sábado, 25 de junio de 2016

"EL BOMBO" Y LA CASA FUERTE DEL MARQUÉS DE VILLENA. UN PASEO POR LA HISTORIA Y LA MEMORIA DE MONDA


Me gustaría dedicar esta entrada con todo el cariño a varias personas a las que quiero agradecer enormemente su colaboración en ella. Se trata de Francisca López, Antoñita Pérez y María Sánchez, que han tenido la bondad y la paciencia de bucear ente sus vivencias y rescatar algunos recuerdos , ya muy, muy lejanos sobre El Bombo, y compartirlo con todos nosotros. Con ello han contribuido en gran medida a darle vida a este perdido monumento y rescatarlo del olvido aportando su granito de arena la historia de Monda.




Nuestras vecinas Antoñita Pérez, María Sánchez y Paca López.



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Cómo pasa el tiempo ¡Y qué rápido! La mayor parte de las veces casi sin darnos cuenta. Los niños crecen de un día para otro cada vez más espigados mientras uno se hace más viejo, fofo y arrugado… y todo a nuestro alrededor también cambia rápida y lentamente a la vez, como cuando fluye el agua de un río. En esas cavilaciones estaba al caer la tarde mientras paladeaba una cervecita fresca en la plaza de la Constitución de Monda, el auténtico corazón del pueblo desde la invasión y establecimiento de los castellanos entre los siglos XV y XVI, contemplando el vuelo quebradizo y abrupto de los murciélagos más madrugadores, que ya empiezan a abundar para pesadilla de los insectos que revolotean alrededor de la tramposa luz de las farolas, y el alegre y casi suicida vuelo de los vencejos. Sí, esos pajaritos negros zaínos que abundan en verano cuyas alas curvas, recias, casi de media luna, les permiten pasar meses volando sin posarse ni tan siquiera en una ramita; comiendo, bebiendo, durmiendo… siempre en el aire. Allí sentado, animado por el griterío de los muchos críos que correteaban y se divertían, empezaron a llegarme los recuerdos de las interminables tardes de verano y de juegos infantiles en esta céntrica plaza en la que han disfrutado generaciones de chiquillos, legiones enteras que entre juegos iban y venían a la tienda de María Sánchez en busca del maná de las golosinas; recordando los agradables paseos de las vecinas tras la misa dominical y las tardes sentados al fresquito, la celebración de la feria hasta altas horas de la madrugada, la de vueltas y carreras en torno a la farola que muchos de nuestros jóvenes nunca conocieron y quizás ni siquiera conozcan por fotos, aquellas sencillas fiestas y celebraciones en El Bombo... El Bombo…

Mientras le pedía otra cerveza bien fresquita a Juan Miguel, del Bar la Mariana, empecé a reflexionar.

La plaza de Monda es un lugar con mucha historia y con mucha memoria. Personajes ilustres, como el viajero inglés Francis Carter en su periplo de Gibraltar a Málaga, el emérito investigador Pérez Bayer, el militar Domingo Belestá en su infructuosa búsqueda del lugar de la batalla de Munda, el general Ballesteros con su grupo de guerrilleros que luchaban contra los invasores franceses… se han encontrado en este lugar cuando visitaron Monda, entre otros muchos de miles de personajes anónimos no menos interesantes como arrieros, ropavejeros, viajeros, aventureros, campesinos, ganaderos, comerciantes, tratantes, bandoleros, delincuentes… ¡Cuántas vidas y cuantas historias han transitado por esta plaza!

                         
  De izquierda a derecha, el libro de Francis Carter, Pérez Bayer y el general Ballesteros.


A lo largo del tiempo al plaza ha cambiado bastante aunque no lo suficiente como para que no fuese reconocido por mondeños y mondeñas de distintas épocas. Algunos cambios, como la eliminación de la farola de la plaza, la vivimos y recordamos todavía muchos. Huelga decir que originariamente la plaza no tenía farola y, ya de paso, señalar que su epidermis primaria era terriza y no se encontraba alfombrado de un manto de cantos rodados como ocurría con el resto de las calles. Si andamos más atrás en el tiempo y consultamos a las personas mayores, nos contarán que en la esquina del edificio que conocemos por El Bombo había una construcción cilíndrica maciza que todos conocían por ese nombre y del que el susodicho edificio actual ha tomado su apelativo. Incluso una pequeña fuente con una alberca llegó a tener la plaza y se empleaba, amén de para beber, para abastecer las muchas  huertas urbanas que salpimentaban el caserío. Pero eso lo sabemos por documentación muy antigua, nadie tiene memoria viva de ello.


El Bombo era una torre que recibió ese apelativo por su aspecto achaparrado, parecido al de un bombo o tambor grande. Formaba parte de la casa fuerte del marqués de Villena y duque de Escalona, señor de la villa desde principios del siglo XVI hasta que Monda se emancipó en las primeras décadas del XIX del régimen señorial con la supresión de los señoríos. Hasta ese momento y desde su conquista en 1485 por las fuerzas de los Reyes Católicos, la villa de Monda había dependido de la ciudad de Málaga. El rey Fernando El Católico (II de Aragón y V de Castilla) la había donado al marques -junto con la villa de Tolox y las de Serón y Tíjola, estas últimas en el valle del Almanzora, en Almería-  sin el conocimiento de la ciudad de Málaga lo que ocasionó, además del enorme enfado de los miembros del concejo malagueño, varios y justificados pleitos. Esta casa fuerte, para la época en que se construyó -mediados del siglo XVI-, era una obra importantísima y de gran fortaleza. Sus dimensiones eran considerables pues ocupaba toda una manzana que se ceñía por las actuales calles de Doctor Jiménez Encina, Carnecería y Estación. Entre éstas dos últimas y la primera había otra pequeña calle que con el tiempo se perdió y quedó absorbida por varias viviendas. No ha sido la única calle que ha “desaparecido” en Monda, pero esa es otra historia. Desconocemos el nombre que tendría esa vía. El edificio del marqués, con el tiempo, fue dividiéndose y vendiéndose a partes, desdibujándose la composición original y transformándose en varias viviendas ya perdido su uso original.



