Esta entrada me ha salido tan larga que he tenido que dividirla en dos partes, pero es que me pongo a escribir y se me va la pinza. En la presente he hablado del tema de los molinos, acequias, albercas... en Alpujata. En la siguiente entrada le toca el turno a algunos de los antiguos oficios relacionados con el agua, ese patrimonio cultural inmaterial que va camino de perderse irremediablemente, y para el que he contado con la colaboración estelar de mi augusta madre: Encarna Guerra, para cuestiones más etnográficas. Pero también he recurrido al biólogo mondeño Miguel Ángel Puerto González, que ha accedido a ilustrarnos sobre la enorme riqueza y diversidad ecológica y natural en el ámbito del arroyo de Alpujata.
A las fotografías he acompañado algunos dibujos y bocetos que pueden aproximarse bastante al aspecto que pudieron tener los molinos en su origen, aunque podrían ser más precisos si pudiera disponer de más detalles y de más tiempo. Y, por cierto, los pies de foto salen dispares, pero es que no he tenido dichosa manera de que todos salgan con la misma tipografía y tamaño de letra.
Hace algunos años dediqué una entrada en este blog a los molinos “moriscos” de Alpujata. La primera vez que los visité, que los “descubrí”, tendría unos trece o catorce años -era un muchacho muy curioso, lleno de ilusiones, de rostro imberbe e inmaduro con un nutrido y precioso cabello peinado con la raya al lado- me quedé sumamente impresionado por aquellas ruinas perdidas en el tiempo a punto de desplomarse, solamente sostenidas por unos recios arcos e invadida por una tupida y colorista vegetación de ribera mediterránea que les daba ese característico aspecto de ruina romántica decimonónica. Además, fui sólo, con lo que la impresión que me llevé fue mucho mayor… Amplificó mi impresión el fabuloso alcornocal junto al que se camina ascendiendo por la Acequia Madre y el alucinante y misterioso bosque-galería del arroyo, hoy tristemente desaparecido debido a las fuertes lluvias de años precedentes. Y es que no nos enteramos de lo mudable que es la vida…
Durante años y hasta el
presente, los he seguido visitando con la misma o mayor fascinación,
descubriendo nuevos detalles y elementos cada vez que vuelvo, encontrándolos también
en algunos libros y archivos, sumando conocimientos y entendiendo mejor la
esencia de estos bellos ingenios hidráulicos que hunden sus raíces en los
oscuros siglos medievales y de los paisajes, “paisanajes” y entornos en los que
se encuentran perfectamente enclavados. Porque estos molinos formaban y forman
parte de un amplio espacio globalmente pensado y modelado para aprovechar al
máximo el escaso caudal de agua de un cauce típico mediterráneo como es el
arroyo de Alpujata, conocido poco más abajo como Alcazarín (proveniente de un
topónimo de origen islámico que viene a nombrar una estructura de carácter castral,
viniendo a significar algo así como
De esta forma estos molinos,
estos viejos ingenios hidráulicos, están íntimamente interconectados, teniendo
como denominador común el agua, a toda una red de infraestructuras de
aprovechamiento hidrológico como un pequeño azud y sus canalizaciones, dos
antiguas presas y una importante red de acequias que tienen su origen en los
siglos medievales de mano de la cultura andalusí, en concreto de la nazarí. A
ello hemos de sumarle la enormidad de acequias secundarias y de albercas,
destacando la Alberca Grande, por los motivos que más adelante relataré, las
preciosas huertas de Alpujata con sus diversos cultivos y otro elemento no
menos importante: el factor humano. Sí, el HOMBRE, en mayúsculas y en su amplio
concepto del que formamos parte mujeres y hombres indistintamente. El
patrimonio cultural inmaterial ligado a los aprovechamientos hidrológicos, a
los espacios de huerta, a los regadíos, a las acequias, a los cultivos, a la
gestión, explotación y mantenimiento de los molinos harineros y otras
infraestructuras hidráulicas… es tan sumamente importante como el patrimonio
cultural material del que hablaremos: agricultores y jornaleros, alcaldes del
agua, molineros, lavanderas, esparteros…
Empecemos pues, enumerando y
describiendo las infraestructuras hidráulicas que existen en el arroyo de
Alpujata (de los Helechares, aguas arriba) desde la toma cerca de su nacimiento
hasta la Alberca Grande y un poco más abajo pero antes, me gustaría hablar
brevemente sobre el significado de la palabra Alpujata, topónimo del que hay
diferentes interpretaciones sin que hasta el momento haya un total acuerdo
entre los especialistas: para Asín Palacios,
significaría Alberca (Contribución a la toponimia árabe de España);
para Gonzalo Mateo Sanz, Alp-utx-ata,
significaría el puerto de las peñas del
río (La naturaleza en la toponimia
española, I); para Elías Terés es más probable que se trate del mozarabismo
pawyáta, con el significado de posada (Antroponimia Hispanoárabe según fuentes latino-romances); en último
lugar, para Chavarría Vargas y Martínez Enamorado, el topónimo Alpujata parece
tener una base indoeuropea Alp/alb, con el significado primario de altura, ladera, monte (Toponimia mayor de la Serranía de Ronda).
De todas estas propuestas y aunque no soy especialista en toponimia ni mucho
menos, me llama la atención el significado propuesto por Asín Palacios, alberca,
que casaría con la importancia de los aprovechamientos hidráulicos del lugar
desde época medieval. La de Gonzalo Mateo, puerto de las peñas del río,
también, porque el arroyo nace en un lugar de paso hacia Marbella, un pequeño
puerto, y su cauce es un grandísimo pedregal, como cabría esperar. La última
interpretación que asocia el topónimo a un espacio de altura, ladera, monte,
tampoco iría muy desencaminada habida cuenta del severo carácter orográfico del
terreno. En cuanto a la tercera, en la que se relaciona el topónimo con la
lengua mozárabe otorgándole un significado de posada, nada podemos decir
al respecto más que han pervivido muy pocos topónimos mozárabes y muchos de
ellos, casi todos, sólo podemos rastrearlos en las fuentes documentales. En tal
sentido la toponimia mozárabe es muy interesante como punto de partida para
estudiar el poblamiento altomedieval.
Dicho
esto, dejemos que los especialistas se peleen y se aclaren, o no, y ahora sí ¡Vamos
al lío!
