El
Catastro de Ensenada es un documento que se redactó a mediados del siglo XVIII en unos 15.000
lugares de la Corona de Castilla y que buscaba contabilizar toda la población y
recoger todos los elementos productivos, rentas, oficios, propiedades, ganados…
aportando valiosos datos económicos y paisajísticos, entre otros. A la
descripción del pueblo y de sus cultivos, negocios, empresas, riquezas, rentas,
etc,… acompañaba en la mayoría de los casos un dibujo que recogía los elementos
más importantes de cada municipio.
De la Sierra de las Nieves se conserva casi todos, aunque el de Yunquera
es inexistente y el de Alozaina de una gran simplicidad.
El de Guaro, por fortuna, es uno de los mejor realizados y refleja
elementos de hace 250 años, muchos de los cuales aún perviven aunque si no
físicamente, si en la memoria y en los topónimos de algunas calles. Pero antes
de entrar en detalle, una advertencia: el autor no tuvo porqué reflejar exactamente
la realidad tal como era (por ejemplo, la torre de la iglesia no aparece a los
pies, pero aparece) y pudo obviar ciertos elementos. Estamos ante un dibujo,
pero no ante una fotografía, no lo olvidemos.
Una vez tenido en cuenta esto, pasemos a comentarlo.
Esta imagen de Guaro en 1752 se conserva en el
Archivo Histórico Provincial de Granada
Por la perspectiva y el encuadre, parece como si el autor hubiera
realizado el dibujo desde un punto elevado la ladera del camino de Guájar que
conduce al Mocabel. Éste queda ceñido por los puntos cardinales, que aparecen recogidos
en unas cartelas. Los trazos del dibujante vislumbran un pueblo en la ladera de
la Sierra que se adapta al terreno, donde ya se muestran los elementos
tradicionales del urbanismo de la Sierra de las Nieves y que podemos contemplar
en casi todos los municipios gracias a que todos comparten un mismo origen
islámico: fortaleza en cota dominante, el caserío más abajo y, al final,
anunciada por la confluencia de las aguas de los arroyos y algunas arboledas,
las zonas de huertas, los espacios irrigados, que conforman un agro-sistema
aportado por la cultura del agua musulmana. La típica estructura de un
asentamiento andalusí.
Se observa con claridad meridiana los caminos que conectaban Guaro con
las poblaciones más importantes, como el de Ronda, que se dirige a la ermita
del Cristo de la Cruz del Puerto buscando el camino de Tolox, o el antiguo
camino de Coín, que discurría paralelo a las huertas, bajo el molino de Mármolejo,
buscando el cerro del Polvillar y en paralelo al arroyo.
Los elementos vegetales son muy escasos y difíciles de identificar.
Aparecen árboles junto al arroyo de la Albarrada y en primer plano pero al
fondo a la derecha unas hojas puntiagudas pueden estar poniéndonos de relieve
la existencia de pitas, una planta perteneciente a la familia de las agavaceae y procedente de la zona de
Méjico que ha sido muy aprovechada hasta hace relativamente poco para elaborar
hondas, cuerdas, zambombas…
Supuestas pitas
En el cielo el dibujante ha querido esbozar unas cuantas nubes quizás
para darle algo más de naturalidad a la escena.
Significativos son los cursos fluviales del arroyo de la Fuentezuela y
la Albarrada, embovedados actualmente y sobre los que discurren varias calles.
La Sierra que se yergue tras Guaro es de geología carbonatada y sus rocas tienen
la cualidad de almacenar agua, de contenerla y expulsarla a través de veneros y
surgencias. Esas aguas que manan de un manantial bautizaron y dieron nombre al
pueblo de Guaro; su nombre proviene de un término árabe, alfaguara (alfawwára), que en lengua islámica
significa manantial, surgencia, fuente, surtidor... El nacimiento de este
pueblo, como muchos otros, hay que relacionarlo con la existencia de recursos
hidrológicos, entre otras cuestiones.
Los dos cauces fluviales
En el dibujo encontramos representada una fuente en la que aparecen tres
caños y un pilar, que posiblemente habría que relacionar con la que existía
tras el Ayuntamiento y que también era un lavadero. Esta fuente-lavadero fue
destruida hace algunas décadas privando al pueblo de un importante legado
histórico-patrimonial. Sin embargo, no aparece la de la Fuentezuela porque,
seguramente, en esta época es posible
que no se hubiera construido. El Diccionario de Pascual Madoz, documento
de mediados del siglo XIX, si que menciona la existencia de dos fuentes, pero
no llega a señalar sus nombres. Es de suponer que fueran la de la Fuentezuela y
la que aparece en la imagen. No se ve ningún puente sobre los cauces fluviales
(al contrario que los casos de Monda, Tolox, Casarabonela…), por lo que podría
pensarse que estos arroyos tendrían unos cauces no demasiado generosos. Pero
hace no demasiados años, en unas obras de reforma de la calle Nueva apareció un
pequeño puente con arco rebajado ejecutado en ladrillo de barro cocido de
módulo no demasiado grande, pudiendo datar la obra del siglo XIX.
