martes, 19 de diciembre de 2023

LA CUEVA DE LAS VACAS O DEL TAJO DE JOROX, ALOZAINA. VÍCTIMA DEL EXPOLIO Y DEL VANDALISMO

 

    El Parque Nacional Sierra de las Nieves y su entorno atesoran, como nunca me cansaré de decir, un patrimonio histórico y cultural fuera de lo común. Y enormemente desconocido. El ser humano, desde la prehistoria, ha habitado estos lares dejando sus múltiples huellas en todo lo largo y ancho de este montañoso territorio.


    El hábitat humano del entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves se retrotrae a hace miles de años, como podemos ver por la existencia de numerosos vestigios prehistóricos, que en nuestro caso son también unos grandes desconocidos: existen multitud de tumbas colectivas, dólmenes, y monumentos megalíticos; numerosos vestigios de usos de cuevas y abrigos para hábitat y como enterramiento, con todo un legado de pinturas y grabados; restos de asentamientos y poblados al aire libre y de talleres de sílex, roca con la que se elaboraban herramientas cortantes, como cuchillos, y penetrantes, como puntas de lanzas y de flechas… La riqueza de estas tierras y su abundancia en recursos es lo que atrajo a esas primeras comunidades humanas que, tras asentarse en ellas, jamás abandonarían estas montañas, estos valles, estos ríos…



Dolmen de la Giganta, Ronda
 
Dolmen del Tesorillo de la Llaná, Alozaina

    Hoy nos detendremos a conocer una pequeña cueva situada junto a Jorox, ese tranquilo rinconcito perdido entre huertas y molinos harineros entre Alozaina y Yunquera, a los pies de las estribaciones de Sierra Prieta, en el que cuando te sumerges no pasa el tiempo… En este entorno existen varias cavidades, como la cueva de la Murcielaguina o del Algarrobo, que han tenido usos y ocupación desde tiempos muy remotos. Y es que en palabras de Tomás Rueda Gaona (Coordinador de la Reserva de la Biosfera y de la Mancomundiad Sierra de las Nieves), nos encontramos ante la “milla de oro” de la prehistoria en la Sierra de las Nieves.

 

Jorox y sus cavidades

    La cueva de las Vacas o del Tajo de Jorox se abre junto al río Jorox y es visible desde la carretera cuando bajas de Yunquera, como una tronera a unos cinco o seis metros sobre el camino. La penúltima vez que subí fue bien. Estaba ágil. Pero esta última, con años y kilos de más, me las he visto y deseado para no despanzurrarme. Hasta hace unos años esta entrada todavía conservaba un muro de cierre de piedra seca de alrededor de un metro de altura que servía para guardar el ganado, como puede verse en fotografías antiguas. No es mucha la información que he hallado de ella. Aunque hay un informe de los años setenta del pasado siglo, las referencias serias a esta cueva son muy, muy escasas, lo que ha condicionado el contenido de esta entrada.

 

La cueva de las Vacas desde la carretera
 
 
A los pies de la cueva de las Vacas
 
 Interior de la cueva de las Vacas en 1968 (GEMA),
puede verse el muro exterior


    Esta cavidad consta de dos salas. La más próxima a la entrada todavía conserva una gran cantidad de estiércol en superficie, dados sus pasados usos ganaderos, junto a rocas caídas del techo y basura, mucha basura. La sala más alejada de la entrada se comunica con la primera por un estrechamiento ascendente, presentando su superficie cubierta por una gran cantidad de bloques y piedras desprendidas, consecuencia probablemente de desprendimientos del techo o penetración a través de la apertura que se sitúa en su techo al fondo a la izquierda.

 

Planta de la cueva de las Vacas 
(Marques Melero, I. y Ruiz Rodríguez, A.C.: El Solutrense en la Cueva del Tajo de Jorox, Alozaina, Málaga. 1976. pp.46 y ss)

    Debido a su expolio sistemático, hoy día es complicado localizar restos arqueológicos, aunque no se puede descartar la existencia de éstos bajo los sedimentos superficiales. Además del expolio, la cueva, como ha sido reutilizada a lo largo del tiempo hasta casi la actualidad, conserva en sus paredes los negros efectos del uso de fuego, que han podido ocultar vestigios pictóricos y grabados. En mi última visita (08/12/2023) he podido comprobar que algunos salvajes han abierto una serie de oquedades en sus paredes por medios mecánicos… En su entrada conserva grabados prehistóricos, pero algunos cafres los han dañado deliberadamente. Nunca entenderé la gracia que encuentran algunas personas al destruir un patrimonio tan antiguo y aunque nunca dudaré de su pertenencia a la especie sapiens, hay que apuntar su inclusión en la subspecie gilipollensis, por supuesto.