El
azud
Cerca de la toma de agua que
la Comunidad de Regantes de Alpujata tiene en el arroyo de los Helechares,
existe un pequeño azud construido a finales del siglo XVIII o en los primeros
años del siglo XIX (algo más arriba hay otro de ladrillo actual, pero no
sabemos si sustituye a otro más antiguo), a juzgar por su composición y
estructura. La palabra azud (o azuda), según la proviene del árabe hispánico
1. m. o f. Máquina en forma de rueda que, movida por la corriente de un río, saca agua para regar campos.
2. m. o f. Barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usoso.
2. m. o f. Barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usoso.
Nosotros nos quedamos con el segundo de los signifcados, una "barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos", porque esa es la función que claramente tuvo. La obra, que muerde con desesperación la roca base del cauce, está realizada en mampostería trabada por una argamasa muy rica en cal
para proporcionarle fuerza y solidez a la obra, habida cuenta de su función
estructural en un medio acuático como en el que se inserta ¿Cuál era el objeto de
este elemento, no tan desconocido, que aquí damos a conocer al gran público?
Muy sencillo: remansar y dirigir las aguas del cauce a través de una larga
acequia que se conserva en parte en la margen derecha del arroyo, hasta el
primer molino, o Molino de Arriba, concretamente hasta desembocar en su
alberca.
El azud
Detalle del azud donde debió haber una compuerta
La acequia
del azud
La construcción de este segundo elemento no es moco de pavo; hay que tener en cuenta que antes de mover una sola piedra, de dar una sola cavada, de arrancar una mata o de echar un sólo trago de vino, hubo de realizarse precisos cálculos matemáticos (precisos y preciosos, porque las matemáticas son muy bellas) para estimar el desnivel y proporcionarle una inclinación apropiada a la acequia. Si estaba muy pendiente, se corría el riesgo de que el agua llegara con demasiada fuerza al molino e incluso se desbordara antes de llegar a él, mientras que, si la pendiente era poco pronunciada, podría ocurrir que el agua no circulara como debía, que se estancara a tramos… Esta acequia, que tiene más de cien metros y está realizada con mampostería combinada con una argamasa bastante generosa en cal, serpentea parsimoniosa por la ladera del encajado y angosto cauce fluvial hasta llegar al Molino de Arriba, hasta remansarse calmosa en su generosa y maternal alberca. Su conservación a día de hoy es muy mala. Hemos de tener en cuenta que mientras estuvo en funcionamiento era mantenida para que su rendimiento fuera óptimo (limpieza, restituciones…). Hoy día la vegetación y los procesos erosivos han provocado importantes daños e incluso destrucciones parciales.
Vista de parte de la acequia
El azud y la
acequia se construyeron a la par del siguiente elemento, el Molino de Arriba,
que sin ellos no habría tenido razón de ser.
El Molino de
Arriba
Como decía, la acequia conducía
el agua del arroyo al Molino de Arriba. Esta construcción es realmente
impresionante por dos motivos: el primero por la naturaleza de la construcción,
ejecutada con unas enormes rocas y en la que debieron participar un importante
número de obreros y personal con suficientes conocimientos técnicos como para abordar
la construcción de una infraestructura de estas características. El segundo,
por el entorno extraordinario y de gran valor ecológico en el que se encuentra;
recordemos que para llegar a él hay que pasar por un bosque de alcornoques,
caminar junto a una acequia con más de medio milenio de edad y atravesar un
pequeño bosque fluvial efervescente de vida hasta encontrárnoslo casi por
sorpresa.
El Molino de Arriba con su alberca y su sala de molienda
Se trata de un molino de
cubo y dos paradas, con la singularidad de poseer en la zona más elevada una
balsa o alberca para almacenar energía en forma de agua, como vamos a ver a
continuación. El elemento más sorprendente y destacado de este molino es la
mencionada alberca. Está realizada a base de una estructura maciza que puede
tener más de diez metros de altura desde la base, compuesta por grandes rocas,
pues debía soportar una fuerte presión y peso ejercidos por el agua que se iba
almacenando. Esta alberca tiene forma rectangular y alargada, por un extremo le
entraba el agua y en el otro extremo, de cara al arroyo, conserva los dos
cubos, dos resistentes bajantes o tubos realizados con ladrillo de barro cocido
y trabados con una argamasa muy rica en cal y muy bien enlucidos, dado que
debían aguantar una fuerte y constante presión de agua además de la continua
humedad. Las paredes laterales de esta obra caen en vertical, no así la
frontal, la que da de cara al cauce fluvial, que presenta cierta inclinación,
creemos que para darle más resistencia a la obra y para que los conductos de
los cubos no caigan en vertical, sino con una mínima inclinación minuciosamente
calculada.
Alberca o balsa del Molino de Arriba
Detalle de uno de los cubos
A los pies de esta
estructura, adosada a ella, se encuentra una edificación de planta rectangular
de varias alturas, es el molino en sí mismo, el lugar donde se molía el cereal
y se almacenaba la harina, que presenta las siguientes características: en la
base, poco más elevados del nivel del cauce, están los dos arcos
característicos de este tipo de molinos, los denominados cárcavos; se trata de dos
bóvedas donde se alojaban los rodeznos, las ruedas de madera con cucharas o
palas que eran movidas por el agua y transmitían su movimiento circular a las
piedras molturadoras. Era el lugar donde se alojaba el motor o los motores, por
así decirlo, del molino. Estas bóvedas están ejecutadas con una gran maestría,
pues debían soportar casi todo el peso del edificio y especialmente el de las
pesadas piedras de moler, que podían alcanzar varios cientos de kilos. A la
derecha nos encontramos con una pequeña escalera mal conservada, que nos conduce
al interior del molino, dividido éste en tres habitáculos o espacios; a la
entrada, un pequeño espacio con restos de una chimenea que se construyó
condenando una puerta de acceso, seguramente la original, y a continuación,
otra pequeña habitación donde imaginamos se almacenarían herramientas,
productos… Esta habitación es un pequeño aditamento posterior a la obra inicial
como puede observarse mirando detenidamente los muros, además, tenía una
pequeña cubierta a un agua de teja mora inclinada al lado contrario al arroyo y
debió construirse para servir de desahogo, almacén, lugar de descanso del
molinero… quizás al quedarse pequeña la construcción.
Los cárcavos del Molino de Arriba
El Molino de Arriba visto desde el frente
Uno de los empiedros del Molino de Arriba.