La fuente que nutre el arroyo de la Albarrada
El viejo puente de calle Nueva.
Fuente: www.guaro.es
Las casas se distribuyen un tanto aleatoriamente adaptándose a la
inclinación del terreno, presumiblemente buscando el acomodo en las zonas más
llanas y sin llegar a definir, aparentemente, calles ni viales. En el caserío no
aparece el antiguo cementerio, el que se encontraba poco más abajo del viejo
cuartel de la Guardia Civil (ya hace años desaparecido, aunque Pascual Madoz si
que lo menciona), porque todavía en esta época la gente recibía sepultura en la
iglesia o en su entorno más próximo en la creencia generalizada de que el estar
más cerca del Salvador les facilitaría el pasaje al Más Allá. Los cementerios
empezaron a construirse a las afueras de las poblaciones a primeros del siglo
XIX por razones higiénicas y no sin cierta oposición por parte de los vecinos.
Si comparamos el dibujo de las viviendas con algunas antiguas fotos de
Guaro, podremos comprobar como durante varios siglos la arquitectura popular de
este municipio se ha mantenido con unas tipologías concretas. Esta tendencia se
vio rota hacia mediados del siglo XX cuando se produjo la introducción y
generalización del uso del hormigón, el ladrillo, el cemento y otros materiales,
junto con el planteamiento de nuevas tipologías edificatorias, comenzando la
transformación del paisaje arquitectónico hasta lo que es hoy. Pero teniendo en
cuenta el dibujo se puede afirmar que los tipos no han cambiado en más de dos
siglos. Vemos viviendas de volúmenes cúbicos (que recuerdan vagamente algunas
formas picassianas) y planta cuadrangular, casas de no gran tamaño donde
puertas y ventanas son relativamente pequeñas. Ciertamente los muros de cierre
tenían carácter sustentante, por lo que no se podían abrir ni muchos vanos, ni
de gran tamaño ya que peligraría la seguridad estructural de la construcción.
La mayoría parece tener planta calle y en algunas parece observarse una cámara.
Se rematan las viviendas con cubiertas a
una o dos aguas escamadas de tejas moras y, aunque el dibujante no ha reflejado
los humeros, debieron haberlos dado que eran fundamentales para calentar la
casa y hacer la comida.
Posiblemente estas formas constructivas, esos modelos arquitectónicos y
sus técnicas edificatorias sean mucho más antiguas y hundan sus raíces en
tiempos islámicos.
En la imagen se echa de menos la Cruz del Puerto, quizás no aparezca
reflejada porque todavía no existía o el dibujante no le dio la suficiente
importancia. Tampoco se observa ningún edificio que pueda relacionarse con
algunos de los molinos que tuvo el pueblo. Es posible que el autor no quisiera
entrar en tanto detalle o que todavía no existieran.
Junto a las viviendas aparecen una serie de construcciones más
relevantes. Pasemos a verlas.
La torre de Erasso
Arriba de la imagen, a la izquierda, nos topamos con la torre de Erasso.
Ésta ya aparece recogida en numerosas fuentes documentales desde el siglo XV (aunque
alguna fuente islámica hace referencia a Guaro incluso antes). Se trata de una
torre de alquería de origen musulmán que posee planta cuadrangular, dispone de
varias alturas y se remata por una cubierta plana con merlones y una estructura
que bien podría ser el acceso desde el piso inmediatamente inferior. Dispone de
una puerta de entrada a ras de suelo (como en Istán) y varias pequeñas
ventanas. Esta torre daba cobijo y refugio a la población guareña en ciertos
momentos de peligro, como cuando los cristianos realizaban algún ataque
relámpago para robar ganados, cosechas y personas, destruir cultivos y sembrar
el miedo. Todo el territorio nazarí estaba sembrado con estas torres que, junto
a fortalezas de mayor envergadura como la de Monda, la de Tolox, la de Alozaina
o la de Casarabonela, estructuraban defensivamente el territorio del otrora
flamante Reino de Granada y daban protección a los habitantes de las alquerías
cercanas. Son muchas las torres de alquería y torres almenaras que había en la
Sierra de las Nieves y zonas aledañas, la mayoría hoy desaparecidas o en un
lamentable estado de conservación.
