El
día cinco de mayo es una fecha muy señalada para la historia de
nuestro país. Se celebra el aniversario de la liberación del campo
de concentración nazi de Mauthausen (Austria) y sus anexos, como
Gusen, que aconteció tal día de 1945 ¿Por qué es tan importante
esa fecha? Porque a este siniestro lugar fue a parar la mayoría de
los casi diez mil republicanos españoles deportados a los campos
nazis del III Reich y porque allí fueron asesinados y reducidos a
cenizas la mayor parte de ellos. Y es que en Mauthausen los españoles
tuvimos nuestro propio Holocausto.
¿Pero
quiénes eran estos españoles? ¿Cómo acabaron en los campos nazis?
Se trataba de republicanos españoles que huyeron de una España que
había caído en manos de una férrea y represiva dictadura nacida al
calor del fascismo italiano y del nazismo alemán, tras la Guerra
Civil Española. Motivos no les sobraban pues la mayoría había
formado parte de las milicias republicanas o del Ejército Popular y
combatido contra los golpistas, o habían desempeñado cargos
políticos o institucionales relacionados con la II República o eran
personas que militaban en alguna partido o sindicato de izquierdas
que se habían señalado lo suficiente como para no esperar nada
bueno de los vencedores de esta contienda bélica fratricida cuyas
profundas heridas aún hoy día no dejan de supurar. La mayor parte
de ellos eran personas humildes de extracción campesina,
agricultores, jornaleros, arrieros como el ardaleño Joaquín
Cantalejo Sánchez, obreros...
Estos
compatriotas procedían de todas las regiones y rincones de nuestro
país. Unos 1.530 eran andaluces y de ellos, unos 223 eran malagueños
provenientes de la capital y de numerosos pueblos de la provincia. La
mayoría había huido por la carretera de Málaga a Almería aquel
funesto febrero de 1937 y había sobrevivido a la cruel matanza
perpetrada por las tropas golpistas bajo las órdenes del brutal
y aguardentoso
general Gonzalo Queipo de Llano. Había familias enteras, milicianos
como el ardaleño AntonioTrigo Ortega,
ancianos, niños, mujeres, padres como el ardaleño afincado en el
Barrio de la Trinidad de Málaga y presidente de la Asociación
"Juventud Panadera" de Málaga Pedro
Sánchez Muñoz
y su joven hijo Pedro
Sánchez Moreno,
un muchacho de apenas 15 años que pertenecía a las JSU… “De
noche nos deslumbraban. A veces tiraban contra la montaña; las rocas
se desplomaban y había gente que quedaba allí”. “Los aviones
nos ametrallaban. Éramos mujeres, niños y viejos” recordaba la
que apenas era niña de diez años, Consuelo
Torres,
en una entrevista.
Desde
Almería la mayor parte de estos refugiados fueron dirigidos a otros
puntos de Valencia y Cataluña, principalmente,
controlados por el gobierno legítimo de la II República, mientras
que otros se reengancharon en el Ejército Popular, como el
mencionado Antonio Trigo y sus
compañeros Rafael Bravo (Ardales) y Juan Padilla (Campillos),
luchando en distintos frentes como Pozoblanco, Teruel o el Ebro.
Un
forzoso exilio.
Los
ignominiosos campos de concentración franceses.
En
febrero de 1939, próxima la derrota total de la II República, medio
millón de españoles huyeron
a Francia a pie atravesando los Pirineos bajo unas condiciones
climáticas extremas, sin asistencia alguna y bajo la férrea
vigilancia de las autoridades galas asistidas por las brutales
tropas coloniales. La mayoría de ellos prefirió el exilio antes que
una dura represión en España, en la que podían terminar con sus
huesos en una fosa común como las del Cementerio de San Rafael tras
pasar por un pelotón de fusilamiento o verse privado de libertad
durante largos años en uno de los siniestros penales o cárceles
franquistas con similares resultados en muchas ocasiones, o
realizando trabajo semi-esclavo en algunas de las muchas obras del
régimen, como el Canal del Guadalquivir o el Valle de los Caídos.
El
trinitario José Bravo Alarcón,
que sobreviviría a Mauthausen, recordaba su llegada a Francia: Al
pasar la frontera, unos por la carretera y otros por la montaña, nos
reciben los gendarmes con negros senegaleses de ojos amarillos y
armados de cuchillos de medio metro.
Entre los miles de malagueños de
distintas poblaciones que hambrientos, helados y desesperados
llegaban a Francia, se encontraba la antequerana Trinidad
Leiva, que apenas era una dulce
muchacha cuando con su familia debió atravesar los Pirineos pasando
mil calamidades. El joven antequerano Antonio
Rubio Morea, que formaba parte de
los exiliados, logró sobrevivir a Mauthausen y andado el tiempo, en
Francia, contrajo matrimonio con una de las hermanas de Trinidad.
Exilio,
decíamos, en el helado mes de febrero de 1939 en una Francia de la
que esperaban de forma vana una acogida mínimamente humanitaria, país
que recibió a casi medio millón de exiliados como si fueran reses,
ganado, recluyéndolos en improvisados campos de concentración a
orillas del Mediterráneo (Argelès-sur-Mer, Barcarès, Saint
Cyprien…) sin las menores condiciones higiénicas ni sanitarias,
sin infraestructuras, sin apenas alimentos… Eso sí, rodeados de
densas e ignominiosas alambradas de espino donde quedaron desgarradas
sus últimas esperanzas y bajo un duro control y disciplina de las
autoridades francesas, que emplearon a las embrutecidas tropas
coloniales para controlar a los refugiados españoles.
Desde
estos campos y ante las inhumanas condiciones en que se encontraban,
miles de españoles optaron por regresar a España viviendo
desiguales desenlaces; la mayoría fue objeto de la represión a
distintos niveles. Muchos miles de los que se quedaron murieron de
enfermedades e infecciones dadas las malas condiciones de los campos:
en la ciudad de Carcasona se encuentran 51 personas enterradas entre
febrero de 1939 y 1941 entre las que se halla el malagueño Manuel
Molina Podadero.