 

Diego López Pacheco y Portocarrero, II marqués de Villena.







Las villas de Serón y Tíjola en el Catastro de Ensenada.


Las obras de la casa fuerte fueron iniciadas en el año 1546 por el entonces alcaide o gobernador Juan de Vargas, delegado del entonces marqués por aquellas fechas. En su cargo le sucedió su hijo, Bernardo de Vargas, que continuó con las obras. El dinero empleado en su construcción procedía del producto de la venta de bellota de los montes de propios, como señalaban algunos miembros de la comunidad en documentos posteriores. Bartolomé Arruro, un morisco mondeño que ocupaba un cargo en el concejo municipal, fue quien marcó los solares donde se debía asentar la casa fuerte del marqués y que entonces se encontraba ocupado por una herrería, dos tiendas y un solar. Todo ello se compró por 65 ducados, algo más de 27 euros al cambio actual, pero para la época era un dinero considerable.




Imagen de los años veinte del siglo pasado tomada desde la Cruz Caravaca en la que vemos El Bombo.


Una fuente de extraordinaria información documental de nuestro pueblo reside en el libro de apeos, documento de finales del siglo XVI. Este importante documento histórico lo trabajó hace unos años el mondeño José Antonio Urbano Pérez y como resultado publicó La Villa de Monda en el siglo XVI. Apeos y primeras ordenanzas, un libro que no puede faltar en casa de una familia mondeña y que debería ser de obligatoria lectura. Por el libro de apeos sabemos que la casa fuerte del marqués de Villena fue el lugar donde se organizó el apeo y repartimiento de las propiedades que habían sido de los moriscos mondeños tras su expulsión; o sea, el lugar desde donde se organizó el reparto fruto de la rapiña y robo de las propiedades de los moriscos (casas, mesones, campos de cultivo…), arrebatadas a éstos tras ser expulsados a otras tierras peninsulares, así como la repoblación de la localidad por familias cristianas provenientes de distintos lugares, especialmente de la baja Andalucía. La expulsión de los moriscos y la repoblación cristiana marcan un antes y un después en la historia de nuestro pueblo y de nuestro país. Igualmente es éste el lugar donde se organiza la redacción de las ordenanzas de la villa de Monda tras la expulsión de los moriscos, actividad en la que participaron muchos vecinos y que suponía establecer una normativa legal y de convivencia para los mondeños de aquella época.



Portada del libro La Villa de Monda en el siglo XVI. Apeos y primeras ordenanzas.


La casa fuerte del marqués de Villena, de la que se puede decir que fue el primer edificio civil y centro administrativo de relevancia del pueblo, no tenía una sino tres recias torres; una cuadrada y dos cilíndricas, como señalan distintas fuentes escritas. En sus dependencias había una cárcel, un pósito (almacén donde se prestaba grano a los campesinos en condiciones módicas, a bajo interés) y distintas dependencias (residencia del gobernador, sala capitular, dependencia del aguacil…). En ella el alcaide o gobernador, delegado como era del marqués, velaba por los intereses de éste, por recaudar sus tributos y administrar sus propiedades y riquezas; por la seguridad y el orden en el pueblo; sancionaba pequeños delitos, etc. De las tres torres que tuvo conocemos la ubicación de dos de ellas; la desparecida torre de El Bombo, en la plaza y de la que se conservan varias fotos antiguas junto con la memoria de los mondeños más veteranos, y otra torre de la que se mantiene solamente los cimientos y parte del alzado integrados en una vivienda, en calle Carnecería, en lo que es hoy el Bar Central. Esta torre, según se ha podido apreciar en los cimientos que han quedado desnudos merced a unas recientes obras, era de ladrillo de barro cocido y tenía una ventana estrecha y alargada hacia lo vertical, abocinada, que se amplió para construir otra por la que entrara más luz, según recuerda Francisco Pérez, uno de sus moradores. De este testimonio se infiere que esta torre no era completamente maciza; posiblemente lo fuera hasta cierta altura a partir de la cual tuviera alguna estancia interna que diera acceso a la parte superior a través de una escalera de piedra o de madera.



Imagen de la plaza de la Constitución tomada hacia los años veinte del pasado siglo desde la puerta de la iglesia. 



Edificación moderna sobre el cimiento de una de las torres en calle Carnecería.



Cimiento de una de las torres en calle Carnecería.