    Los materiales procedentes de esta cueva y que se encontraban en una colección particular en Ronda en manos del vecino José Llamasares, fueron estudiados y publicados por Marques Melero, I. y Ruiz Rodríguez, A.C.: El Solutrense en la Cueva del Tajo de Jorox, Alozaina, Málaga. 1976. pp.46 y ss., hace ya medio siglo. Entre las herramientas líticas en sílex había raspadores, buriles, lascas, una hoja de laurel, puntas… que estos prehistoriadores adscriben a la cultura Solutrense (22.000-17.000 a.n.e.), dentro del Paleolítico Superior (30.000 – 12.000 a.n.e.). Entre los materiales, curiosamente, también se hallaron piezas de colgantes, como la valva derecha de un Pecten Máximus L., según indican los investigadores, o sea, de una concha de vieira, que por su tamaño formaría parte de un colgante. Y es cierto que era frecuente en la prehistoria emplear una gran variedad de moluscos como cuentas de collar.

 

 
 
Herramientas líticas y vieira procedentes 
de la cueva de las Vacas
(Marques Melero, I. y Ruiz Rodríguez, A.C.: El Solutrense en la Cueva del Tajo de Jorox, Alozaina, Málaga. 1976. pp.46 y ss)
 

    Estos materiales fueron recogidos sin observar una metodología científica, por lo que están totalmente descontextualizados, por lo que no mucha información se puede extraer de los mismos. Si la cueva se hubiera excavado con un proceder arqueológico, se hubiera determinado la localización y profundidad de estos elementos en su contexto, lo que nos hubiera ayudado a comprender el yacimiento en su totalidad, los distintos usos de los espacios...

 

   También se han localizado a la entrada de esta cueva algunos grabados que han sido ubicados cronológicamente en el Epipaleolítico (8.000-6.000 a.n.e.), pero con ciertas reservas. Este período, a grandes rasgos, se corresponde con el momento en que en la Península Ibérica se detecta la transición de economías de vida de cazadores-recolectores a productores, basados en la agricultura y la ganadería. Una complicada época en la que las comunidades humanas van pasando de depredadores a productores. En cuanto a los grabados, se trata de trazos paralelos, parrillas, mayormente grabados con buriles de sílex (útil prehistórico fabricado a partir de piedra o mediante una técnica especial de retoque llamada técnica del golpe de buril ), típicas de un momento anterior al arte esquemático. Éstos también se han documentado en la cueva de La Pileta y la de Ardales, que contienen unas impresionantes manifestaciones artísticas primitivas y la de Ardales incluso con expresiones pictóricas atribuidas a los Neanderthales. Pero desconocemos por completo los significados que contenían estas primitivas expresiones artísticas y las razones por los que estas personas los elaboraron.

 

Entrada a la cueva de las Vacas
 
La primera sala de la cueva de las Vacas

 
Perforaciones recientes realizadas en 
la cueva de las Vacas

     El motivo que me ha llevado a escribir esta entrada, precisamente, han sido esos grabados. Hace años unos salvajes no tuvieron más ocupación que esgrafiar sus nombres sobre algunos de ellos en lugar de haberlo hecho sobre sus propios órganos sexuales. La destrucción de ese patrimonio es irreversible y perdemos un legado de diez mil años por la actuación de unos salvajes desaprensivos. No son los únicos grabados que conserva esta pequeña cueva y que son de muy difícil apreciación, pero no vamos a revelar su ubicación, para que los tontos de turno no vengan a destruirlos.

 

 

Grabados vandalizados en la cueva de las Vacas.
La tal/el tal Moly se podría haber grabado su 
nombre en la "pipa er jigo"/"plazoleta er capullo"
 
 Uno de los grabados milagrosamente no vandalizado
en la cueva de las Vacas

      Y habrá quien me diga con total normalidad, que eso no es nada, que son cuatro arañazos mal hechos sobre la pared de la cueva, que casi no se ven, que no tienen valor... Muchas veces reflexiones fruto del desconocimiento y de la falta de sensibilidad. Pero es que es arte, es que es una de las expresiones artísticas más antiguas de la Sierra de las Nieves. Es uno de los vestigios más ancestrales del hábitat del ser humano en este territorio.  ¿A que lo de Picasso también parecen cuatro trazos mal dados? ¿Eh? Y no veas lo que valen sus cuadros, tanto en valor monetario como en valor artístico. Pues el valor de estos grabados para nuestra historia es incalculable. No se puede cuantificar. ¿Qué significaban? ¿Con qué intenciones se hicieron? Quizás nunca lo sabremos, pero ahí están. Ahí llevan cerca de diez mil años. Más del doble que las pirámides de Egipto.

 

    En las inmediaciones de esta cueva existen otras cavidades con interesantes restos y huellas de una ocupación muy primitiva. Frente a ella se encuentra la cueva de la Murcielaguina o del Algarrobo. En ella aparecieron restos arqueológicos relacionados con un enterramiento colectivo, donde aparecieron huesos de varios individuos, utillaje lítico pulimentado y tallado y material cerámico con decoración a la almagra, así como un brazalete de mármol y un pequeño ídolo con forma de violín. Posiblemente estemos ante un enterramiento colectivo de época Neolítica pero parece que la recogida de materiales, que tuvo lugar en julio de 1968 en el curso de una exploración espeleológica realizado por el Grupo Espeleológico GEMA, no se realizó con procedimientos arqueológicos, por lo que no se puede realizar una profunda interpretación del espacio. Y no me cabe la menor duda de que los miembros de GEMA recogieron esos materiales para evitar su expolio. Por otra parte, destacar que esta cueva aloja a una importante colonia de murciélagos cavernícolas y que hasta hace pocas décadas algunos agricultores entraban para extraer guano, o sea, cacota de murciélago, para emplearla como fertilizante en sus campos. En Tolox la cueva de la Tinaja era también una importante fuente de guano para algunos agricultores.