Los que
sobrevivieron fueron distribuidos por otros campos algo mejor
acondicionados, pero siguieron siendo maltratados y mal alimentados
puesto que el objetivo de las autoridades galas era deshacerse de
ellos y que volvieran a España. El joven tolito Francisco
Domínguez Fernández, Frasco
Mingue, fue a parar al campo de
Gurs; los ardaleños Antonio Trigo y Rafael Bravo, al campo de Le
Vernet; Pedro Sánchez y su hijo permanecieron en Saint
Cyprien... y así miles de malagueños y
españoles.
Los
exiliados españoles fueron unos indeseables para las autoridades
galas, no en cambio para el pueblo francés, que acabó ganando su
simpatía y suministrando alimentos, ropa y otros elementos de
primera necesidad mediante donaciones y otras vías de ayuda.
Mano
de obra barata para Francia.
Las
Compañías de Trabajadores Españoles.
En
septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia con la connivencia de
otro de los grandes matarifes del siglo XX, Iosif Stalin. Francia y
el Reino Unido declararon inmediatamente la guerra a Hitler,
catapultado a Fürer del III Reich por una sociedad enloquecida y
fanatizada. Empieza la contienda más sangrienta de la Historia de la
Humanidad. Los franceses, necesitados de toda la mano de obra
disponible ante el conflicto bélico, obligaron a elegir a los
varones españoles que quedaban en los campos entre dos opciones:
volver a España con Franco o integrarse en el ejército francés ya
como combatientes ya como mano de obra en unidades de trabajo
militarizadas, las famosas Compañías de Trabajadores Extranjeros,
las CTE. Varios miles se incorporaron como militares mientras que la
mayoría, decenas de miles, se incorporaron a las CTE. En estos
cuerpos, que se calcula estaban formados por unos cincuenta o sesenta
mil españoles, se integraron la mayoría de malagueños exiliados.
Desde
los campos y desde las CTE los malagueños remitieron a sus familias
en España innumerables cartas cargadas de emoción, cariño, amor,
esperanza… Muchas nunca llegaron a sus destinos dadas las
circunstancias y la censura franquista y son una importante fuente
para el estudio de la deportación española. Desde la población de
Chorges y cerca de la frontera con Italia, en el gélido invierno de
1939, el yunquerano José Mateo Rivas
enviaba una carta a su amada Frasquita con “los más durses besos y
habrazos”, añorando poder compartir con ella castañas y vino
mosto de Yunquera. José Mateo Rivas fue uno de los malagueños que
ya nunca regresaría… En
esas
cartas, por motivos de seguridad, no podían dar demasiados detalles
de qué labores realizaban porque las autoridades franquistas, que
colaboraban con el régimen nazi, siempre estaban expectantes.
Hasta
mayo de 1940, en que Alemania inició el asalto a Francia, la mayoría
de los exiliados malagueños y españoles, mal vestidos y mal
alimentados, estuvieron realizando trabajos de refortificación, de
defensa, obras en carreteras, puentes, cuarteles, campos de tiro,
aeródromos… pero especialmente sus labores se destinaron al
reforzamiento de la famosa Línea Maginot levantada en la frontera
alemana, obra de tan magna complejidad y tamaño como tan
sencillamente inútil. Como bien sabemos, los alemanes atravesaron
Holanda y Bélgica para ocupar Francia en varias semanas sin
necesidad de atacar la Línea Maginot, capturando a cientos de miles
de prisioneros de guerra franceses, entre los que se encontraban la
mayoría de españoles. Un gran número de ellos fueron aprisionados
en las playas de Dunkerke, como el rinconero José
Marfil Peralta y su padre, José
Marfil Escalona, donde se libraron
durísimos combates con el resultado de miles de muertos, y en la
bolsa de los Vosgos, donde fueron aprisionados cientos de malagueños.
En total fueron alrededor de diez mil los españoles capturados por
los alemanes entre los despojos del humillado ejército francés, en
junio de 1940.
El
resto de españoles de las CTE fueron integrados en los GTE, los
Grupos de Trabajadores Extranjeros, al servicio de la Francia del
mariscal Philippe Pétain, a estas alturas de la vida convertido en
un esbirro más de Hitler que en un verdadero patriota francés, en
un traidor... En ellas decenas de miles de españoles, donde se
encontraban numerosos malagueños, fueron explotados laboralmente
durante casi un lustro en la agricultura o la industria. Muchos de
ellos acabaron en la organización TODT realizando trabajos de
fortificación para los alemanes (bases navales, fortificaciones,
búnkeres, rampas de lanzamiento de misiles…).
Muchos
españoles que huyeron al norte de África tras la Guerra Civil
acabaron prestando de forma obligada su fuerza de trabajo a la
Francia cobarde y vasalla de los nazis, especialmente en las cuasi
legendarias obras del malhadado Transahariano. Con el tiempo, de
entre éstos se compondría la legendaria La
Nueve, la famosa compañía integrada en
la División Leclerc que acabaría liberando París y en la que se
encontraban varios malagueños como José
Ortiz Barrionuevo, que pertenecía a
la Segunda Sección de La Nueve y que a la edad de 26 años ofreció
su vida a la causa de la lucha contra el fascismo liberando la Ciudad
de la Luz. Pero esa, aunque apasionante, es otra historia…
En
manos de la Wehrmacht.
Prisioneros
de los alemanes.