Entonces ¿Dónde estaba la tercera torre? ¿En el ángulo de la casa de María Sánchez (calle Doctor Jiménez Encina angular con calle Fuente)? ¿En el extremo de calle Estación? La primera de estas dos opciones es apoyada por Paco Vera y los hermanos María Asunción y José Villanueva en su libro Monda en el recuerdo  una publicación que debería habitar en un lugar privilegiado en todas y cada una de las casas de las familias mondeñas y, por supuesto, usarse. En lo que es ahora la vivienda de María Sánchez estuvo la cárcel hasta aproximadamente mediados del siglo pasado como da cuenta la memoria de los vecinos y algunos antiguos planos. Es posible que se ubicara en este lugar porque además de situarse en un ángulo sirviendo de apoyo a parte de la estructura del edificio, el lugar, frente a lo que antaño era la calle Real, la más importante, tenía una importante carga simbólica y de representación del poder del marqués. Señalemos que en las fechas en que se construyó la casa fuerte, la iglesia de Santiago era de un tamaño considerablemente menor al actual, por lo que es posible que el edificio del marqués fuese el de más envergadura y tamaño de la localidad. 



Portada del  libro Monda en el recuerdo.


Pero ¿Por qué el marqués de Villena dio orden de construir la casa fuerte en ese lugar, junto a lo que ahora es la plaza? ¿Qué motivaciones tenía? El marqués, en primer lugar, solicitó al rey Fernando autorización para reconstruir el castillo de Monda, al menos en parte, que había sido desmantelado al poco de la conquista castellana para que los mudéjares o moriscos no pudieran parapetarse o refugiarse en caso de sublevación. Algunas obras debió realizar el marqués, pero no sabemos el motivo o causas por el cual no las finalizó. Su petición ante el rey no gustó a la ciudad de Málaga, que protestó formalmente porque no veía con buenos ojos el incremento del poder señorial. 




El castillo de Monda en una antigua foto mucho antes de ser vendidoy de iniciarse las primeras obras. Obsérvese en el ángulo inferior izquierdo la estructura del entonces inacabado colegio.


El caso es que la construcción de la casa fuerte junto a la plaza no era fortuita; se encontraba en la arteria de comunicación principal del pueblo, el antiguo camino real que lo atravesaba de parte a parte y lo ponía en conexión con el valle del Guadalhorce, por un lado, y la costa mediterránea, por otro; el espacio que ahora ocupa la plaza, tras la conquista castellana, se había convertido en el epicentro social, económico y cultural del pueblo, pues allí empezaron a concentrarse las viviendas de las personas más adineradas, algunos mesones y un edificio a la postre primordial, la iglesia de Santiago, construida sobre el solar de la derribada mezquita. Poder civil, poder religioso y poder económico se concentraban en torno a la plaza del pueblo, como empezó a ocurrir en muchos otros municipios, una característica muy común. Era el lugar más apropiado para exponer el poder del marqués a vecinos y transeúntes, el centro administrativo y de poder de Monda.



Tres de las viviendas que actualmente ocupan parte del lugar donde se encontraba la casa fuerte del marqués de Villena.


¿Y para qué construyó tamaño edificio? Según las fuentes escritas, el objeto de la construcción de la casa fuerte del marqués era para que los alcaides o gobernadores que aquí estuviesen posasen en ella por no andar de casa en casa y para audiencias y casa de cabildo y do fuese cárcel y cilla de pan y pósito. En definitiva, lo que se acaba de decir: para ocupar la función de centro administrativo y eje rector del pueblo de Monda, que pertenecía al señorío de Villena.

Luis del Mármol Carvajal, en su libro Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada, en relación a la rebelión morisca de 1568-1570, menciona que a las casas fuertes que el marqués tenía en Monda y Tolox, se mandó un importante número de cristianos armados de las poblaciones colindantes, especialmente Coín, para tratar de evitar que estos moriscos se sublevaran como hicieron los de Istán y otros lugares.




Portada de libro Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada.



Muchos años más tarde, en un documento de 1750 referente a los gastos anuales de la villa de Monda, entre otros, encontramos los siguientes datos: 

- PARA OBRAS PÚBLICAS: 600 Reales
Para el pago de los gastos de rreparos de puentes de la comunicación del pueblo, fuentes, calles Carsel, Carnesería Casas de Cavildo y demas que ocurren ala Villa anualmente seis sientos rreales.

Por el mencionado documento sabemos que había presupuesto para el mantenimiento y los reparos de la antigua casa fuerte del marqués, entre otras cosas. La calle Carnecería ha mantenido su nombre desde hace casi medio milenio pero la calle Cárcel bien podría referirse a la actual calle Fuente.

En algunos dibujos antiguos se recogen algunos de los elementos de la antigua casa fuerte. En concreto en un dibujo del pueblo del año 1752 podemos ver el detalle de la plaza con sus edificios colindantes, pequeñas casitas de una o dos plantas con tejados a una o dos aguas entre los que destacan la iglesia, con su torre-campanario, y la casa fuerte del marqués de Villena con su característica torre, con El Bombo. Se trataba entonces de un solo edificio que destacaba entre las construcciones del entorno con varias ventanas cuadradas y cubierta a dos aguas, por lo que en esta época aún mantenía su función administrativa y civil. La torre, cilíndrica y con una pequeña ventana estrecha y alargada en el cuerpo superior, con forma de saetera o tronera, se remata con merlones. Sabemos de éstos, además de por este dibujo, por otras fuentes documentales posteriores que hacen expresa mención de ellos. La torre era maciza hasta cierta altura donde habría una estancia desde la que montar guardia y desde donde se accedería al exterior, a lo alto de la torre, a través de una escalera de obra o de madera. Aunque le dibujante no refleja las otras dos torres, por testimonios posteriores sabemos que existían en esa época. Cabría la posibilidad de que sólo dibujara ésta porque podría ser de mucho mayor tamaño que las otras dos.



La plaza rodeada de edificios, donde destacan la iglesia y la casa fuerte del marqués de Villena.
Dibujo procedente del Catastro de Ensenada de Monda. 