 

Espeleólogos investigando la cueva de la 
Murcielaguina (GEMA)

    Hace años, en las inmediaciones, de Jorox, se hallaron varios pequeños cilindros de oro. Hay quien señala que aparecieron en la cercana cueva de las Mesa. La cuestión es que al haber sido hallados fuera de contexto, no se sabe a ciencia cierta si formaban parte de un ajuar funerario. El problema de recoger material arqueológico sin procedimiento y autorización arqueológicas, sin seguir un método científico, además de ser un grave delito, nos priva de nuestro pasado, de nuestra historia y de nuestros legados.

 

 


    La cuestión es que tanto éstas como muchas otras cuevas del Parque Nacional Sierra de las Nieves han sido y continúan siendo expoliadas y vandalizadas. Aunque gran parte de los daños sobre el patrimonio cultural se hace de forma inconsciente, más por desconocimiento que por otra cosa. Estos espacios, desde la perspectiva de la arqueología y la conservación del patrimonio cultural prehistórico, son muy frágiles y vulnerables.


    Una iniciativa posible, necesaria y deseable sería establecer convenios de investigación con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (competente en materia de patrimonio cultural) y la Universidad de Málaga y/u otras para inventariar y catalogar todo este legado, poner al día los conocimientos, continuar con las investigaciones, llevar a cabo campañas de difusión y, por supuesto, establecer medidas de protección y conservación que eviten que ese patrimonio se vaya deteriorando más y más hasta desaparecer totalmente.

 

(c) Diego Javier Sánchez Guerra.



martes, 12 de diciembre de 2023

EL MOLINO HIDRÁULICO HARINERO DE ALBAIVA. UN LUGAR ÚNICO Y SINGULAR EN CASARABONELA Y TODA LA SIERRA DE LAS NIEVES, EJEMPLO DE COMO PONER EN VALOR NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL RURAL

    Casarabonela siempre me ha parecido un pueblo deliciosamente misterioso, quizás por lo caprichoso de su caserío, enrevesado y laberíntico, por sus múltiples rincones, por sus formas cúbicas que me inspiran reminiscencias picassianas y por sus juegos de luces y sombras... Y hospitalario. Muy hospitalario. Cada vez que lo he visitado me han tratado y acogido de forma extraordinaria. Especialmente cuando he visitado el antiguo Molino de los Mizos, hoy renombrado como Molino de Albaiva, y por personas como Alfonso Rubio y su hijo Pedro Rubio. Pedro ¡¡Muchas gracias por el aceite!!

 

El entrañable Alfonso Rubio posando 
en una de las trojes del molino de aceite

    Nos encontramos con un pueblo que contiene un patrimonio natural y cultural excepcional y muy representativo de los pueblos de la Sierra de las Nieves, fruto de su fabuloso devenir histórico. Y es que el Parque Nacional Sierra de las Nieves y su entorno no sólo tienen unos singulares y fabulosos valores naturales, también detenta un enorme conocido patrimonio histórico y cultural, menos conocido pero no por ello de menos valor. Casarabonela, como inigualable telón de fondo tiene a la Sierra Prieta, una mole caliza que entre otras cosas encierra un pequeño y coqueto pinsapar en su cara norte al que se puede llegar a través de sus múltiples senderos, que se encuentran muy bien balizados y señalizados. 

 

    Esta sierra, mediante sus numerosos manantiales, ha amamantado a los moriscos desde tiempo inmemorial. Y no sólo eso. Sin lugar a equivocarnos podemos decir que Casarabonela, literalmente, brotó de sus aguas. Ese agua que nace en la Sierra Prieta está cargada de una sustancia que se llama carbonato cálcico. Éste, cuando se acumula sobre plantas y vegetación, va formando capas y endureciéndose, generando con el correr del tiempo (y del agua) un tipo de roca porosa y ligera llamada travertino. Casarabonela, sus huertas y su castillo, se levantan sobre varias grandes terrazas de travertino. Esto mismo lo observamos en pueblos como Yunquera y Ojén, por ejemplo, y en el edénico rinconcito de Jorox. El travertino se ha empleado primordialmente en construcción. De hecho algunos de los sillares del Castillo de Casarabonela y de sus murallas, que todavía perviven formando parte de muchas de las viviendas moriscas, eran de travertino. Este  material también lo observamos en varias partes del molino hidráulico harinero de Albaiva.