Conserva los dos
A la izquierda de la
escalera nos encontramos con la sala de molturación propiamente dicha, que
conserva algunas de las piedras molturadoras. En la sala de molturación había,
creo, dos pequeñas ventanas, que se intuyen a pesar del derrumbe parcial del
muro. Sobre esta planta se levantaba un espacio abuhardillado, pues se observa
en los paramentos los huecos que alojarían las vigas de madera que sustentarían
el piso elevado.
El edificio principal, la
crujía que miraba de cara al arroyo, recibía una cubierta a un agua de teja
mora, como puede observarse por los restos conservados. Junto a este edificio
hemos identificado un horno de pan que ha perdido la casi totalidad de su
cúpula, pero que se identifica claramente.
Interior del Molino de Arriba
Restos del horno
El funcionamiento de este
tipo de molinos harineros era muy sencillo. La acequia conducía el agua a la
alberca y ésta, a los cubos. Cuando estaba llena, se abría unas compuertas y el
agua bajaba por los cubos hacia los cárcavos, donde había, en cada uno de
ellos, una pieza de madera con forma de embudo llamada saetín, que proyectaba
con fuerza el agua hacia las palas o cucharas de la rueda o rodezno. Como el
tubo interno del cubo iba reduciendo su diámetro a la vez que bajaba, el agua,
al salir por el saetín, lo hacía en menor cantidad, pero llevaba una gran
fuerza debido a la enorme presión a la que se veía sometida, de ahí que la obra
del cubo fuese muy sólida y consistente, como hemos señalado, para no reventar
por la presión. El rodezno, que descansaba en una gran viga de madera a través
de dos piezas de bronce, el dado y la cruz, tenía una barra metálica en el
centro, un eje, el palahierro, que transmitía la fuerza giratoria a las piedras
molturadoras que se encontraban arriba, en la sala de molienda, para molturar
el cereal.
Reconstrucción del Molino de Arriba
Tras la molienda, el agua
usada para la molturación volvía al cauce fluvial y era reconducida mediante
una acequia para ser aprovechada nuevamente como fuerza motriz por el Molino de
Abajo, situado unos cien metros arroyo abajo, pero en la otra margen del cauce.
El azud fantasma
Creemos, aunque no lo
hayamos encontrado, que poco más abajo del Molino de Arriba, a escasos metros,
debió haber otro antiguo azud para contener el agua y dirigirla a través de una
acequia al Molino de Abajo, que es de las mismas características que el molino
descrito pero sin alberca y ubicado en la otra orilla del cauce. Ese supuesto
azud habría quedado destruido o cubierto por las crecidas del arroyo. Igualmente
habría ocurrido con la acequia que llevaba el agua pues en esta parte del cauce
la pared es mucho más inclinada y hay una vegetación arbórea más densa, amén de
las remociones del terreno para hacer un carril que afectaron a este molino y
su toma de agua.
Cierto es que más abajo del
Molino de Arriba, aproximadamente a unos cincuenta metros, existe un pequeño
azud del que parte una acequia que va a parar al antiguo pozo de agua que
abastecía Monda (que está junto otro azud claramente mucho más moderno), pero
son de obra muy reciente. Hay quien pueda pensar que cabría la posibilidad de que
en ese lugar se encontrara el antiguo y pequeño azud para remansar el agua y
conducirla a través de la acequia al Molino de Abajo por dos motivos:
1º Porque para que el Molino
de Abajo pudiera molturar, necesitaría agua que le proveyera este tipo de
infraestructuras, porque no hay otros cauces o tomas de agua próximas a este
molino que fueran alternativa al arroyo de los Alpujata.
2º Porque el azud está
levantado en el lugar apropiado y la acequia conduce el agua por el margen en
el que se encuentra el molino.
Pero no creemos que el
antiguo azud que abasteciera de agua al Molino de Abajo estuviera aquí por la
sencilla razón de que queda muy bajo para abastecer por gravedad al molino;
tanto el azud como la acequia quedan por debajo de la toma de agua del molino,
no mucho, todo hay que decirlo, pero lo suficiente como para desechar la idea
de que pudiera abastecerlo. Este azud moderno debía conducir el agua a través
de su acequia al viejo pozo de Monda, situado un poco más abajo.
Restos de un azud moderno junto a los estragos de
las lluvias de los últimos años
El Molino de Abajo
Como decía, desde ese
supuesto azud que no hemos encontrado partiría una acequia de la que muy poco, por
no decir nada, se ha conservado (por diferentes obras de pozos, carriles…)
hasta el Molino de Abajo, mucho peor conservado que el anteriormente descrito
(y creemos que por algún desprendimiento de rocas) pero en el que hemos
observado como los arcos que alojaban los rodeznos fueron construidos con
sillares de cantillo (travertino) combinados con ladrillos de barro cocido. En
Monda no hay travertino, los más cercanos se encuentran en Coín, por lo que
imaginamos pudieron proceder de esta vecindad, cosa nada extraña. Lo que
observamos es que tienen un módulo, una volumetría, muy similar, por lo que
intuimos debieron ser realizados exprofeso para esta finalidad.
El Molino de Abajo
Detalle de uno de los cárcavos; obsérvese la combinación de
piezas de travertino con ladrillo de barro cocido.
Al fondo el hueco del saetillo
Molino de Abajo, detalle de los dos cubos
atragantados por la vegetación
Es muy posible que los
cárcavos de los otros dos molinos se construyeran con la misma técnica y el
mismo material, pero ha sido imposible verificarlo dadas las capas de argamasa
y cal, en un caso, y de concreciones y vegetación en el otro.
