán acompañada por una moza de servicio que seguramente era morisca. Como la puerta estaba abierta, algunos moriscos entraron y empezaron a robar lo que en ella había almacenado: aceite, trigo… La chica de servicio fue tomada por unos moriscos porque estaba abajo. Ésta, llorando, pidió que la dejaran ir con su señora, que estaba en la planta de arriba, donde había preparado un montón de piedras para la defensa. Mientras los moriscos se llevaban los productos almacenados, unos mozuelos moriscos intentaron subir las escaleras. Juana dejó caer una gran piedra que mató a uno de ellos. Los otros mozos, al ver al compañero completamente descalabrado y con los sesos desparramados, huyeron presa del miedo, circunstancia que aprovechó la moza de servicio para con mucha sangre fría bajar y cerrar la puerta, atrancándola fuertemente.

A los pocos minutos el grupo de moriscos rodeó la torre. Algunos trataron de derribar la puerta, pero Juana, lejos de arredrarse y asistida por la moza y con la fuerza de la desesperación, recibió al grupo con una granizada de piedras que descalabró e hirió a varios de ellos. Durante tres interminables horas estuvieron asediando la torre, mientras Juana y la otra muchacha resistían valientemente. En la refriega Juana acabó recibiendo un saetazo en un brazo, que la dejó herida pero no impedida. La lucha finalizó cuando llegaron los hombres armados de Marbella, que pusieron en fuga a los moriscos. Lo que debieron de pasar esas dos mujeres no se puede explicar con palabras.

Desconocemos que fue de Juana Escalante posteriormente y la moza, de la que no conocemos ni su nombre. En valor Juana y la chica de servicio sobrepasaron holgadamente a María González de la Torre, más conocida como María de Sagredo .

El resto de la historia, ya la conocemos. Felipe II sometió duramente la rebelión y procedió a la expulsión de los moriscos, que a primeros del siglo XVII serían deportados. Las poblaciones, huérfanas de sus vecinos ancestrales, adoptaron a nuevos pobladores que repararon y volvieron a poner en marcha los molinos; que arreglaron y vivificaron las acequias y las huertas; que volvieron a cultivar los viñedos; que arreglaron y volvieron a congregarse en la iglesia de San Miguel…

 

Conclusiones:

No sólo Istán, sino todos los pueblos en torno al Parque Nacional Sierra de las Nieves atesoran un patrimonio histórico cultural de gran valor y singularidad, que nos muestran todas las etapas históricas ¡Abramos los ojos!

En particular, el patrimonio cultural ligado a fortalezas y castillos en los pueblos que se asientan alrededor del Parque Nacional Sierra de las Nieves, es tan importante, que sería muy interesante crear una ruta de las fortalezas en la Sierra de las Nieves que, además de poner en valor ese patrimonio, sirviera como elemento tractor de otros sectores económicos locales y comarcales, así como estimular la puesta en valor de otros patrimonios culturales locales.

 

Para finalizar, dejamos el extracto del libro de Luis del Mármol Carvajal donde se narra el acontecimiento del levantamiento morisco de Istán y del episodio de asedio a la torre de Escalante.

Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada.

Luis del Mármol Carvajal

 

LIBRO CUARTO

CAPITULO XXXV

Que trata de la descripción de Marbella y su tierra, y cómo los moriscos del lugar de

Istán se alzaron

 

Está la ciudad de Marbella puesta en la costa del mar Mediterráneo iberio, cercada de muros y torres con un castillo antiguo: su sitio es en tierra llana; tiene ochocientas casas

de población. Llamose antiguamente Marbilli, y los moros no le mudaron el nombre. Sus términos son todos de sierras ásperas y muy fragosas: sola una campiña llana tiene delante, que se extiende cuatro leguas hacia poniente, donde hacen sus simenteras los vecinos y los de los otros lugares de su tierra. Son las sierras, aunque ásperas, abundantes de viñas y de arboledas de morales, castaños, nogales y de otros árboles desta suerte, y de mucha yerba para los ganados. La granjería principal desta tierra es la de la pasa y del vino que van a cargar cada año en aquel puerto los navíos que vienen de Flandes, de Bretaña y de Inglaterra, y la cría de la seda. Solía haber en tiempo de moros muchos lugares de su jurisdición metidos entre aquellos valles, la mayor parte de los cuales despobló Narváez, alcaide de Gibraltar, en tiempo de guerra, llevándose los moradores captivos; y otros se despoblaron para irse después a Berbería, habiendo los Reyes Católicos ganado el reino de Granada. Solos cinco lugares han quedado en pie, que son Hojen, Istán, Daidin, Benahaduz y Estepona. Tiene Marbella a poniente la ciudad de Gibraltar, al mediodía la mar, a levante la ciudad de Málaga, y al cierzo la de Ronda.