 


Detalle de roca travertínica
 

Terraza de travertino

 

Vista de Casarabonela con la Sierra Prieta nevada, 
que parece un polvorón

    A los pies de la Sierra Prieta se desparrama el caserío, coronado por su fortaleza de Casr Bonayra, que se eleva sobre una gran muela de travertino y nos trae los ecos de viejas batallas, pues recordemos que fue una de las fortalezas fieles al rebelde Ibn Hafsún en su guerra contra los omeyas de Córdoba y más adelante, en el siglo XV, ofrecería una tenaz resistencia a las tropas castellanas, hasta su rendición en 1485. Desde su posición privilegiada domina el pueblo y todas las tierras adyacentes, perdiéndose la vista en el Mediterráneo, cuyas aguas se disuelven en el horizonte con la luz solar. De este singular castillo hablaremos en otra entrada. El caserío, que destaca por su blancura tradicional, se adapta a una ladera muy pronunciada, de ahí la multitud de quiebros, estrecheces y lo laberíntico e inclinado de las calles, donde nos encontramos además con numerosas fuentes y un impresionante patrimonio en lo que a la arquitectura popular se refiere. Ese legado arquitectónico tradicional tan singular también se extiende a los numerosos cortijos que habitan su término municipal, pero eso daría para otras historias.

 

 

Vista de Casarabonela
 
 Una de las calles típicas moriscas

    Pero hoy visitamos Casarabonela por una buena razón. Su Ayuntamiento ha llevado a cabo un ambicioso proyecto de restauración y puesta en valor del conjunto del Molino de Albaiva (conocido hasta hace muy poco como Molino de los Mizos). Particularmente de un molino de hidráulico harinero anejo al molino de aceite que era muy poco conocido y que por sus condiciones de conservación, no se mostraba en las visitas al molino aceitero que hasta hace muy pocos años realizaba Alfonso Rubio. El esfuerzo que ha hecho el Ayuntamiento de Casarabonela conjugando una subvención de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía con fondos propios y la colaboración de la propiedad ha sido mayúsculo, por las condiciones de restauración, por los tiempos empleados, las inversiones realizadas y la coordinación del enorme equipo humano que ha habido detrás de esta actuación.

 

Diario Sur se hizo eco en septiembre de 2022 de 
la restauración del molino 
 
La maquinaria de molienda antes de su restauración
 
El techo de la sala de molienda antes de su restauración
 
La sala de limpieza antes de su restauración
 
Aspecto de la maquinaria tras su restauración, 
que luce como nueva
 
Instalación de la panelería interpretativa del molino
 
La sala superior del molino, donde se encuentra la tarara,
tras su restauración

    Normalmente los molinos cambiaban de nombre a lo largo del tiempo, cuando cambiaban de propietario. Pero a veces los nombres originales u otros prevalecían y se sostenían en el tiempo, no extraviándose en la memoria colectiva y llegando hasta nuestros días. Es totalmente cierto que se puede debatir sobre la pertinencia de este nombre, Molino de Albaiva, así renombrado por la proximidad a esta calle de Casarabonela. Decía al principio que Casarabonela me parecía un pueblo misterioso y uno de los motivos es porque conserva una variada toponimia proveniente de época andalusí, como la palabra Albaiva. Éste era el nombre que se le daba a una de las siete puertas que se abrían en la muralla que protegía a la Casarabonela andalusí (las otras eran las de Málaga, Alozaina, Martina, Xinav o Xincab, Postigo y del Arrabal) y que en el Repartimiento de Casarabonela (siglo XV) aparece con distinta grafía: Alboayba, Boayba, Alloayva. Según Chavarrí Vargas: “Diminutivo del ár. bab 'puerta de ciudad' (ALCALÁ, 359: bibb 'puerta de cibdad', con imela plena). A veces ofrece supresión del artículo: Boayba”


    Este topónimo también se extendía al nombre a la mezquita que existió en sus cercanías (“algima de la puerta Alboayba”), hoy ermita de la Vera Cruz, desde donde cada 12 de diciembre parten los flamígeros rondeles acompañando a su Divina Pastora. 

 

 

Ermita de la Vera Cruz
 
 La flamígera fiesta de los rondeles

    De hecho, ya aparece en el citado Repartimiento de Casarabonela una referencia a un molino en las inmediaciones de la puerta de Alloayva (Albaiva): «Un moral grande cabe el cabz del agua de los molinos entre molino de la puerta Alloayva y...» (f. 44). Este dato, que nos lo ofrece Juan Antonio Chavarría Vargas (ver bibliografía), nos está poniendo sobre la pista del origen del molino en tiempos medievales islámicos y certificando la antigüedad de este singular edificio, que podemos disfrutar hoy día completamente restaurado.



    El molino hidráulico harinero de Albaiva es lo poco que queda de una importante agroindustria rural de producción de harina que tenía su centro en Casarabonela. Aunque es cierto que se conservan parcialmente algunos otros molinos (no sabemos en qué condiciones) y entre los más mayores se mantiene el recuerdo de algunos más. Pero antes de hablar de esto, tenemos que hablar del agua, porque estos molinos eran movidos por la fuerza del agua y ésta tiene un papel extraordinariamente importante en los legados y patrimonios culturales de Casarabonela. Y en ello tiene un total protagonismo la Sierra Prieta, porque bajo su pecho pedregoso late un corazón que bombea el agua que a través de fuentes y manantiales llegaba a todos los rincones de Casarabonela gracias a una auténtica yugular hidráulica: el cauz, del que partían numerosas acequias. Según la RAE, esta palabra procede de cauce y significa caz, canal, acequia, aplante.