La desaparecida torre de Erasso y la torre de Urique
Como se ha señalado, la torre de Erasso aparece en numerosas fuentes
documentales. Una de ellas es el Libro de
Apeos, de fines del siglo XVI, donde se recoge que:
La dcha villa tiene una torre la qual es de Don Fransisco Tello de
Heraso vezino de Coin que tiene hacienda en la dcha Villa de Guaro, y a
temporadas reside en ella, y aunque la dcha torre no es moi grande es fuerza
donde a nesecidad se puenden recoxer los vecinos.
Además, la obra de Luis del Mármol Carvajal, Historia
del rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada, de la misma
época, que relata la sublevación morisca hacia 1568-1570, recoge como a Guaro
mandaron un destacamento de gente de armas:
A la torre de Guaro, que está
junto a Monda, fue Gaspar Bernal con cien hombres (…)
Una torre muy similar a la de Guaro existe en Alhaurín, en el paraje de
Urique, y la de Istán debió ser por el estilo de la de Guaro. La primera de
ellas se encuentra muy bien conservada y es fácil su visita.
Estas torres solían verse protegidas por una cerca muraria de no
demasiada potencia, de no grande envergadura. En Guaro, aunque no se conserve
ni la torre ni sus elementos, si que se conserva su eco fosilizado en tres
topónimos asociados a varias calles: Torre, Portillo de la Torre y Muladar. Se
puede inferir, por estos topónimos, que la torre de alquería de Guaro poseía un
recinto amurallado (aunque no se recoge en el dibujo); la palabra muladar es
una deformación de muradal, término que hace referencia a un muro o una muralla.
Fuera de las murallas se solía arrojar los detritos, las basuras y las
inmundicias, de ahí asociar muladar con un lugar donde se tiran los
desperdicios.
La calle Torre, lo poco que queda de la torre de Erasso
Pues bien, a tenor de lo expuesto, más bien puede afirmarse que el
pueblo de Guaro es de origen islámico y no tanto como recoge una tradición
local, que cuenta que fue conformado por la población de una alquería situada a
varios kilómetros y conocida por los lugareños como Guaro Viejo, que huía del avance de los cristianos.
Ermita dedicada a
Ntro. Padre Jesús
Arriba y a la derecha de la imagen aparece otra construcción que ya no
se conserva. Su recuerdo se encuentra
fosilizado en calle Ermita. Según Pascual Madoz estaba dedicada a Nuestro Padre
Jesús. En el dibujo vemos como se representa con una única nave alargada a la
que se accede por una puerta con arco rematada por una espadaña (elemento que
alberga las campanas y que se generalizó en el siglo XVIII) con una veleta.
Bajo la espadaña el autor ha colocado las letras JHS, acrónimo de Jesús Hombre
Salvador. La cubierta es un tanto extraña, parece como si no estuviera
finalizada mientras que en el otro extremo de la nave parece representarse
parte de la pared del fondo. Es posible que en el siglo XIX fuese desamortizada
y pasara a manos privadas. Aunque fue demolida hace ya bastantes años, todavía
los más mayores la recuerdan.
La vieja y desaparecida ermita
La iglesia parroquial de San Miguel:
La iglesia de
San Miguel Arcángel fue construida a primeros del siglo
XVI y no es la única de la zona bajo esa advocación en la Sierra de las Nieves.
Los templos de Istán y Tolox se encuentran bajo el amparo de la misma figura. Esto
tiene su explicación; el arcángel San Miguel era jefe de los ejércitos de Dios
y había mandado a Satanás al infierno, había derrotado al mal. Los cristianos,
en el proceso de invasión y de conquista del territorio islámico peninsular,
además de las herramientas para la guerra, se armaron con símbolos ideológicos
como éste que nos venía a contar que al igual que el arcángel había triunfado
sobre el mal, los cristianos habían derrotado a los musulmanes.
El bueno de San Miguel derrotando al demonio y aguantando con estoicismo
la "guerra biológica" a la que se ve sometido por las palomas.
Esta hornacina se encuentra sobre la entrada a la iglesia
En muchísimas ocasiones las mezquitas de las poblaciones islámicas eran
demolidas o transformadas en templos cristianos (en las de Monda y Casarabonela
se documenta esta cuestión), por lo que muy probablemente la de Guaro tenga ese
origen.
