sábado, 27 de marzo de 2010

Semana Santa en Monda


Hace tan sólo unos días la primavera se despertó, lluviosa y perezosa tras casi un año de apacible sueño. Lanzando sus primeros bostezos vino avisando a los alérgicos de que este año y gracias a unas copiosas y fecundas lluvias se va a mostrar especialmente combativa, generosa en aromas, fragancias, olores, colores, sabores, texturas y vida. Renaciendo, como renace todos los años.

Y es en estas fechas de renacimiento primaveral cuandose celebra nuestra Semana Santa, la Semana de Pasión donde, como todos sabemos, muere y resucita –renace- Jesús de Nazaret. En el pasado muchas culturas antiguas también celebraban rituales de resurrección en época primaveral, tiempo en que brota la vida.

Hoy me gustaría tratar un poco sobre el origen y el significado de la Semana Santa, uno de nuestros mayores rasgos de identidad y una de nuestras expresiones culturales más características –o la que más- que además de vivirla, también es interesante entenderla ¿No os parece?. Me gustaría señalar también que aparte de ser un “lugar” de identidad esta celebración colectiva también es un lugar de encuentro donde acuden familiares y amigos que, por el azar de la vida, residen en puntos distantes. Estas personas que vuelven y que disfrutan este ritual refuerzan con ello su identidad, siguen sintiendo y compartiendo el espíritu mondeño.


Penitentes en Monda

Pasemos pues a verla porque en estas fechas, en estos días, ya estamos calentando motores: se están preparando y enjaezando los tronos, se encalan y “nivean” las casas bajo un blanco e inmaculado manto, y el sábado anterior al Domingo de Ramos por la noche tuvo lugar en la Parroquia de Santiago Apóstol la tradicional Exaltación de la Saeta.

La Semana Santa tiene un origen muy remoto y está compuesta por dos grandes categorías: las escenificaciones y las procesiones que, lejos de ser excluyentes, en muchos lugares se combinan. Tenemos que ajustarnos el cinturón de seguridad y viajar en el tiempo hasta los oscuros siglos medievales para buscar las raíces de ambas. Las escenificaciones (representaciones teatrales) de  carácter religioso se hacían en las iglesias y eran los mismos vecinos –y clérigos incluso- los que las interpretaban, teniendo un importante componente didáctico ya que trataban temas de las Sagradas Escrituras. En este contexto es donde la Pasión de Jesús adquiere una especial significancia. Ya desde el siglo XVI (con el Concilio de Trento y con la Contrarreforma) las procesiones que portaban imágenes sagradas se impusieron sobre las representaciones escénicas, que fueron gradualmente prohibidas por las autoridades civiles y eclesiásticas desapareciendo de muchísimos lugares en el siglo XIX. Hoy día podemos ver como a pesar de los avatares del tiempo algunas de estas escenificaciones se han mantenido (o rescatado) en algunos pueblos cercanos, destacando con singular importancia El Paso de Istán. En pueblos como Alozaina o Casarabonela la escenificación de los últimos días del Salvador también adquiere un particular renombre.




El Paso, Istán.

En muchos pueblos y lugares, perdida esta tradición, sin embargo se mantienen o mantuvieron hasta hace pocos años algunos relictos teatrales, escénicos. Por ejemplo, en Monda desfilaban los Apóstoles, vecinos del pueblo que se ataviaban con ropas de la época y se ponían unas máscaras (unas caretas) que representaban a estos personajes. Igualmente incardinable en estas dramatizaciones estarían los abrazos, reverencias y carreritas. En tal sentido podemos interpretar la aproximación que se produce en el Calvario entre el Crucificado y la Virgen, como si fuesen a darse un último beso en un mágico momento en que dejan de ser figuras y se convierten en seres de carne y hueso, personas con sentimientos y sufrimientos. En la acelerada y espectacular subida de la Calle Valdescoba tendríamos también reflejada esta cuestión.