Este molino, una vez que molturaba
el cereal, devolvía las aguas al cauce fluvial y unos pocos metros más abajo el
líquido elemento se remansaba en una presa de época nazarí cuya huella
documental la hallamos en el libro de Apeo y Repartimiento de Monda, de 1572
(estudiado y publicado por nuestro vecino José Antonio Urbano Pérez), y desde
donde parte la Acequia Madre. De esta presa se conserva todavía algunos restos
que hoy día podemos contemplar, como el arranque del muro de contención de
aguas y parte de la acequia, en uso hasta no hace mucho. Bueno, la verdad, no
había una presa, sino dos, como veremos a renglón seguido…
Las presas del arroyo
Alpujata
Esta presa debió tener un
rebosadero, un aliviadero, para que una vez llena el agua siguiera circulando
por el arroyo en el que, aguas abajo, había otras pequeñas tomas para regar
algunos pequeños tableros de regadío. Pero no nos enrollemos y veamos lo que
nos cuentan algunos auténticos testigos cuyos testimonios fueron inmortalizados
en el libro de Apeo; en declaraciones del testigo Bartolomé Hurtado, vecino de
la villa de Monda, realizadas el día 24 de enero de 1572, se recoge que:
…en un pago de Alpujata
thérmino de esta villa, ai hasta siete u ocho hanegadas de tierra que son en
bancales y çaquies, que se riegan con un arroio que ba por junto a ellos en
tiempo de aguas, y en tiempo estéril, con una alberca que está junto donde se
recoje el agua del dicho arroio, e ban regando por sus dulas y antiguedades, e
se a de hacer
El cristiano viejo, Martín
del Mármol, en declaraciones realizadas el día dos de febrero de 1752, relataba
que:
… en el pago de Alpujata, ai
un río o arroio, que cuando trae mucha agua, riegan con ella en el dicho pago
hasta doce fanegadas de bancales y quando no ai tanta, que es en los mas años,
recojen del dicho arroio con una
Ambos testigos mencionan la
existencia de la presa y su función, mandar agua a una alberca y a los espacios
de regadío, pero también nos informan de otro detalle; la presa había que
mantenerla, limpiarla, repararla… casi cada año (10 ducados al año costaban los
reparos y he estado buscando su equivalencia en euros, pero infructuosamente…).
Y es que las lluvias torrenciales y las grandes avenidas de agua, que sucedían
de vez en cuando, afectaban a estas obras que, a pesar de estar bien
construidas, no tenían la capacidad de resistencia que los materiales actuales.
Además, al hallarse en un medio acuático de forma permanente, los materiales
constructivos se dañaban más, tenían una menor vida útil.
Pero en el arroyo no hay una
sola presa, había dos… Y es que al observar los restos conservados más
detenidamente, se puede apreciar al menos dos momentos constructivos claramente
diferenciados por el tipo de argamasa y sistema constructivo, aunque guarden
determinadas similitudes en el empleo de materiales: rocas y fragmentos de
ladrillos y tejas.
Una primera fase, más
antigua, que con los escasos datos que poseemos no podemos determinar si es de
época nazarí, morisca o algo posterior, pero que relacionamos con la mencionada
en el Libro de Apeo y Repartimiento. Se trata de los restos constructivos de un
muro en la margen izquierda del río que se adosa a la roca viva, mordiéndola
con su fuerte argamasa rica en cal. Su anchura es indeterminada (dado que ha
perdido la cara por un lado, aunque posiblemente no fuera inferior a un metro)
pero mantiene parte del enlucido original en la única cara que conserva,
realizado a base de una argamasa fina y rica en cal. Este muro es de
mampostería con inserciones de fragmentos de ladrillo y una argamasa muy rica
en cal, como debe ser para este tipo de construcciones que deben soportar unas
continuas condiciones de humedad y de presencia de agua. Este muro debía
atravesar todo el cauce y embutirse en las rocas de la otra orilla.
Restos del muro de la presa primitiva
En este trozo de muro se
conserva la atarjea que conducía el agua hasta el siguiente elemento, la
Acequia Madre. Esta estructura es de los mismos materiales que el muro
descrito, pero se adosa a él, no se embute. Está compuesta por una base más
ancha de mampostería con una argamasa generosa en cal y muchos fragmentos de
ladrillo de barro cocido, sobre el que se asienta el cuerpo de la atarjea y el
arranque de la acequia, en los mismos materiales y enlucida al interior, hoy
anegada por los sedimentos. Poseía una compuerta para aliviar el agua, que no
sabemos adónde ha ido a parar.
Cimiento de la acequia que parte del muro de la presa primitiva.
A la derecha, mi ayudante. Al fondo la "Acequia Nueva"
Nos sabemos si del muro
hacia arriba, la base del cauce recibía algún tratamiento de impermeabilización
o se cubría con algún hormigón hidráulico para evitar que el agua se filtrara a
través del nivel subterráneo, como ocurre en la siguiente fase y que veremos a
continuación. Las fuentes escritas no dicen nada al respecto.
Como decíamos, había una
superficie de hormigón hidráulico que, desgraciadamente, fue prácticamente
arrasada por las lluvias torrenciales de 2018 y 2019, como he podido comprobar
repasando algunas fotos antiguas… y que pertenecería a la siguiente fase
constructiva.
En el segundo momento
constructivo, que posiblemente podamos situar en el siglo XVIII o principios
del XIX, se puede constatar la ampliación de la capacidad de almacenaje de agua
al construir una nueva presa; observamos los siguientes elementos: un
consistente pavimento de hormigón hidráulico que se esparce (que se esparcía) sobre
la superficie del arroyo, realizado a base de pequeñas piedras y cantos
trabados por una argamasa muy rica en cal, para evitar las filtraciones de agua;
un recrecimiento u elevación de la cascada próxima a base de rocas de grandes
dimensiones trabadas por una fuerte argamasa, para disponer de mayor superficie
de almacenaje; y algo de lo que no se conserva más que los cimientos: un muro
de contención para retener el agua de aproximadamente un metro y medio de
anchura también ejecutado en mampostería trabada con una argamasa muy rica en
cal.
En el centro de la imagen, lo que queda de la segunda presa,
marcado con una línea blanca. A la derecha, un granujilla
buscando piedras para hacer puntería
sobre una despistada rana
La salida del agua hacia la
Acequia Madre discurre paralela a la acequia de la presa más antigua hasta que
conectaría con esta acequia principal, no sabemos si directamente o a través de
un partidor.
Acequia vinculada a la segunda presa
Restos de la segunda presa y de su acequia
La argamasa de esta segunda
fase constructiva es más clara, con fragmentos pequeños de roca y menos
inserciones de fragmentos de ladrillo, también de menor tamaño. Estos elementos
no se embuten en la obra anterior, sino que se adosan a él, se pegan como una
lapa, pero claramente son de momentos muy diferentes.