 

 

 El cauz en una representación de Casarabonela de 1752
 


El cauz y los molinos harineros y aceiteros de Casarabonela
a finales del siglo XVIII

 

    El cauz, popularmente conocido en Casarabonela como "el Río", era un conducto subterráneo de algo más de un metro de altura y poco más de medio metro de ancho que fue trazado y construido por los musulmanes entre los siglos XIV y XV, en plena época nazarí, cuando unieron las nutridas aguas de los manantiales de Comparate y de Jarea, para conducirlas y atravesarlas por el pueblo hasta llegar a sus productivas huertas de la parte más baja. No tiene cubierta abovedad, sino plana, lo que nos lleva a pensar que en origen no era subterráneo, sino que se fue cubriendo conforme fueron creciendo las construcciones.

 

Sección del cauz a su paso por el 
Molino de Albaiva

    A modo de arteria hidráulica y mediante ramificaciones, el cauz alimentaba numerosas fuentes, los huertos, algún lavadero (más recientemente)… y a finales del siglo XVIII servía a multitud de molinos de harina (de los once que había, siete eran movidos por agua), alguno de aceite (de los seis que había, uno era movido por agua y el resto era de sangre), seis telares (en el siglo XIX se elevan a 25), dos batanes de paños (en el siglo XIX se elevan a ocho) y una fábrica de aguardiente. Gracias al agua y a su sabio uso en Casarabonela floreció una importante agroindustria rural entre los siglos XVIII y XIX que tenía el agua como fuente de energía, que exportaba importantes cantidades de harina, telas, paños, aguardiente… Y todo gracias al agua, el “petróleo” de Casarabonela...

    Y es que la tradición harinera morisca es muy antigua. Ya en el siglo XVI, en el Libro de apeos de Casarabonela (ver bibliografía), se recogen varios de estos ingenios hidráulicos que molturaban tanto cereal como aceitunas aprovechando las aguas de un curso fluvial que bajaba de Sierra Prieta. En el libro de apeos leemos:…y el Arrabal pasa un rio que naze un Tiro de Alcabuz de la dicha Villa al pie de la dicha Sierra de Xanxa (Sierra Prieta) con cuia Agua muelen cinco Molinos los quatro de Pan, y uno de Aceyte de dos vigas que estna dentro de la dicha Villa

    Al parecer se menciona un molino de los Cubos en el repartimiento de 1492 y que en 1571 pertenecía a don Cristóbal de Córdoba, el magnate principal de la villa. El investigador Félix Retamero (ver bibliografía) plantea la posibilidad de que se trate del que hasta hace poco hemos conocido por molino de los Mizos, que a mediados del siglo XIX era conocido como el molino de la duquesa de Cervellón. Pero, como hemos señalado anteriormente, en los repartimientos de finales del XV se hace referencia a la existencia de un molino de la puerta Alloayva …Además, el molino de harinero protagonista de esta entrada no es de cubo, sino que se abastece mediante una canal inclinada. 

    El agua del cauz, más abajo, alimentaba las extraordinarias huertas moriscas y, además, daban alimento a tres molinos harineros más, como podemos seguir leyendo:…y salid de la Villa se riegan con el Agua del dicho rio las Huertas, Tableros, y Arvoledas que están en su contorno, y con la dicha Agua muelen ansi mismo otros tres Molinos que están fura de la dicha Villa y alrededor de las Casas, y entre las dichas Huertas

   Sin embargo hay algo que no vemos en el cauz y no me refiero sólo a su trazado. Algo que también posee este molino y que no podemos ver pero si apreciar: son las matemáticas. Sí, las matemáticas. Una disciplina que siempre se me ha dado muy mal pero que tiene una inmensa importancia en absolutamente todo lo que nos rodea. El cauz y la red de acequias que de él dependen, no se trazaron de forma improvisada ni al estilo compadre. Los andalusíes, antes de nada, tuvieron que realizar una serie de cálculos matemáticos sobre aspectos como los desniveles, los trazados, la presión que llevaría el agua, su caudal... para poder trazar una red de acequias que no fueran excesivamente inclinadas, sino la fuerza del agua podría desbordar las aguas o destruir las acequias, ni excesivamente llana, sino el agua quedaría remansada y no circularía correctamente, tardando más tiempo en llegar a sus sedientos destinos. Las cosas importantes son a menudo las que no se ven, como en la vida...

 

El Molino hidráulico 

harinero de Albaiva

    Nos encontramos sin duda alguna ante una de las joyas de Casarabonela y de todo el entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves, como vamos a ver. Se trata de un molino hidráulico harinero cuyo origen tendríamos que buscarlo en el siglo XV, en época andalusí. No sólo documentalmente se apoya esta afirmación, como hemos visto, pues durante las labores de restauración de este edificio apareció entre una de sus paredes una jarrita de época nazarí cubierta parcialmente con un vidriado melado. A lo largo del tiempo ha sido objeto de varias y profundas remodelaciones que empañan su lectura, pero que enriquecen su legado y sus valores.

    Este molino se alimentaba de las aguas del cauz que se desviaba por una acequia para, mediante un conducto, llegar hasta la parte baja del molino, llamado cárcavo o infierno. Este espacio se cubría con una resistente bóveda de ladrillo de barro cocido y piezas de travertino, bajo la cual se alojaban los rodeznos, dos ruedas de madera con palas que trasformaban la fuerza del agua en energía. La mayoría de los molinos hidráulicos tienen una bóveda de medio cañón, pero este no, este es muy singular. Su bóveda es de tipo carpanel, lo que hace que el espacio interior sea más ancho, quizás para alojar unos rodeznos que tuvieran mayor diámetro y con ello mayor potencia.