Domingo de Ramos en Monda


Los pasos escultóricos procesionales, los tronos como todos los llamamos, surgen con fuerza en el siglo XVI de la mano de las cofradías, adaptándose a los tiempos y llegando a lo que son hoy día a pesar de haber sufrido una irrecuperable pérdida patrimonial durante los años de la Guerra Civil. En las calles de nuestros pueblos y ciudades es donde las procesiones y las imágenes tienen su espacio escénico donde se representa y se recrea la vida, muerte y resurrección de Jesús, donde el público funciona como espectador pero también como actor al participar de forma pasiva en este ritual, sin ni siquiera ser plenamente consciente de ello.


Velando en la Iglesia de Santiago Apóstol.

En nuestro pueblo existe una gran devoción y una gran tradición. Estos días la fragancia del azahar, tenue al principio y más intensa conforme avanzan los días, y el penetrante olor de la cera son los olorosos protagonistas de nuestro escenario. Las imágenes que se portan en procesión son relativamente recientes llegando al templo en los años posteriores a la Guerra Civil ya que en ésta se quemaron, tristemente, las veneradas imágenes de madera policromada.



Amplia concurrencia en la Plaza de la Constitución.

Nuestra Semana Santa está llena de momentos y detalles especialmente bellos, poéticos, como la subida al Calvario la noche del Jueves Santo. En un mágico y espeso silencio, alumbrado por cientos de temblorosas y devotas velas transcurre esta procesión hasta el Calvario, donde Hijo y Madre se despiden, iluminados por una lechosa y maternal luz argentada que irradia de una siempre intensa Luna llena.


Subida al Calvario el Jueves Santo por la noche.


En calle Estación, junto a calle Carnecería, tiene lugar una particular escena: al llegar los tronos a la estrechez de esta vía ha de sacarse uno de los varales donde apoyan los hombros los horquilleros para poder hacer el giro y continuar el recorrido. Es un momento muy delicado porque los hombres sostienen como pueden ese lado del trono. Los horquilleros reciben este nombre porque portan las horquillas, unos recios bastones rematados en una U metálica que se transmiten de padres a hijos, cuya finalidad es reposar el trono en las paradas que se realicen y ayudar a los portadores a aliviar el peso, apoyándolas en el suelo conforme avanzan a la par que van realizando un acompasado y particular sonido. 
  
Quitando el varal al Crucificado.

Las sentidas saetas con que cada año quiebran, rasgan y rompen el silencio de la noche vecinos como Lina Urbano, Miguel González “El Pancho” o José García “El Platito”        -entre otros- provocan la emoción de los asistentes y ayudan a crear ese fantástico ambiente que todos concemos. Si el azahar y la cera son los olores de la Semana Santa, las horquillas y las saetas son su particular banda sonora. 


Jesús Atado a la Columna proyecta su sombra sobre el techo.

Hasta hace pocos años en calle Horquilleros, junto a la puerta de “El Guerra”, existía una imagen de Jesús de Nazaret integrada en el muro de una antigua y destartalada vivienda. Esta imagen había sido donada por la familia del emérito Doctor Jiménez Encina a mediados del siglo XX y las vecinas del lugar la veneraban, cuidaban y adornaban. Los horquilleros que portaban el trono de Jesús Nazareno lo presentaban ante aquella imagen todos los años en señal de respeto. Pero la casa fue destruida y se levantó un nuevo edificio. Por fortuna la imagen fue rescatada de la pared a tiempo, esperando su restauración, su reubicación y la continuidad de esa antigua costumbre.


Imagen de Jesús Nazareno en su antigua ubicación de C/ Horquilleros.

Prefiero no seguir contando más, para que todos y todas lo contempléis con vuestros propios ojos y disfrutéis estos días. Os adjunto un par de enlaces sobre unos montajes que realicé hace un par de años en los que se nota que no se me da muy bien coordinar imagen y sonido, pero son aceptables.



Una última recomendación: el blog Monda. Fe y Tradición donde, entre otras cosas se puede ver más específicamente nuestra Semana Santa y otros temas de carácter sacro.

http://mondasemanasanta.blogspot.com/

Un saludo a todos.


                          
© Diego Javier Sánchez Guerra.
                                





2 comentarios:

  1. me encanta monda es un pueblo tan bonito, me gusta ninguna mas es el mejor,nadie me puede sacar de monda,¡arriba los mondeños!

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