¿A qué responde este segundo
momento constructivo? ¿A reformas? ¿A mejoras? No, nada de eso, dado que es una
estructura completamente nueva que amortiza y deja en desuso a la anterior ¿Es
posible que respondan a una necesidad de disponer de más agua para riego porque
la superficie irrigada creció en un determinado momento (imposible de
concretar, por el momento, con los pocos datos que poseo) posiblemente por un
aumento de la demanda, por un crecimiento de la población? Bien pudiera haberse
dado esta circunstancia ¿Se amplió por la necesidad de almacenar más agua
motivada por una época de repetidas sequías y de reducción del aporte
hidrológico del cauce? Es posible, si la obra es del siglo XVIII (o incluso
inicios del XIX), que pudiera tratarse de esta circunstancia (sin desechar
otras), dado que en esa, la siguiente y anteriores centurias se vivió la
llamada Pequeña Edad del Hielo, época en la que la temperatura media bajó uno o
dos grados y que combinó etapas de frío extremo, fuertes lluvias y nevadas, con
otras de sequía y falta de precipitaciones… ¿Acaso se combinan varios factores
o razones para la construcción de una nueva presa? También pudiera ser… Es
posible que la reducción de las lluvias y la menor disponibilidad de agua,
unido, quizás, a la ampliación de las zonas de regadío, diera lugar a que la
comunidad de regantes de la zona de Alpujata (o como quiera que se llamara en
aquel momento), tomara la determinación de edificar una nueva presa al objeto
de poder dirigir y almacenar más volumen de agua a la Alberca Grande, que
posiblemente se ampliara también en estas fechas.
Sí, lo sé, es mucho suponer,
pero así nos desenvolvemos los detectives del pasado, los historiadores:
observamos detalles, tomamos notas, fotografías y realizamos incluso dibujos,
consultamos fuentes escritas, documentales, bibliográficas (muchos libros y
artículos, mientras más, mejor), de la memoria a través de entrevistas a
personas mayores y conocedoras… para llegar a unas conclusiones donde se
establecen unas hipótesis… Pocas certezas podemos dar, la verdad, pero el curro
es bastante entretenido y se disfruta tela marinera. Mola jugar a ser el
Sherlock Holmes de la Historia.
Volviendo a nuestro tema, junto
a estas dos etapas constructivas hemos detectado otras actuaciones sobre el
segundo momento constructivo que asociamos a reparaciones, a mejoras… pero a no
intervenciones que afectaran estructuralmente a la segunda presa, de
cronologías más actuales. En la toma de agua de la segunda presa hemos
observado una refracción con un hormigón más claro donde se conecta un tubo de
unos 25 cm de diámetro realizado en fibrocemento. Creemos que la toma de agua
en un momento determinado debió causar alguna grieta o pérdida del líquido
elemento, por lo que se optaría por introducir un tubo desde el interior de la
presa hasta la acequia con el que reconducir las aguas y evitar pérdidas o indeseadas
filtraciones.
Tubería de fibrocemento añadida a la segunda presa
El fibrocemento lo inventó
un tal Ludwig Hatschek, un ingeniero de origen austríaco en el año 1900, por lo
que esa reparación es posterior a esa fecha. A juzgar por el tono grisáceo de
la argamasa que lo adosa a la obra de la presa, debió hacerse con cemento y no
con cal, como venía siendo tradicional durante siglos. El cemento es un material
inventado en 1824 por el ladrillero de la ciudad inglesa de Leeds -fíjate que
casualidad- Joseph Aspdin, tras muchos años de experimentación, bautizándolo
como “cemento Portland” para asociarlo a la afamada piedra de esta península
inglesa. Su hijo William se encargaría de desarrollar el negocio y hacerlo
mundialmente famoso. La primera fábrica de cemento de España se estableció en
Gijón en 1898, a la que seguirían otras en Zaragoza, Madrid, Valencia… años más
tarde. Para la generalización del cemento en todo el país hubo que esperar
varios lustros. Dado el empleo de estos materiales, nos inclinamos a pensar que
esta pequeña obra de reparación o adaptación debió realizarse a mediados del
siglo XX, incluso quizás algo después.
Dibujo en planta de las presas y sus elementos
Y es momento aquí señalar
que las lluvias torrenciales de 2018 y 2019 tuvieron unas consecuencias
catastróficas en estos frágiles restos de nuestro pasado, de nuestra historia,
arrasando con gran parte de algunos de los elementos emergentes, como el
pavimento de hormigón y algunas rocas que conformaban la segunda presa, pero
también dejaron al aire libre otras estructuras, como la base de la acequia de
la primera presa, ahora más expuesta a las acciones erosivas del agua… Los
molinos, sorprendentemente, aguantaron bien las aguas, pero es que son
construcciones que se hicieron para perdurar a diferencia de ahora…
Pavimento asociado a la segunda presa y no conservado
En esta segunda foto apreciamos la desaparición del pavimento,
que estaba alrededor de un metro por encima del cauce actual,
justo a la altura donde mi niño está sentado ahora mismo
tramando alguna travesura
La Acequia Madre
El siguiente elemento que
nos encontramos tras las presas descritas, es la conocida como Acequia Madre,
hoy día condenada dado que el agua se conduce desde hace años a través de una
gruesa tubería de plástico. Se trata de una acequia que conducía el agua a la
Alberca Grande, realizada en mampostería muy bien trabada con una argamasa rica
en cal, como venimos observando, y que va adaptándose a las líneas de las
curvas de nivel hasta llegar a su destino. De ella también nos habla el libro
de Apeo y Repartimiento. Tanto la Acequia Madre como la mencionada presa debían
ser reparadas, mantenidas, limpiadas… con cierta frecuencia por los
agricultores.
Entre la Acequia Madre y la
Albera Grande hay un lugar casi sacrosanto para los mondeños, al menos de
cierta edad, porque las generaciones más jóvenes han perdido la memoria de su
existencia, como de otros muchos legados mondeños… Sí, efectivamente, lo has
adivinado, se trata de
La Relumbrosa
Es una experiencia degustar
estas aguas de sabor herrumbroso, lo más parecido a darle un bocado a un
cerrojo, en la que algo tendrá que ver la naturaleza geológica de su entorno
próximo formado por las singulares rocas peridotitas de las que ya hemos
hablado en
Este arroyo en el que se
encuentra la fuente de la Herrumbrosa desemboca en el Alpujata, pasando por
debajo de la Acequia Madre. Efectivamente, en ese arroyuelo hemos observado los
restos de una estructura de mampostería que creemos formaba parte de un pequeño
puente o estructura volada por la que pasaba la Acequia Madre salvando el cauce
del arroyuelo. No sabemos si la acequia estaría soportada por un pequeño arco o
si en cambio se trataría de un tronco ahuecado tendido por encima del cauce que
haría las veces de canal, como era frecuente en el pasado.