La iglesia se nos presenta con la misma configuración actual: planta de
cruz latina, una sola nave, bóveda sobre el crucero y torre-campanario, lo que
ocurre es que el autor no la refleja a los pies del templo, lo cual es bastante curioso; pudiera ser que la torre-campanario originalmente no se encontrara a los pies, sino en el lateral del templo. Por otro lado, el dibujante representa su altura de forma notablemente menor en comparación con la actual; quizás en el pasado no tuviera tantos cuerpos y fuese más baja (como ocurrió con la iglesia de Tolox). En esta época muchas iglesias se reforman, se amplían y aumentan de tamaño para dar cabida a más feligreses. Muchas seguían aprovechando los alminares de las ya demolidas mezquitas y, llegados a este punto, podría plantearse la siguiente hipótesis: ¿Podría ser, el del dibujo, el alminar de la mezquita de Guaro y que éste fuese destruido para, posteriormente, se construyera la nueva torre-campanario a los pies? Es muy difícil saberlo, pero no deja de ser bastante extraño que el dibujante no la plasmara a los pies del templo y la recogiera tras la nave.
Tampoco aparecen un
vano (en concreto un balcón) y una hornacina que aloja la figura de San
Miguel sobre la entrada; en su lugar el dibujante representa un óculo, un ojo de buey. Ni tampoco el
reloj, que se colocaría seguramente a finales del XIX o principios del XX, como
en muchos otros pueblos. En su momento debió de ser muy impactante. Sin embargo el
dibujante recoge una puerta lateral que hoy no existe y donde hoy se encuentra
una fuente. No era extraño que algunos
accesos laterales se cegaran y en ellos se construyeran capillas por las que
los promotores pagaban generosas cantidades. Tanto la puerta principal como la lateral se ejecutan con arco de medio punto; si tuvieron molduras, el dibujante no las refleja, sin embargo si que plasma hasta los clavos de las puertas.
La iglesia de Guaro hace un cuarto de milenio
No aparece, evidentemente, la Cruz de los Caídos, monumento que se
levantó a finales de los años treinta o principios de los cuarenta del siglo XX
y que se encuentra en uno de los laterales de la iglesia. Tampoco aparecen las ventanas de la pared lateral de la nave; lo más probable es que no estuvieran abiertas.
Ventanas de la nave lateral de la iglesia.
Fuente: www.andaluciaturistica.com
Según la parte del templo, presenta cubierta a una, dos o cuatro aguas,
con teja de medio cañón. La cúpula del crucero que aparece en el dibujo tiene cubierta a
cuatro aguas, con muros que la elevan pero en la actualidad tan sólo aparece la
cubierta con sus cuatro paños sin aparecer los muros del alzado. Seguramente
esto se deba a algunas de las reformas posteriores del templo (no olvidemos que
durante la Guerra Civil sufrió importantes desperfectos). De las dos veletas
que tiene actualmente, sólo aparece una de ellas y la moldura con cruz de hierro que remata la entrada, tampoco aparece reflejada en el dibujo.
La veleta de la torre-campanario
La veleta de la cubierta de la cúpula del crucero tiene una perforación,
posiblemente realizada por un proyectil en tiempos pasados
Fuente: www.malagapueblos.com
Algo que el dibujo no recoge es la decoración pictórica parietal de distintos
colores que posee oculta bajo la cal. Al haber recibido una gran reforma en
época Barroca, como muchas otras de la zona, muchos de sus muros interiores y
exteriores se encontraban decorados con motivos arquitectónicos, vegetales,
figurativos… de vivos colores que en muchos casos se han perdido en posteriores
reformas al no haberlos tenido en cuenta, dado que estaban silenciados bajo un
espeso manto de cal. No es el único ejemplo de decoración pictórica en Guaro,
frente al antiguo edificio de la cárcel (hoy correos) hay una vieja vivienda
que conserva parte de su antigua decoración y en la calle lateral a esta casa,
que conduce al Ayuntamiento, hay otra vivienda que conservaba bellos y
coloridos dibujos.
Decoración pictórica en la fachada de la iglesia de Guaro donde
se representa una superficie de sillar almohadillado, aunque
oculta parcialmente por la cal
Vivienda frente a la antigua cárcel con decoración pictórica de sillares
Tras dos siglos y medio y a pesar de los cambios, el pueblo es
reconocible. Durante todo este tiempo Guaro, a la par que ha ido
transformándose, ha ido creciendo. Por desgracia, la torre de Erasso y la
ermita han desaparecido, así como la fuente-lavadero. Patrimonios que hoy día
serían unos importantes recursos culturales y turísticos. Actualmente casi ni son
meros recuerdos. Pero a lo largo de este tiempo a Guaro se le han sumando más
viviendas (que han ido conformando barrios, perfilando calles, callejones,
plazas, avenidas), parques y jardines, otras fuentes y construcciones de
carácter productivo como los molinos de aceite, etc, que configuran su aspecto
actual sin que por ello haya perdido la esencia de sus raíces como pueblo de
origen andalusí.
© Diego Javier Sánchez Guerra.