La
siguiente estación del particular calvario de nuestros compatriotas
malagueños apresados fueron los frontstalag, unos campos de
prisioneros que los alemanes improvisaron en suelo francés en
diversas instalaciones como antiguos cuarteles, instalaciones
deportivas, campos de fútbol como el de Le Meinau, en Estrasburgo,
por donde pasaron varios malagueños. En los frontstalgs se
organizaba a los prisioneros para Remitirlos a los stalags o campos
de prisioneros en suelo alemán. Algunos españoles permanecieron
meses en los frontstalag mientras que otros tan sólo estuvieron en
ellos algunas semanas antes de ser llevados a algunos de los muchos
stalags. El trato que recibieron como prisioneros fue malo, pero no
excesivamente pues en mayor o menor medida se respetaba los tratados
internacionales. Incluso les permitían
enviar breves misivas a sus familias; desde el stalag XII D de Trier,
el panocho Gonzalo Granados Ortiz,
escribía a su amada Ana
“Mi querida esposa. Me alegraré que al ser esta en tu poder
disfrutes un buen estado de salud en compañía de nuestros queridos
hijos y sobrina”. Gonzalo Granados y Francisco Granados Ortiz, eran hijos de Frasquito el Molinero, en Istán. El molino familiar aún se conserva a los pies del embalse de la Concepción, colosal abrevadero del turismo de la Costa del Sol cuyas aguas se abastecen de río Verde, nacido en el corazón de la Sierra de las Nieves. Ambos los dos corrieron el mismo negro destino. Gonzalo, que era miembro de la UGT de Istán, tuvo bastante mala suerte porque estaba afincado en Argentina y había regresado a España para recoger a su esposa y su hijo y llevarlos a ese país, donde tenía ya encauzado un futuro. El golpe de Estado lo pilló por sorpresa y ya se vió sumido en la vorágine de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial. Gonzalo murió asesinado en Gusen el 26/10/1941 y su hermano en el tristemente famoso castillo de Hartheim el día 19/12/1946.
Los hermanos Granados Ortiz,
Gonzalo, arriba a la izquierda,
Francisco, de rodillas a la derecha
(Foto: familia hermanos Grandso Ortiz)
En los
stalags hubo malagueños que permanecieron
varios meses y hay quienes pasaron apenas unas semanas antes de ser
transferidos a un fatal destino: algunos de los muchos campos de
concentración nazis del III Reich como Sachsenhausen, Dachau,
Floosenbürg, Auschwitz-Birkenau, Buchenwald… Pero la mayoría de
los malagueños y españoles fueron a parar al de Mauthausen, en
Austria, del que llegó a depender más de un centenar de subcampos,
entre ellos el de Gusen, el más importante, incluso de mayor tamaño
que el campo matriz, y donde serían brutalmente asesinados la
mayoría de los malagueños.
Los
primeros deportados llegaron el verano de 1940 tras cuatro duros días
hacinados en un tren sin recibir ni agua ni alimentos. Se trataba del
tristemente famoso Convoy de Angulema o de los 927, formado por
familias, ancianos, niños… Entre ellos se encontraba el ojenete
Diego Sánchez Ortiz,
albañil de profesión, que acabaría siendo asesinado en el subcampo
de Gusen y el nerjeño Antonio Cerezo Cutilla, entre otros vecinos de la
Ajarquía. Otros deportados llegaron hacia finales de ese año a lo
largo del siguiente en distintos transportes. Avanzada la guerra, los
españoles que llegaban eran menos numerosos y procedían de las
detenciones en Francia por mantener actividades subversivas y de
resistencia.
Y,
además de hombres, medio millar de valientes españolas fueron
enviadas a campos de concentración nazis, concretamente al de
Ravensbrück, por su participación en actividades de la resistencia en
Francia, campos donde fueron explotadas laboralmente y sufrieron
muchos malos tratos y vejaciones. Desconocemos, por el momento, si
había alguna malagueña entre ellas.
Para
los malagueños y españoles deportados los campos de concentración
suponían una siniestra novedad, pero no para los alemanes porque los
nazis habían empezado a construir los primeros de ellos en los años
treinta. Estos primigenios campos tenían como objetivo el recluir y
“reeducar” a opositores políticos entre los que se encontraban,
especialmente, comunistas, socialistas, sindicalistas y todo tipo de
personas de izquierdas, también personas consideradas enemigas y
peligrosas para el régimen nazi… En paralelo los nazis pusieron en
marcha el denominado Aktion T4, un programa de eugenesia forzosa, de
crueles asesinatos selectivos centrados en personas que consideraban
una carga para Alemania y la sociedad: de esta forma cientos de miles
de personas discapacitadas, de personas con determinadas patologías
mentales, de lisiados… fueron recluidos en “sanatorios” para
ser brutalmente asesinados -privamos del mejor regalo que les puede
ofrecer la existencia: la vida- e incinerados, sin más, al poco
tiempo. Un auténtico horror, un genocidio, una brutal barbaridad que
aún hoy día no tiene ni nombre.
Comenzada
la Segundad Guerra Mundial, el sistema concentracionario nazi se
amplió y se volvió de una gran y siniestra complejidad donde la
mano de obra esclava que suponían los millones de prisioneros se
transformó en una enorme fuerza de trabajo que movió los intereses
no sólo de los SS y el III Reich, de los nazis, sino también de
miles de empresas -pequeñas, medianas y grandes- y empresarios
carentes de los mínimos escrúpulos y principios éticos y morales,
que veían en esta mano de obra esclava una gran oportunidad de
negocio y con la que ganaron inmensas e inmorales fortunas.
Mauthausen.
Destino
final.
Desde
los campos de prisioneros cientos de malagueños fueron llevados en
vagones de ganado cerrados y sin apenas ventilación ni alimentos en
un viaje que podía durar varios días. Tras la llegada a la estación
de Mauthausen, los bajaban a golpes y los conducían corriendo al
campo, nevara o lloviera. Allí les indicaban las reglas y les
señalaban la única salida posible: la chimenea del crematorio.
Después
los desnudaban, les rapaban todo el cuerpo, los lavaban con agua fría
e hirviendo, les aplicaban ardientes desinfectantes y les daban un
uniforme con un triángulo azul con una S dentro. Su significado:
apátrida español… Finalmente les otorgaban un número por el que
en adelante debían responder como su propio nombre. Se trataba de
todo un proceso de deshumanización.
De
ahí, a unos barracones infectados de piojos muy mal adecuados, sin
higiene, y al día siguiente la mayor parte de ellos era mandado a
trabajar durante doce o catorce horas diarias en la cantera de
granito del campo, razón de la creación del mismo, bajo unas
brutales condiciones: palizas, malos tratos, insultos y una ínfima
alimentación. Los prisioneros debían subir una escalera de 186
peldaños
con una gran roca a sus espaldas, momento en que aprovechaban los
carceleros para pegarles, azuzarles los perros e incluso despeñarlos.