  
El vecino pueblo de Tolox también pertenecía al marquesado de Villena, como se ha señalado. Allí, por orden del entonces marqués, se levantó otra casa fuerte en el lugar que ocupa hoy día la conocida como Casa Amelia, en el centro del pueblo, frente a la plaza Alta. Esta plaza no siempre se llamó así y antiguamente recibía el nombre de plaza del Mocabel en referencia al uso funerario que tuvo durante la época musulmana. En obras realizadas en tiempos recientes suelen aflorar fragmentos de huesos humanos…  En 1752  ésta conservaba dos torres cilíndricas de varias plantas con accesos a través de arcos de medio punto y vanos en cada planta, unos cuadrangulares y otros con arcos de medio punto. El edificio que se le adosa es, al igual que el de Monda, de mucho mayor tamaño y de planta rectangular con cubierta a dos aguas y con un acceso mediante un arco de medio punto. . Ambas estaban rematadas por merlones. Es posible que el arquitecto o la cuadrilla de trabajadores fueran los mismos los que construyeron ambas casas fuertes.



Copia del dibujo del Catastro e Ensenada de Tolox donde se recoge la casa fuerte del marqués de Villena


Por una fuente del siglo XVIII como es el Catastro del Marqués de la Ensenada no sólo sabemos que el edificio mantenía sus funciones y su integridad allá por la mediación de esa centuria, sino que también conocemos que fue en él donde se organizó todo el trámite para la elaboración de las respuestas generales del mencionado catastro. En este documento y referente a la casa fuerte del marqués se recogía que:

… una casa que es la del gobernador en la que se comprenden con reparaciones en los cuartos bajos el pósito, las Casas Capitulares, cárcel, carnicería y una herrería, y todo ello alinda por todas partes con la plaza y calles Reales y por atrás con casa de Benito de Urende. Y la dicha casa del gobernador no la habita dicho señor gobernador y por ella paga a la villa de arrendamiento anual ciento y diez reales de vellón y la dicha herrería aunque no la habita trabaja en ella Matheo Cañamero, herrero, y paga de arrendamiento anual veinte y dos reales de vellón.


Página del Catastro de Ensenada donde se habla de la casa fuerte del marqués.


El edificio, además de realizarse tareas administrativas y organizativas, también era aprovechado para el desarrollo de algunas actividades económicas. Tenemos, por una parte, un herrero y, por otra, una carnicería. Seguramente sería la única del pueblo y la tendría en privilegio el marqués, junto con otros beneficios y rentas. El nombre de calle Carnecería, sita entre las actuales calle Fuente y calle Estación, recibe su nombre por esta cuestión.



Placa de la Calle Carnecería.


En el libro de Jaime Rodríguez Barroso titulado Tolox y Monda, Señorío del Marqués de Villena, publicado recientemente, encontramos algunas informaciones breves sobre la casa fuerte del marqués y por un testimonio recogido en este mencionado libro, sabemos como era el acto de toma y de posesión de la villa por parte del nuevo marqués el 26 de mayo de 1769, D. Felipe López Pacheco. Entonces el edificio seguía representando los intereses y el poder del marqués de Villena:

… en señal y acto de verdadera y legítima posesión, el recordado D. Antonio de Baeza y Ortiz a nombre del dicho Excelentísimo Señor D. Felipe López Pacheco y de dicha Excelentísima Señora Dª María Luisa Centurión y Velasco, como tal su apoderado sustituto, tomó la llave de la Casa y Sala del Ayuntamiento de esta dicha villa, abrió y cerró sus puertas como tal dueño de ella … tomó así bien en sus manos de dicha Casa Ayuntamiento y su archivo algunos papeles que abrió y leyó, y en cuanto a la jurisdicción y oficios por dicho Sr. Gobernador le fue entregad el bastón y vara de mando de dichos señores Alcaldes y Regidores, como también de los Alguaciles mayores y ordinario de este  dicho juzgado y así mismo declaró hallase entregado a los pesos, pesas y medidas perteneciente a la Correduría y Almotacenería.

El representante del marqués, mediante el acto de entrar en la Casa y Sala del Ayuntamiento, de rebuscar entre los papeles del archivo, de abrir y cerrar puertas y ventanas, tomaba posesión de la villa en su nombre. 



Portada del libro de Jaime Rodríguez Barroso Tolox y Monda, Señorío del Marqués de Villena.

De finales de esta centuria se conserva un testimonio documental muy valioso. Se trata de una carta que el párroco de Monda, Antonio Linares, envió al religioso malagueño Cristóbal Medina Conde aportando datos para el Suplemento al Diccionario Geográfico Malacitano, que estaba elaborando. En ella, en referencia a la casa fuerte, recogía que:

Pudieron ampararse (los cristianos) en un fuerte que los moriscos habían construido con el producto del fruto de bellota, que gozaban en aprovechamiento común, el cual, durante la guerra, se hizo presidio de soldados a costa del marqués (de Villena) duque de Escalona (…) cuyo nombre de fuerte hoy conserva y en el que tiene su habitación los gobernadores, el cual tenía tres torres a tres esquinas y una cuadrada, y dos redondas con sus claraboyas y almenas, y sus puertas eran de hierro, fortísimas, de dos varas de alto y vara y tercia de ancho, que actualmente están colocadas en la cárcel real.