Tramo de la Acequia Madre
La Acequia Madre y su impresionante entorno natural
De ahí, continuaba
serpenteando la ladera hasta llegar a la Alberca Grande, que desde su origen en
el siglo XIV o XV, ha recibido distintas reformas y ampliaciones hasta quedar
como la conocemos hoy día.
La Alberca Grande
Esta alberca, que está encajonada
en la ladera del terreno por tres de sus cuatro partes, tiene tendencia rectangular
y unas dimensiones de unos 25 metros de largo por uno siete u ocho de ancho,
con alrededor de dos metros de profundidad. Todavía queda en la memoria del
antiguo alcalde del agua, Paco Jiménez, su última reforma, realizada en el año 1940
cuando fue ampliada.
La Alberca Grande conserva
dos salidas diferentes. El
Sistema de riegos de Alpujata según Antonio Ordóñez
Y esta alberca no sólo ha servido para el riego ¿Cuántos niños y no tan niños, durante años, hemos espantado el calor refrescándonos en esas seductoras aguas entre culebras y las desgraciadas ranas que caían en nuestras manos? Y esas acequias y arroyos no sólo han servido para regar, pues eran muchas las mujeres que antaño debían venir andando desde el pueblo a lavar la ropa a mano, tarea dura y ardua como pocas.
El Molino de Canelo
Algo más abajo de la Alberca
Grande hay otro molino hidráulico harinero, menos conocido, la verdad. Los más
mayores le dan el nombre de Molino de Canelo, y en él crece vigorosa y dueña,
una gigantesca higuera que reparte una sombra generosa. No sabemos si llegó a
tener alberca o no, puesto que las remociones del terreno, la conformación de
bancales, la construcción del carril… ha afectado muy negativamente a parte de
la estructura de este bello ingenio hidráulico. Es posible que sólo dispusiera
de un canal y que su capacidad de funcionamiento estuviera supeditada a los
turnos de riego. Sólo vemos como emergen parte de los cubos y se conserva todo
el edificio de molienda, desprovisto del tejado, con sus dos cárcavos, a los
que se les adosó una pequeña cuadra en su momento que no mantiene la cubierta.
Dada la ingente vegetación, es imposible acceder al interior de la sala de
molienda e intuimos que el acceso original o está tapiado o se encuentra de
cara a una de las fincas colindantes.
Molino de Canelo en toda su desdichada decrepitud
Detalle de lo poco que se mantiene de uno de los cubos del Molino de Canelo
Detalle de los cárcavos del Molino de Canelo
Reconstrucción del Molino de Canelo
Tras la molienda, el agua
que salía de este molino era guiada a una acequia junto a los cárcavos y
repartida por diferentes parcelas de riego a través de una red de acequias que
eran como las venas de la tierra, como una red arterial que nutría a todos los
cultivos contribuyendo a crear y mantener unos importantes paisajes agrícolas
irrigados y una sociedad eminentemente campesina.
EL ORIGEN DE LOS MOLINOS
HIDRÁULICOS HARINEROS DE ALPUJATA
Para ilustrar debidamente el
siguiente apartado he querido aprovechar el contenido de una exposición sobre
molinos harineros que organicé hace ya bastantes años y que lleva durmiendo en
el disco duro de mi ordenador como poco un decenio, o más… Al menos de esta
manera se le va a poder dar más visibilidad.
Los primeros molinos.
Desde el Neolítico a la
Antigüedad
La última glaciación fue una época
de abundante caza y la economía del ser humano se caracterizaba por ser
depredadora. Hace unos 13.000 años se produce un
Escultura de mujer egipcia realizando la molienda con molino de mano y grabado chino donde se representa la molturación de cereales con un gran mortero manual
Los primeros molinos conocidos nacen con el Neolítico,
y pueden datarse hace casi 10.0000 años en el Próximo Oriente, donde se inventa
la agricultura y la ganadería. Un molino es una máquina que sirve para
quebrantar, triturar, machacar o pulverizar tanto frutos como semillas u otro
tipo de sustancias. Existen tantos tipos de molinos como productos a moler: de
cereales, de aceite, de minerales…
Los primeros molinos estaban compuestos por dos
piedras planas y pulidas, entre las que se golpeaba y trituraba el grano, dando
lugar a una harina muy recia, más apta para productos como papillas y tortas.
Primeras herramientas agrícolas relacionadas con el
proceso agrícola donde se muestran los diferentes pasos para el cultivo,
recolección y trituración de los cereales para obtener harina
Con el tiempo se perfecciona el sistema de
trituración, apareciendo herramientas como morteros y pilones: cuencos de
piedra o madera donde era machacado el cereal con un mazo mediante el sistema
de percusión.
Posteriormente, en el II milenio a.C. ya se datan los
primeros molinos de moción circular, sistema muy simple en el que se superponen
dos muelas circulares,
Dibujo de molinos circulares formados por dos piezas, una móvil con mango un una fija.
Se accionaban manualmente
Este tipo de molino manual aparece en todas las
culturas mediterráneas y en Europa, asociados al ámbito doméstico ya que su
capacidad de producción sería muy baja. Parece ser que tiene su origen en Asia
Menor, difundiéndose por Europa.
En los grandes centros urbanos, donde la demanda de
harina para pan es mayor, es donde empiezan a aparecer molinos de mayor tamaño
y de más capacidad productiva.
Grabado que muestra un molino de tipo pompeyano, que podía ser movido tanto por animales como por seres humanos, denominado mola asinaria. Entraría dentro del grupo de los denominados molinos de sangre
Griegos y romanos tenían bien definidos los oficios de
molinero y panadero. Los griegos, con el desarrollo urbano y social, generan un
aumento de la demanda de harina, con lo que aparecen
Con el crecimiento urbano y el aumento de la demanda
de harina, aparecen grupos especializados en su producción. Normalmente el
trabajo de la molienda era
Origen y difusión de los primeros
molinos hidráulicos
El aumento de
la demanda de harina en las grandes áreas urbanas pudo alentar el uso de la
energía hidráulica aplicada a la maquinaria de molienda.
La aplicación
de la fuerza motriz del agua a los sistemas de molienda dio lugar a dos tipos
de molinos diferenciados, el molino de rueda vertical, comúnmente denominado
Reconstrucción de la maquinaria de un molino romano de rueda vertical, del siglo II o III de nuestra Era. Ickham, Kent (Inglaterra)
El origen de
ambos no está del todo claro, ni siquiera cual fue el primer tipo en aparecer.