Los
que no aguantaban ese frenético ritmo, morían y los que no, se
debilitaban muy rápidamente.
Éstos eran
remitidos al cercano subcampo de Gusen, donde
existían otras canteras de granito en
las que los acababan de exprimir.
Gusen.
Última
estación.El
campo de Mauthausen tenía varios subcampos dependientes, siendo el
de Gusen el más importante. Desde el campo principal se distribuía
a los prisioneros a diferentes destinos para explotarlos laboralmente
hasta la muerte. Cuando en el campo principal ya no daban más de sí,
los prisioneros en peor estado de salud y productividad eran enviados
a Gusen, donde tardaban días, semanas y como mucho algunos meses, en
ser brutalmente exterminados. La mayor parte de los malagueños
asesinados lo fueron en Gusen. Los hornos crematorios no daban abasto
para incinerar tal cantidad de muertos, por lo que funcionaban 24
horas al día y todos los días del año impregnando el ambiente de
un fuerte y perenne olor a carne humana abrasada... Ese intenso y
penetrante hedor podía olerse a kilómetros.
Además
de en la extracción de granito en las canteras, los españoles y
entre ellos muchos malagueños, debieron de trabajar en la excavación
de los cimientos de un molino de machacar piedra que todavía hoy se
levanta en pie. El grupo que controlaba a los prisioneros era
especialmente sanguinario: allí fueron asesinados alrededor de dos
mil españoles. Casi todos los malagueños fueron asesinados en este
siniestro lugar. Aquí fue dónde Pedro Sánchez Moreno, ya un joven
de alrededor de 20 años, dio su último adiós a su amado padre.
Los
malagueños protagonistas de este relato, al
igual que miles de españoles, siguieron
esta tenebrosa secuencia vital hasta el final de sus días, que
aconteció en los últimos meses de 1941. Y es que entre finales de
1941 y principios de 1942 se produjo la mayor mortandad de españoles
merced a la combinación de una serie de siniestros factores: la
inadecuada alimentación, la falta de higiene, la brutal explotación
laboral, la inexistencia de tratamiento sanitario, las brutales
palizas, las terribles condiciones climáticas y de existencia… A
partir de esa fecha, los nazis empezaron a mirar algo más por los
prisioneros porque los necesitaban como fuerza de trabajo para sus
armas y fábricas de armamento, pues el frente requería de más
soldados alemanes y esa mano de obra debía ser suplida. Además, los
bombardeos de los Aliados estaban inutilizando muchas fábricas
armamentísticas, por lo que las trasladaron hacia las zonas del
este, más alejadas de la capacidad aérea Aliada. De esta forma en
los entornos de Mauthausen y Gusen se crearon una serie de
instalaciones industriales subterráneas para la fábrica de
armamento y material bélico.
Capítulo
aparte merece el siniestro castillo de Hartheim y los terribles
camiones fantasma, donde se encerraban a los prisioneros y se les
asfixiaba con los gases emitidos por el tubo de escape del vehículo.
Se calcula que alrededor de medio millar de españoles fueron
llevados a estas instalaciones, gaseados e incinerados. Algunos
malagueños fueron asesinados en este lugar de horror: los
antequeranos Antonio Muñoz Guerrero
y José Navarro Bravo;
el vecino de Arriate, Juan López
Sánchez; el vecino de Benamargosa,
Antonio Gómez Giménez;
el vecino de Cañete la Real, José
Gómez Gómez; el panocho Francisco
Granados Ortiz; los malagueños
Diego José de la Cruz Domínguez,
Eduardo Nieto Ramírez, Miguel Salado Ruiz, Lázaro Sardá Cánovas y
Juan García Fernández; por último,
el yunquerano José Mateo Rivas.
Pedro
Sánchez Moreno. El Malaguita,
el hombre que sembró la semilla de la esperanza y la libertad en el
corazón de la bestia nazi
Pedro
Sánchez Moreno había nacido en un viejo corralón en el nº 5 de
calle Lemus, más conocido como el “callejón de las ratas” en
1921, en el barrio de La Trinidad. Era el mayor de seis hermanos y
había heredado de su padre, miembro de CNT, un fuerte espíritu de
identidad obrera. Padre e hijo estaban muy politizados y participaban
en todo tipo de actos en defensa de los derechos obreros. Por ello su
padre pisó la prisión de Málaga
en no pocas ocasiones, pero no se
achantó.
Su
posicionamiento les salió caro, muy caro, pues para conservar la
vida debieron de huir dejando atrás al resto de su familia: a la
joven madre María Victoria Moreno con cinco niños pequeños…
Padre e hijo permanecieron juntos durante años compartiendo
vicisitudes como refugiados y exiliados en Francia, donde se
incorporarían a la 106 CTE en al que había otros malagueños como
Domingo García López,
vecino de Jimera de Líbar que sería asesinado
en Gusen en 1942.
Tras
su detención por los alemanes y su paso por un frontstalg otros campos de prisioneros, finalmente
acabaron en el campo de concentración de Mauthausen, donde llegaron el viernes 13 de diciembre de
1940 tras un duro recorrido en tren dentro de un sucio y atestado vagón en el que no les proveían de alimentos ni agua. A su llegada al que sería su destino final Pedro Sánchez Muñoz fue bautizado con su nuevo nombre,
el número 5262 y su hijo, Pedro Sánchez Moreno, con el número
5261, tras ser víctimas del primer paso hacia su deshumanización mediante el rasurado de todo el pelo de su cuerpo, los baños alternos de agua hirviendo y helada, la aplicación de productos desparasitantes...
Pensamos
que ambos, padre e hijo, fueron destinados a la cantera de granito del campo donde fueron
terriblemente explotados y donde sufrieron numerosos padecimientos. En febrero de 1941 fueron trasladados a
Gusen. Seguramente el padre estaba más afectado, más debilitado por las duras condiciones, y las autoridades le
obligaron a ir a este subcampo, pero su inseparable hijo le
acompañaría. En el grupo iba Rafael Castillo Díaz, un joven almeriense que la noche antes había perdido a su padre, José Castillo Herrera, cuyo destino iría ligado en adelante al de Pedro Sánchez Moreno.