A finales de esta centuria conservaba todavía las tres torres y sus funciones y llama la atención el nombre que se le atribuye, fuerte (proveniente de casa fuerte), porque en el futuro recibirá otros nombres, como podrá verse. El párroco señala otros detalles interesantes como el de las puertas, hechas de hierro de casi dos metros de altura por casi uno y medio de anchura, colocadas en lo que seguía siendo la cárcel. No es esta la única información que nos proporciona ya que refiriéndose a posibles inscripciones antiguas que hayan podido hallarse en el lugar vuelve a citar, pero de soslayo, la torre cuadrada que fue empleada como cárcel:
 
Y así no hay de ellas noticias (sobre inscripciones antiguas), pues aunque pocos años á, se notaba una inscripción de letras mayúsculas castellanas intrusa en una pared de casa antigua, que se dice fue en tiempos de moros cárcel donde purgaban sus delitos, la cual ocupaba más de una vara en cuadro, á manera de lápida, no pudo leerse, aunque un curioso lo pretendió, por estar ya las más borradas y las otras deshechas.

¿Podría tratarse de la inscripción fundacional de la casa fuerte del marqués de Villena? Bien pudiera ser pero a falta de más datos y pruebas nada más se puede apuntar en este sentido. Lo que también puede extraerse de esta información es que para esta época, segunda mitad del siglo XVIII, la cárcel hacía tiempo que estaba en desuso y su lugar era ocupado por una vivienda.

De entre los años 1845 – 1850 data la obra de Pascual Madoz, Diccionario Geográfico Estadístico de España y sus Posesiones de Ultramar, una obra enciclopédica donde se recogen datos de todas las poblaciones españolas. En las localidades de menor entidad la información suele ser más breve pero igualmente interesante. Para estas fechas encontramos referente a Monda, entre otros datos, que:

Tiene 820 casas de mediana construcción, casa consistorial que denominan la Torre, cárcel…


Monda en la obra de Pascual Madoz



Esta frase tan breve encierra muchísima información; en primer lugar la casa fuerte del marqués de Villena sigue albergando los órganos del gobierno y de la administración municipales (casa consistorial) pero no ya como villa de señorío, pues éstos se abolieron años antes, sino como municipio. Además de mencionar la cárcel, que habrá quedado en desuso durante cierto tiempo, hay otro detalle bastante curioso al señalar que la casa consistorial era conocida como La Torre; lo que para varias generaciones de mondeños fue El Bombo, en el siglo XIX se conocía como La Torre y es posible que en esa época se encontrara entera, sin desmochar, orlada por sus viejos merlones. Sólo con el paso del tiempo y la liquidación de su cuerpo superior que le dio su aspecto achaparrado hasta su destrucción a mediados del siglo XIX, alguien la bautizaría como El Bombo.

Pocos años después encontramos un par de testimonios que nos hablan de la antigua casa fuerte del marqués, uno indirecto y el otro directo. El primero se encuentra recogido en un libro de 1861, Munda Pompeiana, de los hermanos Oliver Hurtado. En esta obra tratan de desvelar el lugar de la batalla de Munda aportando noticias y testimonios de escritores, viajeros, personajes anónimos… sobre la existencia de una lápida referente a Munda alojada en la fachada de un edificio recogen que: 

Este curioso viajero inglés (Francis Carter) visitó la villa de Monda en el último tercio del siglo pasado (el XVIIII), y ya no hubo de encontrar tal lápida. P. Bayer, que poco después de Carter pasó por Monda, no encontró esta piedra, ni memoria de ella. En una Disertación MS. y anónima sobre dicha villa, que se compuso por aquella misma época, se habla de una inscripción, aunque gastadas sus letras, la cual se halla colocada en un edificio que antiguamente sirvió de cárcel de moriscos, según el citado anónimo, y hemos averiguado es hoy la planta baja de uno de los torreones de la Casa Capitular, que da frente á la fachada de la casa que fue del Sr. D. Feliciano Liñán Miralles.

Se refiere esta fuente a la torre que ocupaba lo que hoy día es la vivienda de María Sánchez, la torre cuadrada, que durante muchos años fue cárcel. Sin embargo la fuente anónima que citan no es coetánea a la época en la que escriben el libro. La casa del referido D. Feliciano Liñán Miralles es la vivienda de Doña Eduvigis, una de las pocas que conserva bellos motivos decorativos pintados en su fachada.

El siguiente testimonio al que nos aferramos es el de Antonio Guerola y Peyrolón, gobernador de Málaga, que realizó una visita institucional a Monda donde se hizo eco del estado de la población y de sus infraestructuras. En el informe que realiza tras la visita a la villa de Monda nos traslada que:

...visto con sentimiento que la municipalidad carece de casa para sus sesiones, viéndose precisada a habilitar para tal servicio una habitación de propiedad particular tomada en arrendamiento; e informado de que se halla pendiente un expediente sobre construcción de Casa Capitular, locales para las escuelas públicas con habitación para los maestros y un depósito de penados, habiéndose escogido para el efecto el espacioso y bien situado solar del edificio donde estuvieron la antigua Casta Capitular, la cárcel y la carnicería, determinó que se actúen la sustanciación de dicho expediente, a fin de que se realicen las obras que tiene por objeto.