Los estudiosos del tema se decantan por el de rodezno, cuyo mecanismo es mucho
más simple que el de rueda vertical, el cual debe transmitir su movimiento
giratorio vertical en otro horizontal a través de mecanismos dentados.
Aunque pudiera
darse también el caso de que fueran coetáneos, generados en función de las
condiciones geográficas.
Esquema interno de un molino de rodezon: A, rodezno; B, saetillo; C, árbol o palahierro; D, piedras; E, lapuente; F, alivio
Es en las zonas
de escaso caudal donde suelen localizarse los molinos de rodezno mientras que
es en los cauces fluviales mayores y más constantes donde se localizan los
molinos de rueda vertical, que son de dos tipos: empujados por el agua desde
abajo, a través de unas paletas, o empujados desde arriba, a través del peso
del agua en el llenado de cangilones (ruedas gravitatorias).
Mecanismo de
linterna, que en los molinos de rueda vertical transmiten un movimiento
rotatorio vertical a otro rotatorio horizontal para realizar la molienda
Diferentes tipos de ruedas; las dos primeras son verticales o vitrubianas, sólo que la primera se mueve por acción gravitatoria al caer el agua desde arriba en unos cangilones que tenía dispuestos, mientras que la segunda se mueve por debajo, por la corriente directa del río o por el agua procedente de un canal; la última es de rueda horizontal o de rodezno, la más común en nuestras tierras
Los griegos
conocían los molinos de rueda vertical, denominándolos
Pero la mayor
prueba de la capacidad tecnológica molinar romana la tenemos en la factoría de
Barbegal, próxima a Arlés, en Francia, datada en el siglo IV d. C. y donde
aparecen ocho pares de molinos superpuestos de rueda vertical gravitatoria
(reciben el agua sobre la rueda y no por debajo de ella) en una misma ladera.
Una gran obra de ingeniería que produciría toneladas de harina diaria para
cubrir la demanda de la antigua Arlés romana.
Barbegal es la obra industrial conservada de ingeniería romana, en lo que a producción de harinas panificables se refiere, más destacada del Imperio Romano.
El dibujo recrea los ocho pares de molinos dispuestos en la ladera, que mueven sus ruedas por acción de la gravedad
Aunque son los
romanos los que difunden la tecnología del molino hidráulico, ésta no se
generaliza hasta la Edad Media. En
Mosaico del Gran Palacio de Estambul, del siglo V de nuestra Era.
En él se aprecia el molino, y acoplado a él la rueda vertical sumergida parcialmente dentro del río.
Es la representación más antigua que se tiene de un molino de rueda vertical.
En Hispania
encontramos referencias a los molinos de rueda vertical en otras obras, como el
Córdoba era muy conocida por sus molinos situados al paso del Guadalquivir.
Sirva la representación que de algunos molinos se hace en sellos de esta ciudad en el siglo XIV
Por otra parte,
los molinos de rodezno parecen tener un origen más impreciso, además se piensa
que son más antiguos por su simplicidad técnica. Hacia el siglo I a. C. ya
aparecen en lugares tan apartados como en Dinamarca o en Asia Menor, lo cierto
es que durante la Edad Media los encontramos en puntos tan dispares como en el
Norte de Europa, en Irlanda y en zonas del Mediterráneo, como en Israel, o en
territorio árabe.
Los andalusíes
conocieron también otro tipo de molino asociado a la motricidad del agua,
bastante raro, como son los
Representación de un molino de barcas.
Cuenta la tradición que en uno de los asedios de Roma por los bárbaros, el suministro de harina quedó cortado en la ciudad, por lo que uno de los generales romanos mandó montar un molino en dos barcas en el río Tíber para que no se frenara la producción de harina
En aquellos
lugares donde la escasez o inexistencia de caudales hídricos lo imposibilitaba
y las condiciones eólicas eran buenas, florecerían los molinos de viento,
presentes en gran parte de nuestra geografía (Levante, La Mancha, Baleares,
Canarias, Andalucía…).
Los molinos de
rodezno.
Componentes, funcionamiento y tipos
Durante el
Para poder conocer los tipos de molinos hidráulicos y
los elementos que los componen, debemos remitirnos principalmente a dos
valiosos documentos del siglo XVI. Uno de ellos es la obra
Otro de los documentos a tener en cuenta es el
Estos molinos se ubican en zonas donde confluyen dos
factores, a saber
Suelen tener una
La acequia llega a lo que se denomina
El cubo desemboca en el
El saetillo es un elemento de madera alargado, a modo
de embudo, y de sección cuadrangular que expulsa el agua procedente del cubo
hacia una rueda horizontal, el
Distintas partes que conforman el rodezno: cucharas, dado, cruz, árbol...
Diferentes tipos de rodeznos: de piedra, de cemento y de fundición
El rodezno es la pieza que mueve la muela volandera o
El rodezno contacta con lapuente a través de dos
elementos de bronce, el
El rodezno transmite su movimiento circular a la muela
molinera a través del
Ya en la sala de molienda, sobre el cárcavo, vemos los
elementos que allí se encuentran, como son las muelas, la tolva, el harinal y
la grúa o cabria.
Representación de la sección de las muelas durmiente y molinera:
A, piedra molinera; B, piedra durmiente
El grano entraba por el agujero central de la molinera
siendo triturado y molturado entre ambas piedras. La molinera tenía una
cubrición de pleitas de esparto o de madera para evitar que la harina se
esparciera por toda la sala llamada
El siguiente paso era depositar la harina en el
Los tipos más destacados de molinos
hidráulicos son los siguientes:
-
Molino de
rodezno común de canal abierta, donde el rodezno recibe el agua directamente de un
canal.
-
Molino de
saetín, donde el rodezno recibe el agua a través de una pieza troncocónica
adosada a la balsa o cubo.
-
Molino de bomba,
- Molino de cubo,
- Molino de
regolfo, donde el rodezno se encuentra dentro de un cubete cilíndrico, entrando el
agua de forma tangencial y produciendo un movimiento en espiral del agua que hace
mover el rodezno. Parece ser que se inventó en la Península Ibérica en el siglo
XVI.
Sección de un molino de regolfo.
El agua entra de forma tangencial en el cilíndro provocando un remolino
de agua que mueve el rodezno
-
Molino de balsa
y cubo, donde antes del cubo hay una balsa o alberca que almacena el agua antes
de la molienda.
-
Molino de
mareas, que aprovechaba la subida y bajada de las mareas para almacenar el agua
de mar y utilizarla para mover los rodeznos.