Seguramente allí también estarían afectados a los
trabajos en la cantera o en el molino, el caso es que Pedro Sánchez
Muñoz llegó a un punto en el que no pudo resistir más y el 27 de septiembre de 1941 cerró los
ojos para no abrirlos más, ante el terrible dolor de un hijo que
perdía a un padre, que se quedaba sin el faro de su existencia, tras haber pasado mil y una desgracias.
El molino de Gusen, lugar en cuya construcción
fueron asesinados miles de españoles
A
los pocos meses Pedro fue transferido nuevamente a Mauthausen
y allí formó parte del llamado kommando Poschacher. Se trataba de
un grupo de jóvenes españoles que iban a trabajar a la cantera del
empresario local Anton Poschacher y el trato que recibían no era tan
malo como en el campo. Entre ellos se encontraba Rafael Castillo Díaz. Pero no nos engañemos, seguían siendo
esclavos del III Reich alquilados a un empresario local
furibundamente comprometido con la causa del nazismo. Pedro, al que
sus compañeros llamaban el Malaguita y recuerdan que era muy
gracioso y siempre estaba bromeando, fue el único malagueño que
formó parte de este kommando tan singular. Y es que fueron algunos
miembros de éste los que recogieron los negativos fotográficos
sustraídos por el afamado Francisco Boix que reflejaban las
atrocidades nazis y los escondieron en casa de una vecina de la
localidad, Anna Poitner. Esos negativos servirían
de prueba para inculpar y ajusticiar a decenas de altos jerarcas
nazis.
Los
fracasos alemanes en el frente del este ante el ejército soviético,
como el de Stalingrado (batalla que se libró entre agosto 1942 y
febrero 1943), así como la llegada masiva de Aliados por el oeste
con el desembarco de Normandía (junio 1944), hicieron ver a los
generales nazis (a los pocos que no lo habían visto antes) que la
suerte estaba echada, que más temprano que tarde el III Reich iba a
sucumbir sin remedio. Los alemanes se quedaban sin recursos humanos,
sin soldados, sin suministros básicos, sin armas, sin fábricas, sin
capacidad ofensiva ni defensiva… A medida que el rodillo ruso
avanzaba por el este se fueron liberando los campos, mostrando al
mundo aquel horror inenarrable que habían creado los nazis y que hoy
día, incomprensiblemente, muchos, demasiados, niegan... El último
de los campos en ser liberado fue el de Mauhtausen, lo que aconteció
oficialmente un cinco de mayo de 1945.
Los
prisioneros, ya liberados, fueron reconducidos a sus países de
origen tras un período de adaptación en que recibieron atención
médica y una alimentación adecuada. Todos menos los españoles, que
se quedaron un mes más en el campo porque ningún país los
reclamaba. Volver a España, como sabemos, suponía la muerte.
Finalmente, y ante la presión de la sociedad francesa, Francia
acogió a los poco más de tres mil quinientos españoles
supervivientes y les ofreció una nueva vida, aunque no fue nada
fácil para ellos, porque tuvieron que trabajar muy, muy duramente
para labrarse un futuro y dejar atrás casi diez años de guerras,
sufrimiento, torturas, hambre…
Juramento de los supervivientes de
Mauthausen
Los supervivientes de Mauthausen de distintas nacionalidades hicieron el siguiente juramento:
"Al
fin las puertas de uno de los campos más terribles y más
sangrientos se abren, las del campo de Mauthausen.
Partiendo
en todas las direcciones, volveremos libres a nuestros países
liberados del fascismo.
Los
prisioneros, a quienes todavía ayer amenazaba la muerte de la mano
bestial del verdugo fascista, expresan su reconocimiento desde lo más
profundo de su corazón, a las naciones aliadas victoriosas y
liberadoras y saludan a todos los pueblos en su libertad
reconquistada.
Tras
una estancia de varios años en el campo, comprendemos mucho mejor el
valor de la fraternidad de los pueblos.
Fieles
a este ideal, juramos mantener nuestro espíritu de solidaridad y
unión para continuar la lucha contra el imperialismo y el fanatismo
nacional. El mundo fue liberado de la amenaza hitleriana gracias al
esfuerzo común de todos los pueblos y merced a este mismo esfuerzo
nos ha sido devuelta nuestra amada libertad, tan deseada por todas
las naciones.
La paz
y la libertad son la garantía de la felicidad de los pueblos y de la
construcción de un mundo sobre nuevas bases de justicia social y
nacional. Es esa la única ruta hacia una colaboración pacífica de
las naciones y de los pueblos.
Ya
reconquistadas nuestra libertad y la de nuestros países, queremos
guardar en nuestra memoria la solidaridad internacional del campo.
Recogida
tan sabia enseñanza, queremos marchar por un camino común, el
camino de la libertad indivisible de todos los pueblos, el camino de
la mutua comprensión, el camino de la colaboración en la gran obra
de construcción de un mundo nuevo, justo y libre.
No
olvidaremos jamás los sangrientos sacrificios que los pueblos
tuvieron que hacer para reconquistar la felicidad de todos.
Recordando
la sangre derramada por todos los pueblos y los millones de seres
humanos sacrificados, asesinados, inmolados por el fascismo-nazi,
juramos no abandonar jamás el camino que nos hemos trazado.
Sobre
la base de una comunidad internacional queremos erigir a los soldados
de la libertad caídos en esta lucha sin tregua, el más bello
monumento: EL MUNDO DEL HOMBRE LIBRE.
Nos
dirigimos al mundo entero para decirle: Ayúdanos en nuestra tarea.
¡Viva la solidaridad internacional! ¡Viva la libertad!.
En nombre
de todos los que fueron presos en Mauthausen:
Ceskoslovensky
Narodni Vybor Revolucni
Comité Español
Comité
Franco-Belga
Comité Griego
Deutsches Kommittee
Comitato
Nazionale Italiano
Jugoslovenski Odbor
Magyar
Bizottsag
Osterreichischer
Nationalausschub
Komitet
Polski
Russkij Komitet
Délégé pour les Albanèses
Délégé
pour les Hollandais Suisses
Der Delegiere für Luxemburg
Délégé
pour les Roumains
Mauthausen,
16 de mayo de 1945."