 

Interior de la bóveda de carpanel donde se alojaban los rodeznos

    ¿Y por qué este molino hidráulico es tan singular si en el entorno del Parque Nacional Sierra de las Nieves hay otros muchos más? Pues muy sencillo. Por la solución técnica única que le dio el molinero en su momento para aumentar la producción de harina. A ver, cuando un molinero quería dotar de otro juego de piedras de moler a su molino para aumentar su producción, lo normal es que adosara otra bóveda o dos más junto a la primera, para lo cual tenía que ensanchar el edificio. El molino hidráulico harinero de Albaiva no tenía esta posibilidad porque estaba ceñido por otras edificaciones, por un lado, y por el cauz, por otro. No podía crecer a lo ancho. Por tanto, la solución técnica fue bastante audaz: creció a lo largo. Su única bóveda fue alargada y se escalonó su suelo quedando a dos alturas. En él se colocaron dos rodeznos, pero no paralelos (de esto hay muchos ejemplos en toda España), sino uno a continuación del otro y parcialmente superpuestos. Y he ahí su originalidad y su singularidad, que lo hacen un molino hidráulico harinero verdaderamente único.

Sección del Molino de Albaiva con los dos rodeznos

    A partir de ahí, este molino es muy similar a los que hay en Sierra de las Nieves y otros lugares de España, pero con algunas particularidades no exclusivas. Por ejemplo, los molinos de los pueblos cercanos se abastecen de agua a través de uno o dos cubos, unas construcciones cilíndricas verticales de varios metros de altura que acumulan el agua y que por dentro tienen forma de embudo, más estrecho en la base. La conexión con la bóveda se hace mediante un saetín, un embudo de madera. Con ello sale menos agua pero a mucha presión. El de Albaiva lo hace mediante un canal inclinado con algo más de 45º, que se va estrechando hasta llegar a la bóveda, donde conecta con un saetín, por lo que el agua sale también a mucha presión. Como vemos, es un sistema muy similar. No descartamos que en alguna etapa constructiva anterior este molino poseyera un cubo, algo que hoy por hoy es muy difícil de probar. El agua, tras mover los rodeznos, volvía al cauz por un conducto hidráulico, para que volviera a aprovecharse para mover otros molinos, batanes, telares, regar las huertas...

    Los rodeznos conectaban con el piso superior, la sala de molienda, mediante unas barras metálicas, los palahierros, que se introducían en las piedras de moler para hacerlas rotar. Cada juego de piedras tenía dos piezas, la base o solera, que era fija, estática, y la de arriba, conocida como volandera o molinera, que era la que recibía el movimiento de los rodeznos.

    Sobre las piedras de moler se colocaba una tolva de madera a la que se le echaba el grano que iba a ser molturado. Mediante una canaleja el grano se iba introduciendo por el ojo dela piedra volandera, situado en el centro, para que fuera molido. El grano ya transformado en harina iba cayendo a un cajón, el harinal, que recogía el molinero. No terminaba aquí el proceso pues la harina debía ser cernida porque el grano tiene una cascarilla mu fina que lo protege. Esa cascarilla es conocida como afrecho y tras ser separada de la harina se le daba otros usos. Con este afrecho se alimentaba a las gallinas y en no pocas ocasiones algunas madres lo aprovechaban para rellanar las muñecas de trapo que les hacían a sus hijas. El molinero, por su trabajo, cobraba normalmente el 10% de del cereal molturado, lo que se llama maquila.

 

Elementos de un molino hidráulico harinero

 
La maquinaria del molino tras su restauración

    Junto al juego de piedras, en la pared, se encuentra la cabria o “percante” (pescante), una grúa de madera que servía para desmontar las piedras cada vez que el molinero debía de picarlas al objeto de avivar las estrías internas que permitían la correcta molturación. Y es que éstas, al ser de roca, sufrían un fuerte desgaste y con frecuencia debían ser desmontadas y picadas para avivar las estrías de su interior que eran las que entraban en contacto con el cereal para molturarlo y transformarlo en harina. El picado de las piedras lo había el maestro molinero. Si no se hacía bien, se podían romper durante la molienda. Estas piedras se extraían en canteras cercanas. En el castillo de Casarabonela hay una y por debajo del castillo, en plena calle, hay restos de otra. 

 

Detalle del pescante o cabria 

 Molinero picando las piedras
 
Muela inacabada de la cantera del castillo
 

Vieja cantera de piedras de molino harinero situada entre
Calle Puerta de Alozaina y Calle Muro

    La extracción de las piedras era una labor delicada y laboriosa, colmada de paciencia porque había que hacer todo el trabajo a mano. Había que marcarlas y picar a mano todo su volumen. Luego había que extraerlas con unas cuñas. Posteriormente se afinaban y se les hacía el agujero en el centro y otros a los lados, para poder ser montadas y desmontadas dentro del molino. El traslado al molino siempre era duro por el peso de las muelas y por lo agreste del terreno. En esta ardua labor tenían que participar varios hombres ayudados por unas gruesas cuerdas.