Molino de mareas. Dibujo del siglo XVI.
Son muy poco frencuentes en nuestra geografía, encontrándose algunos pocos ejemplares
en el occidente andaluz y en el norte de España
Molino de rodezno de canal abierta
LOS TRES
MOLINOS “MORISCOS” HIDRÁULICOS HARINEROS DE MONDA.
En Monda, como hemos visto al principio, contamos con
tres molinos de rodezno en el paraje de Alpujata,
Pero antiguamente, en el siglo
XVI, los moriscos mondeños poseían varios molinos de harina y uno de aceite en
el río Pereilas, que fueron destruidos a finales de esa centuria. Los
conservados en Alpujata son más recientes, de entre finales del siglo XVIII y
principios del XX; no aparecen en el libro de Apeo y Repartimiento de 1572, ni
figuran en el Catastro de Ensenada de 1752… Sólo tenemos una referencia documental sobre la
existencia de uno de los tres molinos y que nos la proporciona el párroco de
Monda, Antonio Linares, a finales del siglo XVIII cuando escribe una carta al
religioso Medina Conde informando de la historia de Monda y de sus
antigüedades. En la mencionada carta, en relación a los molinos, recoge:
…
Es una información breve pero que podemos estrujar al
máximo. En primer lugar, se habla de un sólo molino; pudiera ser que los otros
dos no estuvieran construidos o que estuvieran en desuso, por eso solamente se
menciona uno. Además, nos da una pista de su ubicación: el arroyo de
Otro detalle nada baladí es que se nos informa de que
sólo
Pero también es importante esta información no sólo
por lo que dice, sino por lo que no dice: si en 1773, fecha del documento,
existe un molino hidráulico harinero y hasta nuestros días han llegado tres,
caben varias preguntas: ¿Cuándo se construyeron? Difícil ofrecer una respuesta,
muy difícil sin disponer de testimonios documentales que los recojan; pero
sabemos que en 1845 ya no funcionaba ninguno de los tres, porque no se recogen
en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz ni en otros documentos de similar
índole. Lo que está claro es que los otros dos se edificaron después de esa primera
fecha. Otra pregunta sería ¿Por qué se construyeron? Personalmente creo que por
un aumento de la carga de trabajo, esto es, por una llegada mayor de grano para
molturar que estaría relacionada con una mayor producción cerealística de los
campesinos del pueblo. En tercer lugar ¿A quién o quiénes pertenecían estos
molinos? En muchas ocasiones los molinos hidráulicos, al ser construcciones
costosas, sólo podían ser costeados por personas acaudaladas, concejos
municipales… y luego eran arrendados por un determinado tiempo. Los de Monda no
sabemos ni a quién o quiénes pertenecían y bajo que fórmula fueron explotados,
pero es posible que pertenecieran al marquesado de Villena y que fueran los
marqueses sus promotores (al ser los señores de la villa de Monda) al menos en
el siglo XVIII y los años iniciales del siglo XIX, en el que quedarían abolidos
los señoríos. Sólo podemos realizar especulaciones.
Sin embargo, tras un detallado examen y una atenta
mirada, se aprecia que fueron edificados por personas profesionales y que
sabían del oficio de construir molinos hidráulicos; las pendientes de las
acequias, la estructura y resistencia de los cubos, la composición de las
bóvedas de los cárcavos… dejan entrever la participación de un equipo
especializado, de gente que sabía el oficio, el trabajo con materiales y
técnicas determinadas... Sólo hay que ver que los edificios han llegado hasta
nuestros días.
Los molinos “moriscos” de Monda cumplen
con lo anteriormente expuesto para estos tipos de molino: se sitúan en
zonas de áspera y pronunciada geografía, próximos a cursos fluviales escasos,
interconectados por una red de acequias, uso de presa y balsa para retener el
agua en algunos casos, y una perfecta integración en su entorno ecológico, natural
y cultural.
Los tres molinos tenían dos paradas cada uno, es
decir, poseían dos juegos de piedras. Solo el Molino de Arriba, el que mejor se
conserva, posee una balsa para almacenar el agua antes de ir a los cubos. Esta
balsa recibe el agua de una acequia que a su vez la toma del arroyo Alpujata
aguas arriba. Los otros dos molinos son de cubo y saetillo, sin balsa.
El agua que se usaba para la molienda era luego
aprovechada en el riego de las huertas de Alpujata o eran derivadas a otras
albercas para ser almacenadas y posteriormente ser usada para riego.
No sabemos cuándo dejaron de moler, cuando fueron
condenados al olvido y abandonados a su suerte clorofílica.
Este
tipo de molino es muy usual en zonas donde la corriente fluvial no es muy
generosa. Existen muchos otros en la Sierra de las Nieves; son famosos los de
Istán, en el río de los Molinos (sugerente nombre), donde pervive en
funcionamiento el de José Aguilar, entre muchos otros; de los de Ojén ya hemos
Y no olvidemos los espectaculares entornos en los que se encuentran enclavados, las huertas, los espacios de regadío que tienen su origen en época andalusí y que verdean, que florecen, gracias al agua que proceden de manantiales y fuentes cercanas.
El paraje de Jorox, pedanía de Alozaina
El Molino de la Fuensanta, en El Burgo
Y no olvidemos los espectaculares entornos en los que se encuentran enclavados, las huertas, los espacios de regadío que tienen su origen en época andalusí y que verdean, que florecen, gracias al agua que proceden de manantiales y fuentes cercanas.
Huertas de Alpujata
Las veredeantes huertas del río de los Molinos, en Istán
Las singulares huertas de Yunquera
El
patrimonio hidráulico en la Sierra de las Nieves es de una riqueza
extraordinaria, fabulosa, imponderable... Podríamos estar hablando horas y horas, días y días de él. Aquí hemos dado unos retazos al
hablar del tema de los molinos, pero es y ha sido el agua la que ha modelado y
dado vida a estos paisajes y a estos paisanajes dejando su huella en cada rincón de cada lugar y de cada persona. La puesta en valor de ese
patrimonio cultural asociado al agua, su recuperación, conservación, potenciación y difusión debía ser, en mi humilde
opinión, una de las prioridades en la Sierra de las Nieves.
¡A quién haya tenido los santos bemoles de llegar hasta aquí leyendo le doy las gracias!
¡A quién haya tenido los santos bemoles de llegar hasta aquí leyendo le doy las gracias!
(c) Diego Javier Sánchez Guerra
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