En los términos de Marbella tiene principio la Sierra Bermeja, la cual prosigue hacia poniente por la tierra de Ronda más de seis leguas, hasta los postreros lugares del Havaral o Garbia, llamados Casares y Gausin, yendo siempre apartada una legua, poco más o menos de la mar. Solo un río atraviesa por la tierra de Marbella, que es el río Verde, tan celebrado por una notable rota que allí hubo nuestra gente; el cual nace cuatro leguas de la mar en otra sierra alta que le cae al cierzo, llamada Sierra Blanquilla, del cual y de otros que nacen en ella haremos mención cuando tratemos de la descripción de la ciudad de Ronda. Este río baja por unos valles muy hondos, y sale a las huertas de Istán; y dejando el lugar a la mano izquierda, y la sierra de Arboto, principio de Sierra Bermeja, a la derecha, se mete en la mar una legua a poniente de Marbella.

Istán fue siempre lugar rico, y en este tiempo lo era más que otro ninguno de aquella comarca. Levantose el día de año nuevo, y la causa del levantamiento fue un morisco vecino de allí, llamado Francisco Pacheco Manxuz. Este había estado seis meses pleiteando en la chancillería de Granada sobre la libertad de un sobrino suyo; y entendiendo la determinación de los del Albaicín por comunicación de Farax Aben Farax y de otros, se había ofrecido a hacer que se levantasen los moriscos de los lugares de Sierra Bermeja, y el solene traidor le había dado orden por escrito de lo que había de hacer, y patente de capitán de su partido. Con estos recaudos llegó el Manxuz a Istán muy ufano, y dando a entender a los vecinos del lugar, que todos eran moriscos, que Granada y todo el reino se alzaba, y que el negocio de los moros iba próspero, los movió a rebelión, confiados en la sierra de Arboto, sitio fuerte por su aspereza, donde se pensaban recoger; y para que los ganados y bagajes pudiesen subir arriba cuando fuese menester, les hizo desmontar y abrir las antiguas veredas, que de no usadas, estaban yA cerradas de monte y deshechas. Estando pues los vecinos movidos por las persuasiones de aquel mal hombre, a 31 días del mes de diciembre llegaron sesenta monfís que enviaba Farax Aben Farax para dar calor a su traición; los cuales, confirmando lo que el Manxuz les había dicho, hicieron que se levantasen luego, solicitándolos de uno en uno aquella noche, de manera que cuando fue de día estaban todos fuera del lugar; que no quedaron dentro sino solos dos moriscos, llamados Pedro de Rojas Huzmín y Lorenzo Alazarac, que no quisieron irse con ellos. Era beneficiado deste lugar el bachiller Pedro de Escalante, el cual había poco que estaba en él; y por no tener casa propria, moraba en una torre antigua de tiempo de moros, que estaba hecha a manera de fortaleza; y queriéndole prender los moriscos al tiempo que se alzaban para matarle, fue uno dellos a llamarle muy de priesa, diciendo que saliese a confesar una morisca que se estaba muriendo; el cual receló de salir, no porque sospechase la maldad del rebelión, como nos lo dijo después, sino por ser de noche y no morar en el lugar otro cristiano más que él; y respondiendo al que le llamaba que esperase hasta que amaneciese, y que no se moriría tan presto la mujer, que no tuviese lugar para confesar de día, dende a un rato volvieron con otro recaudo, y le dijeron que por amor de Dios abriese la puerta de la torre, porque la gente de Marbella venía a matarlos y querían meter las doncellas dentro; y tampoco le pudieron engañar. No mucho después llegaron a una ventana del aposento donde dormía los dos moriscos que dijimos que habían quedado en el lugar, y le rogaron que los dejase entrar dentro, porque todos los vecinos iban huyendo al campo y no querían ir con ellos; mas no por eso se quiso fiar hasta que fue de día claro, y entonces llegó un cristiano sastre que acaso se halló allí aquella noche y había sentido el alboroto de la gente cuando se iban, y juntándose con él, fueron hacia la iglesia para entender qué novedad era aquella; y encontrando en el camino a Huzmín y a su mujer, que todavía iban a recogerse a la torre, estando hablando con ellos, vieron un golpe de mancebos armados de ballestas y arcabuces, que venían a atajarles la calle por donde iban, uno de los cuales encaró el arcabuz contra el beneficiado, y no le saliendo, tuvo lugar de meterse de presto con su compañero en la casa de Huzmín; y apenas habían cerrado la puerta y echado una aldaba recia