Sobrevivir
a la muerte.
Sobrevivir
a la vida.
Sobrevivir
al olvido
Muchos
españoles y malagueños que sobrevivieron al campo de concentración
más duro del III Reich murieron tras la liberación, a los meses o
años, como consecuencia de los negativos efectos físicos
arrastrados en su salud por la estancia en el campo y las
extremadamente malas condiciones de existencia. Otros, no se sabe a
ciencia cierta cuantos, no pudieron superar las cicatrices
psicológicas de unas vivencias horripilantes y tomaron el camino del
suicidio liberándose de la única manera que podían de un presidio
de dolor y recuerdos insufribles… De los que permanecieron en
Francia, muchos nunca regresaron a España por
miedo a ser encarcelados o asesinados.
Otros, muy pocos, lo hicieron algunos años antes de que muriera
Franco y fiando su vida a un pasaporte francés.
Tras
lustros o décadas, algunos pudieron abrazar nuevamente a sus madres
si para entonces éstas vivían, y a los seres queridos que
permanecían con vida. El trinitario
Pedro Sánchez Moreno tuvo la suerte de
reencontrarse con su madre después de más
de diez años. Muchos optaron por viajar
a España una vez muerto Franco, pero con el miedo siempre en el
cuerpo de caer en manos de la Guardia Civil y ver el final de sus
días más pronto que tarde. El ardaleño Rafael
Bravo Páez regresó a su añorado
pueblo natal
desde Francia una vez muerto
el dictador Franco,
pero la presencia de la Guardia Civil y su miedo insuperable lo
hicieron volver inmediatamente
a tierras galas para no regresar
jamás.
Pedro Sánchez Moreno no volvió tampoco
a Málaga. No volvió más que en sueños
a su añorado barrio de La Trinidad. Tampoco
volvió a respirar ese tan
característico y espumoso olor
a marina tan frecuente en Málaga.
Rehizo su vida en Francia a base de
esfuerzo y duro trabajo, y se casó con
la joven
antequerana Trinidad Leiva.
Su madre María Victoria Moreno le decía que no se fiara de
volver a Málaga, que su vida seguía
corriendo peligro. Según nos cuenta su hijo Pedro Sánchez, que
reside en Montluçon (Francia),
eso le faltó mucho al corazón. Ninguno de los
deportados republicanos españoles
creía que, tras la guerra y la derrota de los alemanes, las
potencias Aliadas iban a dejar al general Francisco Franco, estrecho
colaborador del régimen nazi, regir los designios de España. Se
equivocaban…
A
día de hoy los deportados españoles en Mauthausen han tenido más
reconocimiento en el país vecino que en el nuestro propio. Sólo en
los últimos tiempos -ya tardíamente porque los que todavía vivían,
casi centenarios, han muerto en los últimos años- ha habido cierto
movimiento de recuperación de sus historias y de su memoria desde
investigadores, periodistas, familias, asociaciones e instituciones
de carácter memorialistas; mediante un gran número de publicaciones
y de reediciones de antiguos libros, artículos, estudios; a través
de actos de reconocimiento y de la creación de memoriales,
monumentos… que están tratando de hacer un merecido y necesario
hueco a la figura de los deportados españoles en la Historia de
España.
En
los jardines de la Diputación de Málaga, en 2007, se levantó un
monumento en homenaje a los malagueños asesinados en Mauthausen.
Pero es un monumento incompleto porque
sólo recoge los nombres de los asesinados y
no incluye el de los
supervivientes… Muchos años después
otras poblaciones como Teba o Ronda también levantarían sus
memoriales en recuerdo de sus vecinos asesinados por los nazis.
Monumento a los deportados malagueños asesinados
en Mauthausen y que se encuentra en los jardines
de la Diputación de Málaga.
Otros
datos importantes:
El
papel de las mujeres
Cientos,
miles de madres, pasaron un auténtico calvario vital al no saber de
sus hijos durante muchos años y al enterarse, pasado mucho tiempo
que habían fallecido. Muchas se negaron a creerlo y siempre tuvieron
la vana esperanza de que algún día aparecieran por casa…
El
papel de muchas mujeres fue capital. Viudas a una edad temprana o húerfanas de hijos,
tuvieron que sacar adelante con gran esfuerzo una amplia prole y en
no pocas ocasiones fueron víctimas de las autoridades que al no
poder capturar a un familiar, se cebaron con cruel y cobardemente en ellas. Fue el caso,
entre decenas de miles, de la familia ardaleña de Juan Rodríguez Naranjo.
Al no poder se detenido él, encarcelaron a su padre y a sus
hermanas. Su sobrina Natividad Berrocal, tesorera de su
memoria, pasó sus primeros meses de vida en la cárcel de Málaga,
donde echó los primeros dientes…
La
ardaleña Remedios Mora, viuda del ardaleño Joaquín
Cantalejo, tuvo que trabajar muy duro de sol a sol durante décadas y
colocar a sus hijos para poder echar adelante a la familia. Esta
mujer fue una auténtica luchadora que, literalmente, se dejó la
piel por sus hijos.
La
malagueña María Victoria Moreno tuvo que sacar
adelante a cinco hijos pequeños y como Remedios Mora y miles de
españolas, tratar de esquivar a las autoridades franquistas y pasar
desapercibida. No volvería a ver a su marido, Pedro, pero se
reencontraría con su hijo Pedro más de diez años después.
Las
cifras del horror
200.000
prisioneros de distintas nacionalidades europeas fueron a parar al
mortífero campo de concentración de Mauthausen y sus anexos, como
Gusen. De ellos fueron asesinados más de la mitad. Algunos
investigadores estiman las cifras de víctimas entre 120.000 y
150.000. Lo cierto es que nunca sabremos el número de prisioneros y
muertes con certeza, dada la destrucción de archivos y documentos
ante el avance de las tropas aliadas y a que había muchos asesinatos
de personas que no estaban registradas en el campo.