    Los molinos solían moler de noche y durante determinadas horas, respetando los turnos asignados, porque el agua del cauz había que compartirla con los regantes de las huertas, con otros molineros, con lo bataneros... Esto limitaba los días y las horas de trabajo y por tanto, la capacidad productiva del molino. Es por ello que a mediados del siglo XX este ingenio hidráulico sufrió una enorme transformación: se desmontaron los dos empiedros y los rodeznos con todos sus sistemas, y se introdujo un motor eléctrico que mediante poleas, correajes y ruedas dentadas, movía un nuevo empiedro y otros elementos, como una máquina de limpiar y cernir cereal, la tarara, que se ubicó en el piso superior, sobre la sala de molienda.

    De este modo todo el procedimiento de limpieza y carga de cereal se hacía ahora desde el piso superior. El cereal se limpiaba de polvo e impurezas en la tarara, que mediante unas correas recibía la fuerza del motor eléctrico situado en la sala de molienda. A través de un tubo que bajaba directamente al empiedro se conducía el trigo ya limpio, donde era molturado.

 

Detalle del sistema de engranajes donde puede 
observarse el curioso detalle de que uno de los
engranajes tiene los dientes de madera

La tarara y la sala de limpieza después de su restauración

    La modernización afectó también a las piedras molturadoras, que se sustituyeron por muelas francesas de sílex, una roca mucho más resistente y que apenas se gastaba, por lo que debía ser picada con muy poca frecuencia. El resultado era que el molino paraba mucho menos y producía más. Estas nuevas muelas procedían de La Ferté, en Francia, donde había fábricas que producían miles al año. En lugar de ser de una pieza, como las precedentes, se formaban por varias piezas que encajaban perfectamente y se unían don dos fuertes correas metálicas. Según nos ha informado Pedro Rubio, las muelas francesas de este molino procedían de otro molino harinero de Casarabonela que estaba en desuso y que su padre Alfonso había adquirido.

 

Una muela francesa formada por piezas encajables
 
Una muela monolítica

    Estas innovaciones fueron capitales al incrementar enormemente la capacidad productiva, pues el molinero podía molturar más cereal durante todo el tiempo que quisiera, a pesar de poseer un sólo juego de empiedros, no dependiendo del agua y de los turnos de riego, sino de la electricidad, que, no nos engañemos, también sufría cortes de vez en cuando por lo incipiente de su sistema eléctrico.

    Pero pocos más años estuvo en funcionamiento este molino y la mayoría de los de su tipo, pues se conjugaron dos factores que se retroalimentaban: por un lado, las política restrictivas del régimen franquista, que iban poniendo muchos impedimentos y trabas a estos pequeños ingenios para con ello favorecer a las modernas industrias harineras, las cuales, dotadas de máquinas mucho más modernas contaban con mucha más capacidad productiva y generaban una harina de mucha mayor calidad, más limpia y depurada. La combinación de ambos factores provocó que estos ingenios hidráulicos fueran echando el cierre poco a poco y que molinos y molineros, después de más de medio milenio, fueran desapareciendo del medio rural.

    Después de casi cinco siglos este molino se jubiló, dejó de moler cereal y calló para siempre...

    El molino hidráulico harinero de Albaiva no es el único molino musealizado en la Sierra de las Nieves, pues tenemos el de Ojén (del que ya hemos tratado en este blog) y el de Guaro. El de Guaro es de aceite y el de Ojén originalmente era de harina y con el tiempo se transformó en molino aceitero, aunque más adelante funcionó fugazmente como fábrica de aguardiente. No obstante, como el conjunto de los Molinos de Albaiva no hay ninguno en la zona y el de harina, como hemos señalado, es único en su especie.

 

 
Museo del Molino de Ojén, con el desacertado aditamento
de la rueda vertical 

Interior del Museo del Molino de Guaro

    La riqueza patrimonial ligada al agua en Casarabonela es apabullante y supone uno de los ejemplos más representativos en toda la Sierra de las Nieves. Una buena iniciativa sería la de hilvanar todos sus patrimonios hidráulicos en una ruta, suerte de centro de interpretación a cielo abierto que integrara todos esos espacios y lugares, utilizando, como no, los medios digitales y en los que tuviera cabida no sólo los elementos culturales materiales (fuentes, acequias, molinos...), sino también el patrimonio cultural inmaterial vinculada a la gestión y explotación del agua, sustentado en la memoria. Para ello se podría poner en marcha un proyecto para recuperar los recuerdos de los vecinos más mayores de Casarabonela en relación a la molinería hidráulica harinera, a los usos del agua y de ciertos espacios ligados a ella, como los lavaderos, las huertas... y además de plasmarlo en un libro, emplearlo para la puesta en valor de esos elementos, de esa cultural del agua y para dinamizar al colectivo de la tercera edad.