Por estas declaraciones se infiere que el edificio se encontraba en un estado ruinoso e inservible. No sabemos si se acometieron algunas obras de reforma que alargaran la vida útil del edificio, pero con el tiempo iría envejeciendo, dividiéndose y vendiéndose a partes, destruyéndose parcialmente y edificándose viviendas… El relevo, ya como como casa consistorial o ayuntamiento, lo tomaría otro edificio que se construyó a finales del siglo XIX y del que se conserva un rústico y bello sótano cuyas macizas bóvedas compuestas por robustos ladrillos de barro cocido que tuvo diferentes usos a lo largo del tiempo (pósito, caballeriza, cárcel…), soportan la construcción moderna en cuyo seno se realizan diferentes labores administrativas que contribuyen al funcionamiento de nuestro pueblo. Se trata del actual Ayuntamiento de Monda, heredero, en parte y salvando las enormes distancias y diferencias, de la tradición administrativa y como centro de poder de la casa fuerte del marqués de Villena. Solo que en este caso no representa los intereses de un particular propietario de la villa que designa directamente a sus representantes, sino que se trata de una institución cuyos gestores son nombrados vía democrática mediante la celebración de elecciones por un período de tiempo definido por ley y con unas atribuciones establecidas por el marco legal.


Las Bóvedas del Ayuntamiento de Monda.



El Ayuntamiento de Monda en una vieja foto de los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, mucho antes de su moderna restauración.


Rebuscando entre viejos papeles, en un ajado callejero del año 1894 volvemos a encontrarnos con El Bombo, bueno, con su planta. En aquel momento la calle hacia la que miraba, la actual Doctor Jiménez Encina -personaje del que hablaremos otro día- se llamaba calle de Santiago, en viva referencia a la Iglesia de Santiago Apóstol. Su nombre fue cambiado por el del ilustre doctor en una concurrida fiesta celebrada en su honor en el año 1922 en la que se le nombró hijo predilecto por lo bien que siempre había actuado con los vecinos al ofrecer gratuitamente sus servicios como médico cada vez que venía al pueblo. En otro momento hablaremos del nombre de nuestras calles, otro tema sumamente interesante que necesita mucho tiempo y dedicación.


Callejero de Monda de 1894.


En 1900, en un proyecto para crear una variante en Monda que iría desde el lavadero de la Jaula siguiendo las calles Llanete y Almendro para alcanzar el paseo de la Villa (entonces Camino de Ronda) y desembocar en la plaza, vuelve a aparecer la planta o el solar del viejo edificio de la casa fuerte, donde se aprecia la única torre que se conserva, El Bombo, y se señala las Ruinas de las Casas del Ayuntamiento y Cárcel.


Callejero de Monda de 1900.


Ya en pleno siglo XX y en algunas fotos antiguas contemplamos El Bombo, ajeno al paso del tiempo y testigo de muchos acontecimientos históricos como la guerra y expulsión de los moriscos, junto con la repoblación castellana; de la invasión francesa y la resistencia de los mondeños; de la emigración de muchos tras el desastre económico de finales del siglo XIX; de la proclamación de la II República y la Guerra Civil… pero también ha conocido a generaciones y generaciones de mondeños que vinieron y se fueron; ha presenciado innumerables ferias y semanas santas, incontables celebraciones de bodas, bautizos, funerales… En esas fotos contemplamos una construcción cilíndrica de varios metros de diámetro y no demasiado alta, presentando un aspecto achaparrado y recio. Se ve que estaba enfoscada y encalada y ya se encontraba rematada no por merlones, sino por una baranda metálica para que la gente no cayera a la calle. En esos momentos tendría un mero uso de terraza y mirador privilegiado a la plaza y a la iglesia. Es posible que con el tiempo la hubieran desmochado para restarle altura y darle acceso a la vivienda aprovechándola, como se ha señalado, de terraza.


Primer plano de El Bombo en una imagen de hace un siglo.



Las chicas de la Sección Femenina se encaminan a la iglesia de Santiago con El Bombo al fondo



El Bombo, ese vestigio medieval que había sobrevivido casi cinco siglos, estuvo en pie hasta finales de los años cuarenta del siglo pasado en el que fue demolido. Las autoridades, según me ha comentado algunos vecinos y vecinas, alegaban que era un estorbo y que ocupaba parte de la calle y la plaza, que su retirada haría ganar espacio público, que ensancharía la calle y la plaza. Aunque fue así, lo cierto es que su destrucción fue una completa brutalidad fruto de una gran ignorancia y una enorme falta de sensibilidad por el patrimonio cultural y por la historia local. Aunque ahora nos escandalicemos o no llevemos las manos a la cabeza con semejante atropello patrimonial, no podemos olvidarnos de que otros patrimonios mondeños se encuentran en  peligro y pueden correr la misma suerte, pero no por destrucción premeditada, más bien por dejadez, abandono, olvido, desinterés, pasividad… como los molinos “moriscos de Alpujata”, las eras que hay en torno al Calvario, los restos que aún quedan en pie del castillo de Monda, alguna antiguas viviendas señoriales, viejas ermitas y molinos… que suponen un legado, la herencia cultural de nuestros antecesores y la prueba de dónde venimos y quienes somos.

La vivienda a la que El Bombo se encontraba adosada tenía una gran terraza exterior alargada, pavimentada con losas de barro cocido y ceñida por una reja de hierro. En la planta baja de la referida vivienda se realizaban todo tipo de fiestas y celebraciones como bautizos, bodas, fiestas familiares… un servidor aún se acuerda vagamente de ella.



Fotografía de fines de los setenta o principios de los ochenta del siglo pasado.Desde la terraza de El Bombo los chiquillos y adultos observan con respeto el paso de la Virgen.



Portada del libro de feria de 1985, donde se recoge el edificio 
de El Bombo con su terraza.