Fueron
un total de 7.532 hombres, mujeres y niños españoles los que fueron
recluidos en Mauthausen. De ellos fueron asesinados 4.816, más de la
mitad De ese conjunto, 1.530 eran prisioneros andaluces de los cuales
había unos 223 malagueños. De estos últimos, alrededor de 151
fueron aniquilados de múltiples y brutales maneras y 3 constan como
desaparecidos, mientras que el resto, unos 69 sobrevivieron al
campo...
Responsabilidad franquista
Lo
que le estaba ocurriendo a los españoles y a los malagueños en
Alemania y en los campos de concentración, no era ajeno a las
autoridades franquistas, a las que Hitler le estaba haciendo el
trabajo sucio. Efectivamente la comunicación entre ambos países era
fluida y en varias ocasiones el régimen franquista se interesó por
algunos prisioneros españoles de Mauthausen a instancias de sus
familias.
Y
es que en septiembre de 1940 tuvo lugar una reunión entre los
jerarcas nazis y una delegación franquista encabezada por el
entonces ministro Serrano Suñer. A partir de ese momento los
transportes de republicanos españoles hacia Mauthausen se
incrementaron de forma exponencial.
El
gobierno franquista nunca fue ajeno a la suerte de los republicanos
españoles en los campos nazis, más bien fue un necesario
colaborador.
Esclavos
del III Reich
Los
malagueños, españoles, europeos, judíos, rusos… que fueron
llevados a los campos de concentración nazis, trabajaron como mano
de obra esclava para el III Reich y para miles de empresas, grandes
(BAYER, BMW, THYSSEN…) y pequeñas, proporcionándoles unos
beneficios tan estratosféricos como inmorales.
Las grandes empresas y multinacionales alemanas que emplearon mano de obra esclava se conocen pero no así las miles de pequeñas empresas que emplearon a trabajadores de los campos en beneficio propio y que nunca fueron molestadas tras la guerra y se les requirió que pagaran ante la ley.
Relación
de víctimas Malagueñas, lugar de nacimiento y campo en el que
murieron entre los años 1940 y 1944:
Juan
Corredera Pérez. Alameda, Gussen.
Juan Romero Pérez. Alcaucín,
Gussen.
Pedro Ruerda Vázquez. Alhaurín el Grande, Gussen.
Adolfo
España López. Almáchar, Gussen.
Pedro Díaz González. Almogía,
Dachau .
Pedro Leiva Pino. Almogía, Gussen.
Antonio Díaz Gutiérrez.
Álora, Gussen.
Antonio Ramos Sánchez. Álora, Gussen.
José
Rodríguez Gil. Álora, Gussen.
Antonio Escobar Navarro. Antequera,
Gussen.
Antonio García Méndez. Antequera, Gussen.
Antonio García
Villalón. Antequera, Steyr.
Antonio Morea Lara. Antequera, Gussenn.
Antonio Muñoz Guerrero. Antequera, Mauthausen.
Francisco Lara
Moreno. Antequera, Gussen.
Francisco Zurita Cuenca. Antequera,
Gussen.
José Hidalgo Guerrero. Antequera, Gussen.
José Navarro
Bravo. Antequera, Gussen.
Juan Martínez Padilla. Antequera, Gussen .
Rafael Rubio García. Antequera, Gussen.
Francisco Berrocal Palacios.
Archidona, Gussen
Manuel Peña Lara. Archidona, Gussen.
Serafín
Suárez Luque. Archidona, Gussen.
Antonio Trigo Ortega. Ardales,Gussen.
Joaquín Cantalejo Sánchez. Ardales, Gussen.
Juan Rodríguez
Naranjo. Ardales, Gussen.
Pedro Sánchez Muñoz. Ardales, Gussen.
Antonio Ariza Hurtado. Arenas, Steyr.
Juan López Sánchez. Arriate,
Gussen.
Bernardo Ruiz Rodríguez. Rincón de la Victoria, Gussen.
Lucas Carné Escano. Rincón, Gussen.
Manuel Montaner Ayala. Rincón,
Gussen.
Antonio Gómez Giménez. Benamocarra, Gussen.
Antonio Hijano
Clavera. Benamocarra, Gussen.
Juan Gutiérrez Pera. Benamocarra,
Gussen.
José Carnenero Sojo. Bobadilla, Gussen.
Antonio Padilla
Escobar. Campillos, Gussen.
Juan Verdúz Verdúz. Campillos, Gussen.
Celedonio Gallardo Pérez. Canillas de Albaida, Mauthausen.
Antonio
Bracero Martínez. Cañete La Real, Gussen.
Antonio Ocaña Solis.
Cañete La Real, Gussen.
Francisco Rodríguez Navarro. Cañete La
Real, Gussenn.
José Gómez Gómez. Cañete, Gussen.
Juan Caballero
Domínguez. Cañete, Gussen.
Antonio Paredes Escudero. Carratraca,
Gussen.
Federico Aurdoles Ruiz. Carratraca, Gussen.
Juan Ponce López.
Carratraca, Gussen.
Juan Rodríguez González. Carratraca, Gussen.
Miguel Guerrero Garrido. Carratraca, Gussen.
Francisco Gómez Cañete.
Cártama, Gussen.
Diego Cantarero Ballesteros. Casarabonela, Gussen.
Juan Galiano Morales. Casares, Gussen.
Miguel Bustos Muñoz. Comares,
Gussen .
Antonio García Arillo. Cortes de la Frontera, Gussen.
Manuel Vega Gutiérrez. Cortes, Gussen.
Sebastián Aguilar García.
Cortes, Gussen.
osé Gómez Atracco. Cuevas Bajas, Gussen.
Andrés
Cruz Valle. Cuevas Bajas, Gussen.
Francisco Perujo González. Cuevas
del Becerro, Gussen.
Rafael Villarejos Riebal. Cuevas del Becerro,
Gussen.
Francisco Castillo Briales. Churriana,Gussen.
Antonio
Guerrero Reyes. Estepona, Gussen.
Francisco Díaz Burgos. Fuengirola,
Gussen.