 

    El conjunto de los Molinos de Albaiva, tanto el de aceite, que también ha sido objeto de una limpieza y un acondicionamiento en profundidad, como el de harina, fueron inaugurados en la tarde del lunes 11 de diciembre de 2023. Al acto inaugural, que fue presentado por su Alcalde D. Antonio Campos Campos y por parte de la propiedad, D. Pedro Rubio González y D. Antonio Rubio González, les acompañaron el Delegado Territorial de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, D. Fernando Fernández Tapia-Ruano y la Diputada Delegada de Igualdad, Servicios Sociales y Familias de la Diputación Provincial de Málaga, Dª María  Dolores Vergara Trujillo. D. Antonio Campos tuvo palabras de agradecimiento para la familia Rubio González como propietarios de los molinos por su estrecha colaboración, para la Junta de Andalucía por la subvención otorgada y un especial y emotivo recuerdo para Alfonso Rubio y Ana González. A renglón seguido D. Fernando Fernández tomó la palabra y mostró su apoyo a la restauración y puesta en valor que el Ayuntamiento de Casarabonela había hecho de los molinos, poniendo énfasis en promover iniciativas encaminadas a preservar los valores del mundo rural. Por último, Pedro Rubio quiso también tener un especial y cariñoso recuerdo para sus padres, Alfonso Rubio y Ana González (a los que todos los presentes tuvimos en todo momento en nuestras cabezas), finalizando con una reseña histórica de este singular espacio.

    La presentación se complementó con dos actividades, a saber, una cata-degustación de aceite dirigida por el Médico Experto en Nutrición y apasionado de la Cultura del Aceite, D. Francisco Lorenzo Tapia y una ruta guiada e interpretada por el recién restaurado molino hidráulico harinero, que tuve la inmensa suerte de realizar yo. Asistieron en total casi cien personas. Tras las actividades tomamos un reconfortante piscolabis y tuve la inmensa suerte de recibir como regalo varias botellas del preciado aceite de Casarabonela :-) :-) :-).


De izquierda a derecha: Dª María Dolores Vergara, D. Fernando Fernández,
D. Antonio Campos y D. Pedro Rubio.
 
Escena de la cata
 
El conjunto de los Molinos de Albaiva 
 
Un servidor haciendo las labores de guía

    Para terminar, decir que la restauración de este espacio y su puesta en valor por el Ayuntamiento de Casarabonela, al que felicito desde estas letras en la persona de su Alcalde, D. Antonio Campos Campos, es todo un acierto y debiera de servir de ejemplo a otras poblaciones rurales, pues en el caso de Casarabonela va a suponer un reclamo que se sumará a todos los recursos turísticos que ofrece este bello municipio (Museo del Cactus, Iglesia de Santiago, ermitas, red de senderos…). A ello, por supuesto, debemos añadir una gastronomía excepcional y unos productos locales, como el aceite y la aceituna, que son verdaderamente extraordinarios. Y es que la Málaga interior, la Málaga rural, posee unos fabulosos legados patrimoniales que de ser puestos en valor potenciarían sectores económicos como el turismo rural, la artesanía, la agroindustria, los productos locales, la gastronomía, la agricultura, la ganadería... proporcionando un fuerte empuje al empleo y al desarrollo económico en estas zonas. Nunca me cansaré de decirlo.

 


 
Me despido desde la plaza de Buenavista, 
que no puede tener mejor nombre



Bibliografía y fuentes consultadas


Chavarría Vargas, Juan Antonio: La toponimia árabe del repartimiento de Casarabonela (Málaga). Aproximación a su estudio. Revista Jábega nº 77. Año 1997. Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga.


Gómez Armada, Francisco y Martínez Enamorado, Virgilio: Repartimiento de los bienes de los moriscos de Casarabonela. Colección El Havaral. Ediciones Pinsapar. Casarabonela, 2014.


López García, Esteban: Molientes y corrientes. Los molinos de harina y de aceite en la Algarbía de Málaga tras la conquista castellana. Culturas en contacto: conflicto, asimilación e intercambio, págs 159-167, 2018.


Retamero, Félix: ¿”Como solía en tiempos de moros”? Los riegos después de las conquistas. El caso de Casarabonela, Málaga (siglos XV-XVI). Este artículo es una parte, con algunas modificaciones, del trabajo escrito con Virgilio Martínez Enamorado, Ancient irrigation in a new world. Water distribution after the Christian conquest of al-Andalus. The case of Casarabonela (Málaga. Spain), 15th-16th centuries, in The unending conquest. Al-Andalus and the Americas (13th – 17th centuries). Destruction and construction of societies, Brill, en prensa.


Sánchez Guerra, Diego Javier: La representación de Casarabonela en el Catastro de Ensenada de 1752, 2021.

http://airesdemonda.blogspot.com/2021/03/la-representacion-de-casarabonela-en-el.html


Casarabonela, la Sierra de las Nieves y el valle del Guadalhorce según un plano del párroco de Casarabonela, Antonio García Donoso (1780). Parte I, 2021.

http://airesdemonda.blogspot.com/2021/03/casarabonela-la-sierra-de-las-nieves-y.html

Respuestas Generales de Casarabonela en el Catastro de Ensenada (siglo XVIII) AGS_CE_RG_L281 (enlace al archivo digital: https://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=4&opcionV=3&orden=1&loc=1444&pageNum=1 )

 

 

 

 

 (c) Diego Javier Sánchez Guerra.