Hacía meses que no me perdía por
el pinsapar de la Sierra de las Nieves, por sus mágicos senderos y sus
fascinantes paisajes, un lugar que embota los sentidos y que desata las
emociones. Esos bosques de pinsapos, abetos que surgieron del frío glaciar y
que han superado los cambios climáticos desde hace millones de años, arropan
grandes superficies de la Sierra de las Nieves, especialmente cañadas, zonas de
umbría, espacios húmedos y resguardados la mayor parte del tiempo de los rayos
del Sol; los lugares más gratos para su existencia. El componente natural de la
Sierra de las Nieves es, a todas luces, enorme; además de los emblemáticos
pinsapos, encontramos otras especies en estas sierras calizas, como las sabinas
rastreras, los fantasmales quejigos de alta montaña, los cedros… la diversidad
botánica y faunística son asombrosas... Salta a la vista. Pero lo que no salta
a la vista es la historia y la memoria de estos paisajes…
Los valores naturales son
abrumadores y se apodera de todos nuestros sentidos pero, a pesar de ello,
estas sierras tienen unos valores culturales y patrimoniales altísimos y no tan
extensamente divulgados ni conocidos. Por la geología caliza de estas montañas
ha proliferado todos los ejemplos de kárstico con espectaculares formaciones, donde
abundan numerosos ejemplos de este modelado, como las cuevas y abrigos. Existen
centenares o miles de ellas, empleadas muchas como refugio de ganaderos y
pastores desde tiempo inmemorial, sospechándose un hábitat prehistórico en
algunas de ellas. Al tenor de lo expuesto, abundan numerosos corrales y corraletas
con sus muretes de piedra del lugar empleados para guardar el ganado. No en
vano existen innumerables fuentes, pilares y manantiales, abrevaderos para
animales, que en más de una ocasión han calmado la sed de muchos senderistas.
La extracción de madera,
especialmente para la construcción, y la producción de carbón vegetal
proporcionó el sustento de generaciones de jornaleros mientras que el lucrativo
negocio de la nieve dejó su impronta en los numerosos neveros que perviven y en
la memoria de los yunqueranos. También los arrieros se ganaron la vida por
estas sierras surcadas de caminos y veredas llevando o trayendo distintos
productos; el que algunos de ellos conserven parte de su antiguo empedrado
delata que fueron vías muy transitadas y utilizadas por los mencionados
arrieros, por viajeros, por bandoleros, contrabandistas… La caza fue también
una actividad con la que se redondeaban ingresos y contribuía a aumentar el
nivel proteico de una dieta no siempre larga en nutrientes.
La actividad minera tiene también
un papel protagonista en la memoria de la Sierra de las Nieves pues en sus
inmediaciones aparecen numerosas y antiguas explotaciones, destacando las minas
de San Eulogio entre otras de menor envergadura.
El caminante observador y sagaz
se habrá fijado en la existencia de alguna que otra era y de centenares de
pequeñas paredes de piedra en ciertas laderas, de pequeñas terrazas. Antaño, en
algunos lugares, también se cultivaba el cereal y las vides llegaban hasta las
inmediaciones del Tajo de la Caína, como recuerda Edmond Boissier en su
expedición científica realizada a estas sierras hacia 1837.
Fue en estas montañas donde
encontraron cobijo muchos moriscos tras la revuelta del año 1568. Desde estas
frías y abruptas montañas los guerrilleros españoles hostigaron a los invasores
franceses, mientras que bandidos y bandoleros como “Pasos Largos” encontraron
un lugar al cual no llegaba más que la ley del más fuerte. También conocieron
estas sierras a varias partidas de maquis, de guerrilleros, en los convulsos
años de la Guerra Civil y posteriores.
Los numerosos cortijos
abandonados que se encuentran en sus inmediaciones nos hablan de un paisaje
fuertemente humanizado mientras que el viejo Santo Desierto de las Nieves, el
convento, nos trae a colación una historia de ermitaños y de una vieja ermita,
la de la Virgen de las Nieves, que proporcionó uno de sus nombres (el más
conocido) a estas viejas sierras.
La sobre-explotación de los recursos de estas sierras casi termina con la existencia del pinsapo. Por fortuna se introdujeron medidas para su recuperación y gracias a ellas hoy tenemos este tesoro botánico. La Sierra de las Nieves disfruta
de un abundante patrimonio cultural, una interesante historia y una gran memoria
ávidos de ser conocidos y compartidos.
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