En el dibujo de la portada de la feria de 1985 vemos cómo aun se conserva el edificio que albergó la torre y que aparece en las fotografías de primeros del siglo XX. Tras la traumática amputación de la torre se abrió una puerta de acceso al edificio y los dos balcones que daban a la terraza de la torre, se vieron ceñidos por una reja en ángulo que exteriormente los comunicaba, una solución arquitectónica novedosa para la época.

Inspirado en la información de la que disponemos he tratado de realizar un dibujo aproximado para reconstruir de forma ideal lo que sería la fachada principal de la casa fuerte del marqués de Villena, un edificio con una planta alargada de tendencia a lo rectangular, posiblemente de planta calle más una (al menos hacia la plaza y calle Doctor Jiménez Encina) edificado con mampostería combinando el ladrillo de barro cocido, técnica bastante común en la época para este tipo de edificios. El acceso de entrada estaría centrado en la fachada y muy probablemente se encontraría cubierto por un arco de medio punto -como en la casa fuerte del marqués en Tolox- y ejecutado en ladrillo de barro cocido (muy empleado en la época y en lugares donde no abundaba la piedra para realizar sillares). Sobre la entrada, muy probablemente, nos encontraríamos el escudo del marqués de Villena, símbolo de su poder y para recordar a los vecinos a quién pertenecía la villa, quien era su señor. Posiblemente a un lado u otro existiera una placa en piedra haciendo referencia a la construcción y a la propiedad del marqués de Villena. A cada lado de la puerta de acceso habría varios vanos alargados muy posiblemente enrejados. Este mismo esquema se repetiría en la planta superior, sólo que sobre la puerta de entrada se colocaría un balcón o un ventanal. En un extremo, junto a la plaza y saliendo en parte de la edificación principal (pues estaba parcialmente embutido en ella a modo de pilar o soporte), estaría El Bombo, obra de más altura que el que aparece desmochado en las fotos antiguas, con sus saeteras o troneras y rematado por merlones. En el otro extremo, posiblemente, encontraríamos la torre cuadrada; lo que no sabemos es si estaría integrada en la obra en línea con la fachada o sería un tanto saliente. En calle Carnecería estaría la otra torre de planta circular, de dimensiones posiblemente menores a la de la plaza. La obra se remataría con un tejado a dos aguas cubierto por tejas moras sobre el que descollaría uno o varios humeros que servirían para evacuar los humos de los hogares empleados en calentar algunas estancias interiores. Posiblemente tendría aleros de madera o de ladrillo de barro cocido donde construyeran sus nidos las golondrinas.


El dibujo idealizado (muy idealizado) de la casa fuerte del marqués de Villena realizado por un servidor.


La obra se enluciría para proteger los muros de las inclemencias meteorológicas, del agua de lluvia, de las heladas… y preservarlos del paso del tiempo. Lo que desconocemos es el tratamiento del enlucido; no podemos saber si se encontraba grabado con motivos decorativos o encalado. Lo de la cal habría que descartarlo porque empezó a generalizarse en las fachadas siglos más tarde.


Una de las fuentes históricas locales más interesantes e importantes es la memoria de nuestros abuelos y abuelas, sus recuerdos y sus vivencias. Ellos y ellas han vivido y habitado en un tiempo que se presenta ignoto y desconocido para la mayoría de nosotros, y han sido testigos de momentos y acontecimientos de la vida local que en contadas ocasiones se suele registrar. Por eso los testimonios que aportan desde sus recuerdos como testigos y como actores principales de la historia reciente de Monda, tienen un trascendental valor volviéndose fundamentales para componer la historia reciente de los pueblos más pequeños, como el nuestro, que no logran despertar por norma general el interés entre historiadores e investigadores. Decía el escritor Ahmadou Hampaté Bá, y no sin razón, que en África, cuando un anciano muere, una biblioteca arde, toda una biblioteca desaparece, sin necesidad de que las llamas acaben con el papel. Cuando se va uno de nuestros abuelos o de nuestras abuelas, se apagan todos sus recuerdos que si no ha compartido, se pierden para siempre…




De nuevo Antoñita, María y Paca. 