José Leiva González. Fuengirola, Gussen.
José Marfil
Escalona. Fuengirola, Gussen.
Andrés Ortega Mateos. Gaucín, Gussen.
Cristóbal Timeo Vázquez. Gaucín, Gussen.
Domingo Trujillo Herrera.
Genalguacil, Gussen.
Juan Rodríguez Trujillo. Genalguacil, Gussen.
Diego Ruiz Aguera. Guaro, Gussenn.
Felipe Fernández Sánchez. Guaro,
Gussen.
Antonio Ruiz Rodríguez. Igualeja, Gussen.
Francisco
Granados Ortiz. Istán, Gussen.
Gonzalo Granados Ortiz. Istán,
Gussen.
Domingo García López. Jimena de Líbar, Gussen.
Fernando
Téllez Carrasco. Jimena de Líbar, Gussen.
Juan Téllez Moreno.
Jimena de Líbar, Gussen.
Andrés Díaz Valderrama. Málaga, Gussen.
Andrés Montiel Lucas. Málaga, Gussen.
Ángel Palomar Calabria.
Málaga, Gussen.
Antonio Díaz Salas. Málaga, Gussen.
Antonio Pérez
Burgos. Málaga, Gussen.
Antonio Pérez Galindo. Málaga, Gussen.
Antonio Sepúlveda Rueda. Málaga, Gussen.
Antonio Solves Laborda.
Málaga, Gussen.
Cristóbal Díaz Villegas. Málaga, Gussen. Diego
José de la Cruz Doming. Málaga, Gussen.
Eduardo Brandi Martín.
Málaga, Gussen.
Eduardo Díaz Lago. Málaga, Gussen.
Eduardo Nieto
González. Málaga, Gussen.
Eduardo Nieto Ramírez. Málaga, Gussen.
Emilio Moreno Medrano. Málaga, Gussen.
Enrique Ríos Llorente.
Málaga, Gussen.
Francisco Benítez Mariano. Málaga, Mauthausen.
Francisco Fernández Vida. Málaga, Gussen.
Francisco Pérz Sánchez.
Málaga, Gussen.
Francisco Román Román. Málaga, Gussen.
José
Cubas Sánchez. Málaga, Gussen.
José Gil Molina. Málaga, Gussen.
José Pérez Bordera. Málaga, Gussen.
José Romero García. Málaga,
Gussen.
Juan Vicario Román. Málaga, Gussen.
Laureano Vallejo Román.
Málaga, Gussen.
Lázaro Sardá Cánovas. Málaga, Gussen.
Lorenzo
Torres Hinojosa. Málaga, Gussen.
Luis García López. Málaga,
Gussen.
Manuel Martínez Giménez. Málaga, Gussen.
Manuel Méndez
Molina. Málaga, Gussen.
Manuel Ramírez Vaca. Málaga, Gussen.
Manuel Rojas Palomo. Málaga, Gussen.
Manuel Silva Cabello. Málaga,
Gussen.
Manuel Suárez Rodrigo. Málaga, Gussen.
Miguel Salcedo Ruiz.
Málaga, Gussen.
Rafael Montilla Vaquero. Málaga, Gussen.
Ramón
Lozano Martínez. Málaga, Gussen.
Tomás Gil Guillén. Málaga,
Gussen.
Andrés López Cubas. Marbella, Gussen.
José Martín
Bizarro. Marbella, Mauthausen.
Miguel Pérez Matera. Marbella,
Gussen.
Miguel Morelló Cerezo. Marbella, Gussen.
Salvador Gálvez
López. Marbella, Mauthausen.
Álvaro Mayén Cuéllar. Marbella,
Gussen.
Antonio Cerezo Cutilla. Nerja, Gussen.
Antonio Gómez Gimeno.
Nerja, Gussen.
Diego Sánchez Ortiz. Ojén, Gussen.
Basilio Martínez
Martínez. Periana, Melk.
Eugenio Martínez Martínez. Periana, Melk.
Andrés Espinosa López. Ronda, Gussen.
José Gómez Giménez. Ronda,
Gussen.
Juan Cabrero Guerrero. Ronda, Gussen.
Miguel Guerrero
Rodríguez. Ronda, Gussen.
Salvador Moreno León. Ronda, Gussen.
José
López Cordón. Teba, Gussen.
Manuel Corral Castillero. Teba,
Gussen.
Rafael Pinto Galán. Teba, Gussen.
Antonio Rico Rodríguez.
Torrox, Gussen.
José Rodríguez Camacho. Torrox, Gussen.
Francisco
Montanés Castillo. Totalán, Gussen.
Juan Castillo Pérez. Valle de
Abdalajís, Gussen.
Antonio Gálvez Gálvez. Vélez, Gussen.
Francisco Giménez Salido. Vélez, Gussen.
José Martín Ortiz.
Vélez, Gussen.
Juan García Fernández. Vélez, Gussen.
Juan García
Quintana. Vélez, Gussen.
Juan Pérez Díaz. Vélez, Gussen.
Antonio
Ramos Gálvez. Vélez, Gussen.
Antonio Piñeiro Mateo. Yunquera,
Gussen.
José Mateo Rivas. Yunquera, Gussen.
Enlaces
de interés:
El
genocidio nazi en la Sierra de las Nieves
http://airesdemonda.blogspot.com/2015/05/el-genocidio-nazi-en-la-sierra-de-las.html
Francisco
Domínguez Fernández
http://airesdemonda.blogspot.com/2018/05/francisco-dominguez-fernandez-un.html
Antonio
Trigo Ortega
http://airesdemonda.blogspot.com/2019/05/antonio-trigo-ortega-un-ardaleno-en-las.html
Joaquín
Cantalejo
http://airesdemonda.blogspot.com/2021/01/joaquin-cantalejo-sanchez-un-ardaleno.html
Pedro
Sánchez y Pedro Sánchez (hijo)
http://airesdemonda.blogspot.com/2021/04/del-malagueno-barrio-de-la-trinidad-al.html
José
Mateo Rivas
http://airesdemonda.blogspot.com/2020/04/los-durces-besos-y-habrazos-de-jose.html