que tenía, cuando los herejes estaban ya dando golpes para romperla diciendo a grandes voces: «Sal fuera, perro alfaquí». Entonces dijo el Huzmin al beneficiado que mirase por sí, porque le querían matar; el cual arrojó la ropa y la vaina de la espada que llevaba por bordón, y ayudándoles el morisco, subieron él y el sastre por una pared arriba, y pasando por los terrados de otras casas, quisieron tomar una puerta que salía al barrio de la torre; y viendo que los moros la tenían ya tomada con temor de la muerte se metieron en una caballeriza. No se descuidó Huzmin en ayudarles todo lo que pudo para que se salvasen, y cuando vio apartados de la puerta los que la querían derribar, buscando los dos cristianos, fue a ellos, y los bajó por la mesma pared donde habían subido, y abriéndoles la puerta, les dijo que no convenía parar en el lugar, porque los matarían; los cuales no fueron perezosos en tomar el campo, saltando vallados y peñas, como si fueran por tierra llana, por los bancales de las huertas abajo, hasta que tomaron la sierra que está entre el lugar y Marbella. Allí los devisaron los mancebos gandules, y saliendo una cuadrilla tras dellos, los siguieron más de una legua; mas no los pudieron alcanzar, porque los unos iban huyendo y los otros corriendo. Llegaron a la ciudad dos horas antes de mediodía faltos de aliento y llenos de sudor y de rascuños, que aún hasta entonces no habían sentido, de las zarzas y espinos que habían atropellado. El beneficiado fue el primero que llegó y dio rebato, diciendo que los moriscos de Istán se habían alzado y querídole matar; y a penas había quien lo creyese: tanto era el crédito que los ciudadanos tenían de la gente de aquel lugar, por ser rica, que no podían persuadirse a que se hubiesen querido perder; y ansí había muchos que le consolaban con decir que debían de haberle tomado entre puertas con alguna mujer. Había dejado el beneficiado en la torre una sobrina doncella que tenía consigo, llamada Juana de Escalante, y una moza de servicio; mientras él iba huyendo, los moros hallando la puerta abierta, como él la había dejado, entraron dentro, y robando trigo y aceite y otras cosas que había en la primera bóveda, prendieron la moza, que acertó a hallarse abajo; la cual comenzó a llorar y les rogó que la dejasen subir arriba con su señora. Tenía la torre una escalera angosta, alta y muy derecha, y la sobrina del beneficiado, que veía el peligro en que estaba, había puesto en el postrer escalón una gran piedra, y junto a ella otras muchas que acertó a haber en el sobrado alto para una obra que se había de hacer en él; y como tuvo la moza consigo, determinó de no dejar subir a nadie arriba. Los hombres cargaron del despojo y salieron de la bóveda; y como unos mozuelos quisiesen ir donde ellas estaban, poniéndose en defensa, echó a rodar la piedra por la escalera abajo, y matando al uno, los otros dieron a huir. La doncella pues, que vio la torre desocupada, sin perder tiempo bajó a gran priesa, y cerrando la puerta, la atrancó con una fuerte viga y tornó a subirse arriba. No tardaron mucho los moros en volverá llevarlas a ella y a su compañera, y hallando la puerta cerrada, quisieron derribarla con un vaivén; mas defendióselo animosamente la doncella, como lo pudiera hacer cualquier esforzado varón, arrojándoles gruesas piedras por el ladrón y por encima del muro, con que los tuvo arredrados y descalabró algunos dellos; y aunque le dieron una saetada, que le atravesó un brazo por junto al hombro, no dejó de pelear ni se paró a sacar la saeta en más de tres horas que duró la pelea, deshaciendo las paredes para sacar piedras que poder tirar cuando hubo gastado las que había sueltas. A este tiempo llegó Bartolomé Serrano, alférez de la compañía de caballos de don Gómez Hurtado de Mendoza, capitán de la gente de guerra de Marbella, que había salido al rebato con treinta escuderos y trecientos infantes; y siendo ya dos horas después de mediodía, halló los moros combatiendo la torre, y escaramuzando con ellos, los retiró, mas no los pudo romper, porque se subieron a unas peñas que están entre el lugar y el río, donde no podían hacer efeto los caballos; y habido su acuerdo, se volvió aquella noche a Marbella, llevando la doncella y la moza consigo, y dejando la tierra alzada.

 

 

Hasta la próxima entrada.

 

© Diego Javier Sánchez Guerra.

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