Pero la diosa Fortuna nos acompaña en este viaje por la historia de Monda a través, ahora, de la memoria. Paca López, Antoñita Pérez y María Sánchez, unas jóvenes mondeñas que sobrepasan holgadamente las ochenta primaveras nos han regalado sus recuerdos y parte de sus vivencias, reviviendo la vida de antaño del pueblo en general y de El Bombo y su entorno en particular. Por ellas sabemos que El Bombo, la vieja torre que llevaba en pie casi medio milenio y que representó durante siglos el poder señorial del marqués de Villena, tenía acceso desde la vivienda a la que se adosaba, que era propiedad de los Martinitos, según señalan. Elevado sobre la plaza a modo de rechoncha terraza o mirador tenía una baranda de hierro que envolvía todo su perímetro y evitaba que la gente pudiera caer a la calle; había un balcón en lo alto, redondo, nos recuerda Antoñita Pérez. Aquel lugar alto, amplio y con buen dominio visual sobre la plaza y las calles adyacentes era el sitio propio para admirar el paso de las procesiones, de los tronos… y un lugar privilegiado para cantar saetas a las sagradas imágenes que todas las primaveras repetían el mismo itinerario. Igualmente era el lugar más seguro para ver las corridas de toros o de vaquillas que se realizaban en la plaza antiguamente, pero señalan que este dato lo conocen de forma indirecta, de oídas. Paca López, de niña, subió en algunas ocasiones porque era amiga de Mariquita la del Bombo, la hija de los propietarios y Antoñita Pérez recuerda que en tiempos vivían varias muchachas a las que llamaban las Bomberas, porque habitaban en la casa a la que se adosaba El Bombo y que daba nombre al edificio. Todas coinciden, al igual que los testimonios documentales, en que se trataba de una torre completamente maciza de varios metros de diámetro y de aspecto achaparrado que a finales de los años cuarenta o principios de los cincuenta fue derribada; la echaron abajo a fuerza de escardillo, como rememora apenada Paca López. Ninguna de ellas entiende cómo destruyeron lo que quedaba de la torre porque lo consideraban un edificio histórico, -era una arquitectura antigua, señala Antoñita Pérez- que no estaba en condiciones ruinosas sino que seguía siendo una obra recia y fuerte. Al parecer la decisión de su eliminación partió de las autoridades municipales y todo apunta a que el objeto era el de darle amplitud a la calle Doctor Jiménez Encina. Son muchos años y los recuerdos afloran como reflejos, como dice Paca López, pero rememoran algunos detalles como la vieja cárcel que se encontraba en lo que es hoy la casa de María Sánchez, donde todo apunta a que pudo ubicarse la torre cuadrada y que tenía unos grandes paredones de ladrillo, según vuelve a señalar Paca López. Igualmente Paca recuerda parte de la torre que se conservaba en calle Carnecería, sus cimientos y sus ventanas estrechas y alargadas, pero poco más. Los recuerdos más vívidos de María Sánchez no llevan a su infancia y recuerda que en la plaza, junto al torreón, los niños jugaban a la comba, a la china… y que desde aquel extraño balcón con forma redonda, durante la Semana Santa, se cantaban sentidas saetas.

Conocemos la torre de El Bombo por fotografías antiguas, pocas, y por los recuerdos de los más mayores, que por imperativo biológico cada vez van siendo menos… En su momento no se veló por la conservación de este vestigio de la España feudal, de este legado histórico, por lo que fue destruida sin más, sin miramiento alguno. ¿Queremos que esto ocurra con otros patrimonios de los mondeños como los molinos moriscos, la calzada romana, las viejas veredas empedradas, las eras, los numerosos restos que aún quedan del castillo, la vieja ermita…? A mí no me gustaría. Aún recuerdo con bastante pesar e indignación que hace unos años, junto a la antigua variante, se comenzaron unas obras hoy inacabadas que destruyeron ya para siempre la conocida popularmente como refalaera, que estaba poco más abajo del puente que da a calle Olivo. Allí generaciones de chiquillos habíamos bruñido con nuestros traseros una roca con una acanaladura natural de forma alargada, que empleábamos  a modo de tobogán. Todos los niños mondeños, hasta su destrucción, habíamos disfrutado de este improvisado tobogán y todos guardamos unos felices recuerdos. La refalaera era un lugar de juego, sí, pero también un lugar para la memoria, un espacio de identidad de los mondeños que ya no existe, que fue destruido sin más, al igual que el torreón de El Bombo.

Seguro que hay mucho más que contar de El Bombo y de la plaza, de la iglesia... pero ya se me hace tarde así que abono la cuenta al camarero y busco el camino de la cama. Mañana, como todos los días, hay que madrugar.

Pero me despido no sin antes dejar una última foto. Se trata de una imagen donde se superponen dos fotografías entre las que media casi cien años. Hay que hacer un pequeño esfuerzo visual, pero el resultado es estupendo. Juzguen por ustedes mismos.



Superposición de fotografías de la plaza.



Epílogo

Algunas fotos antiguas son fascinantes y expelen una magia indescifrable, enigmática. Tal es el caso de una de las imágenes que hemos tratado en este post. En ella más de cincuenta vecinos de Monda de todas las edades posan para la posteridad delante de El Bombo, observándonos atentamente desde el pasado en actitud quieta e ingrávida. Hombres cubiertos por sus sombreros de ala ancha que les protegen del sol, mujeres envueltas en sus pañoletas, señoritas luciendo sus níveos vestidos blancos en las terrazas y balcones -entre ellos el de El Bombo-, niños ataviados con sus pantalones cortos y sus gorras -muchos de ellos completamente descalzos sobre el suelo terrizo-, mozos y algunas mozas… pero también la atmósfera, el aire, la luz del mediodía son retenidos por un instante en la retina de la cámara fotográfica, fosilizados en el tiempo y el espacio, atrapados por el objetivo del fotógrafo para solaz de generaciones venideras. Y es que las fotografías antiguas son más que recuerdos, más que sensaciones capturadas en una imagen, son una ventana abierta de par en par para mirar al pasado.  



Una mirada desde el pasado.


Es muy probable que algunos de nuestros abuelos esté ahí observándonos atentamente desde su eterna quietud. Al igual que la desparecida torre, ninguna de las personas de esta foto está ya entre nosotros, han pasado demasiados años... Quizás sus hijos y nietos sigan viviendo en Monda y quizás hayan jugado en esa plaza, hayan dado sus paseos disfrutando de ferias y fiestas y se hayan dejado fotografiar en ella… Quizás con el tiempo alguien halle una vieja foto, digital, claro, que no envejezca, en la que el color no se apague ni se desdibujen las formas, donde los bordes no se carcoman por el paso de los años y que no tenga el tacto ni el olor a antiguo que le profieren las cajas metálicas en las que las abuelas guardaban con celo las fotos antiguas, una vieja foto, decía, donde los que echan un vistazo desde el pasado y posan seamos algunos de nosotros.



©  Diego Javier Sánchez Guerra